A propósito del inicio del curso escolar en las universidades e institutos de educación superior, surgen diversas inquietudes en la posibilidad del futuro para quien inicia un camino de preparación y superación en la vida. La vivencia de una nueva etapa en la formación profesional señala ya desde ahora la preocupación por asegurar el empleo y la posibilidad de realización en el ámbito personal. Las esperanzas alcanzan indicios de realización cuando los resultados se presentan como una resolución favorable a la propia dedicación y esfuerzo. Miles de estudiantes inician la carrera por ocupar un lugar en la sociedad mexicana, con metas y aspiraciones, todos ellos tienen en sus manos la propia vida y la certidumbre de los que los rodean.
¿En qué piensa un joven que inicia los estudios universitarios? Seguramente en lograr un buen desenvolvimiento y desarrollo para que, terminada la formación, puedan incorporarse con éxito al mercado laboral. Sin embargo, como lo señalaron algunos eminentes egresados del Instituto Politécnico Nacional (IPN), hoy la juventud mexicana enfrenta graves problemas, muchos no tienen escuela y otros tienen libro y maestro, pero cuando terminan su educación no tienen dónde trabajar, sólo se producen desempleados con diplomas.
Frecuentemente los egresados no encuentran lugar dónde desempeñarse profesionalmente y cada vez es más común el hecho de que los profesionistas trabajen en tareas que no corresponden a la especialidad en la que se formaron y para las cuales ni siquiera era necesario estudiar. Aquí bien valdría preguntarse no sólo el por qué de tan lamentable situación, sino también el cómo se desempeñan dichas capacidades laborales, sin descuidar desde luego que no basta sólo un diploma o título para desempeñar determinadas ocupaciones y tareas.
No sólo es competencia del gobierno dar empleo a los jóvenes egresados de las universidades, también es responsabilidad del egresado responder a los retos que plantea un país donde viejos vicios caminan a la par del desarrollo y la cultura. Iniciar a escalar desde abajo es la consigna de aquellos que se preocupan de los grandes retos y desafíos, sin olvidar que ser egresado universitario también implica hacer crecer la sociedad y no sólo encontrar trabajo remunerable.
Gobierno y egresados son responsables de abrir las brechas del avance social, moral y económico del país, son ellos quienes tienen en sus manos la oportunidad de que su trabajo se convierta en la fuerza, no sólo productiva sino creadora de conciencia de que sólo avanza quien tiene deseo de progresar, de que en el tiempo actual ya no vale el conformismo del “ahí se va” ni el miedo al compromiso. Es cierto que las oportunidades son pocas pero crearlas depende de cada ciudadano.
México requiere de los conocimientos y esfuerzos de sus jóvenes más preparados y entusiastas, para que a su preparación corresponda un trabajo digno y bien remunerado, para que también la nación se vea fortalecida en sus principios y valores, jóvenes preparados que sean capaces de no alimentar más la corrupción, de evitar lo que daña y corrompe a la sociedad y que por el contrario estén dispuestos a los grandes esfuerzos y sacrificios por el bien de su país.
Los monumentos se erigen a los constructores de la Patria y nunca a los que dieron la espalda al gran proyecto de nación a la que todos, sin excepción alguna estamos llamados a vivir y disfrutar.
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