Yo no era popular, mi vida transcurría sin mayores
contratiempos, como la de cualquier otro chavo con sus dudas e inquietudes.
Jamás imaginé que a mí me tocaría, pensé que solo le pasaba a los pobres o a
los que tienen sus ahorritos. Pero no, a los ricos también.
¡Fue horrible! No viví para contarlo pero desde aquí, en el
lugar que nombran “el otro mundo”, quiero decir algunas palabras porque todos
ustedes se han expresado y a mí no me han preguntado mi opinión. ¡Ah!, de paso
quiero hablar en nombre de las otras personas que han sufrido lo mismo que yo y
están aquí conmigo.
La neta, eso de castigar a esos hijos de la chingada con
cadena perpetua por secuestrar, es puro choro. ¿En verdad creen que eso va a
frenar el crimen? Desde aquí veo que quienes van a parar al tambo los tratan de
poca madre, otros, no muy bien que digamos. Son la pesadilla de los
presidiarios en las cárceles y continúan haciendo daño si necesidad de andar en
la calle. Si de verdad se penaran a los verdaderos malhechores, apenas habría
lugar para ellos. Casa, vestido y sustento de por vida, pero sin salir de la
ratonera. ¡Qué vida! Por si fuera poco, perfeccionando sus malas mañas
esperando la oportunidad para salir con un amparo de un buen abogado y seguir
haciendo fechorías al por mayor. ¿Cierto o me equivoco?
Cuando vivía, encontré en internet que en la época de los
romanos los castigos eran realmente ejemplares. Ladrones y agitadores eran
crucificados. Y para que no quedara duda del poder de Roma, los exhibían en los
principales caminos para que quienes osaran hacer una tarugada, supieran cuál
sería su suerte. Y es que muchos están sobrados de hacer justicia por cuenta
propia, para que los malosos sufran lo que otras gentes y yo hemos sufrido y
así escarmienten, para que no lo hagan con nadie más. Pero no es así, dicen que
para ese están las leyes, para aplicar el estado de derecho. ¡Pamplinas!
Las autoridades no tienen palabra ni pantalones, son iguales
o peores que los criminales. Pienso que a los malosos; escarmentarlos con
trabajos forzados, dándoles unos buenos azotes por cada una de las injurias,
por cada uno de los maltratos y las privaciones ilegales de la libertad apenas
serían suficientes para que paguen sus fechorías. Pero la violencia no se
responde con más violencia. ¿Qué hacer pues? Propiciar condiciones para generar
fuentes de trabajo donde la gente sea feliz haciendo lo que sabe hacer y llevar
un digno sustento a su hogar.
En el año 2004 mis papás me llevaron a la marcha contra la
violencia y la inseguridad, ahí nadie gritó, nadie mentó madres ni maldiciones.
El silencio fue la única voz alta que habló por la multitud que vistió de
blanco aquel día, porque estamos hasta el copete de vivir rodeados de
criminales e incompetencia de las autoridades. Para el año 2008 la ciudadanía
volvió a salir a las calles para manifestarse y desafortunadamente no sucedió
nada que conmoviera a los encargados del orden y la justicia.
Los que viven en este “valle de lágrimas”, ¡hagan algo!, la
indiferencia está aniquilando la esperanza de tener un México pacífico, un México
próspero.
·
* Fernando Martí es hijo del empresario Alejandro
Martí, secuestrado y asesinado en agosto de 2008.
Postre:
Ojalá que la iniciativa de ley para legalizar la mariguana
medicinal y aumentar la cantidad de gramos permitidos para el consumo personal,
que recientemente signó el jefe de las instituciones nacionales, Enrique Peña
Nieto, no se salga de control y abra la puerta para que otras sustancias que malévolamente quieran disfrazar de “similares”, para comercializar legalmente.