sábado, 25 de noviembre de 2017

Monseñor Rosendo Huesca, un rostro distinto

Con motivo del fallecimiento de Rosendo Huesca Pacheco, arzobispo emérito de la Arquidiócesis de Puebla, comparto una entrevista que le hizo Flavia Elizabeth Moncada Alfaro que se publicó en la revista Koinonía en la edición del mes de marzo de 1993.


Entrevistarlo no es fácil, su investidura de Arzobispo me impone; sin embargo, en esta ocasión pretendía más que una entrevista, como muchas veces lo he hecho, fuera un diálogo abierto entre él y yo, que me permitiera conocer un poco de su vida, sus aficiones, sus preocupaciones, y creo que así fue; fue un diálogo cordial, ameno, sin posturas, fue descubrir un rostro distinto, un rostro humano. He podido darme cuenta, después del siguiente diálogo, que el Sr. Arzobispo Don Rosendo Huesca es un hombre sencillo, alegre, sensible al acontecer cotidiano, es simplemente un hombre comprometido con los retos del siglo XXI.



Monseñor, ¿cómo fue su niñez?

Nací en un pueblecito de Oaxaca, que se llama Ejutla, mi padre es de Puebla, mi mamá Oaxaqueña, yo fui el primero de 6 hermanos; yo recuerdo los años de mi infancia en una población tranquila, muy peculiar.

El pueblo era el centro comercial donde llegaban indígenas de todos los poblados circunvecinos y el jueves, que era el día de plaza, era un día de contacto con muchísima gente diversa. A mi padre se le ocurrió que aprendiera el zapoteca y entonces pidió a unos señores que llevaban cosas a vender a la casa que me enseñara cada jueves, aprendí, a contar, aprendí las palabras más usuales porque era de viva voz; desafortunadamente no le encontré interés personal y fue contar hasta cien y aprenderme unas cuantas palabras... no progresé mucho, pero todo eso me fue haciendo comprender un mundo muy diverso, el mundo de mi familia, el mundo del pueblo y el mundo de los jueves.

Teníamos en el pueblo un sacerdote muy ilustrado que había sido profesor del seminario de Oaxaca, muy competente y preparado, de manera que yo recuerdo mucho su imagen y pienso que influyó muchísimo en mi vocación sacerdotal; él trabajó mucho con los laicos. Recuerdo también que a mi papá le dio por llevarnos al catecismo a un ranchito que se llamaba los Ocotes, lo recuerdo mucho porque teníamos que levantarnos el domingo a la misa de cinco de la mañana, después ir al rancho para regresar a comer a la casa como a las tres de la tarde o algo así... todo eso fue para mí muy importante y creo que me fue poniendo en la idea de pensar en los demás y sobretodo la imagen del sacerdote como servidor y líder de la comunidad.



¿Recuerda el nombre del sacerdote que influyó en su vocación durante esos años?

Sí, era Simeón Tereso Frías, él murió de una forma muy peculiar, estando en la ciudad de México lo arrolló un camión y como andaba solo quedó como desconocido, muchos días después lo reconocieron, lo recogieron y su entierro en el pueblo fue una apoteosis.



¿A qué edad ingresó al Seminario?

Vine aquí desde la edad de la secundaría... desde los 12 años.



¿Su padre lo envió al Seminario?

No, yo fui el que estuvo molestando para entrar al seminario y mi padre me dijo: si quieres irte al seminario te vas al de Puebla... y pues yo dije que sí, pero después cuando vi la distancia y que no los podía ver medio me arrepentí no creas...



¿Cuál fue la circunstancia que influyó en usted a los 12 años para tomar la decisión de ingresar al seminario y ser sacerdote?

Bueno... pues a los 12 años no sabes lo que estás diciendo, pero hay un llamamiento ahí escondido y, pues te diré, también que el Señor se va valiendo de muchas cosas secundarias. Conforme vas creciendo, van entendiendo más las cosas y vas afinando más tus decisiones por eso la edad de ordenación en esos años era de 24 años mínimo, así que es un camino largo, difícil, por eso lo que yo aprendí de mi propia historia, es que este camino es un don de Dios, es algo que la comunidad debe pedir y la familia y apoyarnos porque de otra manera no se explica.



¿Cuáles son las anécdotas que usted más recuerda, más importantes en su vida?

Recuerdo cuando ingresé al seminario de Puebla, el 10 de diciembre. Recuerdo como entre las tristezas de los primeros días, la celebración de la navidad y los sacerdotes que nos guiaban organizamos una serie de juegos y campeonatos, luego la celebración de las posadas, las procesiones muy bien hechas con sus explicaciones, sus cantos... yo recuerdo esta celebración de la navidad ya en el seminario con todos los jóvenes.



¿Se distinguió como alumno disciplinado y estudioso? ¿Qué era lo que más le gustaba de sus estudios?

No me distinguí como muy disciplinado ni como muy estudioso, tampoco como quien no la hace ¿verdad?... Me interesaban los estudios, siempre me gustaron mucho las lenguas, el latín y el griego, me gustó la Literatura en los primeros años y así después la Filosofía y luego la Teología, pero siempre me interesó mucho la Psicología.



¿Es usted amante de la Psicología?

Sí, pero no tengo tiempo de dedicarme a ella.



¿Cuál fue su primer trabajo pastoral?

Mis primeros trabajos pastorales fueron desde diácono, en la parroquia de Pietra Latas, en un suburbio de Roma, siendo estudiante allá me iba los domingos a distribuir la sagrada comunión, que es un oficio del diaconado, la llevaba a los enfermos y también trabajar algo en la catequesis. Después, ya de sacerdote, íbamos los fines de semana a confesar sábado y domingo... esos fueron mis primeros contactos, muy... muy interesantes. Estuve también en Nueva York y el trabajo ahí fue un poco más difícil.



¿Cuál fue su mejor amigo durante su vida en el Seminario?

Tuve grandes amigos... un amigo que influyó mucho en mí, en Roma, fue un muchacho que fue lo contrario de mí, yo entré de doce años y él terminó Ingeniería electrónica en el Tecnológico de Monterrey y luego se hizo sacerdote, fue compañero mío al sacar la licencia en Teología en Roma. Este testimonio me hizo acercarme a él, ver cómo pensaba. Lo recuerdo como uno de mis mejores amigos, de los hombres que han influido en mi vida porque me interesó conocer la vivencia de otros jóvenes que habían vivido lo que yo no viví.



¿Cuáles son sus principales gustos y aficiones?

Como ves me gustan los cuadros, mi vicio son los cuadros de pintura, es imposible que yo tenga cuadros muy valiosos pero procuro tener unas cositas, lo que sí tengo auténticos son pintores poblanos.



¿Su pintor favorito?

Rembrandt, más que los italianos que tanto admiro y conozco.



¿Que tipo de música le gusta escuchar?

Me gusta un poco el Jazz, pero fuera de eso la música que llamamos clásica, y desde luego me gustan los compositores nuestros como Agustín Lara, como Chávez, las dos ramas de los compositores nuestros.



¿Cuál es su escritor favorito, que le quita el sueño durante la noche?

Yo leo de todo, ahí no tengo favorito, cualquier cosa bien escrita me gusta, me gustan los libros que analizan las circunstancias en que vivimos, me gustan los libros que se esfuerzan por hacer una prospectiva para nuestro futuro... libros como los que nos hablan del futuro, del deterioro ecológico, del colapso de los sistemas que ahora llevamos en la economía y comercio... esas reflexiones me interesan muchísimo a mí. En Psicología me he quedado un poco atrás, ahora estoy en Carlos Rogers, que admiro mucho y en sus discípulos y no entiendo mucho a sus sucesores, tampoco me convenció mucho Freud, lo entiendo, pero no me convence, me convencen otros de su escuela.



¿Cuál es su lugar favorito?

Mi pueblito, me gusta mucho el paisaje de la Sierra Norte; sin embargo, esa convivencia nos lleva a la conciencia de la pobreza y todas sus necesidades.



¿Cómo definiría su caracter?

Bueno, soy un hombre sociable me imagino, conciliador, deseoso de captar lo que los otros piensan con tendencia a ser persuasivo y sobre todo creo en la participación de mis colaboradores, nunca he creído que yo pueda hacer todas las cosas, más bien que puedo motivar a mis colaboradores para hacerlas.



¿Cuál cree que sea su mayor defecto, aquello que le cuesta trabajo dominar?

Casi todo me cuesta trabajo, me cuesta trabajo ser rígido y debo serlo muchas veces, me cuesta trabajo ser coordinador de disentimientos, por lo tanto, las diferencias de opinión, y muchas otras cosas...



¿Qué hace en sus ratos libres?

En mis ratos libres a veces leo, otras veces veo programas internacionales, me interesa la política internacional, oír a los grandes líderes europeos, me interesa mucho oírlos, otras veces riego el jardín, veo el fútbol americano y le voy a San Francisco, en el béisbol mi equipo favorito son los Yankees de Nueva York, aquí en el país soy chiva, claro, cuando no juega con el Puebla.



¿Cuál es el líder por el que siente admiración?
Por Gorvachov, siento mucho respeto y casi estoy al borde de la admiración.



¿Qué le faltó a Gorvachov?

Le faltó fe en Dios, él se declaró ateo; y creo que esa dimensión espiritual del hombre, le faltó en momentos y coyunturas claves de su vida. Si el hombre no cree en Dios llega a un callejón sin salida.




Cuando a usted deciden nombrarlo arzobispo, ¿cuál fue su primer pensamiento? ¿Qué dijo?

Que no.



"No", ¿por qué?

Porque yo sabía qué cosa era esto; yo era obispo auxiliar y estaba muy bien de ayudante, de ayudante la pasas muy bien. Hay un salmo que se reza en la noche del domingo y dice: “Ten confianza porque siempre te cubrirá con sus alas...” se refiere a Dios y eso es muy bueno... cuando tienes a un segundo de abordo que te cubre con sus alas, entonces tu trabajas, pones todo tu empeño pues siempre te cubrirá con sus alas, una vez que te haces responsable no hay alas que te cubran.



Bueno, las de Dios siempre...

Pero, como una vez me dijo el Papa, porque yo le decía lo mismo cuando vino la primera vez a Puebla; lo fuimos a esperar el señor Gobernador, entonces don Alfredo Toxqui, y yo. En aquella ocasión me pidió que me sentara a su lado en el coche para que le explicara la diócesis de Puebla y  en lugar de preguntarme ¿Cuántos católicos hay? ¿Cuántas Biblias? Me empezó a decir ¿Cuánto cuesta el litro de leche? ¿Cuánto cuesta el kilo de carne? ¿Cuánto cultivan de semilla en una hectárea? ¿Cuánto gana un obrero? Estaba interesado en esos detalles humanos. De repente se quedó dormido profundamente, entonces yo me hice chiquito para no despertarlo, cuando despertó me pidió disculpas, y yo le dije: usted está cansado y además los mexicanos somos tan ruidosos, ya vi en la tele que desde temprano le cantaron las mañanitas, y me dijo: no. No pude dormir porque hoy es el examen mundial del Papa con mi discurso de la tarde; yo le dije sí, pero usted tiene el Espíritu Santo, él dijo: sí, pero a veces no se le oye.



¿Cuáles son sus principales preocupaciones como pastor de la Arquidiócesis?

Como obispo mi principal preocupación es la falta de agentes, como sacerdotes, maestros católicos, y líderes seglares comprometidos. Hay infinidad de comunidades que no hay quien vea por su evangelización, el sacerdote las visita esporádicamente si es que se lo permiten todas sus ocupaciones y tampoco hay laicos comprometidos, estoy tratando de incrementar esta participación de los laicos...

Tenemos una experiencia muy bonita de jóvenes de preparatoria y normal católica, llamados Misioneros Laicos de la Educación, que atienden a niños de primaria de escuelas oficiales; este verano atendieron a cinco mil niños y para el próximo queremos llegar a diez mil... Esa es una prueba de lo que un laicado organizado puede hacer...

Estoy también diseñando un compromiso de jóvenes que regalen un año o dos de su vida y nos ayuden en distintas tareas de evangelización en diferentes lugares de la Arquidiócesis. Esta es mi primera y gran preocupación: el trabajo organizado de los laicos. Los organismos trabajan muy bien, pero hace falta una actividad extra parroquial y creo que esto se debe a la falta de madurez de la parroquia para capacitar a todos sus elementos y a los organismos laicos para sentir que pueden trabajar en sus parroquias...



¿Qué obstáculos ve para el trabajo pastoral en medios de comunicación social?

No veo ninguno, por el contrario, mucha apertura y aceptación, la dificultad está en que nos toma por sorpresa, pero vamos a seguir adelante.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Un caballo negro

Necesitamos a alguien (...) que esté dispuesto a servirnos a todos y no a buscar su provecho personal y de grupo.


Por Lorenzo Servitje *

La situación de nuestro país preocupa: hay creciente inseguridad pública, crisis políticas, corrupción, narcotráfico alarmante, descomposición social. Y además mayor economía informal, mayor desigualdad social, lento crecimiento económico y oportunidades perdidas. La Organización para la Cooperación y el Desarrrollo Económico (OCDE) ha dicho que nuestra economía no avanza en proporción al incremento demográfico ni para reducir los bajos niveles de ingreso de los mexicanos. ¿Estamos condenados a ser un país marginal teniendo más recursos que otros países?

Tenemos un mercado interno de más de 100 millones de personas que facilita la instalación de empresas importantes. Tenemos una frontera con Estados Unidos que sólo compartimos con Canadá y que constituye una ventaja económica para el intercambio comercial y turístico. Tenemos petróleo que a muchos otros países les falta. Y tenemos trabajadores excelentes, dotados de ingenio y laboriosidad, que no están por debajo de ningunos otros del mundo.

Hay países que, sin algunos de estos recursos, hace años estaban menos desarrollados que nosotros y hoy nos rebasan por mucho. Pensemos en Irlanda, Corea del Sur, Taiwán. ¿A qué se debe este lamentable rezago nuestro? Sin duda hay muchas causas, pero una destaca sobre todas ellas: muchos de los gobernantes que hemos tenido no han sabido o no han podido hacer todo lo que se ha necesitado para llevar al país adelante. La tarea los ha superado o desbordado.

Necesitamos, en pocas palabras, mejores gobernantes. No podemos seguir frenados por problemas que tienen solución. Hemos perdido mucho tiempo en miopes y estériles conflictos. Necesitamos que quienes nos gobiernan tomen en cuenta el enorme potencial de las mujeres y los jóvenes en la vida política por su invaluable aportación de equilibrio y dinamismo. Necesitamos a quienes sean capaces de señalar caminos, unir voluntades y conseguir que México sea el país que debe y puede ser. Y todo ello requiere de alguien que guíe, anime y lleve a cabo este esfuerzo: el próximo presidente de la República.

Se han señalado repetidamente las características, las cualidades que nuestra situación actual exige del presidente de la República. Un conocido caricaturista describió con ingeniosos dibujos los 18 requisitos que, a su juicio, debe llenar el aspirante a gobernarnos y son los siguientes: respeta la ley, conoce de política, cree en la democracia, ve a futuro, sabe el rumbo, abre mercado, protege al Estado, prescinde de escándalos y líos conyugales, tiene ideas, tiene mundo, tiene estrategia, tiene carisma, tiene cultura, es sencillo, es honrado, es trabajador, es patriota y es valiente.

Hay desafortunadamente, una gran desorientación y desánimo en el público sobre quién podría ser la persona que llenara lo mejor posible estos requisitos. De los pre candidatos para las elecciones de 2018, no hay seguridad de que ellos sean los más idóneos para la tarea.

Necesitamos a alguien que tenga fe en el pueblo y que le inspire seguridad y confianza. Que pueda reconciliar a la nación y alcanzar la unidad nacional indispensable. Que esté dispuesto a servirnos a todos y no a buscar su provecho personal y de grupo. Que esté convencido que debe luchar y trabajar por quienes más lo necesitan, que son la mayoría del país. Que no ofrezca cosas imposibles y que sepa que sólo con orden, trabajo, austeridad y valentía podremos superarnos y avanzar. Que esté decidido a tomar las medidas difíciles que exige la solución de los problemas crónicos que nos aquejan. Y alguien que nos dé la convicción y el ánimo de que podamos hacerlo y que en este propósito comprometerá su futuro y su vida.

¿Será posible que surja un rostro nuevo, un candidato así, alguien poco conocido, alguien que se aproxime lo más posible al modelo de gobernante que se necesita? Hay sin duda personas destacadas que hoy se conocen poco y que podrían responder a esta exigencia de la ciudadanía. Pienso que habría que escucharlos y no dejarse llevar por la inercia de lo que se ha dicho hasta ahora. Repito, que no sea uno más, sino alguien que tenga la fuerza, el acierto y el talento para unirnos y llevarnos adelante.

Un símbolo de esto es un caballo que nadie conoce, que arranca desde atrás, a todo galope, que nada puede detener y que gana la carrera para sorpresa de todos. Esto tiene un antecedente histórico. En 1831 Benjamín Disraeli, quien fuera famoso primer ministro de Inglaterra, escribe a sus 27 años una novela; El joven duque, en la que relata cómo un caballo negro, hasta entonces desconocido, ganó una famosa carrera, venciendo al favorito. Desde entonces, en el lenguaje político, a quien triunfa súbitamente en una elección, se le llama el “dark horse”, el caballo negro.

¿Veremos por fin en México el arranque dramático de un esperado caballo negro? Ésta es mi ilusión y mi esperanza.


*El autor fue contador público, empresario y filántropo mexicano, fundador de Bimbo. Falleció el 3 de febrero de 2017. 

viernes, 10 de noviembre de 2017

Ángel de mi guarda, mi dulce compañía

 ...No estamos contra ninguna manifestación temporal de las distintas emociones estéticas, cualquiera que sea su patrón estilístico, ni sus recurrencias para provocar las emotividades poéticas de sus posibles clientelas; después de todo, nadie tiene el monopolio de la verdad ni de la belleza, y toda obra no es más que una oferta expuesta a los criterios y cánones estéticos de los consumidores...


Por Pbro. Rogelio Montenegro Quiroz *

Una de las más connotadas plegarias de la herencia religiosa materna es esta súplica de protección, que todos aprendimos de niños. Digo herencia materna porque los papás de este país no saben rezar y pocos se preocupan de transmitir valores espirituales que sostengan la piedad de sus hijos y les abran el camino para su plena realización.

Pero mi inquietud presente nace en el Boulevard 5 de Mayo, entre las calles de Palafox y 3 Oriente, donde un día me sorprendió un extraño y gigantesco cuerpo poligonal con aspas de molino de viento, como en las locuras de Don Quijote; es de color amarillo retortijón que estruja todos los sentidos, especialmente el del gusto. Si fuera monumento exaltaría las epopeyas del pasado, las virtudes de nuestros héroes o las leyendas y mitos de nuestra historia, pero entonces serían más adivinables sus líneas, no tan absolutamente neutrales. Si quiere representar al ángel custodio necesita un letrero explicativo cuyos signos deberían tener un metro de altura para ser proporcionales.

Bien sabemos que no es el león como lo pintan, ni son fáciles las traslaciones de criaturas incorpóreas y angelicales de inconsútiles sustancias a las dimensiones espaciales y profanas de nuestro hábitat cotidiano. También sabemos que sus alas y lo airoso de su porte vienen de viejas culturas mesopotámicas, milenariamente sujetas a las modas estilísticas de todas las generaciones y concepciones antropomórficas de los distintos pueblos. Judíos, cristianos y musulmanes heredaron sus conformaciones y hoy son parte de sus universos religiosos, como servidores etéreos de la divinidad.

No estamos contra ninguna sacramental epifanía de las honduras del alma y sus amplios abanicos vivenciales. La poesía es el éxtasis sacrosanto de la estética; el don divino y misterioso de lo eterno y la ebullición dialéctica de lo humano. Es conjunción de tiempos y espacios, gozo y dolencia perfumados por el oficio diario de existir. Las compuertas explosivas de sus manifestaciones son plurales; no hay formas preferenciales o exclusivas, ni molduras perennes; sino la siempre rica y veleidosa creación repentina de lo nuevo y sorpresivo.

Pero lo que verdaderamente nos admira es su irrespetuosa falta de contextura artística, ya que en sus contornos inmediatos sobresalen las torres de nuestra hermosa Catedral Herreriana, las del Templo precisamente del Santo Ángel, la solemne y erguida torre de San Francisco en el trasfondo y en sus cercanías inmediatas los históricos barrios de Analco, La Luz y las viejas calles que entornan a la Compañía y a nuestra Plaza de Armas. Sus edificios, ahora Patrimonio de la Humanidad, son de inspiración barroca.

El Barroco es el estilo de los siglos XVII-XVIII. Se caracteriza por su tersura sentimental y romántica; su geometría profusamente desbordante de líneas curvas; es una réplica a los fríos y apolíneos logros del Neoclásico renacentista. Sus monumentos arquitectónicos europeos más representativos son: de Vignola, la Iglesia del Gesú en Roma; de Bernini y Borromini, la Columnata de San Pedro; de Carbonell, la Casa del Ayuntamiento en Madrid y de Manzart, el magnífico Palacio de Versalles.

El Barroco, con las traslaciones del tiempo, modas y caprichos, va a impulsar las elegantes líneas del Rococó francés y en las extremas expresiones de su exuberancia, aparece en las fantasías españolas de José Churriguera. En México el Barroco, ya con las recargas del Churrigueresco, provoca las policromías vivas del alma indígena, enriqueciendo los espacios con nuevas y paradisíacas abundancias, confiriendo a sus universos la profusión creadora y desbordada de la conjunción de un cielo a la altura de la tierra, de un Dios en las cercanías tangibles de lo humano.

Por otra parte, los monumentos de las ciudades democráticas se someten a concurso para que los hijos propios, los que han crecido en el palpitar de sus entrañas, ofrezcan sus proyectos y éstos se sometan a un jurado calificador. En las ciudades gobernadas por reyezuelos anacrónicos, todo se ejecuta según sus gustos y preferencias sin consultar al pueblo. A veces lo único democrático que nos queda son los tres años constitucionales de los mandatos, una esperanza trienal de no caer en los mismos gustos.

Repito, para que nos entendamos, no estamos contra ninguna manifestación temporal de las distintas emociones estéticas, cualquiera que sea su patrón estilístico, ni sus recurrencias para provocar las emotividades poéticas de sus posibles clientelas; después de todo, nadie tiene el monopolio de la verdad ni de la belleza, y toda obra no es más que una oferta expuesta a los criterios y cánones estéticos de los consumidores.

Puebla cuenta con muchas pinturas de ángeles barrocos, especialmente las dedicadas a San Miguel, inclusive estofados preciosos del mismo Arcángel que podrían inspirar para nuestro Centro Histórico, otros monumentos más en conjunción con los contornos. Por lo que toca a nuestro discutido y ultramodernista molino de viento, ya que lo bautizaron como ángel de la guarda, podría ir a custodiar el Centro Comercial Angelópolis.

Por lo que a mí me toca sigo rezando la oración de mi infancia: Ángel de mi guarda, mi dulce compañía líbrame de los autócratas de noche y de día.

* El autor es profesor del Seminario Palafoxiano de Puebla, Párroco del templo de Santa Rosa, Director del Instituto de Teología para Laicos “Camino, Verdad y Vida”. Conduce el programa de radio Buenas Noches Puebla que se transmite los días viernes por la XEHR 1090 de A.M.