Este año habrá elecciones en 10 estados de la república mexicana para gobernador, en 4 de ellos (Puebla, Hidalgo, Oaxaca y Chiapas) los partidos opositores al PRI se han unido en una coalición. ¿Qué es eso? De acuerdo con la “wikipedia” (diccionario enciclopédico en internet) la coalición política “es el pacto entre dos o más partidos políticos (grandes y pequeños), normalmente de ideas afines, para gobernar un país, una región o una entidad administrativa.
“En la mayoría de los regímenes democráticos, las coaliciones están permitidas y se producen cuando un sólo partido o grupo político no alcanza los votos necesarios (para mantener el registro) o impulsan un candidato común con grandes posibilidades de ganar, a condición de que los grupos minoritarios reciban algunos puestos gubernamentales o escaños en la asamblea legislativa.”
Esta forma de asociarse de los partidos políticos es legítima siempre y cuando beneficie a la ciudadanía, y no solo sea para sacar al partido hegemónico que gobierna como algún candidato a gobernador pretende hacerlo. Ciertamente la coalición integrará un atractivo programa de buenas intenciones, sin embargo, se esconde, aunque no se quiera, una perversa ostentación del poder como fin prioritario (salir de “guatemala” para ir a “guatepeor”, como dicen en mi pueblo). En lo particular me preocupa el escenario descrito porque no son pocos los estados de la república mexicana en donde el partido tricolor ha recuperado terreno (por los desaciertos del partido blanquiazul) y es visto como una amenaza el retorno del autoritarismo y todo lo que implica ser gobernado por ese instituto político a nivel país. Impedir el avance, impedir el regreso, tal parece es la consigna de las coaliciones en este año electoral cuyos integrantes ayer eran acérrimos enemigos, hoy son cuates (para bien y para mal), quiero ver al final de la contienda electoral, si es que se alzan con el triunfo, si siguen siendo los alegres compadres.
Los partidos, ya sea en alianza o por su cuenta, amén de convencer a la ciudadanía con sus compromisos, probar la autenticidad de sus dichos, demostrar que se puede confiar en ellos, capaces de hacer una campaña limpia, inteligente y propositiva, también tienen el reto de restaurar la confianza ciudadana en la clase política, actualmente sumida en el desprestigio por su ineptitud y por abusar, muy a menudo, de sus prerrogativas.
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