viernes, 28 de abril de 2017

¿Pare de sufrir?

La Iglesia Universal de Dios, es una secta brasileña que lucra con la fe de cientos de personas bajo la promesa de expulsar a satanás de sus cuerpos y traerles la prosperidad económica a cambio de elevados diezmos.

Por Raúl Tortolero *


Caminando por las sufridoras calles de la Ciudad de México me sorprende un gran rótulo que dice “Pare de sufrir”, en la entrada de algo que parece Neuróticos Anónimos. Así lo insinúan una herrería negra de puerta corrediza, y una ridícula cortina blanca. Pero se asemeja también al consultorio de un ambicioso brujo. Es un letrero de al menos unos 5 metros de largo. Alguien deseoso de notoriedad, de vender la idea de que uno deje de sufrir, porque seguramente tiene un infalible remedio. Podría ser el despacho de una Asesora Sentimental, porque está dibujado en la pared un corazón enorme que en el centro tiene una paloma blanca. Pero no. Cuando le pregunto a unas humildes señoras, me dicen que se trata de una religión “directa con Dios”, donde la gente se cura de todos sus problemas, e incluso de “cáncer y sida”, aseguran: “Ahí están los testimonios”.

- ¿Dónde? -les pregunto.
- No sabemos los nombres de los curados, pero todo es cierto

Pero ese “Pare de sufrir” no es un adagio budista, una orden, sino el nombre de un culto originario de Brasil, también conocido como Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD), extendido en 90 países, entre ellos Japón, Israel, India, y Estados Unidos. Fundada en 1977 en Abolicao, Brasil, por Edir Macedo Becerra, ésta es una religión evangelista pentecostal, pero con toques de magia popular, y un inmenso manejo de medios.

La IURD -igualmente llamada “Oración Fuerte al Espíritu Santo”-, está registrada en México como asociación religiosa. La Secretaria de Gobernación, le otorgó el registro constitutivo SAGR/2499/2001 el 1 de Junio de 2001. Ahora son 45 templos en este país, y en cada uno son celebradas las mismas ceremonias: por ejemplo los lunes, “la Bendición económica”, los viernes, “la oración de limpia” y los sábados “los casos imposibles”, y “terapia de amor”. En estas ceremonias hay una bolsa al frente para que cada quien ponga una limosna.

Eso sí, de algún lugar debe salir mucho dinero, porque esta religión mantiene los infomerciales televisivos “Habla que te escucho”, donde aparece a cuadro el obispo Pablo Roberto, un brasileño que viste de traje y corbata, con look de ejecutivo, más que de religioso. En esos programas los “testigos” dan fe de la solución a sus problemas, de la sanación de sus enfermedades o sus avances económicos.

Debe ser una inversión considerable, pero redituable, porque que se sepa, nadie invierte cientos de miles de pesos a cambio de nada. No sería negocio. Además, los Pare de Sufrir, cuentan con un programa de radio en el 590 y en el 1530 AM. Y aquí cito una investigación publicada por El Universal en la pluma de Marco Lara: “En ¿A dónde va la religión?” (Sal Terrae, 1996, citado por Catholic.net), Miguel Pastorino apunta: Autolatina, la mayor empresa privada de Brasil, factura 337 millones de dólares al año, mientras que la IURD llega a facturar 950 millones de dólares, según la revista brasileña Veja, en 1998...

¿Qué responden los obispos de Pare de sufrir? Me doy una vuelta al ex teatro Silvia Pinal, una de sus sedes más grandes en la Ciudad de México. Hablo con una señorita, muy seria ella, de hecho bastante áspera para tratar con la prensa: Olga Lidia Martínez. Siento como si me reclamara de otros artículos que se han escrito no muy a favor de su iglesia. Pero le digo que yo no tengo nada que ver. Le pido una entrevista con el obispo, Pablo Roberto. Me pide le dé primero un cuestionario. Le respondo que no hacemos entrevistas a modo, y que eso es poco profesional. Me dice que va a checar.

Al otro día me recibe. Me aclara que la entrevista será con otro obispo, con Franklin Dutra, un brasileño. Y que no tomemos fotos. Bueno. Me introducen tras unas puertas con combinación electrónica en el ex teatro citado. ¿Y qué veo? El foro donde hacen su show televisivo, ya con dos cámaras listas, spots encendidos, micrófonos. Aparece el obispo Dutra y me pide que me siente frente a las cámaras y el staff de tele y de la iglesia. Y yo encerrado ahí.

- Oiga, no quiero salir en su programa de tele-, protesto.

Me jura que no será así. No me dejaron tomar fotos, pero ellos sí me van a grabar. “Es para el archivo”, se justifica el religioso. Un clima inhóspito, intimidante. Empezamos a hablar. Le inquiero sobre el significado de la expresión “Pare de sufrir.”

-Nosotros adoptamos ese lema porque encontramos que a Dios, cuando las personas lo buscan, sí pueden cambiar sus vidas. Y así uno deja de sufrir.

- Pero no necesariamente todos los fieles de esta religión van a parar de sufrir, porque el sufrimiento es inherente al ser humano.

- Exactamente.

- Entonces ¿por qué anunciarse como “Pare de sufrir”?

- Porque creemos que cuando la persona se encuentra con Dios cambia de vida -insiste-. Puede el hombre estar alejado de Dios, pero cuando se acerca, entonces ese sufrimiento termina.

- Esto podría prestarse a ciertas confusiones. Por ejemplo, confundirse con una sesión de neuróticos anónimos.

- No conozco la institución, pero nuestro trabajo es acercar a la gente a Dios.

- Ustedes han escogido como método de difusión la televisión y el radio. Eso es algo nuevo, sobre todo porque me imagino que los infomerciales son caros. ¿Cuánto les cuestan?

- Creemos en el mensaje que Jesús dejó, de predicar el Evangelio a toda criatura, y sería imposible llegar a toda criatura sin los medios de comunicación- opina.

- ¿Pero qué tan caro sale esto, y de dónde proviene ese dinero?

- Las ofrendas de la iglesia, las personas colaboran con los diezmos voluntarios, y con eso patrocinamos los programas de televisión y el radio. Con respecto al precio no puedo decir, porque yo no cuido la parte administrativa, sino la licenciada (Olga Lidia) Martínez.

Y entonces ella, siempre presente, interrumpe:
- Ese dato de gastos es una cosa privada que no nos gustaría externar. No hay necesidad. Yo creo que el interés de ustedes debe ser cómo sostenemos esta obra.

- Bueno, el interés nuestro lo definimos nosotros, no ustedes, con todo respeto.

- Exactamente, por eso no damos ese tipo de datos. ¿Para qué?

- ¿No hay ninguna persona que me pueda ofrecer esa información?

- Yo se la puedo ofrecer -se jacta Martínez, y remata: Simplemente, no quiero dársela.

Y así es como ella... ella me hizo sufrir.


·        * El autor es periodista, escritor, médico tradicional, asesor en estrategias de comunicación tanto en prensa como en marketing político. Escribe para Excélsior y el sitio web lasilla rota.com. El artículo fue publicado en el semanario Koinonía, órgano informativo de la Arquidiócesis de Puebla en la edición 407 del 15 de enero de 2006.

lunes, 17 de abril de 2017

La canica azul

La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería. Muchas veces se toman medidas sólo cuando se han producido efectos irreversibles para la salud de las personas.
Fragmento de la Encíclica del Papa Francisco Laudato si: Sobre el cuidado de la casa común.


En esta ocasión quiero comentar un par de fechas, una de ellas, de significativa relevancia. La primera tiene que ver con nuestro deteriorado planeta, ya que el próximo 22 de abril se celebra el poco difundido “Día de la Tierra”, momento dedicado para crear conciencia común a los problemas de la contaminación, la conservación de la biodiversidad y otras preocupaciones ambientales para proteger nuestro mundo.

En diversas ocasiones he manifestado mi preocupación por el cuidado de las áreas verdes y del agua, aclaro que no pertenezco a ningún movimiento ambientalista, sencillamente no puedo permanecer indiferente ante un grave problema que afecta por igual tanto al entorno urbano como rural. Y es que si San Francisco de Asís viviera, él pondría un gran empeño en el cuidado de la Creación y seguramente tendría más seguidores que Greenpeace o la World Wildlife Fund (WWF), no dudaría en apoyarlo o afiliarme a la mística del patrono de los ecologistas.

Hoy, el legado del pobrecillo de Asís, puede salvar a nuestro planeta. Su herencia nos enseña a amar y respetar a todas las criaturas del cielo y la tierra: a las montañas, a las flores, a las piedras… La herencia ecológica de San Francisco es de actualidad y nos pide repensar nuestro lugar en el orden creado, de modo que el bienestar humano está integrado en el bienestar de todas las cosas, es decir, en el medio ambiente...

La segunda fecha a la que me voy a referir es el 16 de abril de 1531, hace 486 años se fundó la noble y heroica ciudad de Puebla, antaño, distinguida como “Relicario de América” y actualmente ostenta el título de “Patrimonio de la Humanidad”.

Rafael Moreno Valle, otrora gobernador de Puebla, realizó trabajos de restauración de los sitios emblemáticos de la capital angelopolitana tales como el Centro Cívico 5 de Mayo, el museo del Alfeñique, la casa-museo de los Hermanos Serdán, el arreglo de calles y bulevares, la apertura al público de los “secretos” de nuestra ciudad con los famosos túneles entre otras obras. Ciertamente estas acciones tienen como finalidad atraer el turismo y hacer más jovial la vida social, cultural, religiosa y comercial del primer cuadro de la angelopolis. Sin embargo, un suburbio que conserve mucho de su entorno original como sus edificios y la traza de sus calles, sin grandes alteraciones que lo descompongan con la excusa de una mejora cosmética, su patrimonio es mucho más apreciado, más valorado y los ejemplos de ciudades como Zacatecas, San Miguel de Allende, Guanajuato o Morelia sobresalen en su preservación.


Pues sí… se ve bien todo lo que hicieron, ¿consideraron la opinión de la UNESCO para tal efecto?

martes, 11 de abril de 2017

La procesión de viernes Santo en Puebla

Las procesiones en torno a la Pasión del Señor se remontan a la Edad Media, sobre todo al tiempo de las Cruzadas en que San Leonardo de Puerto Mauricio, fraile franciscano, organizó recorridos por las calles de Jerusalén, reconstruyendo la “Vía Dolorosa”, supuesto camino que tomaría Jesucristo desde el lugar en que fue condenado por el Pretor Poncio Pilatos.

Por Eduardo Merlo y el Comité Organizador de la Procesión.
Fotos Alfredo Martínez Vázquez


Las procesiones en torno a la Pasión del Señor se remontan a la Edad Media, sobre todo al tiempo de las Cruzadas en que San Leonardo de Puerto Mauricio, fraile franciscano, organizó recorridos por las calles de Jerusalén, reconstruyendo la “Vía Dolorosa”, supuesto camino que tomaría Jesucristo desde el lugar en que fue condenado por el Pretor Poncio Pilatos, hasta la cima del Calvario.

Las indulgencias y especiales gracias que distintos pontífices otorgaron a quienes remontaran el largo camino del “Vía Crucis” -como fue llamado-, hicieron que muchos cristianos lamentaran que les quedara fuera de posibilidades este privilegio. Por ello se tomó la piadosa costumbre de imitar esa ruta en cada comunidad cristiana en que se meditaba y oraba, recordando los pasos que de acuerdo con los Evangelios y con la Tradición, había llevado Jesús con la pesada cruz a cuestas... Fue el origen del Vía Crucis y también de las procesiones masivas que se llevaban a cabo especialmente el Viernes Santo.

Con la finalidad motivar la piedad y al mismo tiempo la penitencia, aunadas a la instrucción religiosa, se fueron añadiendo imágenes propias del tema, especialmente de Cristo, soportando el madero o patíbulo de los ladrones, con los que fue sentenciado; de las Santas Mujeres, destacando su bendita Madre, y con el tiempo los símbolos pasionarios.

A través del tiempo las procesiones de Viernes Santo se volvieron práctica obligada que llevó a grandes artistas a tallar imágenes verdaderamente dramáticas que constituyeron parte esencial del evento.

Los fieles que sentían la necesidad de hacer pública penitencia, participaban con el rostro cubierto para que su disciplina no se constituyera en presunción, echando mano de capuchas puntiagudas que se convirtieron en símbolo de estas devociones en toda la Europa Cristiana.


Viernes Santo en América


En la Nueva España, tocó a los frailes mendicantes, principalmente de las órdenes franciscanas, dominicana y agustina, establecer el culto formal y aquellas prácticas que condujeron a la catequización de los indígenas, echando mano de las costumbres antiguas que no fueran en detrimento de la doctrina.

Entre las danzas, cantos y teatro, descubrieron el gusto de los naturales por participar en las procesiones, de ahí que en los atrios conventuales se edificaran las capillas esquineras para posar el Santísimo en medio de singulares desfiles.

Lo mismo sucedió con la cuaresma y sobre todo con la Semana Mayor, en que los indios motivados practicaban penitencias y realizaban procesiones muy devotas; lo demuestra el mural que aún adornan los muros laterales interiores del templo conventual franciscano de San Miguel Huejotzingo, y que en el siglo XVI (1570) enseñaban la manera de conformarla, con la participación de las cofradías de la Santa Cruz, del Santo Entierro y del Santo Rosario. Los cófrades penitentes encapuchados, portan símbolos pasionarios y llevan en andas las imágenes de Cristo yacente, de la Virgen María (Mater Dolorosa), de San Juan y de María Magdalena. La escena concluye sobre la puerta Porciúncula con un Calvario en el cual los frailes ataviados de dalmáticas, en lugar de los Santos Varones, ayudan a descender el cuerpo inerte del Redentor.

Las prácticas litúrgicas y costumbres piadosas copiaron elementos de la Madre Patria, pero siempre con el toque nacional que las hizo diferentes a las antecesoras. Ciudades como México, Guadalajara, Valladolid (Morelia), Mérida, San Luis Potosí, Zacatecas y Puebla, elaboraron distintos elementos religiosos.

Nuestra ciudad angelopolitana siempre se ha destacado por su piedad y costumbres cristianas, de ahí que sus habitantes se preocuparan porque la Semana Santa fuera distinta a las otras, motivando a los fieles a actuar, ya fuera en los actos previamente establecidos o pasivos, contemplando, orando y conmoviéndose, que al fin y al cabo eran los fines establecidos.


Orígenes de la procesión de Viernes Santo en Puebla


Analizando las distintas crónicas y relatos, no siempre tan a la mano, se ha intentado reconstruir la ruta que seguía la solemne procesión del Viernes Santo en Puebla, misma que no debe confundirse con el Vía Crucis, pues este es un ejercicio originalmente piadoso, que se realizaba en capillas especialmente construidas para ello. Por el contrario, la procesión del Viernes Santo es una combinación del ejercicio penitencial inventado por San Leonardo, como una forma de expresar el dolor del pueblo por la pasión del Redentor.

En la procesión participan prácticamente todos los templos del centro, desde los conventuales de religiosos y religiosas hasta las capillas. Se preparan con anticipación las imágenes tradicionales en sus andas muy bien dispuestas, encargándose de su digna ornamentación las cofradías y asociaciones pías. También se aislaban los fieles penitentes encargados de cargarlas, lo cual era un privilegio, lo mismo sucedía con el contingente para hacerles compañía, es decir, las hermandades, cofradías y asociaciones piadosas de cada una de ellas.

Realmente había una especia de competencia por destacar, y casi ningún templo se quedaba a la zaga. Eran numerosas las imágenes notables que eran contempladas por los fieles, quienes se apiñaban en las aceras para seguir los cantos y rezos.

Entre las imágenes procesionales más destacadas, debemos mencionar a nuestro “Padre Jesús de las Tres Caídas” de Analco; “Jesús Nazareno”, venerado en la preciosa capilla anexa a la parroquia de San José, de este mismo sitio un San Juan y Santa María Magdalena de buena talla; “El Señor de las Maravillas”, de grandísima devoción y objeto de atenciones y cuidados por las monjas de Santa Mónica; “El Señor del Veneno” y el “Santo Entierro” del templo de Santo Domingo; “El Señor de la Preciosa Sangre”, imagen enorme pero ligera por estar hecha de pasta de caña de maíz, venerado en la Catedral “Dimas y Gestas” de la Soledad o de la Merced; “La Virgen Dolorosa” de la Capilla del Puente y algunas otras que sería largo enumerar.

La procesión era abierta por una compañía de tamborileros, su presencia daba un toque tétrico a todo, puesto que solamente tocaba en dos toques secos, para permitir que los tamemes o cargadores que conducían las andas, sostuvieran sus pasos al ritmo y no dieran traspiés. Seguían los “claveros” de la Catedral, ataviados con unas vistosas libreas y gorros de plumas, luego, un grupo de niñas vestidas de angelitos que sostenían los símbolos de la pasión en rojos cojines de terciopelo; los clavos, los martillos, pinzas, corona de espinas, la tabla de las siglas Iesus Nazarenus Rex Iudeorum (INRI), guante (simbolizando la bofetada dada a Cristo), manto, esponja (con la que le dieron hiel y vinagre), lanza (con la que atravesaron su costado), espada (por la cual Pedro cortó la oreja al criado Malco), treinta monedas, la columna a la que fue atado para azotarlo, los flagelos, el paño con el Divino Rostro estampado, el sudario y la escalera en que fue descendido.

Seguía un grupo de penitentes vestidos con túnicas blancas que sostenían una cruz sencilla, eran los hermanos o cófrades de la Santa Vera Cruz, trasladada del templo de la Concordia. Luego los estandartes de las principales asociaciones con sus abanderados y acompañantes. Luego unos individuos vestidos de túnicas negras y capuchas del mismo color, la gente les decía “cacalotes” (cuervos), llevaban unas cuerdas de manera de látigos, con que se iban disciplinando.

Después las andas con las distintas imágenes, con sus palios y una buena cantidad de acompañantes con faroles, cirios o antorchas, empezando por la de “Jesús Nazareno” de San José; más atrás la de nuestro “Padre Jesús, la de “La Virgen Dolorosa”, acompañada de cerca por san Juan, María Magdalena y luego en forma especial “el Señor de las Maravillas”, que era aclamado por la multitud que se arrodillaba a su paso. Venía devotamente presentado “el Señor de la Preciosa Sangre” y cerraba la comitiva “El Señor del Entierro” de Santo Domingo.

Al concluir los oficios del Viernes Santo en el templo máximo, el Señor Obispo bendecía el cortejo para dar principio a la procesión. En ese momento participaban frailes franciscanos, luego se formaban los dominicos, los agustinos, los jesuitas, los carmelitas y así cada orden de acuerdo a como fueron estableciéndose en la ciudad.

Cada comitiva salía el viernes después del mediodía, en una sencilla procesión -que podríamos llamar particular- hasta la Catedral, en el atrio se iban colocando en distintas tarimas, para esperar que los organizadores señalaran el orden a seguir.

La procesión se iba formando para salir por la puerta de San Cristóbal (la del atrio que da al zócalo), para tomar rumbo al portal Morelos (el del Oriente), ahí se habían establecido los floristas y vendedores de aguas frescas que tiraban claveles rojos al paso de las imágenes.

El cortejo llegaba hasta la esquina y doblaba para tomar Juan de Palafox y Mendoza, hasta llegar al templo de la Compañía. De la Compañía se tomaba por la 4 Norte hasta llegar a la iglesia del Hospital de San Pedro; tras un breve alto se proseguía por la misma calle para llegar a San Cristóbal, de ahí se daba vuelta por la 6 Oriente rumbo a Santa Clara, en donde se hacía un alto para permitir que las monjas espiaran por las ventanas del coro.

Seguía la procesión a encontrar el templo de Santo Domingo, haciendo un alto y continuar dando vuelta por la actual 5 de Mayo. Más adelante aparece en la 4 Poniente y luego en la 3 Norte para llegar al templo de las monjas dominicas de Santa Catarina, un alto obligado y canto de las religiosas.

Se continuaba por la 3 Norte hacia la calle de Reforma para ubicar el templo de la “Santísima”. De ahí se seguía por Reforma al Zócalo, en donde se llegaba nuevamente a la Catedral, para concluir la procesión rezando todos el “Señor Mío Jesucristo” y un “Credo”. Se calculaba que en ese momento iba llegando una procesión de las damas distinguidas de la sociedad que traían en andas a la Virgen de la Soledad, desde su templo (2 Sur y 13 Oriente), para depositarla en el Altar del Perdón, rezar, cantar responsos y luego devolverla a su templo.

Así se celebraba esta solemne procesión hasta 1856, pues al siguiente año ya no existían las condiciones formales y legales para llevarlas al cabo.


El renacimiento de una tradición

Fue en el año de 1992, cuando a iniciativa de un grupo de seglares, y con la gran acogida y liderazgo de Monseñor Rosendo Huesca Pacheco, en ese entonces el pastor de la Arquidiócesis de Puebla, se decidió revivir la significativa Procesión de Viernes Santo, recuperando los principales elementos de aquella práctica piadosa popular.

En la antigua procesión eran numerosas las imágenes notables, que de muy diversos templos y parroquias procesionaban, dado que no era posible que las imágenes de antaño salieran a la luz con igual profusión, se optó que participaran inicialmente algunas de las más importantes imágenes de aquella rica tradición, por ello se eligieron: La majestuosa imagen de “Jesús Nazareno” de la Parroquia de San José, la muy representativa imagen de ”Nuestra Señora de la Soledad” del Sagrario Metropolitano, la hermosa imagen esculpida con rasgos indígenas, de “Nuestro Padre Jesús”, misma que fue entronizada y permanecía en la Parroquia Santo Ángel Custodio, del fundacional Barrio de Analco, y la bellísima imagen de “Nuestra Señora de los Dolores” del Templo del Carmen.

Además de estas cuatro magníficas tallas, también se decidió, que presidiera el inicio y retorno de la procesión, la veneradísima imagen del Cristo de la Expiración, misma que fue la imagen que tuteló la celebración de la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano, celebrado en el Seminario Palafoxiano de Puebla en 1979 y que fuese presidida por San Juan Pablo II.

La solemne procesión, procurado mantener elementos esenciales de aquella que le dio origen, se conformó además por los tamborileros que marcan el paso de la procesión, los niños vestidos de angelitos y de “verónicas” que portan los símbolos de la Pasión, las congregaciones católicas, las bandas de música, los matraqueros y por supuesto, todos los fieles católicos que de buena voluntad se unen al cortejo, que recorre importantes calles del centro histórico poblano.

La nueva etapa de esta renovada tradición se fue resignificando como una gran manifestación de fe católica en la Angelópolis, y con gran entusiasmo y acogida popular, en el año de 1991 se sumó la veneradísima imagen de “Jesús de las Maravillas” del Templo de Santa Mónica y en el año 2001, durante su décima realización, el Señor Arzobispo decidió otorgar en ella la Indulgencia Plenaria y la Bendición Papal, que sólo se otorga dos veces al año.

Actualmente la Procesión de Viernes Santo en Puebla convoca a más de cien mil feligreses que participan en la procesión y se ha constituido como una de las más grandes e importantes manifestaciones públicas de fe en nuestro país.

viernes, 7 de abril de 2017

Orígenes del Viernes Santo

En la Nueva España, fueron los frailes franciscanos, agustinos y dominicos quienes establecieron el culto y la práctica de la Procesión del Viernes Santo, con finalidades de catequización a los aborígenes de esta inventada América, en el siglo XVI.

Por Héctor Azar *


La presencia de Jesucristo en el mundo parte en dos el rumbo de la eternidad: Antes de Cristo y Después de Cristo. Acontecimiento mayor en la historia del planeta Tierra; insólita efeméride que no ha encontrado superación durante 20 siglos. La Pasión del Hijo de Dios hecho Hombre impactó cerebros y sensibilidades, dando lugar a una manera de ser y de estar en la vida matizada por conceptos filosófico-cristianos que trasciende tiempos y espacios, llenando de esperanza a los seres humanos acerca de una vida mejor así en la tierra como en los cielos.

Acontecimiento de tal naturaleza -La Pasión de Dios hecho Hombre- habría de obtener la consistencia de una fuerza intelectual y sentimental nutrida por el pensamiento de Tomás de Aquino, el Angélico Maestro, y de Agustín, Obispo de Hipona. Santo Tomás y San Agustín establecieron las bases de la única institución monumental que ha podido sobrevivir a las borrascas y a las tormentas del género humano, por encima de cualquiera otra edificación transitoria o efímera durante 20 siglos. Para ello, la catolicidad renueva su fe, estimula su esperanza y practica cada vez menos su exigua caridad, mediante celebraciones y trashumancias religadoras -esto es: religiosas- en las que el teatro sacro se fusiona con lo profano para animar el alma colectiva.

Este es el posible origen del Via Crucis o Vía Dolorosa de Jesucristo que diera lugar lo mismo a procesiones que a representaciones espectaculares como las que se efectúan en todos los pueblos y ciudades de México y probablemente de todo el mundo católico cristiano. Procesiones y representaciones teatrales que alcanzan su culminación en las celebraciones dramáticas y aún patéticas del Viernes Santo.

Son cuatro los grandes lugares en que se celebra la procesión del Viernes Santo y su profundo misterio pascual: Sevilla, España, en donde la fastuosidad abruma el fervor religioso matizado con espléndidos cantos flamencos. En amargo contrapunto, Taxco e Iztapalapa en México celebran la Semana Mayor verdaderamente insólita por el contenido humano que conllevan; y finalmente una pequeña villa alemana, Oberammergau, en que la culminación de la Semana Mayor, el Viernes Santo, se lleva a cabo mediante una muy cuidada representación teatral que estremece al turismo europeo cada diez años.

En la Nueva España, fueron los frailes franciscanos, agustinos y dominicos quienes establecieron el culto y la práctica de la Procesión del Viernes Santo, con finalidades de catequización a los aborígenes de esta inventada América, en el siglo XVI. De manera espectacular, aprovecharon las impresionantes tradiciones aborígenes protegiendo y estimulando las danzas y los cantos de los llamados indios, orientados hacia la nueva religión.

Los sacerdotes evangelizadores del siglo XVII, pronto se dieron cuenta de que el culto precolombino era preferentemente externo y ello propició que la implantación de la doctrina cristiana partiese del interior del templo, fuera por los atrios y saliera a las calles para inundar con sus preceptos religiosos todos los caminos que conducían a México y a la América hispana entera.

Las ciudades como México, Puebla, Guanajuato, Morelia, Zacatecas, San Luis Potosí, Mérida y las etnias chiapanecas, desarrollaron celebraciones religiosas con marcada devoción y decidida entrega, en expiación de la culpa de vivir en un mundo de agudas carencias económicas y espirituales, y en espacios donde el buen gobierno, en frecuentes ocasiones, brilla por su ausencia.


*dramaturgo, poeta y ensayista mexicano. Nació el 17 de octubre de 1930 en Atlixco, Puebla. Se desempeñó como Secretario de Cultura en su estado natal durante el gobierno de Manuel Bartlett Díaz, donde desarrolló diversos proyectos teatrales y literarios. Murió el 12 de mayo del año 2000.