miércoles, 16 de mayo de 2012

El desarrollo social


En la medida que vayamos dejando de ser siervos, vasallos y súbditos y tomemos conciencia, de nuestra igualdad, de nuestros derechos y deberes, se podrá construir una mentalidad nueva, que nos permitirá, en libertad, sentirnos corresponsables en el desarrollo de nuestra sociedad, desde nuestra identidad cultural.


En cada uno de los mexicanos existe la aspiración profunda de un desarrollo social auténtico que favorezca a todos sin excepción, sobre todo a los más excluidos del sistema. Ante las actuales condiciones en que vivimos, lograr este anhelo, puede parecer una utopía y como tal inalcanzable, pero porque no pensar en la posibilidad real de alcanzarlo si se dan algunos cambios.

Lograr que las cosas mejoren nos lleva a considerar muchas actitudes que manifiestan los integrantes de la sociedad. Hay quienes desean que la mejoría venga cómo por arte de magia; otros cargan la culpa a los políticos, excluyéndose de la responsabilidad social; están los que, teniendo el puesto y los medios para favorecer mejores condiciones de vida, sólo se han servido a sí mismos al amparo de la corrupción; algunos más, con actitud pesimista, no dan ninguna posibilidad de algo distinto; muchos más, con indiferencia, ni siquiera sueñan en un mundo nuevo; pero también hay quienes -quizá pocos- con madurez ciudadana, creen y van haciendo posible cambios reales y no permiten que la esperanza decaiga.

Esta última actitud mencionada es de aquellos integrantes de la sociedad que fueron tomando conciencia del significado de ser ciudadanos; de los derechos y obligaciones; de la primacía de la persona ante el estado y todo tipo de instituciones; de que no eran súbditos, sino ciudadanos; la necesidad y conveniencia de unir esfuerzos y voluntades.

Muchos individuos, con esta actitud, están desgastándose diariamente por ver una tierra nueva. Pero aún hay mucho más quehacer para incluir a más personas con esta actitud y, por su participación social, se genera mayor fuerza para inclinar las políticas sociales a favor de un desarrollo incluyente, de los hasta ahora marginados.

Hay muchos desafíos que se presentan cuando hablamos de objetivos en este aspecto, pero es necesario que dejemos atrás la mentalidad de súbditos que nos lleva a obedecer pasiva y acríticamente a las autoridades y a no tener conciencia de la participación y corresponsabilidad ciudadana, para entendernos como ciudadanos con esa capacidad de ser protagonistas en la transformación social.

Tenemos que superar la idea de vernos sólo como individuos aislados para pasar a experimentarnos como personas con sólida conciencia comunitaria. Salirnos de la masa, de los corporativismos dispuestos a ser manipulables para integrar la sociedad con clara y decidida actitud de participación, es un reto difícil y complicado, pero se debe asumir. Esto requiere un amplio proceso de educación cívica y formar la conciencia en lo social que incluya los derechos y deberes humanos. Tendrá que ser un proceso lento, largo, problemático y complejo.

No sabemos quién tiene la responsabilidad de formar ciudadanos; no hay preocupación por formar ciudadanos. Hay muchos organismos que debieran asumir este compromiso, mas por intereses egoístas, porque no conviene a sus objetivos mezquinos, no se proponen esta tarea.

En la medida que vayamos dejando de ser siervos, vasallos y súbditos y tomemos conciencia, de nuestra igualdad, de nuestros derechos y deberes, se podrá construir una mentalidad nueva, que nos permitirá, en libertad, sentirnos corresponsables en el desarrollo de nuestra sociedad, desde nuestra identidad cultural.

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