sábado, 29 de diciembre de 2012

El deseo de ser felices



La felicidad es un regalo que viene muchas veces cuando no es buscado, y que se debe tomar como se coge un pajarillo entre las manos, ni demasiado fuerte, pues muere, ni demasiado flojo, pues huye.


Los últimos días del año impregnan el ambiente de nostalgia y melancolía, tal vez por los días que se fueron o por la vaguedad de los que vienen. Ante la finitud del tiempo queremos asegurar la felicidad de la existencia. ¿Qué es la felicidad? es una consecuencia del amor; todo lo que no es amor verdadero acaba en insatisfacción y frustración, el placer siempre es efímero, y la felicidad pide duración, pide que desaparezca la amenaza de acabarse y morir.

La confianza en el placer, el honor o la fama, como fuentes de felicidad son volátiles ya que contienen nada más nada, poner en ellas todo el deseo aleja de la felicidad. La felicidad es conmoción del corazón, gozo en la contemplación, es dilatación del alma, es emoción ante la belleza; es éxtasis, que, en sus diversos grados, permite salir de la fosa del “yo” llamada egocentrismo, para disfrutar el amor de dar, de darse, de vivir en preludio de eternidad como perfecta vida plenamente poseída. ¿Es el cielo? No, ciertamente, pero lo anuncia.

La tristeza es pantanosa, oscurece el alma, paraliza, lleva a decisiones de huída o de ira, es amarga. La superación de las heridas del alma (resentimientos, rencores, inquietud corporal, torpeza de la mente, ociosidad) se logra por la felicidad que hace vibrar el alma, que invita a la superación, por el amor que espera más amor, por la lucha en lo que parece pequeño a los ojos cerrados por el egoísmo.

Amar hace feliz, pero más aún si es correspondido, la alegría es fruto de amar y ser amado. Saberse amado, no como un objeto de uso, hace feliz, permite la compenetración, el regalo mutuo, la comunión de personas, la amistad en sus mil formas. La vida feliz ya no es sólo una vida correcta y honesta, atemperada y sensata solamente, es mucho más, es beber en la fuente de la alegría sin restos de amor propio que pueden envenenar cualquier amor humano. La felicidad requiere humildad, como requiere amor, pide correspondencia en una espiral de donaciones y atenciones hondas.

El amor humano, el generoso, está amenazado continuamente (vejez, achaques, falta de medios económicos, traiciones, locuras, y, sobre todo, la muerte que es el gran dolor de los enamorados) Dios promete al hombre que libremente quiera acoger el amor y la felicidad del cielo, la resurrección de la carne, la supresión de la muerte y con ella del mal en los nuevos cielos y la nueva tierra en su segunda venida gloriosa. Así, aún en lo efímero y en la constatación de la persistente maldad en el mundo, pervive una esperanza que hace feliz en una realidad que tiene su garantía en Dios, no en ilusiones.

La felicidad es un regalo que viene muchas veces cuando no es buscado, y que se debe tomar como se coge un pajarillo entre las manos, ni demasiado fuerte, pues muere, ni demasiado flojo, pues huye. Es un don de Dios al alma preparada. La felicidad en la vida mortal siempre pide más, porque es insaciable y sólo puede alcanzar su plenitud en la posesión de la comunión con Dios en la vida eterna. En el año que iniciamos ¿Tendremos el deseo -al menos eso- de ser felices?

viernes, 14 de diciembre de 2012

Alfarería navideña en Santiago Acatlán



No buscamos clientes, solitos llegan a la casa, unos hacen trato, otros no. Mis hijos y mucha gente que ha aprendido este oficio han visto los beneficios de hacer bien las cosas. Si esta tradición perdura, el tiempo lo dirá, yo con lo que ya viví estoy agradecido con el de arriba, tengo 78 años bien vividos cerca del Señor, ahora toca a los jóvenes salir adelante y continuar esta tradición.


Rumbo a la ciudad de Tepeaca, por la carretera federal y a escasos kilómetros de Amozoc, se encuentra una población fundada por Carlos IV, lugar privilegiado por el paso del Beato Sebastián de Aparicio cuando en sus andanzas trazó los caminos de Veracruz a Zacatecas. Me refiero a la comunidad de Santiago Acatlán, población donde los habitantes viven de su fe, de los valores e ideales que sus antepasados colocaron en los cimientos de una vida de esfuerzo y trabajo.

Santiago Acatlán se levanta en un cerril donde en el pasado cobraron vida dos haciendas, la de San Vicente y Santa Rita. Esta geografía contribuyó al desarrollo de lo que por muchos años constituyó la primera fuente de ingreso de la comunidad: la industria del mármol. En las canteras descubrieron que Dios los dotó de habilidades y fuerzas para trabajar y progresar; durante muchos años se ocuparon de la loseta y la extracción de grandes bloques, después la necesidad los hizo emigrar para entregar sus habilidades más allá de los límites de la propia tierra natal.

Alfarería navideña
Hace unos 40 años, llegó a esta comunidad una nueva posibilidad de crecimiento y desarrollo, una manufactura que es fiel a los valores y tradiciones tan arraigadas en los pobladores de esta pequeña sociedad: Un grupo de pioneros importó la artesanía en yeso, particularmente imágenes del “Niño Dios” y todas aquellas que se colocan en el nacimiento, tarea donde se combina la habilidad y la fe, el trabajo y la esperanza.

Platicamos con Don Silvano Olivares Núñez, precursor de esta labor, nos comentó: “Hace 40 años, una cuñada que tenía en México me invitó a aprender este oficio. Como todo, al principio fue difícil, pero poco a poco hemos avanzado. Nuestro pueblo, gracias a Dios, es gente que la mayoría no sabe leer ni escribir pero se ha acomodado a este trabajo y esa gente hace que el pueblo avance.

“Cuando empecé, sinceramente, lo hice por necesidad no porque me llamara la atención hacer esto. Ahora, aunque la necesidad todavía está presente, trabajamos con mucha atención y esmero; procuramos sacar bonitos modelos y figuras, ¡Esto nos llama la atención!, no tanto por la venta, sino por los momentos de meditación que tenemos al hacer este tipo de figuras. En nuestras manos vemos al Niño Jesús, a San José y a la Virgen María, al Ángel y a los pastores. En una ocasión me preguntaron qué querría ser de todo lo que hago, no podía contestar y sólo se me vino a la mente que me hubiera gustado ser el buey o la mula, ellos son grandes porque estuvieron contemplando al Niño Jesús”.

En la actualidad el trabajo de la alfarería navideña no es satisfactoriamente remunerado, los precios de las figuras han bajado porque ya no se busca calidad sino cantidad, pese a ello los más de 300 talleres de esta comunidad siguen perfeccionando su trabajo, muestra de ello es que a lo largo del año se fabrican este tipo de figuras. Muchos talleres sólo son productores y hasta ellos llegan los vendedores quienes se encargan de distribuir sus productos a lo largo del territorio nacional, así nos lo confirma Don Silvano: “Tenemos clientes de la frontera, por diversos lados de la República. No sabría decir cuántos niños llegamos a hacer, nunca lo hemos tenido en cuenta pero en las temporadas es cuando más vendemos. Cuando no tenemos trabajo de alfarería, nos dedicamos al campo. Tenemos precios variables según el tamaño de los niños, desde 15 pesos en adelante”.

En torno al trabajo, la fe
En el taller de Don Silvano no sólo se percibe habilidad y trabajo, también el ambiente se impregna de fe y amor como él mismo nos lo narra: “Hemos tenido varios acontecimientos con nuestros clientes que regresan preguntando qué cosa tiene nuestra mercancía porque se vende muy bien. Yo creo que es el amor que le tiene uno al trabajo, le pedimos a Dios hacerlo de la mejor manera posible porque con éste ayudamos a mucha gente y creamos fuentes de empleo, cuando vemos satisfechos a nuestros clientes le doy gracias a Dios... Una vez un sacerdote nos pidió un niño, se lo dimos y lo vistió de manera hermosa, le tenía mucha devoción. Un día nos dijo que un matrimonio que no podía tener hijos se lo pidió, entonces se llevaron el niño a su casa, le rezaron devotamente y se les concedió aquello que querían. Poco tiempo después el sacerdote vino a pedir otro porque esta familia ya no se lo regresó. Con estas experiencias nos crece la fe y con más amor realizamos nuestra tarea”.

Visitar Santiago Acatlán puede ser una grata experiencia familiar, observar la actividad en los talleres de alfarería y adquirir algunas piezas en los comercios familiares o en los puestos colocados a orilla de carretera, con ello contribuiremos al desarrollo económico de esta comunidad y, sobre todo, conservaremos nuestras tradiciones.

“No buscamos clientes, solitos llegan a la casa, unos hacen trato, otros no. Mis hijos y mucha gente que ha aprendido con nosotros este oficio han visto los beneficios de hacer bien las cosas. Si esta tradición perdura, el tiempo lo dirá, yo con lo que ya viví estoy agradecido con el de arriba. Tengo 78 años bien vividos cerca del Señor, ahora toca a los jóvenes continuar esta tradición”.

N.B. Los comercios y talleres se encuentran por las calles de la población. El taller de Don Silvano Olivares se localiza en la 3 Oriente N° 13

jueves, 29 de noviembre de 2012

De política y buenos deseos



Para ser buenos políticos hay que ser, ante todo, personas íntegras y formadas; formadas especialmente en la vivencia de los más altos valores. De este modo pueden ser fuertes interiormente para resistir las tentaciones del poder.

 
Anticipadamente quiero saludarlos teniendo en mente la enorme y basta labor que adquieren al ser “electos” como gobernantes de estas tierras. El ejercicio ciudadano realizado en los comicios electorales puso en sus manos no sólo la tarea de ostentar un título, también la posibilidad de ser testimonio íntegro y coherente en un mundo cada vez más dominado por el relativismo cultural, moral, religioso y político. Sus convicciones morales se reflejarán en cada acción que, en el ejercicio de sus facultades, realicen durante el periodo de su gobierno. Los ciudadanos sabemos que no debemos idealizarlos ingenuamente, pensando que son perfectos o infalibles, pero siempre los veremos actuar, particularmente en las más elevadas y difíciles responsabilidades y decisiones.

El caminar de los mexicanos se verá iluminado por la búsqueda constante de un denominador común que reclame el bien de la gente, sobre todo de la gente pobre, que sea garantía de diálogo y de servicio al gran ideal de la paz y el desarrollo, por eso es necesario que su vida personal también sea coherente con los principios que afirman en la vida pública. La desviación de los principios, por desgracia, siempre es posible y deseo que en ustedes, que están por iniciar esta nueva etapa, nunca anide la sentencia de que “para hacer política hay que ser avispados y astutos”.

La malicia, que es un sucedáneo deterioro de la inteligencia, tiene un gran límite, nunca busca el bien de los demás, sólo y siempre el de uno mismo. La idea de “hacerse astuto” es terriblemente engañosa y el primero en enredarse es el mismo que escoge este camino. Ciertamente la política no es una institución de caridad o un monasterio, sin embargo, no se pueden hacer compromisos en materia de coherencia y testimonio de los valores si no se está dispuesto a arriesgarlo todo por dar un testimonio verdadero: ¡Cristo fue crucificado por haber testimoniado la verdad y el amor en sus tres años de vida pública! No es casualidad el que haya sido escogido Tomás Moro como patrono de los hombres comprometidos en política.

Tomás Moro fue coherente, en el fondo, lo único que hizo fue cumplir con su deber y por ello le cortaron la cabeza, sólo porque fue fiel a sus propias convicciones, no buscó otros caminos que comprometieran su integridad. ¡Aunque también porque ciertamente no le faltaba cabeza!

Cuando asuman las riendas de nuestro país, estén dispuestos a servir, no cedan en cuestión de principios; tengan las puertas abiertas pues la democracia significa colaborar; no piensen sólo en intereses particulares, sino en los de la comunidad. Acojan el gobierno con espíritu ágil: capaz de subir escalones si su responsabilidad así se los pide, pero también de bajar con elegancia y humildad sin romperse el “fémur espiritual” que es una de las fracturas más peligrosas.

Para ser buenos políticos hay que ser, ante todo, personas íntegras y preparadas; formadas especialmente en la vivencia de los más altos valores. De este modo pueden ser fuertes interiormente para resistir a las tentaciones del poder. El desafío es grande y necesita hombres y mujeres dispuestos a vivir la política como una misión, dispuestos a seguir los grandes ideales con generosidad y afrontando todo riesgo. ¿Confiamos en ustedes?

Postre
¿Termina la pesadilla de muerte y violencia que dejó el sexenio de Felipe Calderón o se extenderá con el mandato de Enrique Peña Nieto? No sé si es verdad o es mentira, dicen que para mantener la paz social el PRI estando en el poder pacta con los malosos para que operen tranquilamente y de cuando en cuando hay  "operativos" para que creamos que sí se actúa para que prevalezca la ley y el orden... Al tiempo.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Cuando la diplomacia pierde su encanto



…hoy el enemigo del hombre se llama hombre, hoy se anuncia otra cabalgata apocalíptica de la muerte que empuña la hoz de la injusticia para arrasar con todo aquel que de culpa sólo tiene el haber nacido ahí, precisamente donde ya no hay ojos para mirar, donde los oídos han perdido su sensibilidad y el tacto sólo recoge la aridez del orgullo y la necedad…

 
Cuando la diplomacia pierde su encanto, cuando se ha agotado la fuerza de la razón, cuando triunfa el odio sobre la bondad del corazón, suceden acontecimientos que elevan la intolerancia hasta el punto de lacerar la faz del mundo que se esfuerza por mantener la tranquilidad de las heridas que la historia ha marcado sobre su rostro.

Rostro triste por las heridas, cada vez más profundas, que se dibujan sobre la geografía de una humanidad que no ha aprendido, ni deseado alcanzar la utopía que en herencia han legado sus grandes maestros y pensadores. Pensadores que denuncian las consecuencias del cataclismo desencadenado por Adán y que en nombre del Dios de cada quien, se han adueñado de las personalidades, elevándolas y dejándolas caer en el abismo inmenso del destino cruel y sanguinario.

Sanguinario es el futuro que hoy contemplamos, hoy el enemigo del hombre se llama hombre, hoy se anuncia otra cabalgata apocalíptica de la muerte que empuña la hoz de la injusticia para arrasar con todo aquel que de culpa sólo tiene el haber nacido ahí, precisamente donde ya no hay ojos para mirar, donde los oídos han perdido su sensibilidad y el tacto sólo recoge la aridez del orgullo y la necedad. Necedad que engaña y que arremete contra los inocentes que morirán y seguirán muriendo como tributo a lo que no se quiso evitar y a lo que si se quiso vivir.

Vivir una guerra más es preparar honores a los héroes, erigir tumbas a los caídos, negar el perdón a los derrotados, reconstrucción de lo que nunca se debió derribar sino acrecentar, sembrar el terror para que lo cosechen quienes nunca lo soñaron, dividir opiniones entre pueblo y gobernantes, lanzar la moneda al aire y desestabilizar economías enriqueciendo a los que tienen y quitando lo que no se tiene (incluyendo la dignidad), estar dispuestos a escribir con letras escarlatas la memoria histórica que leerán con o sin compasión los que llegaron al nuevo milenio siendo niños y jóvenes.

¡Jóvenes ustedes no saben lo que es vivir el horror de la guerra!, gritó una voz (incansable y firme) que un día subió a la barca de Pedro para guiarla en medio de murmullos seculares a fin de no encallar sino de testificar la presencia del único camino, de la primera verdad, de la eterna vida; abriendo el costado herido de la misericordia a aquellos que vivirán observando la devastación del propio orgullo con la creencia de que nunca fueron ellos los culpables.

Por los que morirán en el combate, por los que nunca volverán a ver al padre, al hijo, al hermano, al amigo, por los que reiniciaron el éxodo abandonando su tierra prometida, por los que vivirán interminables noches de insomnio, bajo los sedantes efectos del remordimiento en la conciencia, por los que nunca hemos vivido en la dictadura del odio, por los santos inocentes de todo el mundo, ¡Nunca la Guerra!

Postre
¿Se abarata el nombramiento de “Pueblo Mágico”? Quiero suponer que no, tengo entendido que para conseguir la certificación, además de cumplir con los requisitos, se sigue una rigurosa evaluación que toma tiempo. En este año, Pahuatlán, Chignahuapan y Cholula (San Pedro y San Andrés), municipios del Estado de Puebla, se sumaron a la lista de Pueblos Mágicos, de los cuales, Cuetzalan y Zacatlán ya están incluidos. Están en lista de espera Tlatlauquitepec, Tetela de Ocampo y Tochimilco…

Me sorprende que en poco tiempo los sitios mencionados adquirieran la categoría ya que no alcanzan a cumplir por completo los estándares requeridos del programa. Más vale que los intereses comerciales no afecten la vida de los lugareños y realmente se vean beneficiados, incluidos a los indígenas, quienes no siempre son favorecidos y sí menospreciados.

martes, 30 de octubre de 2012

La esperanza en la vida eterna



…nuestros difuntos están en buenas manos, mucho mejores que las nuestras. Pues mientras vivían y estaban con nosotros, más de una vez fueron víctimas de nuestros defectos, de nuestras limitaciones, de nuestro egoísmo y de nuestras injusticias. Ahora están en las manos de Dios: manos de padre y madre que acogen…


Cuando una persona nace, diversas manifestaciones de alegría se hacen presentes, sobre todo cuando se piensa en el futuro prometedor que encierra la vida que empieza. A lo largo de la existencia saboreamos momentos plenos de felicidad, que guardamos y conservamos en la memoria y de vez en vez afloran para refrescar y rejuvenecer el diario vivir. Sin embargo, en el peregrinar terreno también se levantan muros llenos de interrogantes.

Los hombres sufrimos, lloramos y padecemos; nuestra existencia está marcada por estos hitos de incertidumbre y desconcierto. El hecho de la muerte se hace presente en el hombre como el fin de la vida, como el misterio que aparece y se lleva, con todo, un fruto hermoso y largamente madurado. Avanzamos por nuestra existencia y, de repente, nos encontramos encarados con esta muralla misteriosa que nos impide el paso. Y en su misma base dejamos los restos de nuestro cuerpo. Los familiares, los amigos piadosamente los recogen y los entierran, entonces ¿Todo habrá terminado?

La festividad del 2 de noviembre, nos orienta hacia pensamientos de eternidad. Esta abre ante nosotros la perspectiva del “cielo nuevo” y de la “tierra nueva” donde Dios “enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado” (Ap. 21, 1-4) Esta esperanza es ya una realidad vivida por la inmensa constelación de Santos que gozan de la presencia de Dios. En esta certeza se funda la serenidad del cristiano de cara a la muerte. No deriva de una especie de insensibilidad o de resignación apática ante este hecho como tal, sino de la convicción de que la muerte no tiene la última palabra en el destino humano, contrariamente a lo que parece.

La muerte puede y debe ser vencida desde la vida. La perspectiva última, la esperanza para el cristiano que vive en gracia de Dios no es la muerte, sino la vida, y la vida eterna. La vida de aquí abajo no es un camino hacia la muerte, sino hacia la vida, hacia la luz, hacia el Señor. Por eso, pedimos para nuestros hermanos que nos han precedido en el camino que el altísimo les dé el descanso eterno y la luz perpetua brille en ellos. Les recordamos así para que descanso, en la paz. Para que puedan gozar de los frutos de sus fatigas y renuncias. Para que sus sufrimientos no hayan sido vanos.

No tengamos miedo, ya que nuestros difuntos están en buenas manos, mucho mejores que las nuestras. Pues mientras vivían y estaban con nosotros, más de una vez fueron víctimas de nuestros defectos, de nuestras limitaciones, de nuestro egoísmo y de nuestras injusticias. Ahora están en las manos de Dios: manos de padre y madre que acogen, que comprenden, que aman y por ello siempre están dispuestas a perdonar. Manos de padre y madre llenas de amor. Las manos de Dios se alargan también hacia nosotros a la hora de la muerte y nos llevan al otro lado de la frontera, allí donde ningún tormento nos tocará, a la felicidad inmensa, al lugar del reposo, de la luz y de la paz, a la inmortalidad.

Postre
El viernes de la semana pasada Joaquín López Dóriga, anunció en su noticiero la entrada de un “objeto extraño” al Popocatépetl. Lo que me parece extraño, además de la “insólita” nota y el inexistente contraste con otras fuentes que dan seguimiento a la actividad del volcán, la calidad del video y el burdo montaje del “ovni”. ¡No me lo creo! ¿Qué quieren ocultar en esta cortina de humo?