domingo, 9 de diciembre de 2018

México, el cambio que no vemos

El primer año de gobierno del “cambio” ha sido decepcionante para los mexicanos que esperaban algo más que buenas intenciones.


Comparto con ustedes una carta que se publicó en el semanario Koinonía (antaño, órgano informativo de la Arquidiócesis de Puebla) en septiembre de 2001 firmado por Ricardo Valenzuela. En el texto expresa su decepción por el cambio que tanto anhelaban los mexicanos con el incuestionable triunfo de Vicente Fox en las urnas, un par de sexenios después, Andrés Manuel López Obrador hace historia en los comicios de 2018. Ojalá la historia no se repita, ojalá no haya otro desencanto porque el pueblo, ya no está para más experimentos:

Sí, yo fui de los mexicanos que votaron por Vicente Fox (López Obrador) no sólo esperanzados del gran cambio, sino totalmente convencidos de que ese cambio con él al frente del ejército liberador era una realidad.

Yo fui de los mexicanos que votó por un Vicente Fox agresivo, asertivo y muy claro en sus ideas; el Vicente de las víboras prietas, aquel que con seguridad y sorna le dijo a Labastida: “a mí lo majadero se me quita, pero a ustedes lo ineptos, lo mañosos y malos para gobernar, no se les quitará nunca”.
Aquel Vicente que al cantar la letra de Jorge Negrete entonó: “México lindo y querido, si muero lejos de ti, que digan que estoy (...), por culpa del (...) PRI”. El Vicente del hoy, hoy, hoy.

Soy también de los mexicanos que al momento de su victoria observamos su transformación. De ser un hombre bronco, atrabancado, pero inteligente; de ser el prototipo de una verdadera oposición sin miedo al viejo sistema, a un político “demasiado” conciliador y cuidadoso. De ser un hombre que a mí me había parecido se montaría en el caballo del líder para señalar el camino, en alguien que al sentir el calor de la victoria ahora preguntaba: ¿Por dónde nos vamos? Alguien que agredía a los priístas con frases y mensajes como: “esos hijos... de la revolución” y después casi les rogaba el “jalar parejo”.

Sí, yo soy de los mexicanos que esperaba ver a un Presidente Fox colgando a toda la gavilla de bandidos que estafaron al pueblo durante los últimos 70 años. Que llamara a cuentas a los Hank, Echeverría, Salinas, Beltrones, Madrazos y el resto de la funesta mafia que ha devorado las entrañas del país. En particular, yo soy un mexicano que habiendo conocido a Vicente hace años, esperaba una definición clara de su programa de gobierno y no una capirotada de diferentes ideologías que han hecho de su equipo una torre de Babel.

Yo esperaba un gobierno de corte liberal que desactivara la funesta burocracia que no deja respirar a los mexicanos; un gobierno que estableciera los cimientos para la verdadera liberación.

Así hemos llegado a su primer informe de gobierno y el desencanto aparentemente empieza a sustituir a la esperanza. Al día siguiente del evento, el 90% de los editoriales de prácticamente todos los diarios expresan esa desilusión, esa desesperanza. Me viene a la mente el famoso comercial de McDonald's en los Estados Unidos, cuando aparece la ancianita preguntando: “Where is the beef?” (¿Dónde está la carne?).

Me viene también a la mente mi primer encuentro con Vicente, hace ya seis años. Mi impresión al ver a ese hombre más alto que yo aproximarse y estrechar mi mano con fuerza indescriptible y afirmar “platiquemos de México”.

Me retiro a leer la carta que recibí de él varios días después de ese encuentro, en la que me dice: “Yo he decidido entregar mi vida para buscar un cambio profundo en nuestro país; porque al igual que tú, vemos cómo desaprovechamos las oportunidades y seguimos cayendo en el precipicio sin fin, a través de no remediar lo más elemental, que sería una estructura política que genere buenos gobernantes y que asegure administraciones honestas, transparentes y de un compromiso total con impulsar al país hacia la grandeza que merece y merecemos todos los mexicanos”. La leo de nuevo.

Al terminar la lectura pienso: ¿Qué ha pasado? Me vienen luego a la memoria las enseñanzas de mi querido Maestro de box, el Chucho Llanes, quien siempre me decía: “El primer round es de tanteo, de conocimiento del adversario, de reconocer el terreno, de fintarlo para ver cómo reacciona. Nunca trates de ir por un ‘knock out’ en el primer round, sobre todo si eres el retador, porque te reciben con un ‘counter’ y el noqueado serás tú”.

Si esto es lo que Vicente ha hecho, me parece una estrategia muy inteligente. No hay duda que los emisarios del pasado dejaron el campo minado y lo esperan en cada esquina para emboscarlo. El objetivo de la vieja guardia es claro: destruirlo, para recuperar el poder. Lo que la “oposición” tiene en la mira es promover el fracaso de Fox, les vale una pura y dos con sal el resto de los mexicanos.

Después de leer la carta me retiro a un oscuro rincón a meditar. Procedo a llevar a cabo un ejercicio de visualización, en el que imagino en estos momentos a Labastida (Meade) como Presidente.

Veo a un Beltrones como Secretario de Gobernación; a un Roque Villanueva en Hacienda; a un Espinosa Villareal exento de culpa y ahora en Agricultura, prometiendo subsidios; a Madrazo tal vez en Hacienda; a Bartlett en Relaciones Exteriores; al Diputado Eduardo Andrade en Educación. Me hundo en la profundidad de mi meditación y veo a Augusto Gómez Villanueva y a todo el nacionalismo revolucionario de nuevo en su apogeo.

Veo al “Presidente” Labastida decidiendo quiénes serán los Gobernadores de los Estados, los nuevos contratistas del Gobierno; quiénes serán los ganadores y quiénes los perdedores.

Luego visualizo los primeros años de las últimas cinco administraciones priístas; las devaluaciones, las fugas de capital, las colas en los bancos para retirar el dinero cuando la nacionalización. Veo la destrucción de nuestra moneda y el endeudamiento de la patria. Veo las lágrimas en los ojos de López Portillo en su último informe, gritando “nos saquearon”; luego veo las de los agricultores del Valle del Yaqui, cuando la afectación de Echeverría. Veo el rostro de Silva Herzog, en septiembre de 1982, cuando anuncia en Washington la quiebra y suspensión de pagos del país. Veo las monstruosas devaluaciones del período de Miguel de la Madrid devorando el patrimonio de los mexicanos.

Visualizo la nerviosa figura de Serra Puche en Nueva York, en diciembre de 1994, tratando de explicar la devaluación, ante el pánico de los banqueros, que no hallaban cómo deshacerse de los papeles mexicanos.

Veo claramente a Colosio caer ante las balas “del asesino solitario”. Veo los miles de hectáreas sembradas de mariguana en Caborca y patrulladas por el Ejército mexicano. Veo el rostro lleno de angustia y desesperanza de los ilegales que transitan por el patio de la casa de mi hija, en Nogales, Arizona. Pasan por mi mente los cientos de millones de dólares de Raúl Salinas depositados en todo el mundo y luego la presencia de Carlos Peralta ante las cámaras de televisión, afirmando que parte de ese dinero era suyo, un fondo para promover desarrollo.

Abro los ojos sobresaltado y me doy cuenta de que ha sido sólo una pesadilla. De inmediato preparo una nota a Vicente para decirle: “Seguimos estando contigo. Gracias por no habernos sepultado en las crisis del priísmo en estos primeros meses. Entremos al segundo round con el enemigo identificado y un mapa del campo minado. Vamos a nombre de los mexicanos por el ‘knock out’ definitivo”.

¿Qué piensan? ¿Le creemos y pensamos igual? ¿Vamos por el segundo round o que rayos hacemos? Eso sí, del cielo no va a venir nadie a resolver nuestros problemas.

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