Padre Joseph, este fin de semana estarás en nuestro país, entiendo que vienes como embajador y mensajero de paz, la jerarquía eclesiástica mexicana insiste que tu visita es eminentemente pastoral y no tiene propósito político alguno, tal y como sugieren algunos analistas.
Supongo que para tu periplo te documentaste acerca de las condiciones económicas, sociales, culturales y políticas de nuestro país, en este último punto seguramente no ignoraste que México vive un año electoral y tu estancia será precisamente días antes de que inicien formalmente las campañas. Considero que habría sido mejor que vinieras después de las elecciones, cuando los ánimos estuviesen sosegados, no generarías tantas suspicacias. Verás a Peña Nieto, a Vázquez Mota, a López Obrador, los candidatos a ser el jefe máximo de las instituciones aprovecharán tu estancia para salir en la foto contigo y ganar algunos votos, sumar simpatías.
Pero eso no es todo, mucha gente está disgustada porque no irás a la casita del Tepeyac a saludar a Lupe, tu equipo alega tu estado de salud; que si la altura, el clima, la alimentación… Tal vez si hubieses organizado tu tiempo habría valido la pena que te persignaras en el santuario de la Morenita y de paso afianzar la confianza y el cariño de los mexicanos, al mismo tiempo habrías generado más entusiasmo por tu visita, tanta propaganda aquí y allá no encandila, no te culpo, no tienes el carisma de Juan Pablo II y prefiero que seas tú mismo, sin poses. En cambio, elegiste un lugar emblemático para los católicos de antaño y de ahora, cerca del Cristo de la Montaña, el Cubilete, sitio que evoca la cruenta guerra cristera, ojalá que con tu ingenio y sensatez puedas darle un corolario para que ese lugar deje de ser una aciaga referencia.
Y para colmo, los inconformes. Con tu antecesor no sucedió, contigo sí, al igual que en España hay grupos que se han opuesto a tu visita en el sentido de que los gobiernos, tanto estatal como municipal del Estado de Guanajuato, han hecho desembolsos excesivos para tu estancia, con cargo al erario público, dineros que con justa razón deben ser destinados para obras y quienes deben sufragar los gastos son tus colaboradores, los obispos de México. Con tal de que todo quede impecable, el poder civil y el poder eclesiástico unen esfuerzos.
Sabes Padre Joseph, desearía poder estrechar tu mano, desearía poder decirte cara a cara “Dios bendiga tu ministerio”, desearía que escuches a las víctimas de pederastia de México y los consueles, desearía que arroparas a las víctimas del crimen y el narcotráfico, desearía que pudieras abrirte paso entre la multitud sin guaruras ni papamoviles de por medio como lo hizo el rabí de Galilea cuando predicaba en los pueblos pero no se va a poder, la rudeza del Estado Mayor Presidencial hará imposible aquellos deseos, resguardarán tu seguridad y, siendo el Vicario de Cristo, el Sucesor de Pedro con mayor razón. Me disgusta el exceso de seguridad que ya se ve en las ciudades de Silao, León y Guanajuato, blindadas, lamentablemente necesario, no sea que los malosos intenten hacer alguna tarugada y tu visita se convierta en tragedia griega. ¡Ni lo permita Dios!
Está demás que lo diga pero te pido que en tus homilías nos hables de Dios, que apliques el evangelio a situaciones de la vida real, no tengas empacho en alzar la voz cuando sea oportuno y al mismo tiempo te pronuncies con sencillez. No aproveches el púlpito para reivindicar o demandar derechos para la Iglesia católica: que si la libertad religiosa, que si la educación religiosa, que si debe tener sus propios medios de comunicación… No, los mexicanos queremos escuchar la voz del pastor que nos conforte y aliente con sus palabras, que nos oriente, que nos contagie de certezas, que aliente la esperanza y la unidad, que no tengamos miedo.
La invitación que un día fue entregada y meticulosamente estudiada, en las próximas horas se hará realidad cuando visites México por primera y única ocasión, estaré atento a los pormenores y confío en el propósito de tu viaje, eminentemente pastoral. Pese a todos los avatares, bienvenido seas Padre Joseph.