miércoles, 10 de junio de 2009

¿Así no?

“Es a través de la participación electoral que los ciudadanos formamos parte de una serie de decisiones que involucran el desarrollo de la sociedad. Renunciar a nuestra principal obligación ciudadana, anula la posibilidad de incidir en la marcha de nuestro país”, así lo expresó el consejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE) Leonardo Valdés Zurita, en el inicio de la campaña La Promoción del Voto: los Partidos Políticos, el IFE y la Sociedad Civil. Y no es para menos el creciente empeño de anular el voto y/o votar en blanco en las próximas elecciones; el incumplimiento de la palabra empeñada, de las tantas y tantas cosas que nos prometen los candidatos que jamás cumplen (salvo los de tipo electorero); de los pleitos de lavadero que son las campañas electorales, carentes de imaginación y sin propuestas, de que los partidos solamente se dedican a cuidar sus feudos de poder y con descaro hacen sus trinquetes, desdeñan la confianza que recibió del elector que meditó su voto, mas no de aquel que puede comprar con despensas y otras minucias electorales, son razones suficientes para asumir dicha actitud.

La política sí que nos divide y en estos momentos es una lucha de contrarios. Por una parte, los que confían en la frágil democracia mexicana y sus instituciones cuya credibilidad está sostenida por alfileres. Por otro lado, los impulsores de una campaña de descontento e insatisfacción hacia los partidos. Tal vez pudiera surgir un tercer actor capaz de mediar en esta estratagema, una conciencia ciudadana cuyo actuar transite más allá del derecho y obligación a votar: Exigir la rendición de cuentas. Y es que cuando solicitamos un bien o servicio lo menos que esperamos es una excelente atención de quien nos lo proporciona. Cuando no nos satisface, de una amplia gama, elegimos otros productos que respondan a nuestras necesidades y expectativas. Si así fuera esta dinámica, aplicada a los funcionarios públicos llámense alcaldes, gobernadores, diputados, senadores y regidores; sean blanquiazules, tricolores o amarillos, no estaríamos padeciendo esta traumática y frustrante transición política, el país circularía por mejores sendas. Desafortunadamente no es así, exigir no forma parte de la cultura de la eficiencia política y ya es hora de que el ciudadano haga uso de esa prerrogativa.

¡No! ¡Así no! No votar o anular nuestro voto no beneficia a nadie, solo es un grito silencioso en el desierto electoral, tal vez un llamado de atención y nada más. Si va a votar, aunque sea por el menos malo vote, pero no se le olvide exigir. Más vale que lo tomemos en serio.

Postre

La crisis ha hecho trizas la economía mexicana, una manera de atenuarla es reducir el gasto gubernamental (haciendo más con menos dinero) y la otra opción es elevar o sacarse de la manga nuevos impuestos el próximo año. La cuestión es ¿con qué dinero creen nuestros gobernantes que los pagaremos?

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