Por tratarse de Salvador Cabañas, jugador de las águilas del América, equipo de futbol de Televisa, pensábamos que en cuestión de horas se resolvería el atentado en contra del guaraní. Pese a conocerse santo y seña del agresor, desde enero de este año a la fecha no ha sido detenido para que se dicte sentencia. A finales del mes de marzo nos enteramos de un extraño homicidio, el de la niña Paulette Gebara, y digo extraño porque a casi dos meses del delito, no se han fincado responsabilidades y las autoridades judiciales han perdido credibilidad en sus pesquisas. Y para colmo, desde el sábado pasado está desaparecido Diego Fernández de Cevallos sin que se sepa nada de su paradero, mucho hermetismo en torno a su caso o tal vez mucha cautela, no lo sabemos, lo que sí extraña es que tratándose de una importante figura política, no se sepa nada a ciencia cierta. De lo que sí se puede estar seguro es de la incompetencia, la incapacidad o el desasosiego de la autoridad para actuar...
Debo reconocer que Benedicto XVI ha tenido la sapiencia y la valentía para reconocer una dolorosa verdad: los traidores al mensaje de Cristo están ahora entre sus principales colaboradores, sus representantes en la tierra. Esto no nos debe sorprender, recordemos que a Jesús lo traicionó uno de los suyos, así ha sido siempre y lo será en el futuro. Sin embargo, hay una gran diferencia en esa trágica situación: Judas se suicidó por el remordimiento de conciencia, el temor de Dios consumió su alma hasta matarle. ¿Ocurrirá lo mismo con los traidores de hoy?...
La semana pasada nos enteramos que empresas como Volkswagen, Bimbo, HSBC y Findlay Industries, proveedora de la armadora alemana, aplican la prueba de VIH/Sida (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) a sus trabajadores sin su consentimiento y despiden a quienes resultan positivos. ¿Sorprendente? Tal vez, más asombroso es la persistencia de otras arbitrariedades como el límite de edad laboral, la exigencia de certificado de no embarazo a mujeres, la falta de garantías en el trabajo doméstico, aburrir a los trabajadores “indeseables” para que renuncien y se evite pagar costosas liquidaciones...
¡Hasta la próxima!
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