martes, 12 de septiembre de 2017

Cuando hablamos de la patria ¿de qué hablamos?

El amor a la patria es (...) una compenetración de espíritus de padres e hijos, que encarna en esta tierra y todo lo que de obra hay en ella. Esta tierra rodeada de mares y cubierta de un cielo que no son iguales a los de otras latitudes.


Por Alejandro Guillén Reyes *

“Palabras tan ricas de sentido”, escribió Gustave Thibon. “Tan ricas de sentimientos, tan ricas de experiencias y de intuición, que casi no se dejan definir?” Tal es el caso de la palabra mencionada en el título de este artículo y que, por supuesto, no pretendo agotar su contenido o encajonarla en un par de cuartillas. Sin embargo, por el mes que está transcurriendo, vale la pena, al menos, acercarnos a ella.

Etimológicamente, la palabra patria quiere decir “tierra de los padres”. La patria es, ante todo, un territorio. Pero no es un pedazo de tierra cualquiera. Si la patria sólo fuera esto, entonces no habría un amor común hacia ella en este tiempo en el cual parece tener unos cuantos dueños. No. Se trata de la tierra en la que nuestros padres han vivido y han trabajado por y para nosotros, sus hijos. Así, esta tierra adquiere un valor no económico, sino estimativo. Tal vez, por esta razón, nos duele el recordar ese episodio de nuestra historia en la que se perdió más de la mitad del territorio.

El Diccionario de la Real Academia Española tiene como primera acepción de la palabra patria la “Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos”. Es decir, la patria es tan generosa que no importa si no se nace en su tierra. Incluso puede prescindirse del vínculo jurídico, porque este vínculo es con el Estado. Basta con que el ser humano ame esta tierra que entraña las luces y sombras de un pasado, el vértigo del presente y la esperanza de un futuro mejor para todos los que deseamos vivir y morir en ella. Es la tierra de nuestros padres abrazando, no sólo a sus hijos que hemos nacido en ella, sino también a nuestros hermanos adoptivos.

¡Qué terrible es saber que una buena cantidad de compatriotas abandonan esta tierra porque no encuentran oportunidades para vivir dignamente! Aun cuando están lejos de su patria muchos de ellos no dejan de sentir nostalgia y melancolía por ella.

Rodrigo Borja, en su Diccionario de Política, establece que la patria es un término “esencialmente subjetivo y sentimental que se refiere al país donde se ha nacido o al que se debe lealtad. Se llama también patria a una parte de ese territorio o a la tierra natal con la que se tienen vinculaciones de afecto”. Esa parte del territorio es lo que denominamos la patria chica.

“Toda nuestra vida familiar o parte muy principal de ella -escribió Santiago Ramírez en Orden Político- todo nuestro vecindario y todo el sabor de la naturaleza en que está asentado; toda nuestra religión, y nuestras costumbres, y nuestros modismos, y nuestros juegos, y nuestras canciones”.

La patria es también herencia de nuestros padres. Se hereda la tierra con todo lo que en ella se dejó de vida humana. Están plasmados en esta tierra testimonios perpetuos de su presencia temporal aquí. “Comprendemos, pues -reflexionó Jean Ousset en Patria, Nación y Estado; que por extensión la patria pude ser en realidad, el patrimonio entero, el conjunto que nos han dejado nuestros antepasados. No sólo la tierra, también los templos, las catedrales, los palacios y los torreones de que se ha visto cubierta en el curso de las edades. Y todas las maravillas de la industria o las artes, monumentos del pensamiento y del genio. ¡Toda la herencia! Tanto la tierra como los legados materiales, intelectuales, espirituales y morales”.

Aprendí del entrañable Fray Silvestre que el amor es una compenetración de espíritus. El amor a la patria es por lo tanto una compenetración de espíritus de padres e hijos, que encarna en esta tierra y todo lo que de obra hay en ella. Esta tierra rodeada de mares y cubierta de un cielo que no son iguales a los de otras latitudes. Al ser de esta patria y no de otra, aparecen de forma diferente a nuestra vista. “No hay tierra más linda que la tierra mía”, se recita en la canción Yo soy mexicano interpretada por Jorge Negrete.

Termino con una frase del guatemalteco Luis Cardoza y Aragón, citada por Ángeles Mastretta en su artículo Fiera Patria (Nexos, septiembre de 1995): “La patria es el sabor de las cosas que comimos en la infancia”.

* Alejandro Guillén Reyes es Profesor Investigador de la licenciatura en Ciencias Políticas, titular de las materias Teoría Política Contemporánea y Sistema Político Mexicano. Ha sido catedrático de la UPAEP en las escuelas de Ciencias Políticas, Derecho, Periodismo y Ciencias de la Comunicación, desde 1990.

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