viernes, 15 de enero de 2016

Suenan los cañonazos

El malhechor indicó que pagó entre 200 y 500 pesos a cada manifestante, además regaló mochilas con útiles escolares a jóvenes para que se involucraran en las marchas. Sin duda es un hecho inédito que los grupos del crimen organizado utilicen a ciudadanos (de zonas marginadas, sino cómo explicar su participación) para que protesten a favor de sus intereses.


La historia oficial distingue a Álvaro Obregón, “El Manco”, como uno de los principales personajes del México revolucionario. Lo que no se dice es la célebre frase que acuñó el General sonorense: “Nadie resiste un cañonazo de 50 mil pesos”. Su idea era convencer a los opositores, a través del soborno o de las armas, a no ocasionarle problemas y dejarlo en el poder para hacer y deshacer a su antojo. Desde entonces este enunciado ha sido aplicado por todos los que se encuentran en las diversas esferas del poder, sin excepción. Funcionarios públicos destinan grandes sumas de dinero para lavar su deteriorada imagen, burócratas que trabajan por un sueldo bajo piden para su refresco con tal de acelerar tal o cual trámite y los ciudadanos, con tal de acelerar el proceso o librarnos de alguna infracción, cedemos a la mordida.

¿Qué decir del crimen organizado? En noviembre de 2008, días antes de que se dieran a conocer los resultados del Acuerdo Nacional por la Justicia y la Legalidad (suscrito el 21 de agosto de 2008 por los poderes Ejecutivo a nivel Federal y Estatal, el Congreso de la Unión, el Poder Judicial Federal, representantes de las asociaciones de presidentes municipales, medios de comunicación y las organizaciones de la sociedad civil, empresarios, sindicatos y la jerarquía eclesiástica mexicana), la compra de datos sobre operativos federales contra el narcotráfico significaba para el cártel de los hermanos Beltrán Leyva, repartir hasta 720 mil dólares mensuales entre mandos de la Subprocuraduría de Investigación especializada en delincuencia organizada.

De acuerdo con reportes de la agencia de noticias española, EFE, dio cuenta de la detención de Juan Antonio Beltrán Cruz, alias “El keko”, un integrante de Los Zetas (grupo criminal al servicio del Cartel del Golfo), quien confesó haber reclutado con dinero y regalos a ciudadanos para que realizaran protestas contra el ejército mexicano en la ciudad de Monterrey. El malhechor indicó que pagó entre 200 y 500 pesos a cada manifestante, además regaló mochilas con útiles escolares a jóvenes para que se involucraran en las marchas. Sin duda es un hecho inédito que los grupos del crimen organizado utilicen a ciudadanos (de zonas marginadas, sino cómo explicar su participación) para que protesten a favor de sus intereses. Tal vez sea la punta de un gigantesco iceberg que significa el narcotráfico, posiblemente tenga protección en otros frentes tales como pueblos sumidos en la miseria y que se ganan la vida trabajando sus tierras en el cultivo de drogas, vigilando las pistas de aterrizaje de las avionetas o en los laboratorios donde se producen los estupefacientes sintéticos.

Ojalá no lleguemos a padecer lo que en Colombia se conoció como la “ley plata o plomo”, por la cual muchos miembros del gobierno, policía y militares de ese país aceptaban la plata (dinero) o les caía una lluvia de plomo (balazos) por obra y gracia de Pablo Escobar, el más poderoso narcotraficante colombiano. Cabe señalar que sin saberse con certeza de sus verdaderas intenciones, el mencionado capo construyó muchas obras benéficas para los pobres, con decir que el día de los funerales de Pablo Escobar unas 20 mil personas le rindieron honores…

¡Ay Álvaro, maldita hora en que nos condenaste al cinismo!

Postre
De nada sirve que hayan detenido a “El Chapo” si no incautan sus cuentas bancarias para debilitar, realmente, al cartel de Sinaloa y asestar un gran golpe al crimen organizado, de lo contrario, seguirá habiendo circo, maroma y teatro de la recaptura, tal vez, hasta que el Papa Francisco venga a México y se desvíe la atención al caso.

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