Antes éramos el Barrio
de la Luz, después fuimos el Centro Histórico y luego Patrimonio Cultural de la
Humanidad. Hoy, ya no sabemos ni quiénes somos. ¡Cómo pasa el tiempo!
Por Pbro. Guillermo Hernández y Alfredo Martínez Vázquez
Antes eran las calles 1ª, 2ª y 3ª de Nuestra Señora de la
Luz, después fueron las de Díaz S. Ciprian, Tepetlapa y la 1ª de la Luz, luego
la 2 Oriente, la 14 y la 16 Norte. Hoy, ya no sabemos ni dónde vivimos. ¡Cómo
se va el tiempo!
Antes había pulquerías, muchas pulquerías, después cantinas,
muchas cantinas; hoy, bebemos en los zaguanes y en las esquinas. ¡Cómo cambian
los tiempos!
Antes había chimizclanes, después cocoles y luego bolillos y
tortas. Hoy no tenemos ni para comer. ¡Qué tiempos!
Antes había mansiones, después mesones y luego puras
vecindades, Hoy, ya no tenemos ni dónde vivir. ¡Aquellos tiempos!
Antes vivíamos con dos centavos de ilusiones, después a mil
pesos nos las vendían y hoy ni con un millón compramos una. ¡Ah, qué tiempos!
Sólo Nuestra Señora de la Luz se sigue llamando igual, vive
en el mismo lugar y sigue, desde el nicho de su Templo, viendo el tiempo
pasar...
A cuántos ha visto nacer y a cuántos morir.
A cuántos matar y a cuántos sanar.
A cuántos destruir y a cuántos edificar.
A cuántos reír y a cuántos llorar.
A cuántos lamentarse y a cuántos bailar.
A cuántos abrazarse y a cuántos despedirse.
A cuántos ganar y a cuántos perder.
A cuántos callar y a cuántos hablar.
A cuántos armar pleito y a cuántos buscar la paz.
A cuántos amar y a cuántos odiar.
Hasta el reloj, Madre,
que ya también se tarda en tocar;
todos los días nos recuerda
tu tiempo al sonar.
El templo. Una impresionante
mansión para la Luz
En el corazón de uno de los barrios más tradicionales de la
ciudad de Puebla en la esquina de la 2 oriente y la 14 norte, se levanta el
majestuoso santuario dedicado a Nuestra Señora de la Luz.
El Santuario fue comenzado antes de 1767 por Manuel del
Toro. Para 1778 se había construido una bóveda, pero la obra fue suspendida y
pasaron así muchos años. En 1805, el Pbro. Pedro Romero la concluyó y el templo
fue abierto al culto público en 1812.
El templo presenta una planta de cruz griega con uniones
cuadradas en sus ángulos, que solo abarcan la mitad de los brazos de la cruz, y
en los espacios exteriores que quedan libres, dependencias del templo. Está
cubierto con bóvedas de cañón, con lunetos en los cuatro brazos del crucero,
vaídas en los espacios de unión y una gran cúpula sobre tambor y pichinas en el
centro. Su estructura es, pues, semejante a la del Sagrario de México aunque
diferente en el exterior por sus dos torres de cantera gris y un acceso
principal.
Como el templo fue terminado en el siglo XIX su altar mayor
y sus altares secundarios son de estilo neoclásico aunque se conservan un
numero de pinturas coloniales, como las “Escenas de la Vida de San Juan
Nepomuceno”, en su altar, y repartidos por el templo, numerosos y
apreciables cuadros como “La Vida de la Virgen”, firmados por don
Miguel de Mendoza y fechado alguno en 1781.
Buen ejemplar de arquitectura religiosa es este santuario.
Su planta y disposición se separa de la monotonía que reina en el siglo XVIII.
Su interior es alegre y atractivo.
La decoración exterior es magnífica, por el contraste de la
portada de cantería, de un sobrio estilo neoclásico, con los muros revestidos
de ladrillo y azulejo, con brillantes tableros que reproducen imágenes de
santos. La serie de pináculos piramidales que exorna el cuerpo alto de las
torres, presta a la iglesia un aspecto característico desde cualquier sitio que
se le vea, diverso del que ofrecen las demás iglesias de Puebla.
El templo fue restaurado de 1987 a 1991 y en virtud de un
constante mantenimiento, luce hoy a la par de otros templos magníficos de la
ciudad. Su imponente interior, aunque pequeño, le ha valido el ser llamado “la Catedralita”.
La imagen. Un poema que evoca los
acordes de la dulce campana de la Luz
El Santuario fue dedicado a Nuestra Señora de la Luz cuya
venerada imagen procede de Palermo, capital de la isla de Sicilia, Italia. La
imagen fue pintada en 1722 y su culto, después de extenderse a varias ciudades
de Italia, se propagó a España y a sus colonias. En el Templo de San Isidro de
Madrid (que fue de los Jesuitas) existe un hermoso cuadro de esta Virgen que se
veneraba ahí antes de 1767, cuando la compañía fue suprimida. En 1807 vino a
México el P. José María Genovesse, natural de Palermo de Sicilia, trayendo a la
Nueva España la imagen original.
El Padre Genovesse resolvió hacer merced de ella a alguna de
las casas de la Compañía de Jesús en México y para decidir la preferencia se
sortearon todas las iglesias de la Compañía en México. Tocó en suerte a la casa
jesuita de León y el 2 de julio de 1732 fue colocada en el templo llamado de la
Santa Escuela. Con el tiempo la imagen se trasladó a la Catedral de León y el 8
de octubre de 1902 fue coronada solemnemente como patrona de la ciudad.
La imagen presenta el rostro de la Virgen del que salen
resplandores que eclipsan los mismos rayos del sol, su sonrisa es sobrenatural,
su semblante es afable y risueño, su mirada amorosa y tierna. Alados serafines
sostienen sobre su cabeza triplicado diadema imperial. Su túnica es blanca y
esplendente, ceñida por la cintura como esmaltada faja de flores y de sus
hombros pendientes un manto azul. Nubes de ángeles y serafines forman su
escolta y en actitud de cuidadoso servicio. En el brazo izquierdo sostiene a
Jesús en forma de graciosísimo niño.
La Virgen se inclina ligeramente haciendo ademán de coger
con su diestra a un pecador que iba a ser sepultado en la honda garganta del
infierno. Un ángel, hincando humildemente la rodilla ante ella, le presenta una
canastilla de corazones; el divino Niño, sentado en su brazo, los toma de uno
en uno y con su contacto los purifica y los enciende con las llamas de la
caridad.
El redil y sus pastores. Casi 200 años de
siembra y de esperanza
En la Sacristía del Templo el visitante puede apreciar una
galería de pinturas, la mayoría de ellas pintadas al óleo y que, en diversos
estilos, presentan la historia del Santuario en sus pastores, los que han
vivido al lado de esta comunidad indómita y rebelde, entusiasta y noble.
En primer lugar está la del Padre Joseph De Meza, natural de
Tecamachalco y profeso de la Compañía de Jesús. Se dice que era un sabio en
Teología y que enseñaba con dedicación y cariño. Al parecer no tuvo
nombramiento de Capellán pero, sin su presencia, simplemente no tendríamos hoy
la devoción tan profunda a Nuestra Madre Santísima de la Luz. Meza y Luz, las
dos con “Z".
El segundo cuadro es del Padre Pedro Nolasco Romero. Este sí
tuvo nombramiento y fue Capellán por largos 32 años. Otro sabio que enseñaba
lengua mexicana en los Colegios de San Pedro y San Juan, y además, constructor,
que terminó de edificar el Templo.
El tercer sitio de la Galería lo ocupa el Padre Joaquín Armas.
Nacido cerca de Huamantla, en San Martín Jalapasco, fue Capellán del Santuario
desde 1833. El Padre Armas era un gran latinista y eso enseñaba en el
Colegio-Seminario del Espíritu Santo de Puebla.
Viene después el Pbro. José María Castelani y Flandes,
poblano de pura cepa y Capellán del Santuario desde el 18 de junio de 1863. Era
maestro de ceremonias y catedrático de Liturgia en el Seminario Palafoxiano.
Sus tiempos fueron difíciles. Recibió el Santuario en las más críticas
circunstancias debido a que las Iglesias estaban privadas de sus bienes y los
eclesiásticos de sus beneficios. Sin embargo, en los 42 años que sirvió al
Santuario, lo proveyó de un hermoso ornato y de todo lo necesario para un
culto a la Santísima Virgen María que no sólo restableció sino que llevo a los
límites de un gran esplendor. Celebró el P. José María, el 22 de diciembre de
1905, en solemnísima función, el primer centenario de la dedicación del Templo.
El siguiente Capellán fue el Sr. Cango. D. Atanasio de la Cruz Lemus. Fue el pastor de la comunidad de la Luz de 1912 hasta su muerte, en
el año de 1939. Fundó la Congregación Mariana, uno de los grupos pastorales más
relevantes del Santuario y por su altísima dedicación a promover el culto a
Nuestra Señora de la Luz, fue nombrado Canónigo Honorario de la Basílica de
León, Guanajuato, dedicado a esta advocación de la Virgen. Al final de su vida
el Señor le preparó para ver la LUZ privando a sus ojos de ver la luz. Atanasio de la Cruz Lemus murió ciego en el Santuario el 25 de
marzo de 1939.
Mons. Aurelio Mendoza ocupa el sexto lugar en la galería
de Capellanes-Rectores del Santuario. Nació en San Andrés Chalchicomula el 12
de julio de 1909. Fue ceremoniero de Catedral, Ecónomo del Seminario
Palafoxiano y uno de los encargados de la construcción de sus nuevas y modernas
instalaciones. A la muerte del Canónigo Lemus, se hizo cargo de la Rectoría
del Santuario con el que vivió uno de sus periodos más esplendorosos. Falleció
el 4 de septiembre de 1976.
El séptimo Capellán-Rector del Santuario -séptimo también de
la histórica galería-, es el Padre Rafael Espinosa Rojas. De la misma cepa del P. Catalani, nació en Puebla el 10 de enero de
1934, fue Prefecto y profesor en el Seminario Menor y Ecónomo del Seminario
Mayor Palafoxiano. Rector del Santuario del 13 de septiembre de 1976 al 30 de
agosto de 1979, fecha en que fue trasladado a la Parroquia de Tepeaca, junto al
Niño “Doctor” en los mismísimos brazos de Nuestra Señora de la
Luz.
Sigue después el Obispo entre los Rectores-Capellanes.
Nacido en Tlatlauqui, Pue., el 28 de octubre del mismo año en que moría en el
Santuario el Sr. Lemus, quinto de los Capellanes, el Padre Efrén Ramos Salazar es,
en la historia y en la galería, el octavo. Fue profesor de Liturgia en el
Seminario Palafoxiano y Secretario Canciller de la Curia Diocesana. Y después
de ser Capellán del Santuario fue párroco de Izúcar de Matamoros y Vicario
Episcopal de la Zona Sur de la Arquidiócesis. Rector-Capellán del Santuario de
mayo de 1979 a octubre de 1988, fue Obispo de la Diócesis de Chilapa,
Chilpancingo. Su presencia carismática nunca ha dejado de sentirse en la
cátedra del Santuario y entre la gente del Barrio.
Ocupando un lugar prominente por su sabiduría viene, en
seguida, la presencia más efímera entre los pastores del Santuario: El Sr.
Pbro. Dr. Justino Cortés Castellanos. Fue Rector-Capellán del 27 de noviembre
de 1988 al 10 de septiembre de 1990 (sólo 23 meses). Nacido en Santa Rita
Tlahuapan, Pue., el 16 de marzo de 1933, su corta estancia en el Santuario sólo
se compara con la gran sabiduría que prodigó en él. Diplomado en Pastoral
Catequética por la Universidad Católica de Chile, licenciado en Filosofía por
la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y Doctorado en Teología por la
Pontificia Universidad de Salamanca.
Finalmente, el último lugar de la galería aún está vacío. El
actual Rector-Capellán, el Padre Guillermo Hernández Flores se hizo cargo del
Templo desde el 11 de septiembre de 1990. Nacido, como el Padre Aurelio, en San
Andrés Chalchicomula, continúa la tradición de la presencia del Seminario en el
Santuario. Fue prefecto y actualmente es Bibliotecario del Seminario Mayor
Palafoxiano. Doctor en Filosofía por la Universidad Gregoriana de Roma, ha sido
profesor de esa materia por muchísimos años en el mismo Seminario y en otras
universidades de México. Al Padre Guillermo ha tocado acompañar al Santuario en
sus sufrimientos de los últimos años y su ministerio, al decir de muchos, ha
sido como la conciencia vigilante del Barrio.