Necesitamos a alguien (...) que esté dispuesto a servirnos a
todos y no a buscar su provecho personal y de grupo.
Por Lorenzo Servitje *
La situación de nuestro país preocupa: hay creciente
inseguridad pública, crisis políticas, corrupción, narcotráfico alarmante,
descomposición social. Y además mayor economía informal, mayor desigualdad
social, lento crecimiento económico y oportunidades perdidas. La Organización
para la Cooperación y el Desarrrollo Económico (OCDE) ha dicho que nuestra
economía no avanza en proporción al incremento demográfico ni para reducir los
bajos niveles de ingreso de los mexicanos. ¿Estamos condenados a ser un país marginal
teniendo más recursos que otros países?
Tenemos un mercado interno de más de 100 millones de
personas que facilita la instalación de empresas importantes. Tenemos una
frontera con Estados Unidos que sólo compartimos con Canadá y que constituye una
ventaja económica para el intercambio comercial y turístico. Tenemos petróleo
que a muchos otros países les falta. Y tenemos trabajadores excelentes, dotados
de ingenio y laboriosidad, que no están por debajo de ningunos otros del mundo.
Hay países que, sin algunos de estos recursos, hace años
estaban menos desarrollados que nosotros y hoy nos rebasan por mucho. Pensemos
en Irlanda, Corea del Sur, Taiwán. ¿A qué se debe este lamentable rezago
nuestro? Sin duda hay muchas causas, pero una destaca sobre todas ellas: muchos
de los gobernantes que hemos tenido no han sabido o no han podido hacer todo lo
que se ha necesitado para llevar al país adelante. La tarea los ha superado o
desbordado.
Necesitamos, en pocas palabras, mejores gobernantes. No
podemos seguir frenados por problemas que tienen solución. Hemos perdido mucho
tiempo en miopes y estériles conflictos. Necesitamos que quienes nos gobiernan
tomen en cuenta el enorme potencial de las mujeres y los jóvenes en la vida
política por su invaluable aportación de equilibrio y dinamismo. Necesitamos a
quienes sean capaces de señalar caminos, unir voluntades y conseguir que México
sea el país que debe y puede ser. Y todo ello requiere de alguien que guíe,
anime y lleve a cabo este esfuerzo: el próximo presidente de la República.
Se han señalado repetidamente las características, las
cualidades que nuestra situación actual exige del presidente de la República.
Un conocido caricaturista describió con ingeniosos dibujos los 18 requisitos
que, a su juicio, debe llenar el aspirante a gobernarnos y son los siguientes:
respeta la ley, conoce de política, cree en la democracia, ve a futuro, sabe el
rumbo, abre mercado, protege al Estado, prescinde de escándalos y líos
conyugales, tiene ideas, tiene mundo, tiene estrategia, tiene carisma, tiene
cultura, es sencillo, es honrado, es trabajador, es patriota y es valiente.
Hay desafortunadamente, una gran desorientación y desánimo
en el público sobre quién podría ser la persona que llenara lo mejor posible
estos requisitos. De los pre candidatos para las elecciones de 2018, no hay
seguridad de que ellos sean los más idóneos para la tarea.
Necesitamos a alguien que tenga fe en el pueblo y que le
inspire seguridad y confianza. Que pueda reconciliar a la nación y alcanzar la
unidad nacional indispensable. Que esté dispuesto a servirnos a todos y no a
buscar su provecho personal y de grupo. Que esté convencido que debe luchar y
trabajar por quienes más lo necesitan, que son la mayoría del país. Que no
ofrezca cosas imposibles y que sepa que sólo con orden, trabajo, austeridad y
valentía podremos superarnos y avanzar. Que esté decidido a tomar las medidas
difíciles que exige la solución de los problemas crónicos que nos aquejan. Y
alguien que nos dé la convicción y el ánimo de que podamos hacerlo y que en
este propósito comprometerá su futuro y su vida.
¿Será posible que surja un rostro nuevo, un candidato así,
alguien poco conocido, alguien que se aproxime lo más posible al modelo de
gobernante que se necesita? Hay sin duda personas destacadas que hoy se conocen
poco y que podrían responder a esta exigencia de la ciudadanía. Pienso que
habría que escucharlos y no dejarse llevar por la inercia de lo que se ha dicho
hasta ahora. Repito, que no sea uno más, sino alguien que tenga la fuerza, el
acierto y el talento para unirnos y llevarnos adelante.
Un símbolo de esto es un caballo que nadie conoce, que
arranca desde atrás, a todo galope, que nada puede detener y que gana la
carrera para sorpresa de todos. Esto tiene un antecedente histórico. En 1831
Benjamín Disraeli, quien fuera famoso primer ministro de Inglaterra, escribe a
sus 27 años una novela; El joven duque, en la que relata cómo un caballo negro,
hasta entonces desconocido, ganó una famosa carrera, venciendo al favorito.
Desde entonces, en el lenguaje político, a quien triunfa súbitamente en una
elección, se le llama el “dark horse”, el caballo negro.
¿Veremos por fin en México el arranque dramático de un
esperado caballo negro? Ésta es mi ilusión y mi esperanza.
*El autor fue contador público, empresario y filántropo mexicano, fundador de Bimbo. Falleció el 3 de febrero de 2017.
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