La pobreza es una brutal negación de los derechos humanos y no sólo carencia de bienestar social, educación, salud y empleo, factores que también se ven afectados y disminuidos acarreando con ello una nefasta problemática social. La pobreza es una forma de exclusión y discriminación: cultural, étnica, de género, etc. que generalmente se acompañan de privaciones socioeconómicas. La pobreza niega libertades, capacidades, derechos y oportunidades a las personas para tener una vida larga, creativa y sana, para adquirir conocimientos, tener libertad, dignidad y respeto por sí mismas.
Una sociedad sumergida en el desasosiego, la desesperanza y la inseguridad, es un factor que compromete seriamente la estabilidad social. Sin importar que sean ricos o pobres, existen disparidades dentro de los mismos países que se hacen visibles cuando se evalúa por separado el desarrollo humano de sus habitantes, puede haber todo y carecer de mucho.
La pobreza es una llamada de atención a la conciencia, permitirla significa falta de caridad, y faltar a la moral. Existe el paradigma que establece que sólo el dinero logra superar el medio y, con él, la suerte de las familias pobres. Esto tiene que ver sin duda, pero solo los valores morales o espirituales hacen salir realmente de la pobreza.
El dinero es sólo una chispa que encandila pero que a falta de valores y educación, se escurre de las manos como arena en los dedos. Dar dinero no es solucionar la pobreza, remediarla es permitir el contacto con otros y con las oportunidades. Existen personas capaces e inteligentes y que se destacan en su medio, sin embargo, permanecen en su situación por “no tener acceso” a las vías para salir de su condición. El problema no es el dinero solamente, hay quienes lo han ganado de manera fácil pero finalmente siguen siendo pobres.
Para salir de la pobreza se requiere un profundo cambio personal y privado, la voluntad por superarse, por aprender desde lo básico como la forma de hablar y comportarse hasta la búsqueda por obtener medios que le permitan acceder a la educación, a la información, al conocimiento y al asesoramiento. Siempre se ha pensado que los gobiernos y los organismos internacionales son los responsables directos para resolver estas circunstancias, sobre todo cuando se observa que actúan a través de favores o “actos de caridad” en beneficio temporal de los pobres.
La erradicación de la pobreza es una obligación ética basada en el amor al prójimo; requiere de un sentido de entrega desinteresada, requiere de respeto por la dignidad de personas que han tenido otra realidad. Cuando hablamos de gente pobre hablamos de personas humanas y no de conceptos. Los sistemas económicos centralizados, descentralizados, sociales o de mercado, no han logrado esta superación.
La pobreza se erradica cuando las personas se unen con el solo propósito solidario de ayudar por amor. Por amor dar educación gratuita, alimento y protección, un trabajo estable, una concepción religiosa, una mano que los conforte, oportunidades de superación.
Todo el rollo mareador, el discurso social y moral aquí planteado, tiene relación con la campaña Para que Puebla no tenga frío, cruzada que abandera la televisora local TV3 cuyo propósito es reunir cobertores y cobijas para entregarlas a la gente que vive en zonas marginadas de nuestro Estado y tengan un invierno más o menos agradable.
Así como los medios de comunicación son capaces de convocar a la sociedad para una noble causa, ojalá también puedan contribuir para alentar y convencer a los grandes empresarios en invertir sus dineritos en la generación empleos y se rompa el circulo vicioso de la pobreza, de otro modo, a lo largo del año seguiremos dando píldoras para aliviar temporalmente la inopia en sus diversos rostros, solo falta voluntad, buena disposición para hacerlo.
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