Es el mismo ánimo de quienes ingresan y egresan de las aulas. Permea el sentido de superación, las obsesiones y presiones por conseguir el promedio más sobresaliente, hallarse en la escuela que le oferte el mejor nivel académico, incertidumbres para continuar con los estudios, altas expectativas por encontrar el empleo deseado que desquite tantos años de preparación, frustraciones por perder un valioso tiempo de aprendizaje por no saber discernir la vocación y algunos fracasos en la aprobación de materias que se deben regularizar en este tiempo de vacaciones. En fin, de esta y muchas cavilaciones se precian los finales e inicios de ciclos escolares, y el siguiente periodo promete una “revolución” con la certeza de tener una educación de tiempo completo como en los países más desarrollados, al menos conozco los casos de Japón y Alemania.
Los modelos educativos de esos países contemplan actividades que aquí en México se les conoce como extraescolares tales como deportes, talleres (manualidades y cocina), artes (literatura, teatro, danza, música, canto y pintura) y visitas a sitios lúdicos. Además, incluyen alimentos a la hora de la comida y ayuda o asesorías para la realización de tareas. Este formato ofrece a los padres de familia que trabajan, una solución confiable para el cuidado de menores de edad hasta las 4 de la tarde y en muchos casos hasta las 5. El éxito de estos colegios radica en la infraestructura, el personal calificado con el que cuentan, en los planes de estudio y en las evaluaciones magisteriales. Sobra decir que son espacios formativos de los gobiernos de esas naciones que se preocupan por la calidad de la educación, para ello destinan una buena parte de su producto interno bruto.
Implementar un modelo como el descrito en nuestro país suena bastante bien, al menos en las instituciones que cuentan con las condiciones necesarias para ello como parte de un programa piloto. Seguramente muchas familias estarán interesadas en que se aplique paulatinamente este esquema sin desenvolver un solo peso. Recordemos que esa es una iniciativa del gobierno federal y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, que suscribieron el pasado día del maestro y se denomina Alianza por la Calidad de la Educación. No faltarán los detractores de este prototipo porque se dirá que más horas de clase restará el tiempo de convivencia en el hogar. ¡Por favor! Así como están las condiciones económicas, donde papá y mamá dejan el hogar para ganarse el sustento, el poco tiempo que tienen lo destinan para otros menesteres. Ni qué decir de las mamás o papás solteros que dejan a sus hijos el resto de la tarde en manos de la televisión, los juegos de video y en el peor de los casos, en las garras de las malas compañías.
Ojalá que esta escuela ideal pueda cuajar en el ánimo de los padres de familia, siempre y cuando esté alejado de la politiquería y el gobierno invierta tiempo, dinero y esfuerzo en favor de los futuros ciudadanos.
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