Pedro Angel Palou, “Tres mil monumentos en el centro histórico. El Sol de Puebla, edición del 15 de diciembre de 1987.
De acuerdo a las antiguas crónicas, hace 480 años, justamente en un Domingo de Pascua, se trazó la ciudad y se ofició la primera Misa en nuestra Puebla, un suburbio opulento en historia, tradición, gastronomía y leyenda. La angelópolis, además de celebrar 125 años de la gesta heroica del 5 de mayo, también cumplirá un cuarto de siglo de recibir el honroso título de Patrimonio Cultural de la Humanidad que la UNESCO le confirió, por lo que estas fechas significativas ofrecen la ocasión para reflexionar y cuestionarnos si somos dignos herederos del proyecto con el que se edificó la más lozana región de este país y, al mismo tiempo, si somos capaces de erigir la Puebla del tercer milenio.
Cuando los ángeles lloran
El corazón de Puebla pulsa con intensidad todos los días, diversos son los motores que le dan vida y disímiles los espacios donde confluye la colectividad, solo la tranquilidad de las noches, en especial ésta, permite que los ángeles y las almas de quienes cimentaron esta capital revivan para inspeccionar el estado que guarda su memoria material.
Festejan por una plaza, un edificio o una fachada restaurada, se entristecen por las atrocidades a los sitios que son suplantados por modernos espacios comerciales o plazas destinadas para las convenciones y, lamentan la muerte de aquellos lugares que tuvieron como veredicto la demolición y con ella parte de la historia, por considerarse “zonas de riesgo”. Se indignan por el deterioro de edificios que claman atención urgente o aquellos que han sido maltratados por los grafiteros. Ni qué decir de la alteración de los espacios originales porque según el arquitecto o ingeniero en turno consideró que “contrastan” lo moderno con lo colonial, ¡válgame Dios! Palidecen cuando el comercio ambulante asalta las calles, con justa razón, por la falta de empleo, o en el mejor de los casos algunas casonas son convertidas en puntos de venta de películas y música robada.
Y para rematar, un clamor al infinito se les escapa al reclamar que se ponga más cuidado en la preservación de lo poblano a través de la reminiscencia oral, bastan algunos ejemplos: José Luis Ibarra Mazari deleitaba nuestra imaginación con balconeadas y añoranzas de esta ciudad, en lo que fue la máxima dimensión del radio “Un minuto con Ivonne” era suficiente para sintetizar la frescura del pasado, viajábamos a la “Puebla de mis amores” con don Urbano Deloya. Ahora, Eduardo Merlo repasa con sus radioescuchas lo que ha sido y es nuestra ciudad con el programa “La Historia cuenta”, en tanto Ricardo Menéndez con sentimiento nostálgico nos sumerge con los “Recuerdos de Puebla “. Ciertamente necesitamos conciencias que nos contagien a los poblanos con sus emociones y nostalgias acerca de lo poblano, que no lo reserven a los reducidos círculos pensantes.
Y para rematar, un clamor al infinito se les escapa al reclamar que se ponga más cuidado en la preservación de lo poblano a través de la reminiscencia oral, bastan algunos ejemplos: José Luis Ibarra Mazari deleitaba nuestra imaginación con balconeadas y añoranzas de esta ciudad, en lo que fue la máxima dimensión del radio “Un minuto con Ivonne” era suficiente para sintetizar la frescura del pasado, viajábamos a la “Puebla de mis amores” con don Urbano Deloya. Ahora, Eduardo Merlo repasa con sus radioescuchas lo que ha sido y es nuestra ciudad con el programa “La Historia cuenta”, en tanto Ricardo Menéndez con sentimiento nostálgico nos sumerge con los “Recuerdos de Puebla “. Ciertamente necesitamos conciencias que nos contagien a los poblanos con sus emociones y nostalgias acerca de lo poblano, que no lo reserven a los reducidos círculos pensantes.
Nuestra Puebla del futuro
¡Vaya época la que estamos viviendo! En esta fecha las ánimas de los fundadores y los primeros inquilinos de esta ciudad, junto con la corte celestial evalúan las posibilidades que tenemos para transformar este inventario de tinte pesimista, sin embargo, no podemos anclarnos en un festejo triunfalista, rememorando el mito, la fábula y la leyenda o guardemos en el cajón las problemáticas comunes que atañen a toda urbe.
Todos somos responsables ante la humanidad de lo que le suceda a esta ciudad, es fundamental renovar el compromiso, por una parte, el que adquirimos hace 25 años con la distinción de ser patrimonio de la humanidad, no podemos admitir embellecimientos mal planeados y de paso, mal hechos, a lo largo y ancho de los 7 kilómetros cuadrados que comprende el área de monumentos. Lo digo con el sentimiento de buen poblano porque me desagrada vivir en una ciudad sumida en el caos vial, el desorden que propicia el comercio informal y la indiferencia de las autoridades que no escuchan la voz ciudadana.
Aunque duela la comparación, reconozco y admiro el trabajo logrado en otras ciudades patrimonio de nuestro país como San Miguel de Allende, Morelia o Campeche con calles impecablemente limpias y la nuestra, es incapaz de recuperar la pulcritud que alguna vez la distinguió. Me deshonra que los poblanos que viajan fuera del país no sepan dar razón de lo que somos, pero más me avergüenza que el turismo respetuoso que nos visita sepa más de nuestro Estado de lo que nosotros debemos saber. De ahí que cobre sentido la frase “nadie ama lo que no conoce”. ¡Qué mejor manera de manifestar nuestra pasión sincera por esta región aceptándola con sus maravillas y sortilegios! Más aún, participando en la edificación de una urbe en la que todos puedan convivir en paz conociendo lo que fue y proyectando lo que queremos.
Ojalá que la comunidad poblana tenga la certeza de trabajar un plan o programa de lo que pretendemos como comunidad en los próximos 25 años, para que, llegado el tiempo de celebrar medio milenio de ser la “Puebla de los Ángeles”, la “Noble y Leal Ciudad de Puebla”, la “Heroica Puebla de Zaragoza” o “Puebla, Patrimonio de la Humanidad”, nos presentemos ante el mundo con un rostro renovado: modernizando las arterias viales, teniendo un ordenado y confiable sistema de transporte urbano, abatiendo los rezagos en materia de educación y empleo, extirpando el cáncer de la sociedad llamada corrupción, recuperar y generar espacios verdes, entre otras cosas.
Al igual que hace 480 primaveras, edifiquemos una capital que responda al signo de los tiempos e inculquemos a las nuevas generaciones el valioso baluarte que poseemos.
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