En nuestro país contamos con una gran cantidad de estos lugares, locales, regionales y nacionales, todos ellos son importantes para la experiencia religiosa porque allí se adquiere identidad de pertenencia a una comunidad social, de fe católica dentro de la Iglesia en medio de las nuevas religiosidades alternativas que surgen en nuestro tiempo.
A todos los católicos desde niños nos enseñaron a rezar, a persignarnos y santiguarnos, a encomendarnos a la protección de Dios, de María y los santos. Sin duda alguna aún conservamos en la mente las oraciones que una y otra vez nuestras madres, y algunos padres, nos hacían repetir con las manos juntas. Quizá quede en los anales de la memoria las imágenes de la visita a algún santuario donde la familia solía peregrinar cada año y la costumbre ha perpetuado como herencia de generaciones.
En nuestros días peregrinar a un santuario no ha caído en desuso, los motivos que se tienen para peregrinar son variados: orar, pagar mandas o promesas, pedir algo, dar gracias por un favor recibido, buscar silencio y paz, bailar como ofrenda religiosa, confesarse y hasta por simple visita turística.
Peregrinar es una experiencia que toca profundamente al ser humano, es una práctica religiosa popular en la cual se halla la voluntad de acercarse al Absoluto en ciertos lugares que el creyente ve como consagrados por su presencia. En ellos el peregrino vive su condición de criatura, reconociendo su dependencia del poder y de la misericordia de Dios y presentando su propia fragilidad, en particular cuando se encuentra en situaciones límite de dolor, enfermedad, fracaso, desempleo o problemas familiares.
El Santuario está abierto a todos, sin diferencia de religión ni de actitud espiritual. Entra y sale el que quiere, a nadie se le pregunta su origen o posición religiosa. Como lugar de Dios, es casa para todos los que quieran acogerse en ella. Claro que lo deseable es que el no creyente, que va al santuario, encuentre no sólo la riqueza turística del lugar, además el rumbo para su vida a través de todo lo que el santuario puede ofrecer como don de Dios.
En nuestro país contamos con una gran cantidad de estos lugares, locales, regionales y nacionales, todos ellos son importantes para la experiencia religiosa porque allí se adquiere identidad de pertenencia a una comunidad social, de fe católica dentro de la Iglesia en medio de las nuevas religiosidades alternativas que surgen en nuestro tiempo (sectas, fenómeno de la Nueva Era, etc.). Además, en el santuario encontramos la certeza de que, en el camino de la vida, compartimos los mismos ideales y propósitos sobre todo en el encuentro festivo con los hermanos, en las celebraciones litúrgicas y al compartir el mismo lenguaje simbólico (cantos, imágenes, bailes religiosos, etc.).
Que nuestro cariño a Dios, María y los Santos, con quienes nos unimos en los santuarios, se manifieste en nuestra preocupación por conservar la dignidad y belleza del edificio, así como la funcionalidad y seguridad del mismo, pero sobre todo, en nuestro sincero compromiso por superar el devocionismo y sentimentalismo superficial sin contenido para encontrarnos con el Dios vivo, en su “casita sagrada”.
Postre
El próximo martes 12 de abril recibirán el orden episcopal los sacerdotes Eugenio Lira y Dagoberto Sosa, quienes fungirán como obispos auxiliares de la Arquidiócesis de Puebla... ¿Por qué el acto litúrgico se celebrará en el recinto ferial? ¿Por qué se descartó o no se tomó en cuenta los campos deportivos del Seminario Palafoxiano?
Ojalá los ayudantes de Monseñor Víctor Sánchez trabajen como verdaderos pastores, cercanos a la gente pobre y sencilla; que no cedan a las tentaciones del dinero, el poder y la soberbia... Te lo pedimos Señor.
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