La transparencia y veracidad en la formación de opinión frecuentemente se ven amenazados cuando el servilismo empaña las lentes, las plumas, los micrófonos y ahora, las redes sociales.
No cabe duda que los acontecimientos ocurridos en los
últimos días nos colocan frente a un mundo que cada día cambia, se desarrolla y
se transforma vertiginosamente. Apenas damos un vistazo a la consolidación de
la democracia y al mismo tiempo testimoniamos tragedias desconcertantes y
dolorosas. Pienso tanto en quienes, a su pesar, se encuentran implicados en dolorosos conflictos, como en
los marginados, los perseguidos, los pobres y las víctimas de todo tipo de
explotación: son personas que experimentan en su carne la ausencia de paz y los
efectos desgarradores de la injusticia. Vemos también cómo se consolidan las
democracias y los gobiernos totalitarios se quieren hacer presentes en el
panorama mundial.
Ante esta polaridad, el mundo de hoy, aunque lacerado por
tensiones, actos violentos y conflictos, está en la búsqueda de nuevos
equilibrios, en vista de auténticos y duraderos tiempos de paz. Es responsabilidad
de todos hacer lo posible para que tal equilibrio se alcance, pues la plena
bonanza sólo se obtiene cuando todos pueden participar de ella por igual.
La gran influencia de los medios de comunicación sobre las
conciencias de los hombres conforman su mentalidad y determinan su visión de las
cosas, es por ello que la transmisión de ideas y pensamientos corren
vertiginosamente sobre los rieles de los medios. Son los medios los generadores
de simpatía o apatía en cuestiones de economía, política, sociedad y cultura.
Los nuevos lenguajes introducidos por ellos modifican los procesos de conducta
y aprendizaje, por lo que se corre el riesgo de instrumentalizar y condicionar
a la persona. La opinión pública es cuestión de corresponsabilidad, tanto para
el que comunica como para quien recibe la información. La transparencia y veracidad
en la formación de opinión frecuentemente se ven amenazados cuando el
servilismo empaña las lentes, las plumas, los micrófonos y ahora, las redes
sociales.
Si las innovaciones tecnológicas representan para el hombre
la satisfacción de necesidades y contribuyen a su plenitud, sagrado debe ser el
derecho a la información y a la libertad de expresión; como irresponsable y
abominable es empañar las conciencias con especulaciones, reflexiones
temerarias e improbables: “…no se deben olvidar las grandes potencialidades que
los medios de comunicación tienen para favorecer el diálogo, convirtiéndose en
vehículos de conocimiento recíproco, de solidaridad y de paz. Dichos medios
constituyen un poderoso recurso positivo
si se ponen al servicio de la comprensión entre los pueblos, en cambio,
son un arma destructiva si se usan para alimentar injusticias y conflictos”, fragmento
de la carta apostólica de Juan Pablo II, El rápido desarrollo.
Todos tenemos derecho a la información y que esta sea clara,
precisa, transparente y objetiva, sin tintes ni colores. Nadie tiene el derecho
a imponernos la manera de pensar y opinar, de lo contrario veremos, escucharemos
y viviremos en un mundo separado de la verdad. La verdad nos hará libres.
Postre
En febrero de 2011 fue inaugurado el Mercado de Sabores en
la gestión de Blanca Alcalá Ruiz. A casi cinco años de iniciar funciones, el
inmueble prácticamente está en el olvido ya que su clientela es casi nula, no
ha tenido mantenimiento desde entonces y más de una veintena de los 107 locales
con los que cuenta están cerrados y para amolar, no tienen promoción. Es una
lástima que a la actual administración municipal no le importe ni le interese
este inmueble que fácilmente se puede integrar en la lista de los sitios de
interés de la capital poblana. Un desperdicio de dinero y hasta cierto punto,
una infame manera de aniquilar a estos comerciantes que en su tiempo dieron fama
a los antojitos poblanos en el extinto mercado Venustiano Carranza.
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