Las soluciones de los
grandes y graves problemas no se improvisan, no son fruto del azar ni de
mesianismos políticos. Gobernar exige un liderazgo auténtico, responsable y
promotor.
Votar significa pronunciarse explícitamente sobre la gestión
de los gobernantes y su modelo de gobierno. Después de ejercer este derecho nos
corresponde entender que la solución democrática y pacífica a los conflictos y
necesidades de la sociedad estriba en el buen desarrollo de las elecciones, la
participación en ellas con serenidad, civismo y libertad asegura la
satisfacción de los ciudadanos. Sin embargo, debemos tener en cuenta que la
salida a los grandes retos, desafíos y problemas de la comunidad, no sólo es
electoral, va más allá, es absolutamente necesario llegar a un acuerdo de
gobernabilidad entre todos, sin que nadie quede excluido por ideología u opción
política. Todos somos parte de la solución.
Una comunidad dividida o fracturada se paraliza y, en el
peor de los casos, se destruye. La situación actual impone la necesidad de un
entendimiento entre todos los ciudadanos, en particular, entre las fuerzas
políticas del gobierno electo y de la oposición. El verdadero entendimiento
supone, ante todo, reciprocidad, respeto y apertura ante los diversos puntos de
vista, como se supone debe ser en toda democracia.
El camino fundamental hacia la paz y el desarrollo, que
todos los ciudadanos anhelamos, es la reconciliación. Esta requiere una
verdadera conversión de mente y de corazón, con disposición a vivir, concertar
y actuar libremente conforme a la verdad. En este sentido, los nuevos
gobernantes deben emplear un lenguaje de altura, evitar enojosas
confrontaciones y abstenerse de toda manipulación política e ideológica. La
conversión y la reconciliación deben llevarnos a considerar al adversario no
como un enemigo al que se debe destruir, sino como un hermano al que se debe
respetar, aceptar y perdonar.
Las soluciones de los grandes y graves problemas no se
improvisan, no son fruto del azar ni de mesianismos políticos. Gobernar exige
un liderazgo auténtico, responsable y promotor. Los líderes, que tienen la
misión de guiar, hablan con la verdad, explican de qué manera se harán las
cosas, proponen y ayudan a sortear los escollos. Ahora el camino apunta a
guardar la esperanza, aun en medio de las situaciones más difíciles. Los
conflictos nos enseñan a descubrir la dignidad de la persona humana, el valor
del diálogo como camino para encontrarnos en la diferencia, la importancia de
organizarnos a fin de alcanzar metas en la defensa de la libertad, y la
necesidad de paciencia en las negociaciones.
Todo ciudadano debe esforzarse en el ámbito familiar,
laboral y local por desechar conductas impositivas e intransigentes, y asumir
una actitud tolerante y dialogante. No existen fórmulas mágicas para enfrentar
los grandes desafíos de nuestro tiempo, no será una fórmula la que nos salve,
pero sí el cumplimiento de la tarea que tenemos entre manos: “La caridad tiene
un nombre sagrado y grave: se llama responsabilidad” (Pablo VI).
Postre
A elegir:
Juventud en marcha. Sinceramente pensé que a los jóvenes no
les importaba la vida nacional, al menos la juventud universitaria ha
demostrado lo contrario. Hago votos para que las acciones del movimiento #yosoy132
vayan más allá de las elecciones y su ánimo contagie a otros sectores de la
sociedad, porque no es digno vivir en el país de la apatía y la indiferencia, porque
no es aceptable vivir en el país del no pasa nada. Hago votos para que quienes
egresamos de la universidad, participemos en el grupo para sumar y proponer, de
ninguna manera para restar o dividir más a nuestro país.
Rebeldía. ¿La evaluación magisterial tiene el propósito
genuino de diagnosticar el nivel académico de los profesores tal y como lo
suscribieron la Secretaría de Educación Pública y el Sindicato de Maestros o la
intensión es hacer una “limpia” en el gremio, dejar a los profesores buenos y
dar de baja a los malos elementos? Si esto fuera cierto, tal vez, tal vez se
justifican los aborrecidos plantones del magisterio de Michoacán, Oaxaca y
Guerrero que caprichosamente lograron anular ser evaluados. Pero, si la evaluación es en buen plan, con el propósito de mejorar su nivel acedémico y económico ¿por qué tanto miedo o recelo?