martes, 6 de octubre de 2015

2 de octubre, una herida sin sanar

El 2 de octubre no debe olvidarse, su memoria, la verdadera y no la fantasía que las jóvenes generaciones pretenden crear, debe ser un libro abierto a la lectura de la conciencia nacional, sobre todo si no se tiene una respuesta a la pregunta ¿Valió la pena?



Durante el sexenio del Licenciado Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), se fomentó el desarrollo económico de nuestro país mediante el modelo del “desarrollo estabilizador”, también enfrentó con dureza los movimientos sociales, especialmente las protestas estudiantiles que se gestaron en la Universidad Autónoma Nacional de México y el Instituto Politécnico Nacional, actos que culminaron con la trágica matanza en la Plaza de las Tres Culturas, Tlatelolco, en el otoño de 1968, un 2 de octubre. A más de cuatro décadas, no han quedado claras las causas por las cuales, a unos días de iniciar los Juegos Olímpicos en la Ciudad de México, brotaron, en la capital de la República, continuas perturbaciones del orden público, manifestaciones hostiles al gobierno y en particular a la persona del Presidente.

Para algunos resucitar los acontecimientos es una necesidad existencial elevada al más alto rango de necedad y equívoco, es lo menos que podemos pensar de los “estudiantes” que vemos en los noticiarios de la televisión, secuestrando autobuses y realizando actos de vandalismo con el fin de... tal vez ni siquiera ellos lo saben.

¿Qué lograrán aquellos que desafían, no sólo a las autoridades sino a todo ciudadano cuyo único pecado es vivir, precisamente, donde se suscitan los actos extremistas? ¿En quién o en dónde se plasman los resultados de tales movilizaciones?

Mucho se habla de los actos en sí, se enjuician y califican pero las consecuencias poco se atienden. Acontecimientos como el 2 de octubre deben medirse por los resultados, por el futuro que construyeron y la esperanza que despertaron, por lo que originaron y por el alcance de su proyección. Es un error seguir proclamando consignas y seguir luchando por aquello que hasta la fecha no ha sido asimilado, ni siquiera por sus protagonistas.

Recordar los acontecimientos debe llevarnos a hacer un serio examen de conciencia, buscar no sólo al culpable o a quién debe erigirse un monumento, más bien ser autocríticos y objetivos en principio.

¿Dónde estás 2 de octubre? dinos si el lugar que ocupas en el calendario es: ¿En las efemérides nacionales? ¿En los libros de texto? ¿En la narrativa de Carlos Monsiváis y Elena Poniatowska? ¿En la memoria colectiva? Responde a tus amantes y a tus críticos 2 de octubre, ¿por qué vale la pena no olvidarte? ¿Por Ayotzinapa que se suma a la lista de tragedias estudiantiles sin resolver?

En un país donde las luchas sociales han pasado a formar parte de los museos y las galerías, donde se respiran sólo las revueltas personales y egoístas, no puede haber víctimas y culpables; sino deseos de aprender, de mantener lo rescatable y de no equivocar nuevamente el paso y la toma de decisiones.

Fueron muy dolorosos los sucesos en la Plaza de las Tres Culturas, por momentos pareció que iba a comenzar una nueva era de desórdenes populares y anuncios de revolución, pues la agitación de los universitarios continuó.

El 2 de octubre no debe olvidarse, su memoria, la verdadera y no la fantasía que las jóvenes generaciones pretenden crear, debe ser un libro abierto a la lectura de la conciencia nacional, sobre todo si no se tiene una respuesta a la pregunta ¿Valió la pena?

Postre
Si antes era un mito o un secreto a voces, ahora la situación es real: Sí hay sacerdotes gays, lo reconoció quien fuera sacerdote y funcionario en la Congregación para la Doctrina de la Fe, Krzysztof Charamsa, expulsado por la Santa Sede, precisamente por hacer pública su homosexualidad horas antes del inicio del sínodo de los obispos sobre la familia.

“Quiero que la Iglesia y mi comunidad sepan quién soy: un sacerdote homosexual, feliz y orgulloso de mi identidad. Estoy preparado para pagar las consecuencias, pero es el momento de que la Iglesia abra los ojos y comprenda que la solución que propone, la abstinencia total de la vida del amor, es inhumana”, señaló Charamsa.


El tiempo dirá si este Monseñor fue oportuno en hacer público este asunto que ya pone a sudar a la Santa Sede y al Papa Francisco.

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