miércoles, 27 de julio de 2016

Cristo es nuestra paz duradera

Cuando el desánimo y la desesperación, la angustia y el miedo eclipsan nuestra paz, ahí se presenta Cristo para gritar el anuncio de la esperanza que no defrauda. Sólo en cristo resucitado encontramos la valentía de oponernos de manera solidaria a tantos males que nos afligen y la fuerza para hacer frente a la pérdida del sentido del pecado que niega la vida y vuelve perturbada e insegura la existencia cotidiana.


El deseo y el ansia por conocernos mejor, por descifrar el enigma del mal en nuestro corazón, la aspiración de poder discernir los fermentos de bien o de mal que se agitan en la vida; todo esto nos lleva a dirigir nuestra mirada interrogante en diversas direcciones. En ese lanzamiento de esperanza, preocupación, y sobre todo ilusión hacia el propio futuro nos encontramos con la Buena Nueva del Evangelio, donde la conciencia cristiana ha adquirido una fina sensibilidad y una aguda percepción de los fermentos de muerte, que están contenidos en el pecado.

Con las palabras evangélicas adquirimos sensibilidad y capacidad de percepción también para individuar estos fermentos en las múltiples formas asumidas por el pecado y en los tantos aspectos bajo los cuales se presenta. La pérdida del sentido del pecado que tiene su raíz en la conciencia moral del hombre y es como su termómetro, puede ser reencontrada en la Resurrección del Señor porque con ella se reestablece el sentido justo del pecado. Jesús se levanta victorioso del sepulcro para ofrecer a nuestro corazón turbado por tantas sombras que nos amenazan, la promesa de gozo y de paz.

Cuando el desánimo y la desesperación, la angustia y el miedo eclipsan nuestra paz, ahí se presenta Cristo para gritar el anuncio de la esperanza que no defrauda. Sólo en cristo resucitado encontramos la valentía de oponernos de manera solidaria a tantos males que nos afligen y la fuerza para hacer frente a la pérdida del sentido del pecado que niega la vida y vuelve perturbada e insegura la existencia cotidiana.

¡Cristo resucitó, verdaderamente resucitó! Este anuncio es el fundamento de nuestra esperanza; Jesús con su muerte venció la férrea ley de la muerte, extirpando para siempre su raíz ponzoñosa. Para todos, especialmente para los pequeños y los pobres, la resurrección de Cristo proclama la esperanza de la verdadera paz basada en los sólidos pilares del amor y de la justicia, de la verdad y de la libertad.

Como a los discípulos asustados y encerrados en el Cenáculo, Cristo nos repite: ¡Ánimo, soy Yo! Él está con nosotros hasta el fin del mundo ¿Por qué entonces tener miedo? Aunque nos parezca muy oscuro el horizonte, cada día renovemos el triunfo esplendoroso de Dios. Si los vientos nos son contrarios y obstaculizan nuestro camino, si se hace borrascoso el mar de nuestra historia ¡que nadie ceda al desaliento y a la desconfianza! ¡Cristo está vivo entre nosotros!

El don de la paz de Cristo resucitado es para todos, ahuyenta las tinieblas del miedo y de la tristeza, rompe las cadenas de la violencia y del odio. Los hombres podemos volver a creer, e ilusionarnos con la vida, porque hoy Dios nos ha mostrado en muchas ocasiones que el amor es más fuerte que la muerte.

viernes, 15 de julio de 2016

No cualquiera puede cocinar: Masterchef Junior México

El mundo suele ser cruel con el nuevo talento. Las nuevas creaciones, lo nuevo, necesita amigos. (…) En el pasado, jamás oculté mi desdén por el famoso lema del chef Gusteau's: “Cualquiera puede cocinar”, pero al fin me doy cuenta de lo que quiso decir en realidad: no cualquiera puede convertirse en un gran artista, pero un gran artista puede provenir de cualquier lado.
Fragmento de la crítica de Anton Ego, en el filme Ratatouille (2007)


El pasado 3 de julio Alana Lliteras se convirtió en la primera Masterchef Junior México al vencer en la gran final a Yoel y Efanyz. Sin duda la versión infantil superó a la versión adulta del renombrado reality show de cocina, ya que generó muchas expectativas por las versiones que se han producido en otros países y en el nuestro no sería la excepción. Ciertamente a los niños se les trató con atención y respeto, no los ridiculizaron ni los exhibieron pese a los regaños y llamados de atención de los jueces, además se presentó al televidente un concurso que fuera lo más heterogéneo en representatividad social y cultural.

No cualquiera puede cocinar… como los chiquitines que a lo largo de 13 semanas empezaron por preparar cosas sencillas hasta alimentos más elaborados. No dudo que a lo largo de los días los niños fueran entrenados en aspectos elementales de las artes culinarias y que el aprendizaje se les facilitara gracias al gusto y al deseo de aprender y superarse, amén de las clases magistrales de los chefs invitados. Y si esto que le comento funciona en los niños, con mayor razón en los adultos. ¿Los empresarios mexicanos están conscientes de lo valioso que es el capital humano y destinan recursos para capacitar a sus nuevos trabajadores para que sean felices y productivos?

No cualquiera puede cocinar… en un reto de equipos con un grupo tan diverso en ideas y costumbres; pese a la falta de liderazgo, a la falta de orden y a la falta de trabajo en equipo, que en todos los desafíos se demostró, los chefcitos pudieron sacar adelante las viandas solicitadas. Sin embargo, ¿estos episodios son una muestra del México de hoy?

No cualquiera puede cocinar… como María, la concursante que semana a semana se sobrepuso al “no puedo”, que venció el desasosiego del “no sé”, la contendiente que luchó hasta para sonreír por un plato bien elaborado y presentado. No me sorprende que las críticas ácidas de los televidentes emergieran con comentarios fuera de lugar con un chocante “pero si está fácil”. Pues sí, seguramente es fácil pero para alguien que en su vida solo ha comido lo más elemental del cuadro alimenticio, no. Y todavía más, sus “compañeritos” en vez de apoyarla, la rechazaban, hasta creían que se hacía tonta para ganar. Y no le sorprenda que en la vida real las cosas sean así, donde muchos mexicanos que tienen muchas ganas de trabajar no sepan utilizar las herramientas de trabajo y los compañeros en vez de enseñar, se burlan o se jactan de su destreza.

No cualquiera puede cocinar… Como Efanyz y Melanie, como Yoel y Emiliano, como Jave y Camila, como Pablo y María, niños que a su corta edad ya preparan postres y antojitos por la influencia de mamá, de papá o de la abuela, incluso por la necesidad de apoyar económicamente en casa al trabajar en alguna fonda. Estos chamacos pueden ser fuente de inspiración para otros niños que en su mente rondará la idea de ser alguien en la vida, aunque no necesariamente chef. Ojalá que en la siguiente temporada de Masterchef Junior México, predominen los concursantes provenientes de la cultura del esfuerzo y no los “carita”, los “niños bien” o algún recomendado. Valdrá la pena apostar por las nuevas creaciones que pueden surgir de las condiciones modestas e impulsarlos a luchar por sus sueños, como lo logró Alana, aunque la chiquilla no es alguien que viva en condiciones humildes.

No entendí el papel que desempeñó la madre Flor en masterchef junior: ¿era nana, directora espiritual, asesora culinaria?

No es de mi agrado que Anette Michel sea la conductora, insisto, el chef Benito Molina tiene buenas tablas para llevar la batuta, como lo hizo el chef Gary Mehigan en Junior Masterchef Australia o como el afamado cocinero Gordon Ramsay en Junior Masterchef Estados Unidos.

Como en la edición adulta, la versión infantil no se salvó de las críticas de ser un fraude, en las redes sociales la gente puso en duda el triunfo de Alana al referir que es presunta sobrina de la conductora Anette Michel quien desmintió el parentesco, además se dijo que es pariente de un alto ejecutivo de la televisora del Ajusco cosa que no se ha negado…

Álvaro Cueva, en su sección “Surtido Rico”, que se publica en la versión electrónica del diario Milenio, asevera que la versión mexicana de masterchef junior es la mejor del mundo… ¡de ninguna manera! Aunque el analista de contenidos haya visto otras ediciones del renombrado programa de televisión, considero que la mejor es la de Australia por su seriedad, por el nivel de competitividad, por la calidad de la producción y por la diversidad de los chefcitos. Para muestra dejo las finales de ambos certámenes y compare:


Quedan estas reflexiones de la primera temporada del Junior Masterchef México, no son un examen a profundidad, ojalá en las aulas universitarias puedan hacer una análisis de contenido a fondo y publicar las conclusiones para que a los señores productores les ayude a mejorar la producción y cuidar los detalles, los más sutiles detalles.