jueves, 29 de noviembre de 2012

De política y buenos deseos



Para ser buenos políticos hay que ser, ante todo, personas íntegras y formadas; formadas especialmente en la vivencia de los más altos valores. De este modo pueden ser fuertes interiormente para resistir las tentaciones del poder.

 
Anticipadamente quiero saludarlos teniendo en mente la enorme y basta labor que adquieren al ser “electos” como gobernantes de estas tierras. El ejercicio ciudadano realizado en los comicios electorales puso en sus manos no sólo la tarea de ostentar un título, también la posibilidad de ser testimonio íntegro y coherente en un mundo cada vez más dominado por el relativismo cultural, moral, religioso y político. Sus convicciones morales se reflejarán en cada acción que, en el ejercicio de sus facultades, realicen durante el periodo de su gobierno. Los ciudadanos sabemos que no debemos idealizarlos ingenuamente, pensando que son perfectos o infalibles, pero siempre los veremos actuar, particularmente en las más elevadas y difíciles responsabilidades y decisiones.

El caminar de los mexicanos se verá iluminado por la búsqueda constante de un denominador común que reclame el bien de la gente, sobre todo de la gente pobre, que sea garantía de diálogo y de servicio al gran ideal de la paz y el desarrollo, por eso es necesario que su vida personal también sea coherente con los principios que afirman en la vida pública. La desviación de los principios, por desgracia, siempre es posible y deseo que en ustedes, que están por iniciar esta nueva etapa, nunca anide la sentencia de que “para hacer política hay que ser avispados y astutos”.

La malicia, que es un sucedáneo deterioro de la inteligencia, tiene un gran límite, nunca busca el bien de los demás, sólo y siempre el de uno mismo. La idea de “hacerse astuto” es terriblemente engañosa y el primero en enredarse es el mismo que escoge este camino. Ciertamente la política no es una institución de caridad o un monasterio, sin embargo, no se pueden hacer compromisos en materia de coherencia y testimonio de los valores si no se está dispuesto a arriesgarlo todo por dar un testimonio verdadero: ¡Cristo fue crucificado por haber testimoniado la verdad y el amor en sus tres años de vida pública! No es casualidad el que haya sido escogido Tomás Moro como patrono de los hombres comprometidos en política.

Tomás Moro fue coherente, en el fondo, lo único que hizo fue cumplir con su deber y por ello le cortaron la cabeza, sólo porque fue fiel a sus propias convicciones, no buscó otros caminos que comprometieran su integridad. ¡Aunque también porque ciertamente no le faltaba cabeza!

Cuando asuman las riendas de nuestro país, estén dispuestos a servir, no cedan en cuestión de principios; tengan las puertas abiertas pues la democracia significa colaborar; no piensen sólo en intereses particulares, sino en los de la comunidad. Acojan el gobierno con espíritu ágil: capaz de subir escalones si su responsabilidad así se los pide, pero también de bajar con elegancia y humildad sin romperse el “fémur espiritual” que es una de las fracturas más peligrosas.

Para ser buenos políticos hay que ser, ante todo, personas íntegras y preparadas; formadas especialmente en la vivencia de los más altos valores. De este modo pueden ser fuertes interiormente para resistir a las tentaciones del poder. El desafío es grande y necesita hombres y mujeres dispuestos a vivir la política como una misión, dispuestos a seguir los grandes ideales con generosidad y afrontando todo riesgo. ¿Confiamos en ustedes?

Postre
¿Termina la pesadilla de muerte y violencia que dejó el sexenio de Felipe Calderón o se extenderá con el mandato de Enrique Peña Nieto? No sé si es verdad o es mentira, dicen que para mantener la paz social el PRI estando en el poder pacta con los malosos para que operen tranquilamente y de cuando en cuando hay  "operativos" para que creamos que sí se actúa para que prevalezca la ley y el orden... Al tiempo.

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