viernes, 10 de diciembre de 2010

Rumbo a la Navidad, el tradicional nacimiento

Alrededor del nacimiento se ha formado, con el paso de los siglos, una serie de costumbres folklóricas que han contribuido a crear un ambiente festivo en la intimidad de las familias, en las calles, en los centros educativos y de trabajo, caracterizados por el tono sensible e ingenuo que se refiere a los sentimientos de la Virgen y de los pastores ante la pobreza que Dios ha escogido al tomar un cuerpo humano.



Las tradiciones y costumbres son una manera de hacer presente lo que ocurrió o lo que se acostumbraba hacer en tiempos pasados. Son los hechos u obras que se transmiten de una generación a otra de forma oral o escrita.

La palabra tradición viene del latín traditio, del verbo tradere, que significa “entregar”. Se podría decir que tradición es lo que nuestros antepasados nos han entregado. En el caso de la Navidad, lo más importante de las tradiciones y costumbres no es sólo el aspecto exterior sino su significado interior. Se debe conocer por qué y para qué se llevan a cabo para vivirlas intensamente.

Existen muchas tradiciones y costumbres que nos ayudan a vivir el espíritu navideño; sin embargo, debemos recordar que este espíritu se encuentra en la meditación del misterio que se celebra. En el año 1223 San Francisco de Asís dio origen a los pesebres o nacimientos que actualmente conocemos. El nacimiento se hace con réplicas en miniatura, se colocan las imágenes de San José, María, el burro, el buey, las ovejas y los pastores. Un pesebre puede tener casas, animales, lagos, bosques y un lugar especial donde se coloca el establo donde nació Jesús. Y no puede faltar la estrella de Belén. Siempre se dispone de un lugar particular en casa para armarlo. Se usan cajas de cartón, papel, musgo, paja, etc. En él encontramos los elementos básicos de la teología de la fiesta de navidad porque ésta no es sólo un recuerdo de un suceso histórico: el hecho del nacimiento de Jesucristo está ordenado a la Redención, a la Pascua, a la Parusía. Por eso el nacimiento es una memoria cuyo centro es la muerte y resurrección de Jesucristo.

Alrededor del nacimiento se ha formado, con el paso de los siglos, una serie de costumbres folklóricas que han contribuido a crear un ambiente festivo en la intimidad de las familias, en las calles, en los centros educativos y de trabajo, caracterizados por el tono sensible e ingenuo que se refiere a los sentimientos de la Virgen y de los pastores ante la pobreza que Dios ha escogido al tomar un cuerpo humano. Para expresar visiblemente el significado de la “iluminación” obtenida por el nacimiento de Jesucristo, el pesebre se enciende con luces multicolores que en ocasiones se realiza de manera extraordinaria.

Al respecto el papa Ratzinger pronuncio en el ángelus del domingo 11 de diciembre de 2005 lo siguiente: “En muchas familias, continuando una bella y consolidada tradición, se empieza a preparar el belén, como si se quisiese revivir junto a María estos días plenos de trepidación que precedieron al nacimiento de Jesús.

“Hacer el belén en casa puede ser una forma sencilla pero eficaz de presentar la fe y transmitirla a los propios hijos. El pesebre nos ayuda a contemplar el misterio del amor de Dios que se ha revelado en la pobreza y en la sencillez de la gruta de Belén. El belén nos puede ayudar, de hecho, a comprender el secreto de la verdadera Navidad, porque habla de la humildad y de la bondad misericordiosa de Cristo, que ‘siendo rico, por vosotros se hizo pobre’ (2Cor 8, 9).

“Al preparar las celebraciones navideñas poniendo la figura del Niño Jesús en el Portal de Belén, os invito a todos a que lo acojáis también en vuestros corazones y en vuestros hogares”.

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