viernes, 21 de octubre de 2011

San Juan de Dios, el templo de las historias tristes

El gobierno nos debe agradecer por conservar el patrimonio arquitectónico y cultural como son los templos, más aún si se encuentran en el centro histórico porque desafortunadamente prefieren invertir en edificios más rentables.

En la calle 5 de mayo y esquina con 16 oriente del centro histórico de Puebla, se encuentra el templo del ex hospital de San Juan de Dios, un inmueble sobrio que poco a poco se ha ganado la atención de propios y extraños con su fachada teñida de amarillo y ocre, además de su tablero labrado en cantera gris. En torno al citado predio compiten por la feligresía el santuario del Señor de las Maravillas, el ex convento de Santa Rosa y la parroquia de San José. Pese a ello, el edificio conserva historias de prodigiosos milagros y grandes tristezas, guarda detalles que esperan ser descubiertos, se mantiene vivo gracias al empeño del sacerdote Luis Maldonado Frutos, quien no solo ha logrado restaurarlo sin la ayuda del gobierno, también ha propiciado que la gente encuentre en ese lugar, un remanso de paz.


¿Por qué tantas lágrimas derramadas?

Hace 18 años al Padre Luis Maldonado Frutos recibió el templo San Juan de Dios, cosa que le parece un juego del destino porque siendo niño visitaba con su mamá el templo de las Maravillas y después el templo de San Juan, lugar que le producía temor entrar. Años después, siendo sacerdote, Luis Maldonado regresa con la encomienda de reconstruir material y espiritualmente el tabernáculo sin sospechar que su tarea sería intermitente.

El templo de san Juan de Dios es una obra de la Orden Hospitalaria de los Hermanos de la Caridad, mejor conocidos como “juaninos”, se construyó entre los años 1667 y 1681. El primer templo quedó destruido por un terremoto en 1711 y fue nuevamente edificado.

“San Juan de Dios es un templo que ha sido testigo mudo de la injusticia, que habla por la gente pobre porque en nuestro país la justicia es costosa”, indica el padre Maldonado. “Sobre todo, si te has dado cuenta, se respira una profunda paz y tranquilidad, síntoma de que el templo ha vuelto a la vida y que los feligreses contribuyen con ello cuando lo visitan.

“Cuando San Juan de Dios funcionaba como hospital, entre los siglos XVI y XVIII, fue uno de los mejores junto con el de San Pedro por sus avances médicos en la ciudad de Puebla, y la gente humilde, sobre todo mujeres, venían a pedir y suplicar con lágrimas por la salud de sus enfermos.

“Lo que ahora tú ves, era la capilla de hospital, tiempo después, con el asunto de las Leyes de Reforma, el hospital es materialmente separado de la Iglesia para convertirlo en cuartel militar y finalmente en cárcel cuya gestión concluyó en 1988.

“Y las historias tristes no pararon, este lugar sufrió los constantes cateos de la policía cuando había fuga de reos. ¡Gendarmes que entran a la casa de Dios para atrapar gente! Actualmente los que dicen mantener la ley y el orden, con lujo de prepotencia y armas de alto poder, entran en los templos no solo para atrapar a narcos, para asustar a la gente, ¡caray!

“La época más triste y difícil para la penitenciaría ocurrió entre los años 1950 a 1970, muchas personas venían a pedirle al Justo Juez por los familiares, amigos o conocidos en prisión, ya que en aquellos días era muy famosa por la manera que se trataba a los reos, los torturaban y la capilla de San Judas Tadeo sirvió para tales actos.”

Cabe señalar que hubo un tiempo que el templo estuvo cerrado, después del terremoto de 1985 hasta su reapertura en 1993. Desafortunadamente ese lugar ha sido uno de los más saqueados de Puebla pero conserva un aceptable acervo; pinturas de Miguel Jerónimo Cendejas, Cástulo Padilla, José María Martínez y Agustín Arrieta, así como cuadros anónimos, muebles e imágenes.


Algunas anécdotas

“Un padrecito viejito, que ya falleció y estuvo aquí, narró que en una ocasión se fugaron 30 reos del penal de San Juan de Dios, salieron por la sacristía y pues, ya te habrás de imaginar los días y las noches que ocurrieron cuando los policías y vigilantes entraban para peinar el lugar.

“Tanta fama cobró la cárcel de San Juan que hubo suicidios. El padre de quien te digo decía que fugarse de la cárcel era toda una aventura porque tenían que burlar la vigilancia, hubo unos cuantos que lo lograron, pero cuando eran descubiertos, preferían caer al vacío, desde la cúpula de la Iglesia en vez de regresar a la tormentosa celda.

“Un evento muy simpático fue el de un muchacho que le decían ‘el loco’. Este chico estaba enfermito y cada vez que podía, miraba por largo rato y diciendo cosas incoherentes o imperceptibles, la imagen del niño enfermero, que se parece mucho al niño doctor de Tepeaca. El chico dejó de venir un tiempo y cuando se le volvió a ver lo observé cuerdo. Yo digo que es un milagro. Así como él existen otras personas que están un momento mirando las imágenes y cuando les suceden cosas extraordinarias, colocan listones rojos.

“Otro hecho conmovedor que me tocó ver, fue el de un niño que venía todos los días a misa, después de cada celebración le rezaba al Justo Juez. Atrapó mi atención la devoción de este chiquillo y le pregunté por qué le rezaba a la imagen y venía todos los días a misa, el niño me dijo que estaba pidiendo para que sus padres se volvieran a unir: ‘Parece que Diosito no me quiere oír. ¿Usted sabe cuándo van a volverse a unir mis papás?’ Francamente no pude contestarle y el chamaco dejó de venir. Días más tarde el niño me buscó, estaba muy contento y le pregunté si sus papás se habían unido, me dijo que no, que su papá vino a Puebla a ver a su mamá y eso fue suficiente para estar feliz y ver que sus padres estaban unidos otra vez.”


Percepción personal del templo

El padre Maldonado tiene una impresión positiva del lugar y de las personas. “Tenemos cien niños en el catecismo, es un buen número, también funciona el único consultorio psicológico, la gente no sabe qué es un psicólogo y en qué puede ayudarnos.

“Esta Iglesia, a pesar de sus momentos difíciles y sus historias tristes, está renaciendo, lo puedes constatar. La gente viene a orar, a desahogarse, a encontrar la paz. Y aunque en Puebla hay muchas Iglesias, y la gente puede ir a la que quiera, personas que en su época vivieron por estos rumbos y que habitan en otros lugares, aquí vienen a Misa.


Entorno religioso competido

“A pesar de tener como vecinos al Señor de las Maravillas y a San José, la gente nos visita. Algunos turistas han venido y se han quedado sorprendidos por la riqueza cultural de este lugar que muchas veces puede pasar inadvertido. Ciertamente dentro del templo nos hemos esforzado por mantenerlo limpio y bien conservado, sin embargo, necesitamos arreglar el atrio y la fachada porque eso también es importante.

“Lamentablemente nos vienen a visitar y nos conocen cuando se presentan situaciones adversas como los sismos y las inclemencias del tiempo. Los trabajos de restauración del antiguo hospital de San Juan de Dios (actualmente sede del Sistema Estatal DIF), provocaron que se fracturaran las estructuras del techo, la bóveda, la cúpula y la sacristía del templo, y eso para mí fue preocupante porque es un lugar que conserva un valioso acervo histórico y cultural, además porque este templo iba a ser demolido. En este sentido, el gobierno nos debe agradecer por conservar el patrimonio arquitectónico y cultural como son los templos, más aún si se encuentran en el centro histórico porque desafortunadamente prefieren invertir en edificios más rentables”, concluyó el presbítero.

3 comentarios:

  1. PADRE LUIS MALDONADO, DESCANSE EN PAZ.

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  2. Muy buen articulo, me ayudo en mucho :D

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  3. Yo fui su monaguillo, y tengo excelentes recuerdos de él. En paz descanse, querido Padre Luis!

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