domingo, 29 de noviembre de 2020

Creatividad y Actitud Crítica para afrontar los retos que tiene la Iglesia católica en materia de comunicación

La presente nota informativa fue publicada en el semanario Koinonía hace una década y considero oportuno desempolvarla a propósito de los estragos que la pandemia del COVID-19 ha provocado en los medios de comunicación católicos: el cierre o suspensión de un buen número de publicaciones impresas.

 


TLAJOMULCO, JALISCO. 14 de Octubre de 2005. La formación crítica de los agentes, el impulso de una actitud creativa para comunicar la Buena Nueva, motivar y sensibilizar a los obispos de otras diócesis a involucrarse en las reuniones y la continuidad del nuevo equipo de trabajo que apoya la elaboración del Plan Nacional fueron algunos de los compromisos emanados del quinto Encuentro Nacional de Responsables de Pastoral de la Comunicación (ENARECS) que se realizó del 10 al 14 de octubre en la Casa de Oración de Nazaret en el municipio de Tlajomulco, Jalisco.

A lo largo de la semana, un total de 90 participantes de 34 diócesis del país, trabajaron arduamente en la revisión de la situación particular de cada región eclesiástica, para encontrar caminos que hagan presente el Evangelio en el mundo de hoy, a través de los medios de comunicación. Los resultados que se generaron se integraron al material básico para diseñar el Plan Nacional de Pastoral de la Comunicación.

Monseñor Guillermo Ortiz Mondragón, presidente de la Comisión Episcopal de Comunicación Social y obispo auxiliar de la Arquidiócesis primada de México, dio la bienvenida y compartió con los asistentes el mensaje que le encomendó el Papa Benedicto XVI durante su reciente visita Ad Limina, en septiembre pasado: “El Santo Padre manifestó su preocupación y su deseo para que en la Pastoral de la Comunicación se trabaje intensamente, es un ambiente que tenemos que evangelizar, y es urgente atenderlo”.

 

Situaciones que nos retan

Los responsables de las oficinas de prensa, directores de publicaciones religiosas y diocesanas, productores y conductores tanto de programas de radio y televisión atendieron puntualmente las conferencias disertadas. En una de ellas, “Desafíos de la Iglesia a inicios del Tercer Milenio”, presentada por el Pbro. Lic. Armando González, lanzó al auditorio el reto de aprovechar los espacios que nos brindan los medios comerciales para convertirnos en una verdadera alternativa que haga frente al modelo actual, es decir, a la pobre oferta de contenidos y la desinformación.

En la celebración de las especies del Pan y el Vino que presidió Fray Raúl Vera López OP, Obispo de Saltillo, demandó recuperar a los fieles extraviados para reinsertarlos en el proyecto que Dios diseñó, un proyecto histórico y divino. “Si queremos ser servidores del Evangelio, no debemos imitar a los medios de comunicación comerciales con programas que reducen la dignidad de la persona humana. El clero y los laicos se deben articular en la tarea evangelizadora y el reto es hacerlo con imaginación y con una calidad de vida probada”.

Tanto Monseñor Teodoro Enrique Pino Miranda, obispo de la Diócesis de Huajuapan de Leó como Brian Pierce, en diferentes participaciones, coincidieron que debemos ser dignos periodistas católicos, capaces de comunicar la verdad asumiendo las consecuencias de nuestro trabajo informativo, de llegar al corazón de la noticia, al núcleo de los pueblos que claman por ser escuchados ya que es un evidente signo de los tiempos. “Tomar el pulso de una parroquia, de un grupo de apostolado, de una situación social concreta, háganlo con una capacidad nueva, con ojos nuevos para comunicar mejor el Evangelio”.

 

No como una plegaria

En la celebración eucarística de clausura, Mons. Mondragón alentó a los participantes a no tener miedo de actuar con los pocos recursos que tenemos a nuestro alcance, para manifestar la Palabra de Dios. “Llevemos a Jesús en la boca no como una plegaria, sino como una afirmación permanente porque Él quiere expandir su don de vida a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos”.

Además de avanzar en el proceso de planeación participativa para constituir el Plan Nacional de Pastoral de la Comunicación, se renovó el equipo de apoyo de la Comisión Episcopal de Comunicación Social, en este sentido se agradeció profundamente toda la dedicación, esfuerzo, preocupación y apoyo que ofreció el grupo saliente y a quienes tomaron la estafeta se les pidió dar continuidad a los trabajos que están en pie.

sábado, 5 de septiembre de 2020

La educación cristiana, una oportunidad para construir la esperanza

Quienes trabajamos para comunicar la Buena Nueva desde el campo educativo nos sentimos invitados a la reflexión constante sobre el quehacer propio. De la autocrítica como ejercicio cotidiano nace la sensibilidad para mejorar la práctica docente. En este artículo quiero compartir algunas ideas sobre lo que significa formar universitarios, en nuestra sociedad mexicana actual, desde la inspiración cristiana.


Por Arquitecto Carlos Velasco Arzac, S.J. *


LOS ESCENARIOS CONTEMPORÁNEOS

Por la visión del hombre que tenemos y de la comunidad humana que deseamos, la realidad que encontramos cotidianamente no nos satisface, pues no permite la construcción plena de relaciones humanas dignas. Esta experiencia podría llevarnos a la frustración, a la resignación o al “sálvese quien pueda”, que complica más todavía el desarrollo integral de la comunidad humana.

Nuestra época ha visto aumentar la violencia a niveles inimaginables, desde los actos de delincuencia urbana hasta los refinamientos alcanzados por la tecnología aplicada a los conflictos bélicos, a pesar de que no hace mucho se declaraba que ese tipo de conflagraciones era cosa del pasado. La violencia también se expresa ahora en la capacidad que tiene la especie humana de poner en riesgo la vida de especies animales y vegetales mediante el deterioro acelerado del ambiente.

Y no sólo hablamos de conflictos que parecieran ajenos por su dimensión social y política. Existen también fuerzas, sistemas, instituciones y grupos que pretenden imponer proyectos de vida y formas de comportamiento uniformes y controlables, con un impacto terrible en el nivel de vida de las personas y su salud mental. Las consecuencias son la cultura de lo inmediato y fácil, pérdida de confianza en lo político, estrés, depresión, las salidas falsas del consumismo y la drogadicción... Todo esto produce en grandes núcleos de la población la desintegración familiar, marginación, y a la larga, violencia urbana. Estos efectos sociales, difundidos como entretenimiento por los medios de comunicación, traen dos consecuencias: por un lado, nos acostumbran a estos hechos y por otro se incita a la violencia represiva y se crea una demanda generalizada de que los poderosos recurran a ella y la legalicen.

El papel de la universidad es cuestionar el tipo de pensamiento que ha propiciado esta sociedad, identificar los criterios que impiden la creación de proyectos humanizadores, reflexionar y hacer propuestas para construir un mundo incluyente y fraterno, pues si queremos sociedades solidarias y relaciones humanas auténticas no podemos construir sobre el individualismo y la discriminación.

De la esperanza de transformar la realidad surge la forma de entender la misión de las universidades de inspiración evangélica como la oportunidad de ayudar en la construcción de una sociedad incluyente y fraterna mediante la formación humanista.

Esta misión universitaria se suma a la esperanza alimentada por el trabajo cotidiano, pocas veces difundido, de muchas mujeres y hombres que desde pequeños reductos dialogan, crean, ensayan, sufren y se acompañan en diversas experiencias de transformación de la realidad. Parece entonces que, a pesar de los escenarios tan ominosos descritos arriba, tiene sentido pensar que las cosas pueden ser distintas, si estamos dispuestos a asumir los riesgos de apostar la vida por lo que vale la pena.


UNA INSPIRACIÓN COMPARTIDA

La visión cristiana de la existencia invita al desarrollo pleno de la persona, desde el centro mismo de su realidad y en crecimiento de círculos concéntricos que se van tocando con la vida de los demás. Esta experiencia compartida plenifica las facultades individuales y actualiza la potencia más auténticamente humana, que es la comunicación.

Este ejercicio de contacto, de creación de espacios para el diálogo, es una nota característica de la vida universitaria. Nuestras instituciones están llamadas a ser foros de discusión de las ideas que enriquezcan la vida social. Y en este ejercicio de intercambio fructuoso de experiencias y visiones las instituciones de educación superior que asumimos los valores del Evangelio como principal referente, tratamos de poner en común nuestros dones para entre todos fortalecer nuestro trabajo educativo al servicio de un sector vital para el desarrollo de nuestra patria: los jóvenes.

La Asociación Mexicana de Instituciones de Educación Superior de Inspiración Cristiana (AMIESIC) propicia estos espacios de encuentro, principalmente a través de la pastoral universitaria. Nuestras universidades promueven foros de formación en valores, liderazgo, creación de cultura y análisis de la realidad que contribuyan a una acción evangélica más eficaz en la vida universitaria. Reconocemos que el mundo en el que viven nuestros jóvenes ofrece el éxito individual como el mayor valor, pero también hemos descubierto que la sensibilidad juvenil es capaz de reaccionar cuando se le proponen experiencias guiadas de contacto con la realidad, que le lleven a una toma de postura coherente con la visión cristiana del mundo.

Las universidades de AMIESIC intentamos así acompañarnos, en caridad fraterna que alimente la esperanza y nos ponga en comunicación con las experiencias de otros. Este espíritu de comunión se vive también con la Iglesia en sus instancias pastorales. Recientemente tuvimos la oportunidad aquí en Puebla de dialogar con educadores, laicos comprometidos, presbíteros, obispos y cardenales en el primer encuentro de centros de cultura de América Latina, convocado por el Consejo Pontificio para la Cultura. La riqueza de las ideas vertidas, lo mismo por doctos cardenales como Paul Poupard que por alumnos de nuestras universidades refrendó la importancia del diálogo para encontrar en las humanidades el corazón de la interdisciplina.

La gran línea de trabajo se encuentra entonces en la creación de cultura.


POR UNA CULTURA AL SERVICIO DE LA DIGNIDAD DE LA PERSONA

Un documento de la Compañía de Jesús ayuda a iluminar el sentido del trabajo universitario:

“¡Sólo la libertad y la inteligencia son los rasgos característicos del ser humano creado a imagen de Dios! Por eso, en todas partes y en cualquier circunstancia, la tradición intelectual sigue siendo de importancia crítica para la vitalidad de la Iglesia y la comprensión de las culturas que tan hondamente afectan al modo de pensar y de vivir de cada persona. Todos sentimos la necesidad de ‘dar razón de nuestra esperanza’ (1 Pe 3, 15) y la preocupación por reconocer ‘cuanto hay de verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud y digno de elogio’” (Fil 4, 8). (CG 34, Dimensión intelectual del apostolado. N. 2).

La universidad propone y vive como modelo para lo anterior la educación humanista, que busca posibilitar las condiciones para que los alumnos que van a vivir e interactuar en determinadas condiciones, tengan la preparación adecuada para resolver problemas y construir nuevas formas de convivencia, de prácticas sociales, de búsqueda del bien común, que permitan establecer verdaderas comunidades humanas funcionales.

Nuestra educación propone:

  • Formar personas íntegras de gran calidad profesional y humana.
  • Conocer y reconocer las causas e ideologías que ocasionan los problemas de la región y del país, para construir propuestas de solución.
  • Colaborar a crear una nueva cultura que le haga justicia a los hombres y mujeres históricos, concretos.

En el ámbito de los contenidos, nuestras Universidades deben servir para promover el desarrollo humano, para enriquecer y mejorar la vida de todos los seres humanos a partir de cuatro principios fundamentales: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser, aprender a vivir juntos.

Nuestras universidades están capacitadas para profundizar el ideal democrático y consolidar el pluralismo cultural, religioso e ideológico, enseñar en la tolerancia y el respeto de otros pueblos y valores, preparar a los jóvenes para la vida en común y en la diversidad. De esta manera se proyectarán generaciones críticas de su pasado, comprensivas de su presente y creativas hacia el futuro.

Como miembros de la sociedad civil, nuestras universidades están ante el reto de generar nuevas perspectivas teóricas para limitar los abusos del mercado y del poder político, de ampliar las alternativas económicas y políticas. Como espacios de lo público, las universidades de inspiración cristianas pueden colaborar para que nuestra sociedad avance sustantivamente en la paz, el bienestar y la justicia.

Como universitarios y como bautizados en la fe del Señor de la Vida Abundante, estamos invitados a mirar con ojos de misericordia la realidad que está pariendo un siglo nuevo, cargado de nuestras ilusiones y nuestra firme convicción de que la historia tiene sentido, de que estamos trabajando en uno de los centros neurálgicos del futuro del mundo, y por eso estamos construyendo cimientos para la esperanza.


* El autor fue Rector de la Universidad Iberoamericana León (1990-1998) y de la Universidad Iberoamericana Puebla (1999-2005). En 1999 fue Director General de Servicios Educativos en la Universidad Iberoamericana Torreón. Fue presidente de la Asociación Mexicana de Instituciones de Educación Superior de Inspiración Cristiana (2001-2005). Rector del Instituto Cultural Tampico (2006-2007). Murió el 3 de octubre de 2009.

domingo, 23 de agosto de 2020

Padre Nacho: el historiador, el sacerdote, el académico, el amigo

“…esas son mis angustias y obsesiones, diálogo entre la fe cristiana y la razón intelectual, porque Dios nos dio neuronas, hay que usarlas. De manera que no hay que quedarnos con la fe del carbonero, lo digo con respeto, pero no es suficiente. Entonces, este libro me gustó mucho porque trata de las inquietudes que me dan vida, motivos para creer y para vivir…”

José Ignacio González Molina, del programa de radio Suave Patria, emisión del 3 de junio de 2020 *



Nacho, entre la fe y la razón. Edita Generación 79 Instituto Oriente Puebla. Primera Edición, 2019. 136 páginas.


En el mes de diciembre de 2019, ante familiares y amigos se presentó en “la perla de la sierra norte de Puebla”, Teziutlán, el libro Nacho, entre la fe y la razón, un texto que alumnos del Instituto Oriente Puebla, de la generación 1979, editaron como un reconocimiento al Padre José Ignacio González Molina, maestro que les dejó una profunda huella en sus vidas.

¿Qué encontrará en dicho libro? Para muchos sus memorias, para otros una semblanza. Para Manuel Basaldúa Silva, editor de la obra, “un ejercicio de interlocución en donde deseamos conocer muchas cosas de un personaje presente e inolvidable.”

La obra se compone de cinco capítulos, cada uno de ellos comprende una etapa de la vida del Padre Nacho:

 

Capítulo 1. 1944-1960 Infancia y adolescencia

Trabajo en el campo (Hueyapan, Tepeyahualco y Martínez de la Torre) y estudios de educación básica (Teziutlán).

“Mi papá tenía dos tipos de rancho: el de tierra árida en Tepeyahualco (…) en donde costaba mucho trabajo, sudor y lágrimas sacarle un grano de alimento a la tierra. Y por otro lado la tierra generosa, allá por Martínez de la Torre (…) había tres cosechas al año en las riveras de los ríos (…) Todo esto me ayudó a ver la escasez y la abundancia al mismo tiempo”.

 

Capítulo 2. 1961-1983 Mi época jesuita

Estudios de preparatoria en el Instituto Oriente de Puebla. Licenciatura en Física y Química en la Escuela Normal Superior. Noviciado en San Cayetano, municipio de Santiago Tianguistenco, Estado de México. Obrero en Vidriera de México. Trabajo de investigación en los Archivos Secretos del Vaticano. Juniorado en el seminario de Puente Grande, Jalisco. Magisterios en Puebla y Torreón. Capellán en la US Marine Depot, California. Sacerdocio y docencia en el Instituto Oriente de Puebla. Licenciatura en Historia por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

“…estuve dos meses en ‘Vidriera México’ ganando veintiséis pesos al día (…) Esta experiencia fue muy valiosa porque aprendí de forma entrañable a valorar y a querer a la clase obrera, la working class. Y no fui yo solamente, fuimos todos los del noviciado jesuita (…) El jefe de personal sabía que éramos novicios jesuitas, el resto de los obreros no lo sabía y se les hacía raro que estuviéramos ahí (…) el voto de pobreza jesuita se entiende como el que tiene que trabajar para vivir, sino trabajas no comes, no vives, no sobrevives. Punto.”

 

Capítulo 3. Nacho y la Generación 79

Anécdotas y agradecimientos de algunos alumnos de la Generación 79.

“Nacho, además de ser profesor y guía espiritual en el Colegio, fue para nosotros los ‘caimistas’ un compañero de cordada en el ascenso al Pico de Orizaba, un amigo con quien vives la experiencia de montaña, y aún más, la figura espiritual que materializa, mediante la comunión que Dios está en la cumbre”. José Manuel Garrido (Bubú)

 

Capítulo 4. Desde 1983, mi diversa pastoral diocesana

Estudio, introspección y trabajo en Inglaterra. Docencia, investigación y maestría en Historia por la Universidad Iberoamericana ciudad de México. Incorporación a la Arquidiócesis de Puebla como maestro del Seminario Palafoxiano, pastoral de la comunicación (radio, prensa y televisión), ministerio en Las Ánimas, el Perpetuo Socorro, Virgen del Camino y San Jorge. Docente en la Universidad Iberoamericana Puebla y la Escuela Libre de Derecho.

“Te pagaban 23 libras por una noche de lavar platos (en Inglaterra). Entonces, con lavar platos una noche pagaba yo mi studio flat. Con lavar platos una segunda noche tenía ya para una comida, que nunca era de restaurante sino de take away food, y comía muy sabroso. Y ya con lo de la tercera de la noche de lavar platos era para ahorrar. Pero además de lavar platos cortaba pasto, ponía cerca en los jardines y como ya dije que daba clases de castellano”.

 

Capítulo 5. Notas y apuntes familiares

“El futuro de la Iglesia Católica, y de las otras Iglesias, estará en proporción a que uno regrese al Espíritu (…) a que regresemos a Jesucristo evangélicamente hablando. No estar con las estructuras del poder temporal, de la burocracia. Entonces por ahí va el futuro de lo que debe ser la Iglesia: seguidora de Jesucristo y no uno de los poderes fácticos de este mundo”.

“En la Biblia el concepto Kadosh es Justicia, igual a Santidad. Toda la Biblia (…) se resume en Amor y Justicia. Amor, ágape, Justicia, kadosh. Y esto en tres niveles: Amor y Justicia conmigo, Amor y Justicia con los demás y, Amor y Justicia con todo lo demás, el medio ambiente. Punto”.

 

¿Qué impresión me dejó el libro? La interesante historia de un hombre forjado en el trabajo, y, por ende, en la responsabilidad y el esfuerzo, valores que inciden sólidamente en su vida académica y en el ejercicio de su ministerio sacerdotal. Y lo hace valioso porque quienes lo conocemos desde hace años provoca que estimemos más su amistad y las virtudes que nos ha inspirado.

Nacho, entre la fe y la razón, más que un reconocimiento, es un justo y merecido homenaje en vida a la trayectoria académica, altruista y ministerial de un sacerdote poblano con espíritu jesuita que no solo marcó la vida de aquellos jóvenes entusiastas de la generación 79, también de muchas otras.

Que el Altísimo le conceda al Padre Nacho seguir tocando corazones y a las personas que hicieron posible este compendio, abundantes bendiciones.

Los que quieran el libro, comuniquense con Martha Torija al 22 25 08 10 35.

 

Postre:

La revista Rostros, en su edición del 5 de julio de 2020, dedica su portada al Padre Nacho con una foto-entrevista en interiores. Lo recomiendo.




El programa de radio se emite en el Sistema Estatal de Telecomunicaciones del Gobierno de Puebla en el 105.9 F.M. Se puede escuchar por internet en la aplicación tunein.com y en Facebook Suave Patria los días miércoles a las 6 de la tarde. 

domingo, 14 de junio de 2020

Misas dominicales por internet en México: algunas propuestas para ver y escuchar

Aunque la pandemia del COVID-19 ha impedido las reuniones masivas, las redes sociales (zoom, Facebook, YouTube, Tik Tok) han hecho posible que nos podamos reunir, de manera virtual; para asuntos familiares, de trabajo, de negocios y el ámbito religioso. En la última instancia, particularmente en las comunidades católicas, las parroquias difunden la misa dominical por la red de redes, y echando un vistazo algunas de ellas lo hacen con modestos recursos y creatividad pero proponiendo un mensaje concreto y esperanzador. Otras, aunque con calidad profesional, se limitan a que el rito sea lo mejor presentado al público dejando en segundo plano la palabra.

Y son muchas las aristas por revisar en las celebraciones eucarísticas que se difunden en internet en nuestro país, mi intención no es hacer un análisis de contenido, mi propósito es sugerir algunas misas que en lo personal han tocado mi corazón y que podrían ayudarle a encontrarse con el Dios de la vida, el Dios de la misericordia, el Dios con corazón de padre y entrañas de madre...

Seguramente estará cómodo con el sacerdote de su parroquia, sin embargo, considero saludable escuchar y participar de otras voces reflexivas, aquí las dejo y ustedes darán su veredicto:


Padre Fernando Fernández Font S.J.
Rector del Instituto Cultural Tampico
Sábado 7:30 p.m. en vivo por Facebook y su repetición domingo a las 10:00 a.m. en YouTube



Fray Raúl Vera López O.P.
Obispo de la Diócesis de Saltillo
Domingo 1:00 p.m., en vivo por Facebook y en el canal de YouTube



Pbro. Francisco Javier Rodríguez Trejo
Párroco de Santa María, Diócesis de Saltillo
Domingo, en vivo por Facebook



Padre José de Jesús Aguilar Valdes
Párroco de San Cosme y San Damián, Arquidiócesis de México
Domingo 9:00 a.m., en vivo por Facebook y en su canal de YouTube



Padre Diego Monroy Ponce
Canónigo Chantre, Arquidiócesis de México
Domingo 1:00 p.m., en vivo por Facebook



Padre José Luis Bautista Gonzalez
Rector del santuario de San Judas Tadeo, Arquidiócesis de Puebla
Domingo 12:00 hrs., en vivo por Facebook y por Parmenas Radio



Padre Felipe Carrera Merino S.J.
Asesor espiritual del Instituto Oriente Puebla
Domingo 12:00 hrs., en vivo por Facebook



Padre Miguel Anibal Perozzi
Párroco de San Pedro Cholula, Ocoyoacac. Arquidiócesis de Toluca
Domingo 9:00 a.m., en vivo por Facebook

Por favor recomiende o comparte la misa de su comunidad para que lo podamos incluir en este listado. Gracias

lunes, 24 de febrero de 2020

"San" Sebastián de Aparicio, pionero de los caminos y puentes de México

A decir de los historiadores, Sebastián dejó el trabajo de la agricultura por no dejarle muchas ganancias y se dedicó a la construcción de carretas para tener una mejor retribución; sin embargo, el motivo principal fue quitar la carga de las espaldas a los naturales para ponerla en las bestias que Dios había multiplicado en abundancia en nuestro País. Pues esto fue lo que hizo también Fray Juan de Zumárraga siendo Obispo de México, traer los asnos a nuestra Patria para que los naturales no cargaran como asnos.


Por Fr. Leobardo García, O.F.M.


RASGOS PRINCIPALES DE LA VIDA DE FRAY SEBASTIAN DE APARICIO

En un pequeño pueblo llamado La Gudíña de la provincia de Orense, España, nació el Beato Sebastián de Aparicio, el 20 de enero del año de 1502.

La Gudiña cuenta actualmente con una población de mil 250 habitantes y una de las principales calles lleva el nombre de Fray Sebastián de Aparicio. Al nacer Sebastián, era una villa muy pequeña de 50 habitantes más o menos, se le dio el nombre de La Gudiña porque a la entrada de la villa vivía una mujer lista y de buen carácter que vendía comida a los caminantes y para hacerles agradable el rato en que descansaban y tomaban sus alimentos, les contaba chistes muy agudos y por eso le dieron el mote de La Agudiña, en gallego. Pasó este nombre con el correr de los años a la pequeña villa, perdiendo la “a” y quedando como nombre propio: La Gudiña.

Sebastián de Aparicio dejó la casa paterna y su patria chica con el consentimiento de sus padres, a los veinte años de edad, con el fin de encontrar un trabajo mejor remunerado para ayudar a sus progenitores. Llegó a la ciudad de Salamanca donde encontró una señora viuda rica, que lo ocupó como mayordomo de campo. En un año de servicio demostró a su patrona las virtudes cristianas, respeto sumo a su persona, obediencia a sus mandatos, fidelidad en el dinero que manejaba, piedad muy arraigada en sus oraciones y misas dominicales, amor a Dios y a su prójimo en el trato con él. Por estas y otras virtudes su patrona quedó prendada del joven Aparicio, al grado de inducirlo a un acto contra la castidad a fin de comprometerlo a casarse con ella. Sebastián rechazó esta instigación y abandonó inmediatamente el trabajo.

Después de este triunfo en que Sebastián demuestra control de sus pasiones, a los veinte años de edad, se dirigió a Andalucía con el mismo propósito de encontrar un buen trabajo. Llegó al puerto de San Lúcar de Barrameda, colocándose en la casa de dos doncellas huérfanas que vieron en Sebastián a un buen hombre para administrar sus bienes y a un gran protector de sus personas, por las virtudes cristianas que manifestaba en su porte. Una de ellas se enamoró locamente de Sebastián por sus cualidades morales manifestándole sin rodeos su pasión dominante, pero Sebastián por el control de las pasiones que tenía, rechazó inmediatamente la proposición que le hizo y abandonó el trabajo.

En el mismo puerto de San Lúcar, encontró trabajo en la finca de un señor muy rico, donde trabajó durante siete años obteniendo cosechas extraordinarias debido a sus conocimientos de agricultura y a su responsabilidad en el trabajo. Cuando Aparicio manifestó a su patrón que iba a separarse para venir a la Nueva España, él le ofreció el mejor sueldo y darle una parcela en su finca; pues Sebastián en el curso de siete años había hablado con los que iban y venían de la Nueva España y todos le contaban que en las tierras vírgenes y exuberantes del Nuevo Mundo se podía hacer capital con menos trabajo. Ilusionado por el viaje al Nuevo Mundo, se embarcó para México en el año de 1533, a la edad de 31 años.


VIAJE DE APARICIO A MEXICO

Sebastián de Aparicio llegó al puerto de Veracruz, donde permaneció una corta temporada, pues no encontrando ambiente propicio para trabajar en el campo, determinó pasar a la Ciudad de Puebla recién fundada por Fray Toribio de Benavente el 16 de abril de 1531.

Durante dos años trabajó Sebastián en la agricultura en el valle de Puebla con sus paisanos, utilizando los métodos que había aprendido al lado de sus padres, pero viendo que del cultivo de maíz y frijol no sacaba lo suficiente para ayudar a su familia, dejó ese trabajo para dedicarse a construir carretas gallegas en compañía de un amigo carpintero llamado Miguel Casado. Amansó los novillos para uncirlos a las carretas y transportar todo lo que llegaba al puerto de Veracruz, repartiendo la carga entre las ciudades de nuestro país. Abrió una brecha de 450 kilómetros de México a Veracruz, extendiéndola más tarde hasta Zacatecas para transportar los minerales extraídos de sus ricas minas.

17 años trabajó con su flotilla de carretas hasta llegar a formar un buen capital con el cual compró dos haciendas; una de agricultura entre Azcapotzalco y Tlalnepantla, cerca de la ciudad de México, la segunda para dedicarse a la ganadería, especialmente a la cría de ovejas. 20 años se dedicó a trabajar en estas dos haciendas: de 1522 a 1572.

A decir de los historiadores, Sebastián dejó el trabajo de la agricultura por no dejarle muchas ganancias y se dedicó a la construcción de carretas para tener una mejor retribución; sin embargo, el motivo principal fue quitar la carga de las espaldas a los naturales para ponerla en las bestias que Dios había multiplicado en abundancia en nuestro País. Pues esto fue lo que hizo también Fray Juan de Zumárraga siendo Obispo de México, traer los asnos a nuestra Patria para que los naturales no cargaran como asnos.


SEBASTIAN REPARTE SUS BIENES ENTRE LOS POBRES E INGRESA A LA ORDEN FRANCISCANA

Fray Sebastián de Aparicio, por consejo de sus confesores franciscanos del Convento de Tlalnepantla, entró a la Orden como hermano donado sirviendo aproximadamente dos años al Convento de las Clarisas de la ciudad de México y decidió repartir entre los pobres el capital que logró adquirir por el asiduo trabajo de 39 años, para seguir a Jesús por el camino estrecho de la pobreza al ser aceptado, como hermano lego, en la Orden de Frailes Menores por el Padre Provincial de la Provincia del Santo Evangelio, Fray Antonio Roldán. El día 9 de junio del año 1574 recibió el hábito de novicio, a la edad de 72 años, de manos del Padre Guardián Fray Juan de Bastidas en el Convento de San Francisco de la ciudad de México y tuvo como Maestro de novicios al Padre Fray Luis Guzmán.

En el año de noviciado fue el mayor en edad y en virtudes pues desde muchos años atrás había venido luchando para imitar a Nuestro Señor Jesucristo en sus virtudes. Jesús ha dicho: “Desde el tiempo de Juan Bautista, hasta el presente, el reino de los Cielos se alcanza a viva fuerza y los que la hacen a sí mismos, son los que lo arrebata” (Mt 11,12). Sebastián luchó durante su juventud para ser obediente, casto, desprendido de los bienes terrenos, humilde, manso, caritativo, piadoso, fervoroso, paciente y prudente, de tal modo que entró al noviciado, no para estudiar la ascética y mística y empezarla a practicar como sus compañeros, sino para acrecentar todo el cúmulo de virtudes que había ido adquiriendo en el mundo. Por eso algunos de sus compañeros palpando sus enterezas, se acercaban a él mejor que a su Maestro, para pedirle algún consejo en sus crisis espirituales.

Llegó por fin el día de la alegría más grande en la vida de Sebastián: el 13 de junio de 1575, profesa en el Convento de San Francisco de la ciudad de México, de manos de su padre Guardián Fray Francisco de las Navas, pues su anterior Guardián que le dio el hábito, Fray Juan de Bastidas había terminado ya su Período.

A principios del año 1576, el Padre Superior del Convento de Santiago de Tecali teniendo necesidad de un hermano que los atendiera en los trabajos domésticos, pidió al Padre Provincial que le remediara esa necesidad. El Padre Provincial le mandó al hermano Sebastián de Aparicio, neoprofeso que residía en el Convento de San Francisco de México. Siendo el único hermano de la pequeña comunidad de dos sacerdotes y él, tuvo que dedicarse al oficio de sacristán, cocinero, hortelano y limosnero para remediar las necesidades del convento que se fundó en el año de 1540. Sebastián con sus virtudes características de caridad, obediencia, humildad y laboriosidad, muy pronto se ganó el cariño de sus hermanos que lo consideraron como un gran amigo que los aconsejaba y estimulaba en sus trabajos apostólicos, como el mejor hermano que siempre les tenía preparada su ropa y alimentación, y el mejor compañero con quien cambiaban impresiones y se distraían en sus ratos de descanso.

El Padre Superior del convento de San Francisco de la ciudad de Puebla, que conocía las virtudes de Fray Sebastián y las amistades que tenía con hombres de buena posición, pidió al Padre Provincial que enviara a Fray Sebastián al convento de Puebla para remediar la gran necesidad de sostener las dos cocinas del convento: la cocina que alimentaba a 90 religiosos, la mayor parte estudiantes para el estado sacerdotal, y la cocina de la enfermería que daba asistencia a más de 300 religiosos que venían al año del Obispado de Tlaxcala. Sin proponérselo, Sebastián regresó a Puebla a pasar el resto de su vida en el convento franciscano en el año 1577, contando con 75 años de edad. La obediencia lo dedicó a recoger semillas y leña para el convento; tuvo necesidad de pedir a sus amigos dinero para construir dos carretas y comprar los bueyes para arrastrarlas. Con las dos carretas hacía el recorrido a Tlaxcala, Tepeyanco, Huejotzingo, Cholula, Amozoc, Tepeaca y lugares circunvecinos. En este trabajo pasó 23 años sirviendo con gusto a sus hermanos por amor de Dios, hasta el momento en que el Altísimo lo llamó para premiar sus virtudes en el reino de los Cielos, en el año de 1600, a la edad de 98 años.


MUERTE Y BEATIFICACION DE FRAY SEBASTIAN DE APARICIO

Fray Sebastián de Aparicio, habiendo cumplido la misión que el Señor le encomendó en este mundo de trabajar para buscar el pan de cada día, haciendo el bien con su trabajo a sus semejantes y pasar sus últimos años al servicio de los religiosos franciscanos del convento de San Francisco de Puebla, murió en el año 1600, a la edad de 98 años, viernes 25 de febrero a las 8 de la noche, atendido por el Padre Juan de San Buenaventura, a causa de una hernia estrangulada que lo mortificó por muchos años.

Cuatro días permaneció su cadáver insepulto en el templo por las maravillas que Dios estaba realizando en sus devotos que lo rodeaban, al grado de que le destrozaron cinco hábitos que le vistieron sus hermanos para sepultarlo, con el fin de conservar como reliquias sus pedacitos. Fue tanto el fervor de sus devotos que le cortaron la barba, los cabellos y hasta los dedos de las manos y pies. El mismo Padre Superior ordenó que le cortarán una uña del pie para conservarla como reliquia y los testigos dicen que derramó sangre cuando se la arrancaron. Hubo necesidad que los religiosos se impusieran para trasladar el cadáver de la Iglesia a la sacristía para conservarlo, cumpliéndose a la letra lo que había profetizado a uno de sus amigos: “…en esta vida todo ha de ser trabajar y aun en la muerte he de ser despedazado.”

Después que el Señor Melchor Márquez, representante del Señor Obispo don Diego Romano, levantó un acta sellada por Notario Público de todas las maravillas que había visto y oído de testigos fidedignos, se acordó dar sepultura al cuerpo del venerable Fray Sebastián entre la pared y el altar de la Virgen Conquistadora.

El día 19 de julio del año 1600, cinco meses después de su muerte, el Provincial del Santo Evangelio, Fray Buenaventura de Paredes, haciendo la visita canónica al convento de San Francisco, quiso ver cómo se encontraban los restos del venerable Sebastián, teniendo en cuenta todas las maravillas que Dios había obrado en su muerte. Por esta razón, a las ocho de la noche reunió al Padre Guardián con sus Discretos para hacer en secreto las excavaciones encontrando el cuerpo intacto, fresco y blanco, flexible como si estuviera vivo tal como lo habían enterrado. Fue tanta la emoción que experimentó el Padre Provincial que le cortó un pedazo de carne de la mejilla para conservarlo como reliquia, segregando un licor suave y fragante. Examinando este hecho maravilloso, le volvieron a dar sepultura.

Dos años más tarde, el 29 de junio de 1602, por orden de los muy Reverendos Padres Comisario General, Provincial y Definidores de la Provincia del santo Evangelio, se abrió por segunda vez el sepulcro del venerable Sebastián de Aparicio, encontrándose su cuerpo como la vez anterior, fresco y flexible, como si estuviera vivo. Se le ordenó al Padre Guardián del Convento de san Francisco de Puebla que hiciera un escrito al Sr. Obispo don Diego Romano, pidiendo se hiciera un estudio médico-jurídico de la integridad e incorruptibilidad del cuerpo del venerable Sebastián de Aparicio. El Sr. Obispo personalmente fue a examinar el cuerpo de Fray Sebastián; al verlo flexible, con sangre fresca y de olor agradable, dio orden de que se le diera al Padre Guardián el testimonio que solicitaba. Se depositó el cuerpo en una caja de madera forrada con hoja de lata, cerrada con tres llaves y se colocó atrás del altar de San Francisco, a un lado de la epístola.

El Padre Comisario General de las Provincias Franciscanas de México, hizo una relación del estado admirable del cuerpo de Fray Sebastián después de dos años de muerto, al Rey de España Felipe III, para que ordenara una investigación médico-jurídica a fin de presentarla a la Santa Sede para pedir su beatificación. El 2 de mayo de 1768 el Papa Clemente XIII declara que sus virtudes fueron heroicas y el 1 de mayo de 1789, el Sumo Pontífice Pío VI decreta la solemne beatificación de Fray Sebastián de Aparicio.