Un punto de vista con el que se puede estar o no de acuerdo. ¡Abramos el debate!
domingo, 31 de marzo de 2019
Para los que no pudieron ir a Misa...
El Evangelio del día corresponde a la lectura de Lucas 15 1-3. 11-32, pasaje que narra la parábola del hijo pródigo: Padre, vuelvo a casa.
sábado, 23 de marzo de 2019
El pecado del hombre
...el pecado es no cumplir con la tarea, en no hacer lo que podemos desde nuestra realidad condicionada, relativa y limitada pero tendiente a lo Absoluto...
Por Enrique López Albores
Pecado viene de Pecatum (latín) que a su vez proviene de Amartía (griego) que significa “no dar en el blanco”. Era una palabra utilizada por los guerreros que al disparar sus arcos y no dar en el blanco con sus flechas, cometían Amartía. Posteriormente esta palabra se tradujo al latín como Pecatum y el significado era el mismo.
Una flecha que sale disparada de un arco tiene como punto de llegada un “blanco”, algo a lo que le “debe pegar”, la exigencia de esta flecha es llegar a donde se le envió, cuando es desviada por el viento, ese tiro cayó en amartía, cometió pecatum, o sea cometió pecado. Si el viento es fuerte, el buen tirador ha de tomar en cuenta este factor para llevar a cabo su tiro al blanco y pegar en éste. El mal tirador no toma en cuenta el viento y piensa que con solo disparar basta para que el tiro llegue a su destino, este tirador puede “cometer graves pecados” al no tomar en cuenta los factores que pueden “desviar” su flecha del punto de llegada. Es por esto que uno de los peores pecados que puede cometer el hombre al “disparar sus flechas” es el de la ingenuidad: creer que basta con disparar para dar en el blanco.
Algún filósofo muy “sesudo” definía al pecado de la siguiente manera: “El pecado es la absolutización de lo relativo en el horizonte de lo absoluto” [1].
El hombre al ser lanzado del vientre de su madre, como flecha hacia su destino, tiene un grave problema, problema que no experimenta la flecha del arquero, no sabe cuál es su “destino”, no sabe “ya-de-por-sí” hacia donde se dirige, pero lleva dentro de sí mismo las exigencias que le llevarán a su “blanco”, pero no por llevarlas dentro será automático que las descubra y las ponga en práctica echando mano de ellas de manera eficiente, consciente e intencionada.
En el momento en que un ser humano nace es todo un proyecto, lo es en potencia, un proyecto que como tal se puede quedar en eso, en un proyecto que jamás se eche a andar. Si miramos a nuestro alrededor, nos encontraremos con muchos proyectos que están ahí en potencia, que no se han puesto en marcha.
La idea de la flecha nos puede ayudar a comprender lo que pasa con el hombre en el momento de ser disparado y durante todo el trayecto antes de llegar a su destino. La flecha pudo haber sido lanzada con muy mala puntería; pudo haber sido enviada con muy buen enfoque, pero el viento desviarla; puede que haya perdido fuerza o encontrarse con otro “blanco” en el camino y dar en él sin que haya sido su destino original.
Anteriormente señalaba que el hombre tiene un problema bastante fuerte, este es el hecho de que no sabe a ciencia cierta cuál es su destino, misión o a lo que está llamado, a este problema podemos añadirle algunos otros inconvenientes que por el momento solamente voy a mencionar.
Los inconvenientes a los que me refiero están intrínsecamente ligados a la naturaleza misma del ser humano como sujeto condicionado y relativo que es. Este ser condicionado y relativo lo lleva a “depender” de condicionamientos biológicos (a nivel pre, peri y postnatal); sociales (económicos, políticos, culturales, religiosos) psicológicos (intrapsíquicos, familiares, etc.). Estos condicionamientos, levemente esbozados, pueden servir al ser humano tanto como plataforma de lanzamiento hacia su desarrollo como obstáculo que distraiga o impida el mismo.
El Pecado del hombre consiste en quedarse atrapado en los aspectos relativos entre los cuales crece y se desarrolla. Como bien decía aquel filósofo, el pecado es la absolutización de lo relativo en el horizonte de lo absoluto y creer que aferrándose al medio se ha alcanzado el fin. Pero, ¿Cuál es el fin del hombre? He ahí la dificultad y reto para todos los que nos decimos ser humanos. ¿Cuál es nuestro “blanco”? ¿No será que nos estamos aferrando a un falso “blanco” creyendo que hemos dado en el blanco? ¿Cuáles son las exigencias a las que debo atender para dar en el blanco? ¿Cómo pongo atención a dichas exigencias? ¿Qué distractores me impiden llegar al blanco? ¿Qué condiciones se necesitan para que una semilla de frutos y no fracase en el intento?
Pero el hombre no es ni una flecha, ni una semilla, que, aunque similar en sus dinamismos internos que lo mueven a ser lo que es, es diferente por el hecho de que el ser humano no es un ente carente de voluntad y de intencionalidad, sino un ser que se mueve en busca de algo que de sentido a su vida y con el empuje por llegar a ser. Existen responsabilidades compartidas, aunque no sé en qué porcentajes, entre la voluntad e intencionalidad de ser que el hombre posee y el medio en el que quiere ser y de donde no lo podemos sacar (enajenar) perdiendo de vista el escenario y a los otros que lo acompañan en esa búsqueda de ser.
De aquí que la tarea se pueda complicar o facilitar mucho más puesto que no es un trabajo aislado, sino un trabajo en común con los otros que me definen y que también quieren ser.
El pecado consiste entonces en no dar en el “blanco” al que el hombre está llamado (humanización), el pecado es no cumplir con la tarea, en no hacer lo que podemos desde nuestra realidad condicionada, relativa y limitada pero tendiente a lo Absoluto. El Pecado consiste en hacer de algo pequeño mi ídolo y olvidar, perdiendo de vista, el horizonte de lo Absoluto. El pecado es quedar atrapado en los condicionamientos, pero más pecado será cuanto más cuenta me dé y menos haga por evitarlo.
[1] La reflexión en torno a la palabra Amartía y la definición de Pecado que ahora presento, fue provocada en la homilía del P. José Ignacio González Molina, el domingo 24 de mayo de 1998, en la Iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro a las 19 horas.
Por Enrique López Albores
Pecado viene de Pecatum (latín) que a su vez proviene de Amartía (griego) que significa “no dar en el blanco”. Era una palabra utilizada por los guerreros que al disparar sus arcos y no dar en el blanco con sus flechas, cometían Amartía. Posteriormente esta palabra se tradujo al latín como Pecatum y el significado era el mismo.
Una flecha que sale disparada de un arco tiene como punto de llegada un “blanco”, algo a lo que le “debe pegar”, la exigencia de esta flecha es llegar a donde se le envió, cuando es desviada por el viento, ese tiro cayó en amartía, cometió pecatum, o sea cometió pecado. Si el viento es fuerte, el buen tirador ha de tomar en cuenta este factor para llevar a cabo su tiro al blanco y pegar en éste. El mal tirador no toma en cuenta el viento y piensa que con solo disparar basta para que el tiro llegue a su destino, este tirador puede “cometer graves pecados” al no tomar en cuenta los factores que pueden “desviar” su flecha del punto de llegada. Es por esto que uno de los peores pecados que puede cometer el hombre al “disparar sus flechas” es el de la ingenuidad: creer que basta con disparar para dar en el blanco.
Algún filósofo muy “sesudo” definía al pecado de la siguiente manera: “El pecado es la absolutización de lo relativo en el horizonte de lo absoluto” [1].
El hombre al ser lanzado del vientre de su madre, como flecha hacia su destino, tiene un grave problema, problema que no experimenta la flecha del arquero, no sabe cuál es su “destino”, no sabe “ya-de-por-sí” hacia donde se dirige, pero lleva dentro de sí mismo las exigencias que le llevarán a su “blanco”, pero no por llevarlas dentro será automático que las descubra y las ponga en práctica echando mano de ellas de manera eficiente, consciente e intencionada.
En el momento en que un ser humano nace es todo un proyecto, lo es en potencia, un proyecto que como tal se puede quedar en eso, en un proyecto que jamás se eche a andar. Si miramos a nuestro alrededor, nos encontraremos con muchos proyectos que están ahí en potencia, que no se han puesto en marcha.
La idea de la flecha nos puede ayudar a comprender lo que pasa con el hombre en el momento de ser disparado y durante todo el trayecto antes de llegar a su destino. La flecha pudo haber sido lanzada con muy mala puntería; pudo haber sido enviada con muy buen enfoque, pero el viento desviarla; puede que haya perdido fuerza o encontrarse con otro “blanco” en el camino y dar en él sin que haya sido su destino original.
Anteriormente señalaba que el hombre tiene un problema bastante fuerte, este es el hecho de que no sabe a ciencia cierta cuál es su destino, misión o a lo que está llamado, a este problema podemos añadirle algunos otros inconvenientes que por el momento solamente voy a mencionar.
Los inconvenientes a los que me refiero están intrínsecamente ligados a la naturaleza misma del ser humano como sujeto condicionado y relativo que es. Este ser condicionado y relativo lo lleva a “depender” de condicionamientos biológicos (a nivel pre, peri y postnatal); sociales (económicos, políticos, culturales, religiosos) psicológicos (intrapsíquicos, familiares, etc.). Estos condicionamientos, levemente esbozados, pueden servir al ser humano tanto como plataforma de lanzamiento hacia su desarrollo como obstáculo que distraiga o impida el mismo.
El Pecado del hombre consiste en quedarse atrapado en los aspectos relativos entre los cuales crece y se desarrolla. Como bien decía aquel filósofo, el pecado es la absolutización de lo relativo en el horizonte de lo absoluto y creer que aferrándose al medio se ha alcanzado el fin. Pero, ¿Cuál es el fin del hombre? He ahí la dificultad y reto para todos los que nos decimos ser humanos. ¿Cuál es nuestro “blanco”? ¿No será que nos estamos aferrando a un falso “blanco” creyendo que hemos dado en el blanco? ¿Cuáles son las exigencias a las que debo atender para dar en el blanco? ¿Cómo pongo atención a dichas exigencias? ¿Qué distractores me impiden llegar al blanco? ¿Qué condiciones se necesitan para que una semilla de frutos y no fracase en el intento?
Pero el hombre no es ni una flecha, ni una semilla, que, aunque similar en sus dinamismos internos que lo mueven a ser lo que es, es diferente por el hecho de que el ser humano no es un ente carente de voluntad y de intencionalidad, sino un ser que se mueve en busca de algo que de sentido a su vida y con el empuje por llegar a ser. Existen responsabilidades compartidas, aunque no sé en qué porcentajes, entre la voluntad e intencionalidad de ser que el hombre posee y el medio en el que quiere ser y de donde no lo podemos sacar (enajenar) perdiendo de vista el escenario y a los otros que lo acompañan en esa búsqueda de ser.
De aquí que la tarea se pueda complicar o facilitar mucho más puesto que no es un trabajo aislado, sino un trabajo en común con los otros que me definen y que también quieren ser.
El pecado consiste entonces en no dar en el “blanco” al que el hombre está llamado (humanización), el pecado es no cumplir con la tarea, en no hacer lo que podemos desde nuestra realidad condicionada, relativa y limitada pero tendiente a lo Absoluto. El Pecado consiste en hacer de algo pequeño mi ídolo y olvidar, perdiendo de vista, el horizonte de lo Absoluto. El pecado es quedar atrapado en los condicionamientos, pero más pecado será cuanto más cuenta me dé y menos haga por evitarlo.
[1] La reflexión en torno a la palabra Amartía y la definición de Pecado que ahora presento, fue provocada en la homilía del P. José Ignacio González Molina, el domingo 24 de mayo de 1998, en la Iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro a las 19 horas.
jueves, 14 de marzo de 2019
Para escuchar en esta Cuaresma
domingo, 10 de marzo de 2019
Para los que no pudieron ir a Misa...
sábado, 2 de marzo de 2019
La unidad de los cristianos y la situación de los católicos
Jesús, Señor, Tú has pedido para todos nosotros la gracia de la unidad.
Señor, esta Iglesia que es tuya, no es nuestra,
la historia nos ha dividido.
Jesús, ayúdanos a ir por el camino de la unidad o
por el camino de esta unidad reconciliada,
Señor, Tú siempre has hecho todo lo que has prometido,
danos la unidad de todos los cristianos.
Fragmento de la oración del Papa Francisco en la audiencia general del 3 de julio de 2015
“Actúa siempre con toda justicia” (Dt 16, 18-20) fue el lema que abanderó la jornada mundial de oración para la unidad de los cristianos que se celebró del 18 al 25 de enero de este año. Desde hace más de un siglo se suplica al Espíritu Santo el pleno cumplimiento de los deseos del rabí de Galilea: “Padre Santo, guarda en tu nombre a aquellos que me has dado, para que sean uno como nosotros” (Juan 17,11).
El día que inició del octavario de este año (18 de enero); escuché en el programa de radio “Buenas Noches Puebla”, que se transmite en la XEHR, 1090 de amplitud modulada, un comentario del Padre Rogelio Montenegro respecto a la unidad de los cristianos. Me satisfizo la crítica y autocrítica que el Padre Montenegro hace de la jornada, por lo que me di a la tarea de transcribir íntegramente sus consideraciones y lo comparto con ustedes. Léanlo y saquen sus conclusiones:
“Inició el octavario para la unidad de los cristianos y como que ya pasó inadvertido durante muchos años, muchas décadas y no le ponemos atención sabiendo que se trata de algo esencial.
“¿Por qué se empezó a pedir dentro de la Iglesia cristiana católica, como es la nuestra, para que algún día todos los que creemos en Cristo, todos los que hemos sido bautizados e incorporados a su cuerpo, como se empezó a llamar desde el siglo XIV, allá con Bonifacio VIII, el cuerpo místico de Cristo que es la Iglesia?
“¿Por qué si Cristo, en su oración final, previa a la pasión, en la versión de San Juan, capítulo 17, oró para que fuéramos uno (…) no se ha podido hacer verdad a lo largo de los siglos? Porque está de por medio la voluntad de los hombres, y no precisamente en los mejores hombres de la Iglesia, a veces en los más soberbios y los más perversos.
“¿Por qué hay tantas iglesias con credos diferentes? ¿Por qué las grandes escisiones de la iglesia, la luterana del siglo XVI, que más escándalo provocó en occidente? Pero también otra, muy grande, la del siglo XI, año 1054, la de los ortodoxos.
“Todos creemos en Cristo, todos recibimos el bautismo, celebramos la Cena del Señor en forma diferente y en distintos momentos, pero estamos muy alejados ya, los unos de los otros.
“¿Por qué, aparte de las oraciones, no hacemos movimientos de acercamiento? ¿Por qué nos ignoramos mutuamente? Porque mientras no nos conozcamos, no habrá ningún acercamiento, nunca va haber amor, el amor se da entre personas que se conocen.
“Ciertamente dentro del mundo separado, así le llamamos nosotros, ‘hermanos separados’ de la Iglesia Católica. ¿Sabremos cuántos grupos habrá, siquiera? ¿Sabremos cuántas partes del Credo oficial de la Iglesia Católica se practica en todas ellas?
“Nosotros los católicos, pensamos que la unidad de los cristianos sería algo así como decirles a ellos que nos pidan perdón, que se equivocaron y que regresen a la casa paterna. ¡Estaríamos locos! Solamente un obispo de 80 años podría pensar eso o algunos menores de edad, pero con mentalidad octogenaria… ¡No!
“A lo largo de los siglos, la Iglesia de Cristo siempre se ha equivocado porque está sobre hombros humanos. Imagínense ustedes una iglesia católica, voy a enumerar algunas cosas, una por una:
“Número uno: Pues por capricho o por lo que sea, a lo largo de los siglos, hasta el Vaticano II, vino celebrando sus liturgias en latín, la gente no lo entendía y de espaldas al templo. ¿Ustedes creen que eso es un esfuerzo de la iglesia por tratar de incluir a todos sus componentes por el bautismo? ¿A qué iban los cristianos cuando no entendían siquiera la lengua y mucho menos los ritos? Y todavía me preguntan a qué van a misa los cristianos católicos si nadie les explica exactamente lo que está pasando en la eucaristía. O algunos sacerdotes, como me dijeron esta semana, por allí en una casa, explican, pero dicen cada cosa que no tiene ningún sentido porque les falta preparación litúrgica y teológica. Tratan de explicar las partes, explicaban la doxología, según me dijeron. Explicaron también la némesis, aunque no se saben los nombres, pero poco a poco diciendo cosas verdaderamente espeluznantes que no tienen nada que ver con la liturgia cristiana, y ese de quien estoy hablando es un sacerdote católico… No quise indagar su nombre, no fuera que en algún momento se me resbalaran las sílabas de su nombre. No lo creo, de todas maneras, ya sé que no es solo uno, muchos carecen de formación sólida. ¡Imagínense nada más eso!
“Número dos: ¿A qué distancia los laicos bautizados; sacerdotes, profetas y reyes por el bautismo después del óleo crismal, han sido relegados; primero, desde el siglo V y después borrados del ambiente eclesiástico desde el siglo XI a la fecha? Se les repite que forman parte de la Iglesia, pero realmente no tienen ninguna preparación. No tienen oficios ni beneficios habiendo tantos ministerios que podrían ejercerse dentro de la Iglesia, tan solo el ministerio de la palabra. ¡Imagínense si los laicos del mundo cristiano católico estuvieran parados como están en las ‘iglesias separadas’ para transmitir la palabra de Dios!
“Si tuviéramos entusiasmo, no para que toquen de puerta en puerta como lo hacen muchos, sino para hacerlo en aulas o en cualquier parte para transmitir esa palabra… Si se sintieran tomados en cuenta, si fueran partes vigentes, diría yo ‘ciudadanos cristianos’ de esta Iglesia. Pero los laicos ocupan un segundo lugar, son cristianos de segunda dentro de esa pirámide terrible, espantosa, que empezó en el siglo XI ya más claro en torno a un pontífice en donde él es el rey y solamente el rey, como dijera el cantante Alfredo Jiménez. En donde hay jerarquías que con diversos colores se han alzado, poco a poquito, concentrando todo el poder y todas las posibilidades de actuación dentro de la Iglesia, dentro de la cual los laicos hacen favor de asistir a ella por tradición pero no porque tengan un lugar que el bautismo les hubiera dado y se los hubiera hecho valioso…
“Yo me pregunto si alguna vez las mujeres pudieran bautizar, que pudieran predicar la palabra con soltura dentro de la organización bajo la mirada de un pontífice. Yo no lo estoy borrando del mapa, ¡Dios nos libre! Y de un obispo diocesano, y en torno a un párroco. Que hubiera un laicado firme, que hasta ahora los diáconos laicales no tienen preparación suficiente para transmitir la palabra y pues sí, celebran algunos bautismos, pero no pueden transmitir todo porque les falta una preparación. Puedo dar nombres y da lo mismo…
“Si eso sucede, yo me pregunto: ¿Cuántas mujeres, de la experiencia que tengo yo, del instituto de teología Camino, Verdad y Vida, están tan preparadas o más capacitadas para la dirección, para el encuentro, para la palabra que los sacerdotes que tienen más tiempo que ellos? Porque muchos de ellos se dedicaron a la celebración de eucaristías y no le hacen caso a la palabra.
“Por razón de cuántas, de esas mujeres en el catecismo, la transmisión de la palabra, se puede hacer a los niños gracias a su presencia, a su celo apostólico y a su preparación y no tienen ninguna oficialidad dentro de la Iglesia.
“¿Solamente se trata de seguir pidiendo a Dios sin que nada hagamos favorablemente de parte nuestra? ¿Algún día hemos pensado que la voluntad de Cristo debe cumplirse, que haya unidad entre todos los creyentes en él para que todos seamos uno?
“¿Qué cosas se han ido realizando ya a pesar de que, en el siglo XVI, entre 1517 y 1536, se fueron desmoronando, sobre todo en Alemania, a partir de Lutero, se fue desmoronando el Credo? Desde luego no vamos a decir que la Iglesia Católica ha sido pura a través del tiempo. ¡Puras sus enseñanzas!, pero las personas que han tenido responsabilidades dentro de la Iglesia han sido pecadores muy grandes, Papas escandalosos, Obispos ya ni se diga, en aquel tiempo y ahora mismo… Cuántos obispos, ahora, han sido escandalosos; arzobispos, cardenales, sacerdotes, ¿con esta situación de la pederastia?
“Yo pregunto: ¿La Iglesia católica va a seguir manteniendo el celibato obligatorio contra lo que dice el evangelio según san Mateo, capítulo 19, si vamos a saber enfrentarnos a la modernidad, es decir, a un mundo en el que se van diluyendo las verdades y se dice que las verdades son relativas?
“Faltan muchos valores, ya no cuenta el proyecto de vida ni los valores que le pueden dar sentido a ella. La gente parece gozar y estar contenta con el consumismo, con el ‘comamos y bebamos que mañana moriremos’ y, por lo tanto, ya no hay personas que quieran consagrarse. Hay una falta muy grande de sacerdotes en el mundo, desde luego que las puertas del infierno no van a prevalecer contra la Iglesia, pero nos preguntamos cuál es el futuro de esta Iglesia actual cuando faltan tantos sacerdotes… ¿No será que Dios quiere dar un golpe de timón hacia los laicos? ¿No querrá que ellos se preparen más y vuelvan otra vez a la Iglesia y tengan nuevamente el estatus de dignidad que les arrebataron las jerarquías?
“¿No será que las escuelas de teología van incluyendo poco a poco a los laicos que puedan consagrarse ya casados, viviendo una vida normal, esposos-hijos, y predicando la palabra de Dios para que el futuro de esta Iglesia quede asegurado?
“¿No será que los grandes monasterios se seguirán vaciando como ocurre ahora, de tal manera que se están vendiendo los edificios para otras causas?
“¿Qué vamos a hacer, si no hemos hecho, como dice la Gaudium et Spes, una de las cuatro constituciones del Concilio Vaticano II, aprender el lenguaje de nuestro tiempo o a veces repetimos lexicalmente, sílaba por sílaba, pero las conceptualidades son distintas? ¿Hemos envejecido cada vez más el rostro y las arrugas de esta Iglesia a la que pertenecemos sin abrirle las puertas a una posibilidad diferente?
“Ya hemos logrado algunas cosas, el Vaticano II, contra todo el horror del siglo XVI, logró que el latín no sea la lengua oficial de la Iglesia o sigue siendo, pero ya no se usa y ahora todas las liturgias se celebran en lenguas vernáculas. Ese es un paso que ya se pedía desde el siglo XVI. Si se hubiera dado a tiempo… Los laicos empiezan a adquirir cierta relevancia en cada una de las Iglesias, pero no la suficiente.
“A mí me gustaría morirme sabiendo que las mujeres rescataron el diaconado tal y como se ejercía en los primeros siglos de la Iglesia, que fueran personas que predicaran la palabra con seguridad después de haber cursado cuatro años de teología y pudieran bautizar a la gente también.
“Cuántas cosas más se han dado a través del tiempo y poco a poco vamos caminando, pero todavía estamos sumamente cerrados y todavía seguimos creyendo que la unidad de los cristianos se pueda dar cuando los otros digan que están arrepentidos de haberse ido; que vengan, se hinquen, pidan perdón y quieran rehacer su estancia dentro de nuestra Iglesia. ¿Acaso estamos locos? ¿No somos capaces de reconocer humildemente los pecados históricos para poder dar pasos juntos hacia la unidad o solamente se trata de rezar?
Hasta aquí la disertación del Padre Rogelio. Por mi parte, considero que si los evangélicos, los testigos de jehová, los anglicanos, los católicos de rito oriental, los metodistas y tantas denominaciones cristianas siguen disputándose el monopolio de la salvación y la verdad, particularmente la Iglesia Católica, difícilmente habrá unidad. Lucas en 9:49-50 al respecto refiere: “Maestro, vimos a uno echando fuera demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo porque no anda con nosotros. Pero Jesús les dijo: No se lo impidan; porque el que no está contra nosotros, está a nuestro favor”.
Señor, esta Iglesia que es tuya, no es nuestra,
la historia nos ha dividido.
Jesús, ayúdanos a ir por el camino de la unidad o
por el camino de esta unidad reconciliada,
Señor, Tú siempre has hecho todo lo que has prometido,
danos la unidad de todos los cristianos.
Fragmento de la oración del Papa Francisco en la audiencia general del 3 de julio de 2015
“Actúa siempre con toda justicia” (Dt 16, 18-20) fue el lema que abanderó la jornada mundial de oración para la unidad de los cristianos que se celebró del 18 al 25 de enero de este año. Desde hace más de un siglo se suplica al Espíritu Santo el pleno cumplimiento de los deseos del rabí de Galilea: “Padre Santo, guarda en tu nombre a aquellos que me has dado, para que sean uno como nosotros” (Juan 17,11).
El día que inició del octavario de este año (18 de enero); escuché en el programa de radio “Buenas Noches Puebla”, que se transmite en la XEHR, 1090 de amplitud modulada, un comentario del Padre Rogelio Montenegro respecto a la unidad de los cristianos. Me satisfizo la crítica y autocrítica que el Padre Montenegro hace de la jornada, por lo que me di a la tarea de transcribir íntegramente sus consideraciones y lo comparto con ustedes. Léanlo y saquen sus conclusiones:
“Inició el octavario para la unidad de los cristianos y como que ya pasó inadvertido durante muchos años, muchas décadas y no le ponemos atención sabiendo que se trata de algo esencial.
“¿Por qué se empezó a pedir dentro de la Iglesia cristiana católica, como es la nuestra, para que algún día todos los que creemos en Cristo, todos los que hemos sido bautizados e incorporados a su cuerpo, como se empezó a llamar desde el siglo XIV, allá con Bonifacio VIII, el cuerpo místico de Cristo que es la Iglesia?
“¿Por qué si Cristo, en su oración final, previa a la pasión, en la versión de San Juan, capítulo 17, oró para que fuéramos uno (…) no se ha podido hacer verdad a lo largo de los siglos? Porque está de por medio la voluntad de los hombres, y no precisamente en los mejores hombres de la Iglesia, a veces en los más soberbios y los más perversos.
“¿Por qué hay tantas iglesias con credos diferentes? ¿Por qué las grandes escisiones de la iglesia, la luterana del siglo XVI, que más escándalo provocó en occidente? Pero también otra, muy grande, la del siglo XI, año 1054, la de los ortodoxos.
“Todos creemos en Cristo, todos recibimos el bautismo, celebramos la Cena del Señor en forma diferente y en distintos momentos, pero estamos muy alejados ya, los unos de los otros.
“¿Por qué, aparte de las oraciones, no hacemos movimientos de acercamiento? ¿Por qué nos ignoramos mutuamente? Porque mientras no nos conozcamos, no habrá ningún acercamiento, nunca va haber amor, el amor se da entre personas que se conocen.
“Ciertamente dentro del mundo separado, así le llamamos nosotros, ‘hermanos separados’ de la Iglesia Católica. ¿Sabremos cuántos grupos habrá, siquiera? ¿Sabremos cuántas partes del Credo oficial de la Iglesia Católica se practica en todas ellas?
“Nosotros los católicos, pensamos que la unidad de los cristianos sería algo así como decirles a ellos que nos pidan perdón, que se equivocaron y que regresen a la casa paterna. ¡Estaríamos locos! Solamente un obispo de 80 años podría pensar eso o algunos menores de edad, pero con mentalidad octogenaria… ¡No!
“A lo largo de los siglos, la Iglesia de Cristo siempre se ha equivocado porque está sobre hombros humanos. Imagínense ustedes una iglesia católica, voy a enumerar algunas cosas, una por una:
“Número uno: Pues por capricho o por lo que sea, a lo largo de los siglos, hasta el Vaticano II, vino celebrando sus liturgias en latín, la gente no lo entendía y de espaldas al templo. ¿Ustedes creen que eso es un esfuerzo de la iglesia por tratar de incluir a todos sus componentes por el bautismo? ¿A qué iban los cristianos cuando no entendían siquiera la lengua y mucho menos los ritos? Y todavía me preguntan a qué van a misa los cristianos católicos si nadie les explica exactamente lo que está pasando en la eucaristía. O algunos sacerdotes, como me dijeron esta semana, por allí en una casa, explican, pero dicen cada cosa que no tiene ningún sentido porque les falta preparación litúrgica y teológica. Tratan de explicar las partes, explicaban la doxología, según me dijeron. Explicaron también la némesis, aunque no se saben los nombres, pero poco a poco diciendo cosas verdaderamente espeluznantes que no tienen nada que ver con la liturgia cristiana, y ese de quien estoy hablando es un sacerdote católico… No quise indagar su nombre, no fuera que en algún momento se me resbalaran las sílabas de su nombre. No lo creo, de todas maneras, ya sé que no es solo uno, muchos carecen de formación sólida. ¡Imagínense nada más eso!
“Número dos: ¿A qué distancia los laicos bautizados; sacerdotes, profetas y reyes por el bautismo después del óleo crismal, han sido relegados; primero, desde el siglo V y después borrados del ambiente eclesiástico desde el siglo XI a la fecha? Se les repite que forman parte de la Iglesia, pero realmente no tienen ninguna preparación. No tienen oficios ni beneficios habiendo tantos ministerios que podrían ejercerse dentro de la Iglesia, tan solo el ministerio de la palabra. ¡Imagínense si los laicos del mundo cristiano católico estuvieran parados como están en las ‘iglesias separadas’ para transmitir la palabra de Dios!
“Si tuviéramos entusiasmo, no para que toquen de puerta en puerta como lo hacen muchos, sino para hacerlo en aulas o en cualquier parte para transmitir esa palabra… Si se sintieran tomados en cuenta, si fueran partes vigentes, diría yo ‘ciudadanos cristianos’ de esta Iglesia. Pero los laicos ocupan un segundo lugar, son cristianos de segunda dentro de esa pirámide terrible, espantosa, que empezó en el siglo XI ya más claro en torno a un pontífice en donde él es el rey y solamente el rey, como dijera el cantante Alfredo Jiménez. En donde hay jerarquías que con diversos colores se han alzado, poco a poquito, concentrando todo el poder y todas las posibilidades de actuación dentro de la Iglesia, dentro de la cual los laicos hacen favor de asistir a ella por tradición pero no porque tengan un lugar que el bautismo les hubiera dado y se los hubiera hecho valioso…
“Yo me pregunto si alguna vez las mujeres pudieran bautizar, que pudieran predicar la palabra con soltura dentro de la organización bajo la mirada de un pontífice. Yo no lo estoy borrando del mapa, ¡Dios nos libre! Y de un obispo diocesano, y en torno a un párroco. Que hubiera un laicado firme, que hasta ahora los diáconos laicales no tienen preparación suficiente para transmitir la palabra y pues sí, celebran algunos bautismos, pero no pueden transmitir todo porque les falta una preparación. Puedo dar nombres y da lo mismo…
“Si eso sucede, yo me pregunto: ¿Cuántas mujeres, de la experiencia que tengo yo, del instituto de teología Camino, Verdad y Vida, están tan preparadas o más capacitadas para la dirección, para el encuentro, para la palabra que los sacerdotes que tienen más tiempo que ellos? Porque muchos de ellos se dedicaron a la celebración de eucaristías y no le hacen caso a la palabra.
“Por razón de cuántas, de esas mujeres en el catecismo, la transmisión de la palabra, se puede hacer a los niños gracias a su presencia, a su celo apostólico y a su preparación y no tienen ninguna oficialidad dentro de la Iglesia.
“¿Solamente se trata de seguir pidiendo a Dios sin que nada hagamos favorablemente de parte nuestra? ¿Algún día hemos pensado que la voluntad de Cristo debe cumplirse, que haya unidad entre todos los creyentes en él para que todos seamos uno?
“¿Qué cosas se han ido realizando ya a pesar de que, en el siglo XVI, entre 1517 y 1536, se fueron desmoronando, sobre todo en Alemania, a partir de Lutero, se fue desmoronando el Credo? Desde luego no vamos a decir que la Iglesia Católica ha sido pura a través del tiempo. ¡Puras sus enseñanzas!, pero las personas que han tenido responsabilidades dentro de la Iglesia han sido pecadores muy grandes, Papas escandalosos, Obispos ya ni se diga, en aquel tiempo y ahora mismo… Cuántos obispos, ahora, han sido escandalosos; arzobispos, cardenales, sacerdotes, ¿con esta situación de la pederastia?
“Yo pregunto: ¿La Iglesia católica va a seguir manteniendo el celibato obligatorio contra lo que dice el evangelio según san Mateo, capítulo 19, si vamos a saber enfrentarnos a la modernidad, es decir, a un mundo en el que se van diluyendo las verdades y se dice que las verdades son relativas?
“Faltan muchos valores, ya no cuenta el proyecto de vida ni los valores que le pueden dar sentido a ella. La gente parece gozar y estar contenta con el consumismo, con el ‘comamos y bebamos que mañana moriremos’ y, por lo tanto, ya no hay personas que quieran consagrarse. Hay una falta muy grande de sacerdotes en el mundo, desde luego que las puertas del infierno no van a prevalecer contra la Iglesia, pero nos preguntamos cuál es el futuro de esta Iglesia actual cuando faltan tantos sacerdotes… ¿No será que Dios quiere dar un golpe de timón hacia los laicos? ¿No querrá que ellos se preparen más y vuelvan otra vez a la Iglesia y tengan nuevamente el estatus de dignidad que les arrebataron las jerarquías?
“¿No será que las escuelas de teología van incluyendo poco a poco a los laicos que puedan consagrarse ya casados, viviendo una vida normal, esposos-hijos, y predicando la palabra de Dios para que el futuro de esta Iglesia quede asegurado?
“¿No será que los grandes monasterios se seguirán vaciando como ocurre ahora, de tal manera que se están vendiendo los edificios para otras causas?
“¿Qué vamos a hacer, si no hemos hecho, como dice la Gaudium et Spes, una de las cuatro constituciones del Concilio Vaticano II, aprender el lenguaje de nuestro tiempo o a veces repetimos lexicalmente, sílaba por sílaba, pero las conceptualidades son distintas? ¿Hemos envejecido cada vez más el rostro y las arrugas de esta Iglesia a la que pertenecemos sin abrirle las puertas a una posibilidad diferente?
“Ya hemos logrado algunas cosas, el Vaticano II, contra todo el horror del siglo XVI, logró que el latín no sea la lengua oficial de la Iglesia o sigue siendo, pero ya no se usa y ahora todas las liturgias se celebran en lenguas vernáculas. Ese es un paso que ya se pedía desde el siglo XVI. Si se hubiera dado a tiempo… Los laicos empiezan a adquirir cierta relevancia en cada una de las Iglesias, pero no la suficiente.
“A mí me gustaría morirme sabiendo que las mujeres rescataron el diaconado tal y como se ejercía en los primeros siglos de la Iglesia, que fueran personas que predicaran la palabra con seguridad después de haber cursado cuatro años de teología y pudieran bautizar a la gente también.
“Cuántas cosas más se han dado a través del tiempo y poco a poco vamos caminando, pero todavía estamos sumamente cerrados y todavía seguimos creyendo que la unidad de los cristianos se pueda dar cuando los otros digan que están arrepentidos de haberse ido; que vengan, se hinquen, pidan perdón y quieran rehacer su estancia dentro de nuestra Iglesia. ¿Acaso estamos locos? ¿No somos capaces de reconocer humildemente los pecados históricos para poder dar pasos juntos hacia la unidad o solamente se trata de rezar?
Hasta aquí la disertación del Padre Rogelio. Por mi parte, considero que si los evangélicos, los testigos de jehová, los anglicanos, los católicos de rito oriental, los metodistas y tantas denominaciones cristianas siguen disputándose el monopolio de la salvación y la verdad, particularmente la Iglesia Católica, difícilmente habrá unidad. Lucas en 9:49-50 al respecto refiere: “Maestro, vimos a uno echando fuera demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo porque no anda con nosotros. Pero Jesús les dijo: No se lo impidan; porque el que no está contra nosotros, está a nuestro favor”.
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