… los recientes
sucesos demuestran que el crimen organizado ya vive entre nosotros. Incluso el
mandatario de los poblanos (Mario Marín) lo reconoció públicamente y ante esta
dolorosa realidad pide que no cerremos los ojos…
En la edición 528 del extinto semanario Koinonía (11 de mayo
de 2008), publiqué un artículo donde expongo que en Puebla capital los demonios
ya andaban sueltos, a propósito de algunos actos “aislados” del crimen
organizado. Presento el texto que indica que las acciones de los malosos fueron
el indicio de la pandemia que actualmente padece nuestra entidad:
“Los habitantes de Aguascalientes, hasta hace dos años, la
entidad más segura de nuestro país, uno de los estados territorialmente más
pequeños de la república mexicana, fueron sorprendidos por la incursión del
crimen organizado y el narcotráfico. Y es que como lo señaló el periodista
Jorge Fernández Menéndez el año pasado (2007) en su visita a la angelópolis, ‘ningún
estado del país está vacunado’. Y advirtió ante empresarios, funcionarios de
gobierno y académicos que Puebla no está exenta del tráfico de estupefacientes.
“El antecedente de mayor peso referente a la presencia del
narco en la ciudad capital se remonta al año 2002 cuando Benjamín Arellano
Félix, cabeza del cártel de Tijuana, fue detenido en un sigiloso operativo.
Cabe agregar que, de acuerdo con informes de la Procuraduría General de la
República (PGR), Joaquín Guzmán Loera estuvo en tierras poblanas a finales de
2001. En aquel entonces los funcionarios federales y estatales indicaron que
este tipo de delincuentes seleccionaron Puebla por ser una urbe tranquila como
refugio para los capos y sus familias.
“Llama la atención que hace poco menos de un año, los
anuncios del gobierno del Estado sobre la seguridad y la confiabilidad de vivir
en una entidad libre de violencia y sin quebrantamientos del orden público, fueron
retirados del aire. Y es que los recientes sucesos demuestran que el crimen
organizado ya vive entre nosotros. Incluso el mandatario de los poblanos (Mario
Marín) lo reconoció públicamente y ante esta dolorosa realidad pide que no
cerremos los ojos. Sin embargo, los ciudadanos no nos podemos conformar con las
promesas de las autoridades para hacer frente a este flagelo (¡cómo sentirnos
seguros si la policía carece de equipo y armamento para combatirlo!). Lo menos
que vamos a exigir son acciones concretas y contundentes para que el
narcotráfico no se convierta en un problema de seguridad pública e
inestabilidad social.”
Una década después los huachicoleros, los asalta trenes, los asalta camiones de carga, los asaltantes del transporte público urbano, los extorsionadores del transporte público que se apostan en algunas calles del centro histórico y los bandoleros de la vía pública operan sin que los agentes de la ley y el orden muestren verdadero músculo. ¡Qué triste haber llegado a esta situación! Los demonios andan sueltos y los vengadores anónimos también.
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