viernes, 30 de septiembre de 2011

Instrumentos para orientar y para dividir

Los medios de comunicación también pueden usarse para bloquear a la comunidad y menoscabar el bien integral de las personas alienándolas, marginándolas o aislándolas; arrastrándolas hacia comunidades perversas organizadas alrededor de valores falsos y destructivos; favoreciendo la hostilidad y el conflicto; criticando excesivamente a los demás y creando la mentalidad de “nosotros” contra “ellos”.

La comunicación social beneficia a la sociedad, facilitando la participación informada de los ciudadanos en los procesos políticos. Los medios de comunicación unen a la gente en la búsqueda de propósitos y objetivos comunes, ayudándoles así a formar y apoyar auténticas comunidades políticas.

Los medios de comunicación son indispensables en las sociedades democráticas actuales. Proporcionan información sobre cuestiones y hechos, sobre funcionarios y candidatos a cargos públicos. Permiten que los líderes se comuniquen rápida y directamente con el público sobre asuntos urgentes. Son importantes instrumentos de responsabilidad, llamando la atención sobre la incompetencia, la corrupción y los abusos de confianza, a la vez que ponen de relieve los casos de competencia, espíritu cívico y cumplimiento del deber. En el ámbito político, los medios de comunicación pueden usarse para construir y apoyar a la comunidad humana.

La comunicación que sirve genuinamente a la comunidad lleva consigo algo más que la sola manifestación de ideas o expresión de sentimientos. Este tipo de comunicación busca el bienestar y la realización de los miembros de la comunidad dentro del respeto al bien común de todos. Pero para discernir este bien común se requieren la consulta y el diálogo. Por esta razón, es imprescindible que las partes implicadas en la comunicación social se comprometan en dicho diálogo y acepten la verdad sobre lo que es bueno. De este modo los medios de comunicación pueden cumplir su deber de atestiguar la verdad sobre la vida, sobre la dignidad humana, sobre el verdadero sentido de nuestra libertad y mutua interdependencia.

Los medios de comunicación también pueden usarse para bloquear a la comunidad y menoscabar el bien integral de las personas alienándolas, marginándolas o aislándolas; arrastrándolas hacia comunidades perversas organizadas alrededor de valores falsos y destructivos; favoreciendo la hostilidad y el conflicto; criticando excesivamente a los demás y creando la mentalidad de “nosotros” contra “ellos”; presentando lo que es soez y degradante con un aspecto atractivo e ignorando o ridiculizando lo que eleva y ennoblece. Pueden difundir noticias falsas y desinformación, favoreciendo la trivialidad y la banalidad.

Los políticos sin escrúpulos usan los medios de comunicación para la demagogia y el engaño, apoyando políticas injustas y regímenes opresivos. Ridiculizan a sus adversarios y sistemáticamente distorsionan y anulan la verdad por medio de la propaganda y de planteamientos falsamente tranquilizadores. En este caso, más que unir a las personas, los medios de comunicación sirven para separarlas, creando tensiones y sospechas que constituyen gérmenes de nuevos conflictos.

En los sistemas democráticos, es frecuente que los líderes políticos manipulen la opinión pública a través de los medios de comunicación, en vez de promover una participación informada en los procesos políticos. Se observan los convencionalismos de la democracia, pero ciertas técnicas copiadas de la publicidad y de las relaciones públicas se despliegan en nombre de políticas que explotan a grupos particulares y violan los derechos fundamentales.

Postre

Hace dos semanas comenté el caso de intolerancia religiosa entre católicos y evangélicos de San Salvador Tlanalapan. Pese a que el conflicto llegó a un buen arreglo, el sacerdote Ascensión González Solís, resultó ser toda una fichita: Además de ser denunciado por malos manejos financieros, también fue acusado por la feligresía de abuso de autoridad, prepotencia, atropellos en contra de la fe católica, desacreditación pública, ofensas personales y amenazas… ¿Cómo es posible ser católico con ese tipo de testimonios? Y es que no solo son los sacerdotes, también hay obispos, predicadores, hombres y mujeres de vida religiosa, personas a las que se les confía un apostolado quienes, en nombre de Dios, cometen arbitrariedades e injusticias. Lamentablemente el padre Ascensión González Solís renunció por estar en edad para jubilarse, de tal manera que no se sabrá si fue castigado o sus actos quedaron impunes ante el pastor de los poblanos.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Donación de órganos, un acto de generosidad y solidaridad

Toda intervención de trasplante de un órgano tiene su origen en una decisión de gran valor ético, la de ofrecer, sin ninguna recompensa, una parte del propio cuerpo para la salud y el bienestar de otra persona; en esto reside la nobleza del gesto, que es un auténtico acto de amor.

Los trasplantes son un gran avance de la ciencia al servicio del hombre y no son pocos los que en nuestros días sobreviven gracias al trasplante de un órgano. La técnica de los trasplantes es un instrumento apto para alcanzar la primera finalidad de la medicina: el servicio a la vida humana. Sin embargo, como acontece en toda conquista humana, también este sector de la ciencia médica, a la vez que ofrece esperanzas de salud y de vida a muchos, presenta algunos puntos críticos, que es preciso analizar a la luz de una atenta reflexión antropológica y ética. En esta área de la ciencia médica, el criterio fundamental de valoración debe ser la defensa y promoción del bien integral de la persona humana, según su peculiar dignidad. Por consiguiente, es evidente que cualquier intervención médica sobre la persona humana está sometida a límites, no sólo a los que técnicamente son posibles, sino también a límites determinados por el respeto a la misma naturaleza humana, entendida en su significado integral.

Toda intervención de trasplante de un órgano tiene su origen en una decisión de gran valor ético, la de ofrecer, sin ninguna recompensa, una parte del propio cuerpo para la salud y el bienestar de otra persona; en esto reside la nobleza del gesto, que es un auténtico acto de amor. No se trata de donar simplemente algo que nos pertenece, sino de donar algo de nosotros mismos porque en virtud de su unión sustancial con un alma espiritual, el cuerpo humano no puede ser reducido a un complejo de tejidos, órganos y funciones, ya que es parte constitutiva de una persona, que a través de él se expresa y se manifiesta. Por eso, todo procedimiento encaminado a comercializar órganos humanos o a considerarlos como artículos de intercambio o de venta, resulta moralmente inaceptable, dado que usar el cuerpo como un objeto es violar la dignidad de la persona humana.

La verdad humana de un gesto tan decisivo exige que la persona sea debidamente informada sobre los procesos que implica, de forma que pueda expresar de modo consciente y libre su consentimiento o su negativa. El consentimiento de los parientes tiene su validez ética cuando falta la decisión del donante, naturalmente, deberán dar un consentimiento análogo quienes reciben los órganos donados.

A pesar de los esfuerzos por promover una cultura de donación de órganos, los recursos de que disponen actualmente muchos países resultan aún insuficientes para afrontar las necesidades médicas. Sin embargo, esto no implica abandonar los esfuerzos por promover una auténtica cultura de generosidad y solidaridad. Es preciso sembrar en el corazón de todos, y especialmente en el de los jóvenes, un aprecio genuino y profundo de la necesidad del amor fraterno, un amor que puede expresarse en la elección de donar sus propios órganos.

Postre:

Hace unos días la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) dio a conocer que México es el tercer país con más “ninis” –7 millones 226 mil jóvenes que ni estudian ni trabajan-, por debajo de Turquía e Israel. Es un problema delicado ya que los chavos deambulan entre el desempleo, las escasas oportunidades de estudiar, la tentación del narcotráfico y la apatía. Y es que como se recordará Felipe Calderón prometió que su sexenio sería del empleo y los resultados de cinco años de gestión están a la vista.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Anhelados vientos de libertad

Pidamos a Dios que, con su gracia, haga cada vez más noble el corazón de todos los mexicanos, para que el recuerdo de las gestas heroicas de nuestros antepasados no sea sólo una evocación de la historia remota, sino también un ejemplo estimulante de amor a la Patria que, incluso en tiempos de paz, se exprese poniendo el bien común por encima de los intereses personales.

Diversos periodos históricos se han vivido en la construcción de nuestra nación. Muchos de estos momentos han sido resultado de la búsqueda de la libertad, la justicia, la unidad, la paz y el progreso; todos estos elementos son aspiraciones legítimas posibles de lograrse, es por eso que la Patria, sociedad compuesta por millones de personas, depende de sus miembros para garantizar los derechos y deberes de cada uno.

Por la historia de nuestra Patria sabemos cuán difícil es esta tarea; pero no por ello debemos eximirnos del gran esfuerzo de construir la justa unidad, entre los hijos del mismo suelo. Ese esfuerzo debe ir acompañado del amor hacia la Patria, amor hacia su cultura y su historia, amor hacia sus valores específicos que deciden sobre su posición en la gran familia de las naciones; amor, en fin, hacia los compatriotas, hombres que hablan la misma lengua y corresponsables en la causa común que se llama Patria. En ese amor vivieron los insurgentes que derramaron su sangre y dieron la vida por la causa de la Patria, su gesto permanecerá para siempre en la memoria nacional como altísima expresión de patriotismo.

¡Cuánto amor a la Patria habrá reinado en el corazón de los niños, jóvenes, adultos, hombres y mujeres que han contribuido para engrandecer a México! El recuerdo de aquellos heroicos compatriotas debe permanecer siempre vivo, estimulando el servicio desinteresado a los demás y haciéndonos capaces de poner el bien común por encima de los más altos valores. Ahora nos encontramos ante una nueva etapa de nuestro camino en la historia. Urge la necesidad de lograr una auténtica reconciliación entre todos los mexicanos, una mayor solidaridad, una decidida participación de todos en los proyectos comunes. ¡Es verdaderamente una tarea grande y noble la que tenemos ante nosotros!

Pidamos a Dios que, con su gracia, haga cada vez más noble el corazón de todos los mexicanos, para que el recuerdo de las gestas heroicas de nuestros antepasados no sea sólo una evocación de la historia remota, sino también un ejemplo estimulante de amor a la Patria que, incluso en tiempos de paz, se exprese poniendo el bien común por encima de los intereses personales.

Amemos a nuestra Patria cumpliendo nuestros deberes profesionales, familiares y de ciudadanos con competencia y movidos por nuestra condición de hijos adoptivos de Dios. Apresuremos la esperanza de nuestra nación que quiere abrirse a un futuro luminoso y que cuenta con la promesa de sus jóvenes, con el trabajo de sus hombres y mujeres, con las virtudes de sus familias, alegría en sus hogares, el ferviente deseo de paz, solidaridad y concordia entre todos los componentes de la gran familia mexicana.

Postre

En San Andrés Tlanalapan, junta auxiliar perteneciente a San Martín Texmelucan, aquí en el estado de Puebla, se vive un vergonzoso conflicto religioso a causa del… ¿Fanatismo? ¿Fundamentalismo? Los habitantes de ese pueblo, en su mayoría católicos, sin importar las formas, expulsaron a unas 50 familias evangélicas. Los avecindados argumentan que únicamente la fe católica es la que debe prevalecer y de ninguna manera puede haber sectas. En este episodio está involucrado el párroco del lugar, Ascensión González Solís quien ha estado involucrado en otros tres conflictos en la última década. Confiamos que se resuelva este problema de intolerancia religiosa y se garantice la libertad de culto, no es posible que los “católicos” de ese lugar persigan y amenacen de muerte a personas por su filiación religiosa.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Razones para darles un buen trato a los hermanos migrantes

Los migrantes han de ser tratados siempre con el respeto debido a la dignidad de toda persona humana. Se trata, pues, de conjugar la acogida que se debe a todos los seres humanos, en especial si viven circunstancias difíciles, con la consideración sobre las condiciones indispensables para una vida decorosa y pacífica.

El éxodo de muchas personas de su lugar de origen a una tierra desconocida, es a menudo una dramática odisea humana que tiene como consecuencia la mezcla, y en muchos casos la pérdida, de las propias tradiciones y costumbres. Éstas son consecuencias graves a las que se unen las de orden social, político y económico, entre otras. La capacidad de integrarse en el nuevo ambiente humano por parte de las personas que emigran representa un gran reto tanto para ellos mismos como para los nativos del lugar. Sin embargo, al abordar el fenómeno de la migración existe un aspecto que poco se plantea: Las emigraciones, voluntarias o forzadas, multiplican las ocasiones de intercambio entre personas de culturas, religiones, razas y pueblos diversos.

Es notable el esfuerzo que muchos países realizan para acoger a los inmigrantes, muchos de los cuales, superadas las dificultades propias de la fase de adaptación, se insertan bien en las comunidades a las que llegan. Con todo, las incomprensiones que se producen a veces con respecto a los extranjeros ponen de manifiesto la urgencia de una transformación de las estructuras y de un cambio de mentalidad. Respecto a la integración cultural de los inmigrantes no es fácil encontrar organizaciones y ordenamientos que garanticen, de manera equilibrada e imparcial, los derechos y deberes, tanto de quien acoge como de quien es acogido.

Históricamente, los procesos migratorios han tenido lugar de maneras muy distintas y con resultados diversos. Son muchas las civilizaciones que se han desarrollado y enriquecido precisamente por las aportaciones de la migración. En algunos casos las diferencias culturales de autóctonos e inmigrados no se han integrado; en otros han mostrado la capacidad de convivir, a través del respeto recíproco de las personas y de la aceptación o tolerancia de las diferentes costumbres.

Lamentablemente perduran también situaciones en las que las dificultades de encuentro entre las diversas culturas no se han solucionado nunca y las tensiones han sido causa de conflictos periódicos. Los migrantes han de ser tratados siempre con el respeto debido a la dignidad de toda persona humana. Se trata, pues, de conjugar la acogida que se debe a todos los seres humanos, en especial si viven circunstancias difíciles, con la consideración sobre las condiciones indispensables para una vida decorosa y pacífica, tanto para los habitantes originarios como para los nuevos llegados. Por lo que se refiere a las características culturales que los emigrantes llevan consigo, han de ser respetadas y acogidas, en la medida en que no se contraponen a los valores éticos universales, contenidos en la ley natural, y a los derechos humanos fundamentales.

Es menester aprender a abrir el corazón a todos y en particular a los que son diferentes: los huéspedes, los extranjeros, los migrantes, los refugiados, los que profesan una religión diversa y los no creyentes. ¡Qué lejos estamos de ver la migración como una ocasión privilegiada de encuentro con el otro! Quien ha querido o tenido que dejar su patria, por eso mismo debería estar más dispuesto a abrirse a los que son diferentes, obligado a salir de sí mismo y llegar a ser un camino hacia el otro.

Postre

Este domingo se cumplen 10 años de los ataques al corazón político y financiero de los Estados Unidos, a las torres gemelas del World Trade Center y el Pentágono. Oficialmente atribuyen a AlQaeda los atentados, sin embargo, se sospecha de que fue una conspiración global orquestada al interior de una élite en el poder para controlar el mundo y justificar su campaña contra el terrorismo árabe... ¿Será cierto? Esperemos a ver o leer este fin de semana lo que los medios nos ofrecerán en materia.

viernes, 2 de septiembre de 2011

La urgente necesidad de paz

No podemos limitarnos a orar diariamente por la paz para que las cosas se resuelvan por sí mismas, trabajemos por la paz. Y es que no hay paz sin justicia y sin libertad, sin un compromiso valiente para promover una y otra.

La gran causa de la paz entre los pueblos tiene necesidad de todas las energías de paz latentes en el corazón del hombre. Al observar tanto a las personas como a los grupos que no acaban de arreglar sus conflictos surge una pregunta ¿Será la paz un ideal fuera de nuestro alcance? El espectáculo cotidiano de las guerras, de las tensiones, de las divisiones, siembra la duda y el desaliento. Focos de discordia y de odio parecen atizados por algunos que no pagan las consecuencias. Y con demasiada frecuencia los gestos de paz son irrisoriamente incapaces de cambiar el curso de las cosas, cuando no son arrastrados y al final utilizados por la lógica dominante de la explotación y de la violencia.

En casi todos los discursos públicos se habla de paz, de diálogo, de pactos, de entendimiento, de soluciones razonables de los conflictos de acuerdo con la justicia. Pero para poner de manifiesto el desafío que se impone a toda la humanidad, frente a la dura tarea de la paz, hace falta algo más que palabras sinceras o demagógicas. Sobre todo es necesario que penetre el verdadero espíritu de la paz a nivel de hombres políticos, de medios de comunicación, de todos aquellos de quienes dependen los pasos decisivos hacia la paz. Las causas de la humanidad deben ser tratadas con humanidad, y no por la violencia. Las tensiones, las contenciones y los conflictos deben ser arreglados por negociaciones razonables y no por la fuerza; las oposiciones ideológicas deben confrontarse en un clima de diálogo y de libre discusión.

Los intereses legítimos de grupos determinados deben tener también en cuenta los intereses legítimos de los otros grupos afectados y las exigencias del bien común superior, el recurso a la violencia no debería ser considerado como el instrumento adecuado para solucionar los conflictos. Los derechos humanos imprescriptibles deben ser salvaguardados en toda circunstancia, no está permitido matar para imponer una solución. Estos principios humanitarios los puede encontrar todo hombre de buena voluntad en su propia conciencia. Para que se conviertan en convicciones e impregnen toda la actividad humana, hay que devolverles toda su fuerza.

La paz es obra nuestra, exige nuestra acción decidida y solidaria, pero es inseparablemente y por encima de todo un don de Dios, por ello exige nuestra oración. No podemos limitarnos a orar diariamente por la paz para que las cosas se resuelvan por sí mismas, trabajemos por la paz. Y es que no hay paz sin justicia y sin libertad, sin un compromiso valiente para promover una y otra. La fortaleza que hay que poner en práctica debe ser paciente, sin resignación ni renuncia, firme sin provocación, prudente para preparar activamente los progresos deseables sin disipar las energías en llamaradas de indignación violenta prontamente extinguidas.

En las negociaciones con los adversarios, el honor y la eficiencia no se miden por el grado de inflexibilidad en la defensa de los intereses, sino por la capacidad de respeto, de verdad, de benevolencia y de fraternidad, en una palabra, por la humanidad. Sufrimos la trágica falta de paz, sentimos la urgencia de ponerle remedio con mayor resolución aún, por el honor de Dios y por el honor del hombre.

Postre

De ninguna manera se va a negociar con el crimen organizado y el narcotráfico para que nuestro país viva tranquilo y en paz. Para vencerlos es fundamental acabar con la impunidad y la corrupción que prevalece en las instituciones encargadas de aplicar la ley y la justicia, de lo contrario los resultados serán cada vez más catastróficos.