viernes, 2 de marzo de 2018

Familia, cambios y decisiones responsables

Las decisiones que cada familia tome ya no son dictadas por nadie, ya no por la tradición, ya no por mandatos externos, ya no por un solo miembro de la familia, ya no por los abuelos, ya no por nadie que no sean los mismos integrantes del sistema familiar...


Por Enrique López Albores *

Carmen y Antonio son una pareja de recién casados, tienen solamente dos años viviendo juntos. Ella es abogada de formación, su mayor ilusión ha sido siempre desempeñar un cargo público además de litigar en su propio despacho. Él es arquitecto, estudió, al igual que ella, en una universidad prestigiada y con muchos esfuerzos se está consolidando profesionalmente. Actualmente están esperando un bebé, se encuentran en el octavo mes de embarazo y pronto serán tres.

Viven lejos de la familia de ella, pero en la misma ciudad de la familia de él. Ella, hasta antes de su embarazo estaba litigando en un despacho de la ciudad y estaba a punto de formar parte de un equipo de trabajo con aspiraciones políticas, proyectos que, muy a su pesar según sus propias palabras, pospuso debido a su embarazo. Él está, junto con otros socios, constituyendo un despacho de diseño y arquitectura, además de que da clases en la universidad de donde egresó.

Esta pareja se encuentra en una situación singular nada desconocida por muchos, ambos quieren seguir trabajando y también quieren tener otro hijo además del que esperan, pero se plantean los siguientes cuestionamientos: ¿Quién se hará cargo del bebé en camino y del próximo que tienen programado? ¿Los inscribirán en una guardería? ¿Se los dejarán a la abuela paterna? ¿Alguno de los dos se hará cargo de los bebés? ¿Por cuánto tiempo? ¿Quién se hará cargo de los quehaceres del hogar ahora que serán más? ¿Quién llevará a los niños a la escuela cuando éstos crezcan? ¿Qué decisión es la mejor?

Carmen y Antonio están convencidos de que la cercanía con sus hijos es recomendable y también están convencidos de que quieren desarrollarse y progresar profesionalmente. Son conscientes además de que, al menos en nuestro contexto actual, cuatro años fuera del ejercicio profesional pone “fuera de circulación” al profesionista en cuestión, además de que son conscientes de las implicaciones económicas de cualquier decisión que tomen.

Esta familia podría apellidarse Unadetantas que abundan en nuestro tiempo que cuestionan a sí mismas o que acuden al consultorio psicoterapéutico para escuchar la voz de su propia conciencia y tomar así la mejor decisión. Esta es una de las típicas disyuntivas y dilemas ante las que se para cualquier pareja de nuestro tiempo, parejas que buscan desempeñarse y realizarse plenamente en los diferentes campos de su existencia individual y familiar. Dilemas propios de nuestra época y nuestro contexto histórico.

Años atrás las decisiones eran menos complejas, el número de variables que debían tomarse en cuenta era menor, el papel del hombre y de la mujer estaban más definidos por la tradición, por la costumbre... por otros. Los roles sociales en general casi no se cuestionaban, los cambios en los diferentes ámbitos de nuestra vida tampoco eran tan acelerados y vertiginosos.

En ese mismo tenor, años atrás, los diez mandamientos eran suficientes para conducirnos por la vida (Frankl, 1994). Actualmente, atendemos diez mil situaciones diferentes cada día, ¿necesitamos acaso diez mil mandamientos para decidir en cada una de ellas? ¿Necesitamos de diez mil personas que nos conduzcan una a una a cada momento de nuestra vida? ¿de dónde sacamos diez mil tradiciones y/o costumbres como referentes para decidir a cada momento? y, en el caso concreto de una familia ¿cómo han de decidir un padre y una madre que aman a sus hijos y que quieren acompañarlos en su crecimiento personalmente y que al mismo tiempo han de responder a los compromisos que adquieren cotidianamente para asegurar la educación de sus vástagos o para cubrir los requerimientos mínimos de desarrollo saludable de la familia toda o para atender su deseos y aspiraciones de desarrollo profesional y personal?

Decidir ya sin la tradición a cuestas es al mismo tiempo un peligro y una oportunidad, el peligro radica en que nos extraviemos con mayor facilidad y perdamos el rumbo en el sentido de nuestra existencia, la gran oportunidad consiste en aprovechar nuestra mayoría de edad y la responsabilidad que implica el tomar decisiones responsables escuchando la voz de nuestra conciencia.

Decidir en un mundo cada vez más complejo en donde las variables aumentan día a día, en donde cada movimiento trae consigo un sin fin de modalidades y consecuencia, implica ciertamente un desafío, un reto a nuestra capacidad de responder y hacernos así cada vez más humanos por conscientes que somos en nuestra relación con los demás.

La Dra. Elisabeth Lukas (Fabry, 2000) afirma que: “en una familia sana, cada miembro es consciente de su función aun cuando ésta se modifique con el tiempo. La conciencia de las propias funciones es especialmente crítica en épocas difíciles (desempleo, enfermedad, un nuevo hijo, la ancianidad, la muerte) en las que pudieran ser necesarios que algunos de los integrantes asuman responsabilidades adicionales o renuncien a ciertos beneficios.

Las decisiones que cada familia tome ya no son dictadas por nadie, ya no por la tradición, ya no por mandatos externos, ya no por un solo miembro de la familia, ya no por los abuelos, ya no por nadie que no sean los mismos integrantes del sistema familiar teniendo en cuenta a los mismo y los efectos que cada decisión, que cada movimiento trae consigo hacia el interior de la familia y hacia el exterior de la misma.

La dirección es simple, solamente basta con escuchar la voz de nuestra conciencia, esa voz que es personal y también familiar, la voz de nuestra conciencia que se expresa en el diálogo con la pareja, con los hijos... con nosotros mismos.

La voz de nuestra conciencia que se manifiesta en la sensación de libertad y paz después de tomar la decisión indicada para todos y cada uno de los implicados, o bien, la voz de nuestra conciencia que se manifiesta en la sensación intranquilidad y molestia después de haber decidido a favor solamente de nuestra comodidad y egoísmo.

¿Cómo escuchar la voz de nuestra conciencia? Esta es la pregunta que nos queda de tarea para otra ocasión. Por el momento baste atender a los cuatros párrafos anteriores para echar luz sobre esta pregunta inquietante.


* El autor es catedrático en la Universidad Iberoamericana Puebla y en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP). Consultor en empresas como BBVA Bancomer, ThyssenKrup, Federal Mogul, Holcim Apasco, Grupo Lamitec, entre otras, en donde ha integrado equipos de alto desempeño e impartido seminarios de formación a nivel gerencial y mandos medios.

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