Comparto con ustedes la homilía que un sacerdote de los
Altos de Jalisco, preparó para Felipe y Lupita, dos jóvenes que hace una década
unieron sus vidas, y lo hago con la intención de abonar al sentido real de la
vida en pareja, de la unión amorosa y generosa de un hombre y una mujer.
Quiero iniciar, por el principio, por lo que es el proyecto
inicial de Dios para el hombre... Narrado en el Génesis:
El hombres es creado del polvo, pero,
se le ha dado el Espíritu de Dios,
Dios le ha insuflado su aliento,
es polvo pero con un álito divino,
polvo en el que Dios ha trabajado…
El hombre es el culmen de este mundo… es principio y centro:
es el primero de las obras de la creación…
Dios presenta al hombre los vivientes (los animales) y el
hombre los acoge bajo su cuidado, pero sin hallar reposo ni auxilio en ellos...
Dios, ciertamente,
alienta el fondo, pero el hombre habita solo, en medio de un jardín de
solitarios: trabaja sobre el campo, domestica ya animales, pero al fin sigue
perdido en su interior, sin nadie que le ofrezca compañía o respuesta...
Se siente amenazado por la experiencia original de soledad
(la soledad existencial) que se encuentra rondándolo…
Dijo Dios: “NO es bueno que el hombre esté solo…”
¿De qué le sirve al hombre ser culmen y señor de la creación?
¿De qué le sirve su trabajo, sus fatigas… cuando se siente sólo, sin compañía,
sin posibilidad encuentro… sin posibilidad de diálogo, de comprensión e
intimidad?
Diría el poeta, en su momento más alto de crisis en su vida: “Para qué escribir, si no tengo a quién dedicarle mis poesías, a quién dedicarle lo más
profundo de mis pensamientos, sentimientos, aspiraciones, ilusiones y deseos…”
Diría el escritor mexicano: “Recordando el momento más crudo
del sentimiento de Adán, cuando la mujer (compañía) es sólo una aspiración: Eva
soy, pero estoy solo…”
El hombre: Solo era un humano (ha-adán: un género, no una
persona) irá haciéndose personal al descubrirse y realizarse en compañía, como
varón y mujer…
Se da un proceso de desdoblamiento y encuentro, donde se
crean y configuran varón y mujer como humanos en relación. El varón descubre su
identidad (se descubre así mismo) en la mujer y la mujer en el varón.
No es uno al lado de otro, ni el uno contra el otro… Son el
uno para el otro…
Los hizo diversos pero semejantes, diferentes pero
complementarios…
Dios nos creó con una capacidad maravillosa de tener
intimidad, cercanía y encuentro con
nosotros mismos, pero… cuando nos encerramos en nosotros mismos, esto nos abre
las puertas al abismo de la soledad… que nos recuerda constantemente que no
somos autosuficientes, que nuestra vocación es estar en relación, y en esa
relación nos encontramos a la vez con nosotros mismos…
Diría el místico: San Juan de la Cruz: “…Hay amor que solo
se cura con presencia y figura…”
Y el otro poeta: “…El amor no se contenta con la presencia,
quiere la unión…”
Adán sabe quién es él solo cuando está frente a Eva, su
identidad se la da el amar y sentirse amado (ya no está perdido en sí mismo, en
su interioridad)…
El hombre se siente Adán cuando está en el corazón de Eva…
Dice el poeta que: “…un hombre no es completamente hombre
mientras no oye su nombre de labios de una mujer, de la cual, se siente amado…”
Todos necesitamos que alguien nos lleve en su corazón… no
podemos ser nosotros mismos hasta que otra persona nos afirma... Y solo a la
persona a la que nuestra bondad puede mover interiormente puede afirmarnos…
Nos volvemos como nuestro yo verdadero cuando vemos nuestra
bondad reflejada en los ojos de la otra persona que nos ama…
Yo afirmo, a otra persona cuando reconozco que es buena, que
vale la pena y que es digna de ser amada
precisamente por ser como es, y punto…
Es decirle: Está bien que seas como eres; puedes ser de esa
manera; no hay nadie como tú; eres única…
Es decirle: Quiero sentirte dentro de mí, en lo más íntimo…
quiero estar dentro de ti en lo más íntimo (Ser afirmados)
Es un escuchar: tú estás bien, tu mundo está bien y yo
quiero estar contigo dentro de tu mundo, me identifico contigo…
Lleva a sentirse amado tal y como eres, sin tratar de
componerte ni compararte…
… es permitir que te amen sin importar que sucede…
Lo más valioso de la vida, solo lo aprendemos de verdad cuando
lo vivimos…
A la gente le gusta que las historias tengan un final feliz…
quizás, como lo vemos en la mayoría de
las novelas… tras superar él y ella, las muchas dificultades que se oponían a
su amor, acaben casándose y uniendo sus
destinos para siempre… y vivieron felices para siempre… ¿algo que oponer a este
final feliz? Simplemente, que no es el final.
La vida no termina ahí. El espectador quiere suponer que una
vez juntos, los amantes vivieron felices… sin embargo, no ignora que la vida en
común está expuesta a muchos peligros, tan grandes o mayores que aquellos que
precedieron a la boda… el final de la película, era solo el inicio de una nueva
etapa… debajo de la pantalla, debería estar escrito, aunque fuera con una tinta casi invisible, y por ello, aunque pocos se dieran cuenta: Continuará…
A mí el seminario solo me preparó para hacer una opción por
la vida consagrada… esta comunidad me ha ido formando un corazón de sacerdote…
La etapa del noviazgo
que están terminando, solo los ha preparado para hacer una opción por la vida
matrimonial, una opción el uno por el otro… pero inicia una nueva etapa, la
etapa en que ya no solo serán algunos momentos en los que estén juntos… sino
donde el amor se va a cultiva en una vida ordinaria, en lo cotidiano, en lo
común, donde lo extraordinario está dentro de lo ordinario…
En el matrimonio no se trata de aguantar, no son muros, ni
columnas… los seres humanos estamos llamados a algo más alto, a ser creativos,
es decir, a crear en todo momento lo que prometemos crear –amor, fidelidad–… la
fidelidad tiene un carácter creativo, no se trata de aguantar sino de ser fiel… Ejemplo: Persona que a los 25 años de casada le pregunta a
su esposa: ¿Me amas? A lo que ella contesta: He lavado, planchado, he hecho el aseo de la casa, la comida…
durante 25 años… Pero, el vuelve a insistir, pero ¿me amas?
La intimidad, el amor,
no es solo dar es darse (es darnos a nosotros mismos)… dicho de otro modo,
como dice la poeta mexicana: Para ti soy libro abierto…
En la etapa de la
identidad nos preguntamos ¿Quién soy? En la etapa de la intimidad nos
preguntamos ¿quiénes somos nosotros? En la identidad me descubro a mí mismo. Pero en la intimidad me arriesgo a
perderme a mí mismo y a volverme a encontrar
amando a otro hasta que nuestros dos yo se conviertan en nosotros…
…esto sucede cuando
ambas personas tienen un yo que pueda soñar y una disposición a dejar que ese
yo se convierta en un nosotros de sueños compartidos a la medida que sacan a la
luz los dones uno del otro.
Cuanto mayor es el desarrollo humano de una persona, tanto
más es capaz de vivir ya no por el otro, sino para el otro, en una entrega
generosa de sí mismo…
Un buen matrimonio, no es el que está compuesto por dos
personas perfectas… un matrimonio sano requiere de dos personas que han
aprendido a cuidar esas partes heridas
de sí mismas y las partes heridas de su pareja… son capaces de dar lo mejor de
sí mismos y ayudar a sacar lo mejor de su pareja… Esto lleva a la pareja a
sentirse viva… a ser juntos… a que haya armonía, diálogo, comprensión y perdón…
y sobre todo cariño y amor…
Esto hace que un matrimonio no sea indisoluble por la ley,
sino porque el amor lo hace fuerte…
No dejen escapar el amor de sus vidas… hoy dicen que se aman
con mucha pasión, que después no se lo digan solo rutinariamente, porque esto
lleva al cansancio o al olvido…
Ustedes han sido para nosotros en los grupos juveniles,
testimonio de entrega, responsabilidad, compromiso, generosidad, ternura, de
deseos profundos de un mundo mejor y un dejarse buscar y buscar a Dios… marcó
nuestras vidas…
Ojalá, ahora como pareja, sean un signo claro y limpio del
Amor que no pasa ni se destruye…
Que aquel que es la fuente del Amor, la felicidad, la
fidelidad, la paz y el consuelo los acompañe durante toda su vida…Por ello, hoy celebremos la fiesta del amor….