Terminó otro curso escolar y con ello inicia al periodo vacacional de verano para millones de estudiantes. Este tiempo es significativo porque manifiesta la necesidad del descanso no sólo como recompensa del trabajo realizado, sino como la oportunidad para que, haciendo un alto en el camino, se replantee la vida y el quehacer cotidiano, se refuercen las virtudes y se corrijan los errores. Todos estamos en este sendero de perfectibilidad y las vacaciones han de potenciar nuestras fuerzas físicas y mentales. No se trata entonces de “dejar de hacer” como de cambiar de actividad. Sin embargo, las vacaciones plantean siempre la interrogante existencial ¿Qué hacer con el tiempo libre? El tiempo estivo es un tiempo para vivir, para crecer, para aprender, para descansar y recuperar fuerzas; en definitiva, un tiempo que debe enriquecernos y perfeccionar nuestro ser persona.
Nuestras posibilidades se multiplican durante el tiempo libre: practicar deportes, adquirir nuevas aficiones o dedicar mas tiempo a las cosas que más nos gustan, leer, y sobre todo es la oportunidad para estar en familia, ordenar nuestro espíritu y crecer en la caridad hacia el prójimo. Por estas razones, debemos hacer todo lo posible para que nuestro tiempo de vacaciones adquiera una triple dimensión, es decir, que favorezca en nosotros el descanso, la diversión y el desarrollo del cuerpo y del espíritu.
Saber aprovechar el tiempo en vez de desperdiciarlo es una obligación y un compromiso, no sólo se trata de tener tiempo disponible o no ocupado por las actividades cotidianas o no asignado a otras obligaciones, se trata entonces de un tiempo en el cual el ritmo de trabajo decrece por lo que resulta bastante fácil perderlo por ser tan poco y no amplio. Hay que evitar el peligro de que se destruya en poco tiempo lo que se ha venido construyendo con mucho esfuerzo durante los periodos de formación o trabajo: hábitos de esfuerzo intelectual y progreso en los valores. Es preciso que este tiempo disponible se dedique a realizar esa multitud de actividades enriquecedoras al alcance de la mano de cualquiera.
Hay un tiempo para cada necesidad y estas se satisfacen con el buen sentido; buscar lo que nos llene de serenidad, luz, alegría y paz significa aprovechar bien las vacaciones, tarea no siempre fácil, sin embargo sólo es cuestión de orden, basta no excedernos en las normas del buen sentido, que guardemos las debidas distancias, que no incitemos a ningún desorden moral, pues entonces ya no es diversión auténtica, sino pérdida de densidad humana.
Las vacaciones son un momento perfecto para hacer todo lo que ordinariamente no podemos sacar adelante o en el mejor de los casos, retomar aquello que dejamos para el “después”.