Pensemos por un momento cómo serían los siguientes escenarios al momento de sintonizar el noticiario de radio o televisión, al leer las páginas del periódico o revisar las publicaciones electrónicas:
“Los países más industrializados del mundo presentaron a la Organización Mundial para la Alimentación y la Agricultura (FAO) un plan maestro a mediano plazo para poner fin a la crisis alimentaria que deja a la mitad de la población mundial en condiciones irreversibles de hambre y desnutrición...
“Diputados y senadores de todas las bancadas plantearon al presidente de México un proyecto alterno para que nuestro país, a más tardar en una década, cuente con suficientes plantas generadoras de energía limpia y barata para dejar de depender del petróleo. El mandatario se sometió a la propuesta de los legisladores e instruyó a que cada uno de los estados de la república...
“Caciques y grupos paramilitares de Oaxaca y Chiapas serán juzgados por los crímenes cometidos contra pueblos y comunidades indígenas. Las fuertes presiones de los organismos no gubernamentales y las Comisiones de Derechos Humanos obligaron a los mandatarios de esos estados a poner fin a la impunidad ancestral...
“Histórico triunfo de la oncena de Javier Aguirre, la selección mexicana de futbol sacó la casta para vencer al equipo... y espera rival para jugar el quinto partido en la copa mundial Sudáfrica 2010...”
¿Una quimera? Seguramente. Lo cierto es que en los últimos años nos hemos habituado a las malas noticias, a la crítica ácida, a la falta de propuestas desde los medios, a la adulación, a los ataques, rara vez escuchamos una buena noticia o la voz de la ciudadanía. Además; informar, orientar, entretener y educar a las audiencias ya no es la dinámica de los medios, el rating es el eje rector de los ingresos a costa de programas ñoños y sensacionalistas.
Se erigen en juez y parte de un hecho noticioso, se convierten en catalizadores porque amortiguan o empeoran los asuntos públicos, crean e indultan a personas e instituciones y si esto no es suficiente, se suben al ring de la arena política. Por si fuera poco, me inquieta la persistente frivolidad informativa, el bálsamo cotidiano para escapar de la dura realidad con la que lidiamos.
Ojalá pronto tengamos buenas noticias, ¡del ámbito que sea!, son necesarias.
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