viernes, 1 de abril de 2011

Construir sobre aquello que nos une

Necesitamos una solidaridad efectiva que aplique políticas y programas para establecer relaciones abiertas y honestas, que forje alianzas justas, que adopte acuerdos y negociaciones para disminuir las tensiones.

“Construir sobre aquello que nos une” fue el llamado que el Papa Juan Pablo II hiciera en una Jornada Mundial de la Paz (1 de enero de 1987), y ahora estas palabras iluminan la situación por la que atravesamos, en medio de la tensión por el alza de los precios en algunos productos básicos y ante la amenaza de la especulación y el acaparamiento.

“Construir sobre aquello que nos une” significa promover eficazmente la igual dignidad de todos los mexicanos así como sus derechos fundamentales e inalienables. Todos somos hermanos y hermanas, durante el transcurso de nuestra vida ha habido momentos y acontecimientos que nos han unido haciéndonos reconocer la armonía de ser mexicanos. Cuanto más compartimos nuestras riquezas, más descubrimos nuestra generosidad común.

Muchos han profundizado su sentido de unidad y pertenencia participando en actividades sociales y humanitarias a nivel regional o mundial y en otras actividades similares. Al mismo tiempo, con cuánta frecuencia durante los años recientes hemos tenido ocasión de ponernos en contacto, como hermanos y hermanas, para ayudar a aquellas personas que fueron afectadas por catástrofes naturales o que se vieron afligidos por la guerra o el hambre.

Asistimos a un creciente deseo, por encima de separaciones políticas, geográficas o ideológicas, de ayudar a los miembros menos favorecidos de nuestra familia mexicana. Todo esto pone de relieve el espíritu de cooperación y colaboración que tantos mexicanos, católicos o no, han mostrado saliendo al paso de las necesidades de aquellas personas tan duramente probadas. Sí, el espíritu humano puede y debe responder con gran generosidad a los sufrimientos y necesidades del prójimo. En esta respuesta podemos descubrir una creciente puesta en práctica de la solidaridad que, de palabra y de hecho, proclama que todos somos una sola cosa, que debemos reconocernos como tales y que esto es un elemento esencial para el bien común, para “Construir sobre aquello que nos une”. Estos ejemplos muestran que podemos cooperar de muchas maneras; que podemos y debemos trabajar juntos para hacer progresar a nuestra patria.

Necesitamos adoptar una actitud de fondo de cara a los problemas que nos aquejan. Necesitamos una solidaridad efectiva que aplique políticas y programas para establecer relaciones abiertas y honestas, que forje alianzas justas, que adopte acuerdos y negociaciones para disminuir las tensiones. En el desarrollo, los protagonistas son las personas, hombres y mujeres, estos han de ser el punto de referencia de todo lo que se hace para mejorar las condiciones de vida. Mirar a los ojos a otra persona y ver en ellos sus esperanzas y ansiedades, es descubrir el significado de la solidaridad.

Sea cual fuere nuestra actividad, sepamos descubrir en todo ser humano el rostro de un hermano o de una hermana. Lo que nos une es mucho más de lo que nos separa; es nuestra humanidad compartida. Depende de nosotros el abrir todas las puertas.

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