sábado, 29 de marzo de 2014

Pos de qué sirve...

De qué sirven las promesas de campaña para crear parques, jardines y bosques si se privilegia la construcción de fraccionamientos y centros comerciales porque son más redituables o para justificar el crecimiento voraz de la metrópoli.


Conocemos la forma y el fondo del problema, sabemos qué debemos hacer para revertir los daños ocasionados a la naturaleza, contamos con los medios para heredar un mundo mejor a nuestros hijos. Sin embargo, no alcanzo a entender actitudes de indiferencia para rescatar y preservar, al menos, el espacio que nos corresponde tanto en la urbe como en el entorno rural.

De qué sirve destinar costosas campañas de concientización si de todos modos vivimos rodeados por ríos pestilentes, barrancas llenas de escombros y desperdicios, áreas verdes en deplorables condiciones, arterias viales repletas de basura visual y chimeneas rodantes.

De qué sirven las promesas de campaña para crear parques, jardines y bosques si se privilegia la construcción de fraccionamientos y centros comerciales porque son más redituables o para justificar el crecimiento voraz de la metrópoli.

De qué sirven las convocatorias para reforestar si los ciudadanos apenas responden al llamado y la milicia, en el mejor de los casos, hace ese trabajo.

De qué sirve tener contenedores para separar la basura si la seguimos mezclando.

De qué sirve ceder un espacio público, como el parque ecológico de la capital poblana, para una descolorida romería de pueblo en el sexenio de Mario Marín si a final de cuentas quedó como un potrero y del prometido dinero para su mantenimiento ni quien se acuerde.

¿Qué hace falta para que los esfuerzos destinados a rescatar, cuidar y crear nuevas áreas verdes sean tarea permanente y no flor de un día como el encarecido exhorto que hizo el entonces presidente de México Felipe Calderón, con ocasión del día mundial del medio ambiente?

Los ciudadanos están mal acostumbrados a que papá gobierno les haga todo y las organizaciones ambientalistas sean las únicas que se afanen con la ecología. Ganamos todos si se promueven descuentos en ciertos impuestos u otorgan incentivos a comercios, unidades habitacionales, industrias y escuelas por mantener sus calles limpias y arboladas todos los días, por mantener índices bajos en el consumo de agua y energía eléctrica cada bimestre, por cuidar y crear espacios abiertos anualmente... Para que ésta y otras propuestas funcionen hace falta una férrea voluntad de cambio, sobre todo, que estén libres de posiciones políticas. ¿Acaso será muy difícil?

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