“Construir sobre aquello que nos une” fue el llamado que el Papa Juan Pablo II hiciera en una Jornada Mundial de la Paz (1 de enero de 1987), y ahora estas palabras iluminan la situación por la que atravesamos, en medio de la tensión por el alza de los precios en algunos productos básicos y ante la amenaza de la especulación y el acaparamiento.
“Construir sobre aquello que nos une” significa promover eficazmente la igual dignidad de todos los mexicanos así como sus derechos fundamentales e inalienables. Todos somos hermanos y hermanas, durante el transcurso de nuestra vida ha habido momentos y acontecimientos que nos han unido haciéndonos reconocer la armonía de ser mexicanos. Cuanto más compartimos nuestras riquezas, más descubrimos nuestra generosidad común.
Muchos han profundizado su sentido de unidad y pertenencia participando en actividades sociales y humanitarias a nivel regional o mundial y en otras actividades similares. Al mismo tiempo, con cuánta frecuencia durante los años recientes hemos tenido ocasión de ponernos en contacto, como hermanos y hermanas, para ayudar a aquellas personas que fueron afectadas por catástrofes naturales o que se vieron afligidos por la guerra o el hambre.
Asistimos a un creciente deseo, por encima de separaciones políticas, geográficas o ideológicas, de ayudar a los miembros menos favorecidos de nuestra familia mexicana. Todo esto pone de relieve el espíritu de cooperación y colaboración que tantos mexicanos, católicos o no, han mostrado saliendo al paso de las necesidades de aquellas personas tan duramente probadas. Sí, el espíritu humano puede y debe responder con gran generosidad a los sufrimientos y necesidades del prójimo. En esta respuesta podemos descubrir una creciente puesta en práctica de la solidaridad que, de palabra y de hecho, proclama que todos somos una sola cosa, que debemos reconocernos como tales y que esto es un elemento esencial para el bien común, para “Construir sobre aquello que nos une”. Estos ejemplos muestran que podemos cooperar de muchas maneras; que podemos y debemos trabajar juntos para hacer progresar a nuestra patria.
Necesitamos adoptar una actitud de fondo de cara a los problemas que nos aquejan. Necesitamos una solidaridad efectiva que aplique políticas y programas para establecer relaciones abiertas y honestas, que forje alianzas justas, que adopte acuerdos y negociaciones para disminuir las tensiones. En el desarrollo, los protagonistas son las personas, hombres y mujeres, estos han de ser el punto de referencia de todo lo que se hace para mejorar las condiciones de vida. Mirar a los ojos a otra persona y ver en ellos sus esperanzas y ansiedades, es descubrir el significado de la solidaridad.
Sea cual fuere nuestra actividad, sepamos descubrir en todo ser humano el rostro de un hermano o de una hermana. Lo que nos une es mucho más de lo que nos separa; es nuestra humanidad compartida. Depende de nosotros el abrir todas las puertas.
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