Un buen amigo me dijo que por justicia social, la final del futbol mexicano debió ser Indios versus Puebla. Vaya que estuvo a punto de hacerse realidad su pronóstico, propios y extraños no esperábamos que fueran aguerridos los partidos de los citados equipos en la fase de liguilla.
¿Por qué por justicia social? Ambos conjuntos tienen las nóminas más bajas del balompié nacional (con dos quincenas de Salvador Cabañas, delantero del club América, se pagan un mes de sueldos de todo el conjunto de Indios de Ciudad Juárez), crearon una interesante simbiosis de jugadores jóvenes con experiencia (los que ningún equipo quería o en rescatados del ocaso de su carrera), a diferencia de los llamados “equipos grandes” (Cruz Azul, Guadalajara y América) que hicieron una cuantiosa inversión sin lograr estar en las finales. Ambos equipos se ganaron a pulso su permanencia en el máximo circuito del balompié nacional brindándose en cada partido en base a personalidad y mística, elementos que no son poca cosa pese a los obstáculos (abiertamente contra los camoteros de quien más deseaban regresara a la división de ascenso). Crearon simpatías en las últimas semanas, porque como todo buen mexicano, que vive en condiciones no favorables y lucha día a día para salir adelante, se identificaron con ellos, incluso quienes no somos partidarios de las referidas escuadras. Aunque no ganaron campeonato alguno, ganaron el respeto de los rivales y de la afición.
Como decía el desaparecido cronista deportivo, Ángel Fernández, ante los Indios y el Puebla, “me quito el sombrero y me pongo de pie” para aplaudirles y agradecer lo que estos equipos lograron. Pienso que el efecto “Chelís” debe ir más allá del ámbito deportivo, si bien se mira es una lección de vida y un fiel reflejo de lo que sucede en nuestro país. ¿Por qué? Las dependencias gubernamentales siempre se quejan de que no les alcanza el presupuesto que les asignan para realizar obra pública y ejecutar proyectos productivos, tiempo después nos enteramos de escandalosos despilfarros y el desdichado funcionario público no recibe ningún castigo mientras que el dinero de los contribuyentes... bien gracias. Ojalá algún día una área del gobierno, ya sea federal, estatal o municipal, demuestre que con buen uso de los pocos recursos asignados hacen grandes obras (bien hechas y de calidad). Que las micro empresas se conviertan en pequeñas empresas y así sucesivamente, porque fueron capaces de crecer y hacer mucho con pocos recursos. ¿Alguien opina lo contrario?
Por otro lado, el pleito de los directivos por hacerse del control del equipo refleja en buena medida la disputa de los políticos por dominar el país. Al Puebla le irá muy bien siempre y cuando los hombres de pantalón largo diriman sus diferencias (¿lo conseguirán?), México puede estar mucho mejor si los políticos, en vez de pelear por sus intereses se dignaran a velar por la conveniencia ciudadana (¿y mi nieve de limón?) Imaginemos un poder ciudadano renovado, con capacidad de maniobra, de la mano no de uno, sino de varios “chelises”...
Ojalá que el efecto “chelís” no sea, como de costumbre, flor de un día, tantos esfuerzos y sacrificios tirados a la basura una temporada después.
Un punto de vista con el que se puede estar o no de acuerdo. ¡Abramos el debate!
miércoles, 27 de mayo de 2009
lunes, 25 de mayo de 2009
Del desaliento a la esperanza
La semana pasada se dio a conocer el documento “Con justicia social y participación ciudadana hay democracia”, una cruzada de los obispos de México para alentar la concurrencia cívica en las elecciones federales del 5 de julio. El documento, extenso y contundente en sus reflexiones, está respaldado por una campaña para animar la intervención ciudadana en los próximos comicios federales mediante talleres de formación y materiales pedagógicos que se impartirán en las parroquias a través de los agentes de pastoral social.
Participar en las elecciones... Asumir nuestro derecho ciudadano... Consolidar la democracia... Tanto el Instituto federal Electoral (IFE) en su amplio despliegue mediático como la recién inaugurada campaña para animar la participación ciudadana de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, aunque comparten los mismos valores y se esmeran para animarnos, por un momento olvidan que en el ambiente persiste un profundo desaliento, un gran desencanto. Las frescas declaraciones del ex presidente de México Miguel de la Madrid, amén de confirmar lo que todo mundo ya sabía, exponen con toda su crudeza los entretelones y la podredumbre de la mafia política mexicana que, lejos de beneficiar a nuestro de país, de impulsar su desarrollo, forjó una generación de pobres y problemas con rostros nuevos.
¿Cómo recuperar la confianza y la credibilidad perdida? ¿Cómo revertir la apatía que amenaza con paralizarnos? ¿Cómo suscitar nuevos horizontes de esperanza? ¿Cómo unir un país política y socialmente fragmentado? ¿Cómo superar la tentación del abstencionismo?
Urge reformular la educación cívica y política desde la primaria hasta la universidad, incluso en el ámbito familiar. Hace falta un “poder ciudadano” organizado, comprometido, exigente y cohesionado cuya participación vaya más allá del voto, capaz de transformar conciencias y cimbrar cúpulas de poder (vgr. México Unido Contra la Delincuencia), de lo contrario persistirá la frágil unidad nacional; una sociedad exacerbada, incapaz para dialogar y resolver dificultades. No se trata de una romántica utopía, es una esperanza que está al alcance de la mano y lo conseguiremos en la medida que seamos capaces de transformarla, de otro modo, no veo de qué manera nuestro país alcance un mejor porvenir.
Participar en las elecciones... Asumir nuestro derecho ciudadano... Consolidar la democracia... Tanto el Instituto federal Electoral (IFE) en su amplio despliegue mediático como la recién inaugurada campaña para animar la participación ciudadana de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, aunque comparten los mismos valores y se esmeran para animarnos, por un momento olvidan que en el ambiente persiste un profundo desaliento, un gran desencanto. Las frescas declaraciones del ex presidente de México Miguel de la Madrid, amén de confirmar lo que todo mundo ya sabía, exponen con toda su crudeza los entretelones y la podredumbre de la mafia política mexicana que, lejos de beneficiar a nuestro de país, de impulsar su desarrollo, forjó una generación de pobres y problemas con rostros nuevos.
¿Cómo recuperar la confianza y la credibilidad perdida? ¿Cómo revertir la apatía que amenaza con paralizarnos? ¿Cómo suscitar nuevos horizontes de esperanza? ¿Cómo unir un país política y socialmente fragmentado? ¿Cómo superar la tentación del abstencionismo?
Urge reformular la educación cívica y política desde la primaria hasta la universidad, incluso en el ámbito familiar. Hace falta un “poder ciudadano” organizado, comprometido, exigente y cohesionado cuya participación vaya más allá del voto, capaz de transformar conciencias y cimbrar cúpulas de poder (vgr. México Unido Contra la Delincuencia), de lo contrario persistirá la frágil unidad nacional; una sociedad exacerbada, incapaz para dialogar y resolver dificultades. No se trata de una romántica utopía, es una esperanza que está al alcance de la mano y lo conseguiremos en la medida que seamos capaces de transformarla, de otro modo, no veo de qué manera nuestro país alcance un mejor porvenir.
El huracán económico
La semana pasada vacacioné en la Riviera Maya, sin duda fueron unos merecidos días de descanso sin mayores contratiempos. Amén de conocer los principales atractivos del Caribe mexicano, sin las aglomeraciones de la temporada alta, supe de primera mano las opiniones de los prestadores de servicios acerca de la contingencia sanitaria. La mayoría concuerda que se trató de una farsa para ocultar algo (el consumo legal de drogas en México, el préstamo que recibió nuestro país –47 mil millones de dólares— con carácter “precautorio”, la incapacidad de nuestros legisladores para ser promotores del interés público). No saben a ciencia cierta qué es pero lo intuyen, de lo que sí están ciertos es que se perdieron diez mil empleos en las dos semanas de inactividad por culpa de la influenza. “Es que el gobierno no midió las consecuencias y nos perjudicó. Se cancelaron muchas reservaciones, están cerrando muchos negocios y si no se hace algo, no vamos a resistir en estos tres meses de temporada baja. Esto es peor que un huracán. Confiamos que se componga la situación lo más pronto posible, nosotros vivimos del turismo y es necesario promoverlo para reactivar la economía”.
Reactivar la economía... Antes de la aparición del letal virus el problema a resolver era recuperar la planta productiva del país para evitar la pérdida voraz de empleos. El gobernador de San Luis Potosí, Marcelo de los Santos, indicó que antes que nada lo más importante es cuidar la salud de la población, lo económico como quiera se resuelve. Ciertamente “gracias a las medidas que se tomaron a tiempo y el apoyo de la ciudadanía pudimos controlar la enfermedad”, pero el gobierno ha sido incapaz de contener los catastróficos efectos de la recesión económica. Los grandes consorcios se benefician de los apoyos que otorga el gobierno para salir adelante pero a las micro y pequeñas empresas parece no importarle mucho (agrupan el 98% de los establecimientos en nuestro país, absorben más del 50% de la mano de obra y aportan el 43% de los ingresos de la industria manufacturera)
A la fecha de qué se sigue hablando ¿de la influenza o de la crisis económica? En las dos semanas en que estuvimos acuartelados nos bombardeaban a toda hora con programas para prevenir la influenza y curiosamente el IFE hizo lo propio en sus mensajes de concientización del voto. Hoy, con menor intensidad siguen las campañas en pie de guerra. “Aunque la situación está bajo control, no bajemos la guardia”.
La vida poco a poco vuelve a la normalidad pero existe la “amenaza” de que el famoso virus AH1N1 vuelva a hacer de las suyas con una mutación, tal vez de esa manera nos olvidemos otro rato más de la crisis económica en caso de que las suspicacias, las verdades a medias se conviertan en plenas certezas y que esto no sea más que un soberano engaño.
Reactivar la economía... Antes de la aparición del letal virus el problema a resolver era recuperar la planta productiva del país para evitar la pérdida voraz de empleos. El gobernador de San Luis Potosí, Marcelo de los Santos, indicó que antes que nada lo más importante es cuidar la salud de la población, lo económico como quiera se resuelve. Ciertamente “gracias a las medidas que se tomaron a tiempo y el apoyo de la ciudadanía pudimos controlar la enfermedad”, pero el gobierno ha sido incapaz de contener los catastróficos efectos de la recesión económica. Los grandes consorcios se benefician de los apoyos que otorga el gobierno para salir adelante pero a las micro y pequeñas empresas parece no importarle mucho (agrupan el 98% de los establecimientos en nuestro país, absorben más del 50% de la mano de obra y aportan el 43% de los ingresos de la industria manufacturera)
A la fecha de qué se sigue hablando ¿de la influenza o de la crisis económica? En las dos semanas en que estuvimos acuartelados nos bombardeaban a toda hora con programas para prevenir la influenza y curiosamente el IFE hizo lo propio en sus mensajes de concientización del voto. Hoy, con menor intensidad siguen las campañas en pie de guerra. “Aunque la situación está bajo control, no bajemos la guardia”.
La vida poco a poco vuelve a la normalidad pero existe la “amenaza” de que el famoso virus AH1N1 vuelva a hacer de las suyas con una mutación, tal vez de esa manera nos olvidemos otro rato más de la crisis económica en caso de que las suspicacias, las verdades a medias se conviertan en plenas certezas y que esto no sea más que un soberano engaño.
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