De qué sirven las promesas de campaña para crear parques,
jardines y bosques si se privilegia la construcción de fraccionamientos y
centros comerciales porque son más redituables o para justificar el crecimiento
voraz de la metrópoli.
Conocemos la forma y el fondo del problema, sabemos qué
debemos hacer para revertir los daños ocasionados a la naturaleza, contamos con
los medios para heredar un mundo mejor a nuestros hijos. Sin embargo, no
alcanzo a entender actitudes de indiferencia para rescatar y preservar, al
menos, el espacio que nos corresponde tanto en la urbe como en el entorno
rural.
De qué sirve destinar costosas campañas de concientización
si de todos modos vivimos rodeados por ríos pestilentes, barrancas llenas de
escombros y desperdicios, áreas verdes en deplorables condiciones, arterias
viales repletas de basura visual y chimeneas rodantes.
De qué sirven las promesas de campaña para crear parques,
jardines y bosques si se privilegia la construcción de fraccionamientos y
centros comerciales porque son más redituables o para justificar el crecimiento
voraz de la metrópoli.
De qué sirven las convocatorias para reforestar si los
ciudadanos apenas responden al llamado y la milicia, en el mejor de los casos,
hace ese trabajo.
De qué sirve tener contenedores para separar la basura si la
seguimos mezclando.
De qué sirve ceder un espacio público, como el parque
ecológico de la capital poblana, para una descolorida romería de pueblo en el
sexenio de Mario Marín si a final de cuentas quedó como un potrero y del
prometido dinero para su mantenimiento ni quien se acuerde.
¿Qué hace falta para que los esfuerzos destinados a
rescatar, cuidar y crear nuevas áreas verdes sean tarea permanente y no flor de
un día como el encarecido exhorto que hizo el entonces presidente de
México Felipe Calderón, con ocasión del día mundial del medio ambiente?
Los ciudadanos están mal acostumbrados a que papá gobierno
les haga todo y las organizaciones ambientalistas sean las únicas que se afanen
con la ecología. Ganamos todos si se promueven descuentos en ciertos impuestos
u otorgan incentivos a comercios, unidades habitacionales, industrias y
escuelas por mantener sus calles limpias y arboladas todos los días, por
mantener índices bajos en el consumo de agua y energía eléctrica cada bimestre,
por cuidar y crear espacios abiertos anualmente... Para que ésta y otras
propuestas funcionen hace falta una férrea voluntad de cambio, sobre todo, que
estén libres de posiciones políticas. ¿Acaso será muy difícil?
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