El trabajo es una de las extensiones vitales de la dimensión humana, en él los individuos despliegan todas sus capacidades con la premisa de que éste sea decoroso para conseguir una mejor calidad de vida. Sin embargo, el contexto económico a nivel global y regional sugiere otra estratagema; una transición silenciosa en el nacimiento y desaparición de artes y oficios (La caverna, José Saramago), realizar el trabajo en casa (Camino al futuro, Bill Gates) o trabajar por cuenta propia como “freelance” o insertarse en el “outsourcing” o ser un emprendedor formal o informal, sin estar a las órdenes de un jefe y sujetos a un horario de trabajo esclavizante como a un sindicato que exija cuotas para quién sabe qué, menos defender los derechos de los agremiados.
Prácticas antidemocráticas y corrupción de los sindicatos,
discriminación laboral contra las mujeres, lentitud en los procedimientos de
conciliación y arbitraje, negación del registro a sindicatos independientes,
empobrecimiento del sistema de seguridad social, sueldos y prestaciones a la
baja, negligencia o falta de visión de los sindicatos cuando exigen a las
empresas lo que éstas no pueden ofrecer cuando se negocia el contrato de
trabajo, entre otros factores, han minado paulatinamente el rostro del trabajo.
Pese a ello, se conserva la planta laboral, los sueldos, las horas de trabajo,
las prestaciones, los “aumentos” y con suerte, el reparto de utilidades.
Con la crisis económica que llevamos a cuestas así como los
escándalos mundiales de empresas que no cumplen con certificaciones, se han
recortado puestos de trabajo para mantener a la empresa arriba de los números
rojos, otras optan por mantener a sus trabajadores disminuyendo sueldos y días
de trabajo mientras pasa el vendaval. ¿Ilusionarse con un aceptable aumento de
sueldo en las próximas revisiones salariales o aspirar a un reparto de
utilidades? Creo que no, por lo pronto conservar el empleo con sus
implicaciones.
Pero las consecuencias de la crisis no terminan ahí, los
problemas se extienden al hogar porque el salario mínimo no alcanza para
adquirir una canasta básica completa, ya ni se diga para satisfacer otras
necesidades, el jefe de familia al no tener otra fuente de ingresos se siente
presionado por los gastos, más si su cónyuge no ayuda o hace de menos a su
marido por su falta de iniciativa e incapacidad para ganar más dinero. Tal vez
la salida más fácil sea la fórmula que alguna vez le funcionó al ex presidente
de México, Vicente Fox, otorgar microcréditos pero no para crear changarritos;
estamos saturados de tienditas, puestos de jugos así como de atole y tamales en
las esquinas de las principales arterias viales.
Las épocas de crisis son ciclos propicios para generar
oportunidades de crecimiento y desarrollo, no me queda duda de que existen
muchas iniciativas, todas ellas valiosas e ingeniosas, incluso hay maneras de
obtener apoyos para echar a andar proyectos productivos agrícolas y sociales a
fondo perdido. Para que sean casos de éxito tendrán que ser industrias o
servicios nuevos o poco desarrollados, de otra manera seguiremos estancados en
lo mismo de siempre. Solamente faltan los guapos que quieran convertirse en
socios visionarios, inteligentes y arriesgados.
Postre
Vaya manera de empezar el año: el dólar sube de precio, se
desploma el costo del barril de petróleo y recapturan al chapo… ¿Realmente atraparon
de nueva cuenta a Joaquín “el Chapo” Guzmán o se trata de una cortina de humo
para que no sepamos de un presunto aumento de impuestos o la creación de gravámenes?
El petróleo ha sido la máxima fuente de ingresos de nuestro país porque ha
permitido la construcción de carreteras, hospitales, escuelas, vivienda de
interés social, entre muchas cosas. Por lo tanto, si el precio del petróleo
sigue disminuyendo, los ingresos también disminuyen y se tienen que hacer ajustes
al presupuesto, lo que incide en el recorte de proyectos que estaban
considerados pero por falta de dinero ya no serán viables.
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