lunes, 20 de noviembre de 2017

Un caballo negro

Necesitamos a alguien (...) que esté dispuesto a servirnos a todos y no a buscar su provecho personal y de grupo.


Por Lorenzo Servitje *

La situación de nuestro país preocupa: hay creciente inseguridad pública, crisis políticas, corrupción, narcotráfico alarmante, descomposición social. Y además mayor economía informal, mayor desigualdad social, lento crecimiento económico y oportunidades perdidas. La Organización para la Cooperación y el Desarrrollo Económico (OCDE) ha dicho que nuestra economía no avanza en proporción al incremento demográfico ni para reducir los bajos niveles de ingreso de los mexicanos. ¿Estamos condenados a ser un país marginal teniendo más recursos que otros países?

Tenemos un mercado interno de más de 100 millones de personas que facilita la instalación de empresas importantes. Tenemos una frontera con Estados Unidos que sólo compartimos con Canadá y que constituye una ventaja económica para el intercambio comercial y turístico. Tenemos petróleo que a muchos otros países les falta. Y tenemos trabajadores excelentes, dotados de ingenio y laboriosidad, que no están por debajo de ningunos otros del mundo.

Hay países que, sin algunos de estos recursos, hace años estaban menos desarrollados que nosotros y hoy nos rebasan por mucho. Pensemos en Irlanda, Corea del Sur, Taiwán. ¿A qué se debe este lamentable rezago nuestro? Sin duda hay muchas causas, pero una destaca sobre todas ellas: muchos de los gobernantes que hemos tenido no han sabido o no han podido hacer todo lo que se ha necesitado para llevar al país adelante. La tarea los ha superado o desbordado.

Necesitamos, en pocas palabras, mejores gobernantes. No podemos seguir frenados por problemas que tienen solución. Hemos perdido mucho tiempo en miopes y estériles conflictos. Necesitamos que quienes nos gobiernan tomen en cuenta el enorme potencial de las mujeres y los jóvenes en la vida política por su invaluable aportación de equilibrio y dinamismo. Necesitamos a quienes sean capaces de señalar caminos, unir voluntades y conseguir que México sea el país que debe y puede ser. Y todo ello requiere de alguien que guíe, anime y lleve a cabo este esfuerzo: el próximo presidente de la República.

Se han señalado repetidamente las características, las cualidades que nuestra situación actual exige del presidente de la República. Un conocido caricaturista describió con ingeniosos dibujos los 18 requisitos que, a su juicio, debe llenar el aspirante a gobernarnos y son los siguientes: respeta la ley, conoce de política, cree en la democracia, ve a futuro, sabe el rumbo, abre mercado, protege al Estado, prescinde de escándalos y líos conyugales, tiene ideas, tiene mundo, tiene estrategia, tiene carisma, tiene cultura, es sencillo, es honrado, es trabajador, es patriota y es valiente.

Hay desafortunadamente, una gran desorientación y desánimo en el público sobre quién podría ser la persona que llenara lo mejor posible estos requisitos. De los pre candidatos para las elecciones de 2018, no hay seguridad de que ellos sean los más idóneos para la tarea.

Necesitamos a alguien que tenga fe en el pueblo y que le inspire seguridad y confianza. Que pueda reconciliar a la nación y alcanzar la unidad nacional indispensable. Que esté dispuesto a servirnos a todos y no a buscar su provecho personal y de grupo. Que esté convencido que debe luchar y trabajar por quienes más lo necesitan, que son la mayoría del país. Que no ofrezca cosas imposibles y que sepa que sólo con orden, trabajo, austeridad y valentía podremos superarnos y avanzar. Que esté decidido a tomar las medidas difíciles que exige la solución de los problemas crónicos que nos aquejan. Y alguien que nos dé la convicción y el ánimo de que podamos hacerlo y que en este propósito comprometerá su futuro y su vida.

¿Será posible que surja un rostro nuevo, un candidato así, alguien poco conocido, alguien que se aproxime lo más posible al modelo de gobernante que se necesita? Hay sin duda personas destacadas que hoy se conocen poco y que podrían responder a esta exigencia de la ciudadanía. Pienso que habría que escucharlos y no dejarse llevar por la inercia de lo que se ha dicho hasta ahora. Repito, que no sea uno más, sino alguien que tenga la fuerza, el acierto y el talento para unirnos y llevarnos adelante.

Un símbolo de esto es un caballo que nadie conoce, que arranca desde atrás, a todo galope, que nada puede detener y que gana la carrera para sorpresa de todos. Esto tiene un antecedente histórico. En 1831 Benjamín Disraeli, quien fuera famoso primer ministro de Inglaterra, escribe a sus 27 años una novela; El joven duque, en la que relata cómo un caballo negro, hasta entonces desconocido, ganó una famosa carrera, venciendo al favorito. Desde entonces, en el lenguaje político, a quien triunfa súbitamente en una elección, se le llama el “dark horse”, el caballo negro.

¿Veremos por fin en México el arranque dramático de un esperado caballo negro? Ésta es mi ilusión y mi esperanza.


*El autor fue contador público, empresario y filántropo mexicano, fundador de Bimbo. Falleció el 3 de febrero de 2017. 

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