Hay millones de
católicos que no hablan solamente del Pentecostés histórico, ofrecen un
testimonio claro y contundente de un Pentecostés personal, de sus propias
experiencias, de la presencia y obra del Espíritu Santo en ellos.
La Renovación Carismática Católica, Movimiento Carismático
Católico o Renovación en el Espíritu Santo es un Movimiento de renacimiento
espiritual bajo el signo de Pentecostés, que lleva a una vivencia de la fe similar
a las primeras comunidades cristianas: compartir los bienes y reunirse en
pequeños grupos y asambleas para la oración. Proviene históricamente del
movimiento carismático pentecostal originado a partir de la apertura del
Concilio Vaticano II, y más tarde fue acogido por el catolicismo.
Nace en 1966 en la Universidad de Duquesne, Pittsburg,
Estados Unidos, por un grupo de catedráticos y alumnos de esa institución
católica que, durante un retiro, meditaron sobre la experiencia de Pentecostés
en los Hechos de los Apóstoles, así como una nueva comprensión de la acción del
Espíritu en la iglesia, produciéndose entre ellos una fuerte experiencia con el
Espíritu Santo. Posteriormente se extendió a otras instituciones de enseñanza
superior en territorio norteamericano al grado de repercutir en otros países.
El movimiento llega a nuestro país en 1970 con la
celebración del primer retiro en la Ciudad de México dirigido por el padre
Harold Cohen con el apoyo de Mons. Carlos Talavera, en aquel entonces director
del Secretariado Social de la Arquidiócesis de México. Tres años después de
aquel retiro llega a Puebla, una de las primeras ciudades que adoptaron la Renovación,
lo organizó el sacerdote Salvador Martínez, Misionero del Espíritu Santo con
ayuda de Alicia Martínez de Gómez.
De acuerdo a Roberth Phoenix, militante del movimiento de la
Renovación en Puebla, la llegada a la angelopolis no fue fácil, sufrió
desprecios e incomprensiones, al grado de
incomodar a mucha gente por su propuesta ritual, sin embargo, poco a
poco fue aceptado y reconocido como obra del Espíritu Santo, de manera que
produjo buen fruto en el terreno fértil previsto por el Concilio Vaticano II. A
partir de 1987, en la circular 16/87 que emitió el entonces arzobispo de
Puebla, Mons. Rosendo Huesca Pacheco, confirió a la Renovación su
reconocimiento como Movimiento Eclesial para lo cual nombró como primer asistente
Diocesano al Padre Luis Ruiz Velásquez (D.E.P.) quien junto con el Padre
Humberto Vargas Rivera (D.E.P.), Vicario Episcopal de los laicos, integraron el
primer equipo de coordinación diocesana. Actualmente el sacerdote Javier Prado
asesora al movimiento y lo coordina Gilberto Pacheco López.
Cabe señalar que la Renovación Carismática es una corriente
de gracia que ha tocado transversalmente las Iglesias cristianas (católica,
ortodoxa, protestante). Incluye a unos 600 millones de cristianos en todo el
mundo.
¿Qué pretende el Movimiento de la Renovación?
La Renovación Carismática Católica tiene como objetivo lograr
una conversión profunda, en el que hombres y mujeres tengan una experiencia motivada
por la acción y gracia del Espíritu Santo de modo que sean un testimonio genuino
de vida cristiana. La misión que se plantea es “colaborar en la obra
evangelizadora de la Iglesia diocesana, proclamando a Jesús como Señor, por el
poder del Espíritu Santo y para gloria del Padre”.
Para tener un crecimiento adecuado y cumplir con el objetivo,
se llevan a cabo diversos medios ordinarios de la Renovación tales como las Asambleas
de Oración, la Evangelización Fundamental, la Formación Básica y los Grupos de
Oración, los cuales son patrimonio de la Iglesia misma y no exclusivos de la
Renovación; sin embargo, se toman y los hacen comunes en todas sus comunidades
dándoles ciertas características que le dan una identidad definida al
movimiento, un modo de ser muy particular, especialmente por su alegría, por
sus cantos y ambientaciones.
Las Asambleas de Oración es la comunidad inicial y pilar de
la Renovación, es la actividad central del movimiento, son una respuesta al
anhelo que asiente la comunidad de creyentes en una participación más activa y
personal en la comunidad eclesial y de relaciones más profundas en la Fe,
sostenidas y animadas por la Palabra de Dios y la oración en común.
Se propone que sus miembros logren un encuentro vivo con
Jesús y una adhesión personal a Él. Esto se procura mediante un curso de
Evangelización Fundamental o Curso de Iniciación o Renovación, que comprende el
anuncio del Evangelio o Kerigma, no como enseñanza de carácter doctrinal, sino
como proclamación viva del mensaje de salvación en un clima de oración y
conversión.
Si bien, este primer mensaje está dirigido de modo
particular a quienes nunca han escuchado la Buena Nueva de Jesús, se vuelve
cada vez más necesario a causa de las situaciones de descristianización
frecuentes en nuestros días para un gran número de personas que ya recibieron
el Bautismo. Por ello, esta experiencia se realiza mediante la renovación del
propio Bautismo y la Confirmación, que lleva a una participación plena y madura
en el culto y en la misión de la comunidad eucarística.
La misma Renovación asume la responsabilidad de ser
educadora de la Fe, ya que tendrá verdadera fecundidad en la Iglesia en la
medida en que conduzca al mayor número de fieles, en su vida cotidiana, a un esfuerzo
humilde, paciente y perseverante para conocer siempre mejor el Ministerio de
Cristo y dar testimonio.
Dóciles siempre a la discreta acción del Espíritu Santo, los
Grupos de Oración han de transformarse paulatinamente en verdaderas comunidades
cristianas, integradas y comprometidas por una mayor radicalidad evangélica en
la edificación de una nueva sociedad. Esta transformación los ha de llevar a
buscar cauces para su compromiso apostólico en las parroquias y en las
estructuras de la Iglesia Diocesana.
Para sostener estos medios y mantener un buen funcionamiento
se requieren de equipos básicos que hacen participar a los fieles dentro de los
mismos; estos equipos son cinco: Animadores de Asamblea, Evangelizadores,
Maestros o Equipo de Formación básica, Coordinadores de Grupos de Oración y
Equipo de Canto y Música que sirve en cualquiera de los cuatro medios
ordinarios para mantener una intimidad y comunión más estrecha, llevando todos
el mismo fin de la Renovación, la experiencia del Dios vivo.
En la Arquidiócesis de Puebla hay 84 comunidades divididas
en 10 zonas entre urbanas y foráneas, para darles seguimiento se constituyó la
escuela “La Palabra es Vida”, que capacita a los servidores impartiendo una
enseñanza sistemática y permanente en las áreas: Pastoral, Doctrinal y
Espiritual, cumpliendo de esta manera su función bajo una guía personalizada o
comunitaria.