Para ser buenos
políticos hay que ser, ante todo, personas íntegras y formadas; formadas
especialmente en la vivencia de los más altos valores. De este modo pueden ser
fuertes interiormente para resistir las tentaciones del poder.
Anticipadamente quiero saludarlos teniendo en mente la
enorme y basta labor que adquieren al ser “electos” como gobernantes de estas
tierras. El ejercicio ciudadano realizado en los comicios electorales puso en
sus manos no sólo la tarea de ostentar un título, también la posibilidad de ser
testimonio íntegro y coherente en un mundo cada vez más dominado por el
relativismo cultural, moral, religioso y político. Sus convicciones morales se
reflejarán en cada acción que, en el ejercicio de sus facultades, realicen durante
el periodo de su gobierno. Los ciudadanos sabemos que no debemos idealizarlos
ingenuamente, pensando que son perfectos o infalibles, pero siempre los veremos
actuar, particularmente en las más elevadas y difíciles responsabilidades y
decisiones.
El caminar de los mexicanos se verá iluminado por la búsqueda
constante de un denominador común que reclame el bien de la gente, sobre todo
de la gente pobre, que sea garantía de diálogo y de servicio al gran ideal de
la paz y el desarrollo, por eso es necesario que su vida personal también sea
coherente con los principios que afirman en la vida pública. La desviación de
los principios, por desgracia, siempre es posible y deseo que en ustedes, que están
por iniciar esta nueva etapa, nunca anide la sentencia de que “para hacer
política hay que ser avispados y astutos”.
La malicia, que es un sucedáneo deterioro de la
inteligencia, tiene un gran límite, nunca busca el bien de los demás, sólo y
siempre el de uno mismo. La idea de “hacerse astuto” es terriblemente engañosa
y el primero en enredarse es el mismo que escoge este camino. Ciertamente la
política no es una institución de caridad o un monasterio, sin embargo, no se
pueden hacer compromisos en materia de coherencia y testimonio de los valores
si no se está dispuesto a arriesgarlo todo por dar un testimonio verdadero:
¡Cristo fue crucificado por haber testimoniado la verdad y el amor en sus tres
años de vida pública! No es casualidad el que haya sido escogido Tomás Moro
como patrono de los hombres comprometidos en política.
Tomás Moro fue coherente, en el fondo, lo único que hizo fue
cumplir con su deber y por ello le cortaron la cabeza, sólo porque fue fiel a
sus propias convicciones, no buscó otros caminos que comprometieran su
integridad. ¡Aunque también porque ciertamente no le faltaba cabeza!
Cuando asuman las riendas de nuestro país, estén dispuestos
a servir, no cedan en cuestión de principios; tengan las puertas abiertas pues
la democracia significa colaborar; no piensen sólo en intereses particulares,
sino en los de la comunidad. Acojan el gobierno con espíritu ágil: capaz de
subir escalones si su responsabilidad así se los pide, pero también de bajar
con elegancia y humildad sin romperse el “fémur espiritual” que es una de las
fracturas más peligrosas.
Para ser buenos políticos hay que ser, ante todo, personas
íntegras y preparadas; formadas especialmente en la vivencia de los más altos
valores. De este modo pueden ser fuertes interiormente para resistir a las
tentaciones del poder. El desafío es grande y necesita hombres y mujeres
dispuestos a vivir la política como una misión, dispuestos a seguir los grandes
ideales con generosidad y afrontando todo riesgo. ¿Confiamos en ustedes?
Postre
¿Termina la pesadilla de muerte y violencia que dejó el
sexenio de Felipe Calderón o se extenderá con el mandato de Enrique Peña Nieto? No sé si es verdad o es mentira, dicen que para mantener la paz social el PRI estando en el poder pacta con los malosos para que operen tranquilamente y de cuando en cuando hay "operativos" para que creamos que sí se actúa para que prevalezca la ley y el orden... Al tiempo.