La participación en la vida política del país no se reduce
al ejercicio del voto, hacer política es también escuchar el informe
presidencial, emitir una opinión, evaluar las distintas dimensiones del
acontecer nacional, clarificar los adelantos y retrasos así como emitir un
juicio real y posible, son deberes del compromiso político de cada ciudadano,
son nuestros deberes, renunciar a ellos significa cometer los mismos errores
del pasado, aceptar el “ya ni modos” que tanto mal ha causado.
El desarrollo social y económico de un país no se comprende
fuera de su historia, de sus instituciones, de su política, de su fe y de sus
ideales, de su pasado inmediato que reclama una mirada retrospectiva. El
presente de una nación es el equilibrio entre pasado y porvenir, entre la
historia y los ideales, así como las esperanzas de un futuro prometedor. Así se
escribe la historia de México, de una nación que no quiere repetir el pasado
pero tropieza con la misma piedra, que quiere olvidar recordando los errores de
los cuales no ha terminado de aprender, así se escribe México, descubriéndose
así mismo.
Inicia el mes de septiembre, el mes patrio, el mes de los
tres colores que encienden el nacionalismo en edificios, calles, autos y en
cualquier lugar donde se puedan pintar y escuchar los colores y sonidos de
septiembre, el mes de México. Introduciendo al patriotismo y la alegría de ser
mexicanos, el jefe máximo de las instituciones cumplirá el compromiso
constitucional de rendir informe a la nación.
El informe presidencial de este año coloca al mandatario en
el desenlace de su servicio, después de un sexenio de trabajo, ciertamente hay
logros pero siempre quedan obras inconclusas, con los rezagos y las urgencias
de siempre. Seis años en el gobierno son objeto de análisis y síntesis, de
críticas y, escasamente, de elogios. En el panorama de las opiniones aparece la
diversidad de ideas que califican el ejercicio del poder ejecutivo, la
pluralidad de ingenios arroja discrepancia al emitir un juicio sobre el rumbo
de la nación: ¿Por qué la idiosincrasia mexicana no es capaz de reconocer los
esfuerzos, la entrega y el cumplimiento del deber? ¿Hasta dónde la mirada del
mexicano limita el horizonte que invita a sumarse al esfuerzo por construir la
patria? ¿Por qué no tratamos de desterrar del diccionario personal las palabras
descalificación, apatía e indiferencia?
El momento histórico del informe presidencial es un llamado
a sumar fuerzas y criterios, los hechos pasados nos han dejado mal sabor de
boca y no se deben repetir si en verdad nos inspira el anhelo de una nación
donde tengamos las mismas posibilidades y los mismos derechos, implicándonos en
las responsabilidades de ser ciudadanos.
México necesita consensos, lograr credibilidad en cada uno
de sus habitantes, necesitamos ver resultados congruentes con las propuestas y
sugerencias que pretenden un cambio en la vida política y social del país.
Porque sabemos que el ideal de nación no es posible que un solo hombre lo
alcance, los millones de mexicanos tenemos el compromiso de respaldar cada
acción que contribuya al bien común y alejarnos de las acciones que contradigan
tal verdad.
La participación en la vida política del país no se reduce
al ejercicio del voto, hacer política es también escuchar el informe presidencial,
emitir una opinión, evaluar las distintas dimensiones del acontecer nacional,
clarificar los adelantos y retrasos para emitir un juicio real y posible, son
deberes del compromiso político de cada ciudadano, son nuestros deberes,
renunciar a ellos significa cometer los mismos errores del pasado, aceptar el
“ya ni modo” que tanto mal ha causado. No puede haber pretextos en contra a no
ser que lo que sintamos por México sea antipatía y no amor patrio.
Que los colores y sonidos de septiembre nos lleven a
preocuparnos, mínimamente por el andar de nuestra patria que abre los festejos
de su libertad escuchando la voz de aquel en cuyas manos se fraguan las
decisiones y compromisos del México que continuará descubriéndose mañana.
Postre
Hace unos días la líder nacional del sindicato de maestros,
Elba Esther Gordillo, expresó a un grupo de colaboradores la posibilidad de
retirarse del cargo, “salir por la sala” y no “por la cocina”. No es casualidad
que este sábado, y el de la semana pasada, transmitieran en horario estelar el
documental “De panzazo” y “La mala tarea”, filmes que exhiben el fracaso de la
educación en México…
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