lunes, 4 de octubre de 2010

Réquiem al cántico de las criaturas

Conocemos la forma y el fondo del problema, sabemos qué debemos hacer para revertir los daños ocasionados a la naturaleza, contamos con los medios para heredar un mundo mejor a nuestros hijos. Sin embargo, no alcanzo a entender actitudes de escepticismo e indiferencia para rescatar y preservar, al menos, el espacio que nos corresponde tanto en la urbe como en el entorno rural.

De qué sirve destinar costosas campañas de concientización si de todos modos vivimos rodeados por ríos pestilentes, barrancas llenas de escombros y desperdicios, áreas verdes en deplorables condiciones, arterias viales bloqueadas de basura visual y chimeneas rodantes.

De qué sirven las promesas de campaña para crear parques, jardines y bosques si se privilegia la construcción de fraccionamientos y centros comerciales porque son más redituables o para justificar el crecimiento voraz de la metrópoli.

De qué sirven las convocatorias para reforestar si los ciudadanos apenas responden al llamado y la milicia, en el mejor de los casos, hace ese trabajo.

De qué sirve colocar contenedores para separar la basura si la seguimos mezclando a diestra y siniestra.

¿Qué hace falta para que los esfuerzos destinados a rescatar, cuidar y crear nuevas áreas verdes sean tarea permanente y no flor de un día? Los ciudadanos están mal acostumbrados a que papá gobierno les haga todo el trabajo y las organizaciones ambientalistas sean las únicas que se afanen con la ecología. Ganamos todos si se promueven descuentos en ciertos impuestos u otorgan incentivos a comercios, unidades habitacionales, industrias y escuelas para mantener sus calles limpias y arboladas todos los días, por mantener índices bajos en el consumo de agua y energía eléctrica cada bimestre, por cuidar y crear espacios abiertos anualmente, por incluir en los programas de estudio desde el nivel básico hasta el universitario la materia de Ecología... Para que ésta y otras propuestas funcionen hace falta una férrea voluntad de cambio, sobre todo, que estén libres de posiciones políticas. ¿Acaso será muy difícil?

De seguir este estado de cosas, no habrá más cántico del Hermano Sol y sí un réquiem por la Creación que versaría más o menos de esta manera:

Alabada seas hermana basura porque, además de deteriorar el paisaje, tus emulsiones degradan el aire y marchitan la tierra.

Alabado seas hermano smog porque envenenas el aire que respiramos y contribuyes al efecto invernadero.

Alabada seas hermana agua sucia porque aniquilas los ríos y los mares limpios así como a los seres que viven en ella.

Alabado seas hermano cemento y hermano asfalto porque impiden que el agua de lluvia se filtre al subsuelo y renueve los mantos acuíferos.

Alabado seas hermano poste y hermano cable porque las aves se posan en ti y nunca más se refugian en las arboladas.

Alabada seas hermana indiferencia, porque destruyes lo que Dios hizo en siete días.

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