Este Domingo de Ramos, día que conmemora la entrada triunfal del rabí de Galilea a Jerusalén, inicia la Semana Santa, los días más importantes para los católicos, una de las temporadas más relevantes que se viven en nuestro país a lo largo del año. En este tiempo se contrapone el deseo de los que están dispuestos a huir de la rutina y la vida acelerada para tomar un descanso en una playa al amparo de una sombrilla y una fría bebida refrescante, con quienes se preparan para acompañar a Jesús en los misterios de su pasión, muerte y resurrección tras haber vivido el tiempo de arrepentimiento y penitencia a lo largo de la Cuaresma.
Afortunadamente ni todo es sol, arena y mar, ni Iztapalapa y Taxco acaparan siempre los reflectores de los noticiarios de televisión para atestiguar la representación de la pasión del Señor. No es para tanto. En muchos lugares de la república mexicana las tradiciones de Semana Santa son coloridas y espectaculares, tanto por el fervor con que se realizan como por los elementos que las integran. Vienen a mi mente las celebraciones en Quéretaro, capital del estado del mismo nombre; San Ignacio Arareco y Norogachi en Chihuahua, Jerez en Zacatecas, Huaynamota en Nayarit, San Miguel de Allende en Guajanuato, Temascalcingo en el Estado de México, San Juan Chamula y Zinacantan en Chiapas, así como las procesiones del silencio en San Luis Potosí y Oaxaca el Viernes Santo.
Aquí en Puebla capital, propios y extraños participan en la procesión de Viernes Santo que encabeza el pastor de los poblanos, una de las celebraciones más importantes a nivel nacional porque participan las cinco imágenes más representativas de la fe poblana: Jesús Nazareno de la parroquia de San José; el Señor de las Maravillas, que arrastra multitudes de católicos; Jesús de Analco, la Virgen de la Soledad y la Virgen de Dolores del Templo del Carmen. En Atlixco y otros municipios poblanos también hay dignas celebraciones litúrgicas por conocer.
Cualquiera que sea el lugar que elija para vivir la Semana Santa, aborde este espectacular despliegue de fe y tradición popular, con un espíritu de respeto y consideración. Aprecie la riqueza espiritual de estas celebraciones y descubrirá una experiencia que abre la mente y engrandece el espíritu de quienes la viven con sinceridad.
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