Fragmento de la crítica de Anton Ego, en el filme
Ratatouille (2007)
El pasado 3 de julio Alana Lliteras se convirtió en la
primera Masterchef Junior México al vencer en la gran final a Yoel y Efanyz.
Sin duda la versión infantil superó a la versión adulta del renombrado reality
show de cocina, ya que generó muchas expectativas por las versiones que se han
producido en otros países y en el nuestro no sería la excepción. Ciertamente a
los niños se les trató con atención y respeto, no los ridiculizaron ni los
exhibieron pese a los regaños y llamados de atención de los jueces, además se
presentó al televidente un concurso que fuera lo más heterogéneo en
representatividad social y cultural.
No cualquiera puede cocinar… como los chiquitines que a lo
largo de 13 semanas empezaron por preparar cosas sencillas hasta alimentos más
elaborados. No dudo que a lo largo de los días los niños fueran entrenados en
aspectos elementales de las artes culinarias y que el aprendizaje se les
facilitara gracias al gusto y al deseo de aprender y superarse, amén de las
clases magistrales de los chefs invitados. Y si esto que le comento funciona en
los niños, con mayor razón en los adultos. ¿Los empresarios mexicanos están
conscientes de lo valioso que es el capital humano y destinan recursos para
capacitar a sus nuevos trabajadores para que sean felices y productivos?
No cualquiera puede cocinar… en un reto de equipos con un
grupo tan diverso en ideas y costumbres; pese a la falta de liderazgo, a la
falta de orden y a la falta de trabajo en equipo, que en todos los desafíos se
demostró, los chefcitos pudieron sacar adelante las viandas solicitadas. Sin
embargo, ¿estos episodios son una muestra del México de hoy?
No cualquiera puede cocinar… como María, la concursante que semana
a semana se sobrepuso al “no puedo”, que venció el desasosiego del “no sé”, la
contendiente que luchó hasta para sonreír por un plato bien elaborado y
presentado. No me sorprende que las críticas ácidas de los televidentes
emergieran con comentarios fuera de lugar con un chocante “pero si está fácil”.
Pues sí, seguramente es fácil pero para alguien que en su vida solo ha comido
lo más elemental del cuadro alimenticio, no. Y todavía más, sus “compañeritos”
en vez de apoyarla, la rechazaban, hasta creían que se hacía tonta para ganar.
Y no le sorprenda que en la vida real las cosas sean así, donde muchos
mexicanos que tienen muchas ganas de trabajar no sepan utilizar las
herramientas de trabajo y los compañeros en vez de enseñar, se burlan o se
jactan de su destreza.
No cualquiera puede cocinar… Como Efanyz y Melanie, como Yoel
y Emiliano, como Jave y Camila, como Pablo y María, niños que a su corta edad
ya preparan postres y antojitos por la influencia de mamá, de papá o de la
abuela, incluso por la necesidad de apoyar económicamente en casa al trabajar
en alguna fonda. Estos chamacos pueden ser fuente de inspiración para otros
niños que en su mente rondará la idea de ser alguien en la vida, aunque no
necesariamente chef. Ojalá que en la siguiente temporada de Masterchef Junior
México, predominen los concursantes provenientes de la cultura del esfuerzo y
no los “carita”, los “niños bien” o algún recomendado. Valdrá la pena apostar
por las nuevas creaciones que pueden surgir de las condiciones modestas e
impulsarlos a luchar por sus sueños, como lo logró Alana, aunque la chiquilla
no es alguien que viva en condiciones humildes.
No entendí el papel que desempeñó la madre Flor en
masterchef junior: ¿era nana, directora espiritual, asesora culinaria?
No es de mi agrado que Anette Michel sea la conductora,
insisto, el chef Benito Molina tiene buenas tablas para llevar la batuta, como lo
hizo el chef Gary Mehigan en Junior Masterchef Australia o como el afamado cocinero
Gordon Ramsay en Junior Masterchef Estados Unidos.
Como en la edición adulta, la versión infantil no se salvó
de las críticas de ser un fraude, en las redes sociales la gente puso en duda el
triunfo de Alana al referir que es presunta sobrina de la conductora Anette
Michel quien desmintió el parentesco, además se dijo que es pariente de un alto
ejecutivo de la televisora del Ajusco cosa que no se ha negado…
Álvaro Cueva, en su sección “Surtido Rico”, que se publica
en la versión electrónica del diario Milenio, asevera que la versión mexicana
de masterchef junior es la mejor del mundo… ¡de ninguna manera! Aunque el
analista de contenidos haya visto otras ediciones del renombrado programa de televisión,
considero que la mejor es la de Australia por su seriedad, por el nivel de
competitividad, por la calidad de la producción y por la diversidad de los
chefcitos. Para muestra dejo
las finales de ambos certámenes y compare:
Quedan estas reflexiones de la primera temporada del Junior Masterchef México, no son un examen a profundidad, ojalá en las aulas
universitarias puedan hacer una análisis de contenido a fondo y publicar las
conclusiones para que a los señores productores les ayude a mejorar la
producción y cuidar los detalles, los más sutiles detalles.
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