Memorias de Guillermo Prieto, poeta y periodista (1818-1897)
Ya casi es Semana Santa, días sobresalientes en el calendario litúrgico para los católicos y el próximo viernes (12 de abril); en las viviendas, templos y centros culturales tanto de la angelopolis como de nuestro país, se colocan desde sencillos hasta majestuosos altares dedicados a la Virgen María en su advocación de la Virgen de los Dolores o La Dolorosa, representada con una daga que atraviesa su corazón, en memoria de los sufrimientos que padeció por la crucifixión de su hijo Jesucristo.
La costumbre de poner un altar a la virgen de Dolores empezó en México con la llegada de los españoles en el siglo XVI, pero los testimonios no son muchos, los más fidedignos se remontan al siglo XVII. La tarea evangelizadora de los frailes franciscanos en nuestro país prosperó gracias a que muchas fiestas católicas concordaban con las de los nativos, tal es el caso de la Semana Santa que coincidía con los festejos de la fertilidad de los mexicas, por lo que, aparte de su significado católico, existe un trasfondo prehispánico en el que subyace una connotación de fertilidad de la tierra, es por eso que en el altar se observa una ofrenda integrada por semillas de amaranto, lenteja y chía.
“Al principio, la costumbre del Altar estaba reservada a los espacios religiosos, pero paulatinamente fue permeando en las prácticas de los feligreses al grado de que, en las fechas de Semana Santa, cada familia también colocaba su altar en el hogar. En el actual barrio de San Ángel de la ciudad de México, que antaño era un pueblo, las grandes casonas en los siglos XVII y XVIII ya acostumbraban tener el propio; para el siglo XIX se había vuelto toda una tradición”, señala Alfredo Marín Gutiérrez, director del Museo del Carmen de la ciudad de México.
En Puebla capital tanto en el patio central de la Casa de Cultura como en la sala virreinal del Museo Amparo, sobresalen los majestuosos altares de Dolores. La tradición de colocar el Altar de Dolores en la Casa de Cultura de Puebla, se remonta a 1976, en aquella época era discreto, bonito y tradicional, en la actualidad es mucho más vistoso y grande, pero siempre retomando lo que se hacía en los hogares de los poblanos. Desde su apertura en 1991, el museo Amparo instala su altar de dolores, ya sea en la sala virreinal o en el patio de entrada del citado recinto.
¿Qué elementos integran el tabernáculo?
• El papel picado morado del monumento escalonado simboliza el luto.
• Las doce velas o veladoras recuerdan a los apóstoles que acompañaron a María.
• Las naranjas con banderitas en papel de colores que, por el calor de las velas, producen un murmullo, son para consolar a María.
• Las coronitas de espinas, hechas de palma o cucharilla, simbolizan la Gloria de Dios y la glorificación de la Virgen.
• Las pequeñas macetas con brotes amarillos de trigo y alpiste, que al recibir la luz del altar se tornan verdes, significan la esperanza y la renovación de la vida, lo mismo que los pequeños animales huecos de barro poroso, que en su húmedo interior tienen semillas de chía que, al germinar, adornan el caparazón de tortugas o la lana de los borregos.
• Las lágrimas de la Virgen, simbolizadas por los “ojos de Boticario”, son esferas de vidrio transparente de diferentes tamaños, en pilas de agua pintada de colores que deben su nombre al uso que les daban los boticarios, como lupas o lentes de aumento para poder leer las recetas médicas.
• Los vitroleros de aguas frescas de distintos sabores: la jamaica simboliza la sangre de Cristo, la chía las lágrimas de la Virgen, el limón la esperanza de María en la Resurrección, el melón o naranja el atardecer del Calvario durante la Crucifixión, el tamarindo la amargura, y la horchata la pureza de María. Las bebidas se ofrecen u ofrecían después de que la feligresía rezaba el rosario o alguna oración y preguntaba: ¿No ha llorado la Virgen aquí?
• Los fruteros simbolizan la solidaridad con que se convida a los visitantes a participar en el consuelo de María.
• Finalmente, las flores multicolores a diferentes alturas, logran magníficas composiciones que simbolizan la alegría con la que los devotos consuelan a La Dolorosa.
Los sufrimientos de la madre de Jesús
Los siete dolores de María son un conjunto de sucesos de la vida de la Virgen María que, al paso del tiempo, se convirtieron en una advocación popular y se encuentran frecuentemente recogidos en el arte, tal es el caso del altar de dolores:
1. La profecía de Simeón (Lc 2, 34-35)
2. La huida a Egipto (Mt 2, 13-15)
3. El niño perdido en el templo (Lc 2,41-52)
4. María encuentra a Jesús camino al Calvario (Jn 19, 25-27)
5. Jesús muere en la cruz (Mt 27, 45-50. 54)
6. María recibe el cuerpo de Jesús al bajarlo de la cruz (Jn 19,38)
7. La sepultura de Jesús (Mc 15:42-47)
Cabe señalar que estos siete dolores no se deben confundir con los cinco misterios de dolorosos del Rosario.
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