viernes, 10 de septiembre de 2010

En pos de un genuino patriotismo

Diversos periodos históricos se han vivido en la construcción de nuestra nación. Muchos de estos momentos han sido resultado de la búsqueda de la libertad, la justicia, la unidad, la paz y el progreso; todos estos elementos son aspiraciones legítimas posibles de lograrse, es por eso que la Patria, sociedad compuesta por millones de personas, depende de sus miembros para garantizar los derechos y deberes de cada uno. Por la historia de nuestra Patria sabemos cuán difícil es esta tarea; no por ello debemos dispensarnos del gran esfuerzo de construir la justa unidad, entre los hijos del mismo suelo. Ese esfuerzo debe ir acompañado del amor hacia la Nación, amor hacia su cultura y su historia, amor hacia sus valores específicos que deciden sobre su posición en la gran familia de las naciones; amor, en fin, hacia los compatriotas, hombres que hablan la misma lengua y corresponsables en la causa común que se llama Patria. En ese amor vivieron los insurgentes que derramaron su sangre y dieron la vida por la causa de la Patria, su gesto permanecerá para siempre en la memoria nacional como altísima expresión de patriotismo. ¡Cuánto amor a la Patria habrá reinado en el corazón de los niños, jóvenes, adultos, hombres y mujeres que han contribuido para engrandecer a México!

El recuerdo de aquellos heroicos compatriotas debe permanecer siempre vivo, estimulando el servicio desinteresado a los demás y haciéndonos capaces de poner el bien común por encima de los más altos valores. Ahora nos encontramos ante una nueva etapa de nuestro camino en la historia. Urge la necesidad de lograr una auténtica reconciliación entre todos los mexicanos, una mayor solidaridad, una decidida participación de todos en los proyectos comunes. ¡Es verdaderamente una tarea grande y noble la que tenemos ante nosotros!

Pidamos a Dios que, con su gracia, haga cada vez más noble el corazón de todos los mexicanos, para que el recuerdo de las gestas heroicas de nuestros antepasados no sea sólo una evocación de la historia remota, sino también un ejemplo estimulante de amor a la Patria que, incluso en tiempos de paz, se exprese poniendo el bien común por encima de los intereses personales.

Amemos a nuestra Patria cumpliendo nuestros deberes profesionales, familiares y de ciudadanos con competencia. Apresuremos la esperanza de nuestra nación que quiere abrirse a un futuro luminoso y que cuenta con la promesa de sus jóvenes, con el trabajo de sus hombres y mujeres, con las virtudes de sus familias, alegría en sus hogares, el ferviente deseo de paz, solidaridad y concordia entre todos los componentes de la gran familia mexicana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario