jueves, 26 de noviembre de 2009

Que la necedad no nos condene

La situación económica de nuestro país es comprometedora, existe el temor de que se produzca un estallido social de grandes dimensiones por la soberbia, la ineptitud y la falta de autocrítica de quienes conducen los destinos de este país. Tan difíciles están las cosas que Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001 afirmó la semana pasada que el desempeño de México en el manejo de la crisis ha sido uno de los peores en el mundo, en cambio, naciones como Australia y Brasil fueron los que mejor la enfrentaron. Y si a ello le sumamos que nuestro país ya no puede seguir dependiendo de la economía norteamericana (por qué seguir esperando su recuperación para que nosotros también hagamos lo propio, ¡estamos perdiendo tiempo!), y que el aumento de los impuestos lejos de beneficiar impactará negativamente... Entonces ¿cuáles son las alternativas más viables? El economista sugiere replantear la estrategia mexicana, voltear la mirada a Asia, fijarnos en los países de ese continente como una fuente de crecimiento real que estimule la competitividad y la innovación. Y si no es suficiente, para minimizar los efectos negativos de la crisis, que no sabemos cuánto tiempo más va a durar, invertir en tecnología, educación e infraestructura, para estimular el desarrollo y crecimiento de la economía a corto y largo plazos para que las presiones sociales no aumenten. Pero qué creen, las declaraciones de Joseph Stiglitz en vez de ser tomadas en cuenta, detonaron la crítica y el enojo de algunos funcionarios. ¡Válgame Dios!, pedir a un premio Nobel que lea un poquito más de México para que se entere bien de nuestra situación, ¡es un desvergonzado atrevimiento!

No es la primera vez que Agustín Carstens, Secretario de Hacienda de nuestro país, sale a tratar de enmendarle la plana a algún premio Nobel; el pasado 27 de octubre durante su comparecencia ante el Senado señaló: “y con todo respeto a los premios Nobel que han venido a decir cosa contraria, yo les pido que antes de opinar sobre un país que no conocen vean los datos. Algunos de ellos son mis profesores, pero sí me atrevo hacerles esa recomendación.” Ya se habían pronunciado en contra de la política económica mexicana los premios Nobel James Heckman, Robert Engle, Edmund Phelps y Eric Maskin; a esas voces se ha unido ahora la de Stiglitz... El que tenga oídos, que escuche.

Que la necedad de nuestros funcionarios no nos condene.

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