Los sindicatos no tienen ni deben tener carácter
de partido político que luchan por el poder, cuando pierden de vista este
criterio, arriesgan su cometido específico, que es salvaguardar los derechos de
los trabajadores.
Los sindicatos tienen su origen en las
corporaciones artesanales medievales, en cuanto que estas organizaciones unían
entre sí a hombres pertenecientes a la misma profesión y por consiguiente en
base al trabajo que realizaban. Sin embargo, los sindicatos modernos han
crecido sobre la base de la tutela de los justos derechos de los trabajadores
frente a los empresarios y a los propietarios de los medios de producción.
Los sindicatos son un exponente de la
“lucha” por la justicia social, por los equitativos derechos de los hombres del
trabajo. No obstante, esta querella debe ser vista como una dedicación a favor
del justo bien, por el bien que corresponde a las necesidades y a los méritos
de los hombres del trabajo, pero no es una hostilidad“contra” los demás. Si en
las cuestiones controvertidas asume también un carácter de oposición a los
demás, esto sucede en consideración del bien de la justicia social y no por la
“lucha” o por eliminar al adversario.
El trabajo tiene como característica propia,
antes que nada, unir a los hombres y en esto consiste su fuerza social: la
fuerza de construir una comunidad en la que deben unirse de algún modo, tanto
los que trabajan, como los propietarios de los medios de producción. La unión
de los hombres para asegurarse los derechos que les corresponden, nacida de la
necesidad del trabajo, sigue siendo un factor constructivo de orden social y de
solidaridad, del que no es posible prescindir.
Los justos esfuerzos por asegurar los
derechos de los trabajadores, deben tener siempre en cuenta las limitaciones
que impone la situación económica general del país. Las exigencias sindicales
no pueden transformarse en una especie de “egoísmo” de grupo o de clase, por
ello la huelga, como derecho de los trabajadores, es un acto legítimo en las
debidas condiciones y en los justos límites, es un medio extremo y no se puede,
ni se debe, abusar de él en función de juegos políticos porque esto puede
conducir a la paralización de toda la vida socio-económica de la nación, y esto
es contrario a las exigencias del bien común de la sociedad.
La vida social y económica es como un
sistema de “vasos comunicantes”, y a este sistema debe también adaptarse toda
actividad social que tenga como finalidad salvaguardar los derechos de los
grupos particulares.
Los sindicatos no tienen ni deben tener carácter
de partido político que luchan por el poder, cuando pierden de vista este
criterio, arriesgan su cometido específico, que es salvaguardar los derechos de
los trabajadores en el marco del bien común de la sociedad entera. Se debe
saber medir los límites, más allá de los cuales los perjuicios causados son
absolutamente reprobables; el egoísmo y el afán de dominar al prójimo son
tentaciones permanentes del ser humano, por ello es necesario un
discernimiento, cada vez más afinado, de la realidad para conocer desde su
origen las situaciones de injusticia e instaurar progresivamente una justicia
menos imperfecta.
Postre
Hace dos sexenios Vicente Fox, el candidato
del Partido Acción Nacional, sacó al Partido Revolucionario Institucional de
Los Pinos, ahora nos sale con la novedad de que el referido instituto político
debe regresar y aboga por el candidato del partido tricolor, Enrique Peña
Nieto,que encabeza las preferencias electorales. Sin duda sus dichos
desconciertan y la actitud del ex mandatario mexicano es calificada de traición,
sin embargo, podría tratarse de una maniobra calculada para que el candidato de
las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, que en las últimas semanas ha
crecido en adhesiones, por ningún motivo gane la contienda electoral a
sabiendas de las acciones que podría ejercer en caso de llegar al poder.
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