El nuevo año es el escaparate de las oportunidades, de las maravillas y los milagros, no es una esperanza ocasional, ni producto de un juego de rituales y magia, más bien, tener la valentía de asumir el tiempo con esperanza, oportunidad para la realización plena del amor de Dios.
El 2010 ya se fue, muchos de nosotros tal vez lo vivimos en medio de dificultades y situaciones incomprensibles que reflexionadas y repensadas a la luz de la voluntad del Padre eterno, nos pueden hacer crecer como seres humanos y como hijos del Altísimo. Los días se sucedieron entre desavenencias y adversidades, entre límites y confrontaciones que dejaron profundas huellas en nuestro ánimo y no permitieron que sanaran las viejas heridas. Sin embargo, las primicias del año 2011 son el momento oportuno para mirar hacia delante, siempre hacia arriba, porque Dios, padre y madre, nos da lo que necesitamos, sólo eso, para madurar y continuar el peregrinar terreno.
Es edificante ver, en la tarde del 31 de diciembre, familias que circulan frente al tabernáculo divino en los diversos templos para dar gracias al Señor del tiempo y de la historia, eso habla de la posibilidad de creer y de que el Todopoderoso no ha perdido la confianza en el hombre. Él siempre ha sido bueno con cada uno y por ello nuestro corazón debe sentirse todavía más agradecido. Todo tiene sentido si se transparenta en la claridad de la voluntad de Dios: lo que hicimos mal o cuando dejamos de hacer bien, nuestras heridas, nuestros resentimientos, nuestras envidias, nuestra pereza, nuestro orgullo frente a la vida, todo aquello que nos ató, aquello que nos esclavizó.
Comenzar un año nuevo es oportunidad de caminar en la libertad de los hijos de Dios, es ocasión para salir al encuentro de la propia felicidad con un corazón agradecido, porque si no valoramos el trabajo que Dios ha hecho por nosotros y entramos al nuevo año con la tristeza del pasado, con la angustia de lo que nos hizo sufrir, el nuevo tiempo se tornará como el deseo de fugarse del presente para esperar algo nuevo como si fuera fortuna, como si fuera la suerte la ejecutora de nuestra vida alejándonos de la responsabilidad de la propia existencia.
El nuevo año es el escaparate de las oportunidades, de las maravillas y los milagros, no es una esperanza ocasional, ni producto de un juego de rituales y magia, más bien, tener la valentía de asumir el tiempo con esperanza, oportunidad para la realización plena del amor de Dios. “Nuestra vida depende de la Divina Providencia de Dios y sin Él nada podemos hacer “pues en Él vivimos, nos movemos y existimos” (Hechos 17,28). Es Él quien nos cuida, quien nos protege, quien nos provee de lo necesario para cada día, pues cada jornada tiene su propio afán y lo necesario para que podamos descubrir su amor, un amor que se complace en renovar todas las cosas, que se regocija en compartirse en cada instante. Es Dios mismo que se comparte con nosotros especialmente en la Eucaristía. Por eso, podemos decidirnos desde este momento a desear y esperar un buen año que se realizará como Dios lo ha proyectado a pesar de nuestra equivocada libertad.
Un punto de vista con el que se puede estar o no de acuerdo. ¡Abramos el debate!
jueves, 30 de diciembre de 2010
jueves, 23 de diciembre de 2010
A los hombres y mujeres de buena voluntad
Si la alegría de la Navidad invadiera el ánimo de las instituciones responsables del bien común, incluida la Iglesia católica, la gran esperanza del pueblo mexicano no se verá frustrada por aquellos, que apostando al fracaso, engendran derrotismo y desesperanza.
En espera del acontecimiento que marcó el rumbo de la historia, hemos recorrido las cuatro semanas de Adviento. Colocados en la antesala de la Navidad, las posadas y aguinaldos nos atraen hacia la única razón de la variedad de luces, árboles, pesebres, regalos y buenos deseos de paz, armonía y felicidad: el nacimiento del Salvador. Dios no está lejos, ni encerrado en el impenetrable santuario de los tiempos antiguos, ni en el etéreo cosmos de las ideas y los pensamientos, ni en la fría crueldad de la indiferencia. Dios es cercano, siempre en la inconmensurable compasión de Padre nunca ajeno, sino siempre presente con las alturas y profundidades de la misericordia. Dios es Padre, como afirma el Papa “que nos sigue con cariño en el respeto de nuestra libertad: esto es motivo de una alegría profunda que las cambiantes vicisitudes cotidianas no pueden arañar”.
Dios no sólo está cerca, vive en nosotros, clavado como flecha expansiva en la dimensión de la alegría, de la felicidad que camina de la mano con el dolor y el sufrimiento como tarjeta de felicitación paradójica, incongruente e irrisoria. Sin embargo, la Navidad fascina por el giro de la lógica humana: el amor de Dios que se hace hombre, que inicia el camino en la inocencia de un niño que transpira alegría de amar y capacidad de ser amado (aún cuando la temporalidad de su carne terminará en la ignominiosa muerte de Cruz) entrecruza la alegría y el sufrimiento y los sigila con el efecto abrasivo del amor que nos hace comprensibles la serenidad en el martirio cotidiano de la vida y las sonrisas en medio de las pruebas de la existencia.
Fieles al anuncio del Evangelio, abracemos el reto de anunciar la paz en la tierra a los hombres y mujeres de buena voluntad, de actualizar la semántica de la solidaridad que no debe debilitarse frente a la discordia y el egoísmo de algunos grupos y personas, de permanecer unidos en esta coyuntura histórica que atraviesa el país como constructores del Reino de Dios y de una sociedad más justa y equitativa.
Si la alegría de la Navidad invadiera el ánimo de las instituciones responsables del bien común, incluida la Iglesia católica, la gran esperanza del pueblo mexicano no se verá frustrada por aquellos, que apostando al fracaso, engendran derrotismo y desesperanza.
La Buena Nueva anunciada en la noche de Belén, en la gloria de los ángeles, en el sueño de los pastores, en la estrella de los magos, reanime la cordura de quienes poseen en sus manos la fuerza para sacar a México de la automarginación, para alcanzar consensos que permitan la novedad de los tiempos actuales, para alejar la prioridad de los propios intereses y la tentación de un protagonismo egoísta, para hacer de esta Navidad, eso, una feliz Navidad.
Postre
Los últimos días de este mes han sido de gran consternación. Por un lado el reconocimiento público por sus logros en materia de derechos humanos a Isabel Miranda de Wallace y la profunda consternación por el asesinato de Maricela Escobedo, una mujer que solo reclamó justicia y que la impunidad y la corrupción abonaron el camino para cegar su vida. Qué decir de la liberación de Diego Fernández de Cevallos, alegró a toda la clase política pero duró poco el gusto tras conocerse el infierno que vivieron los habitantes de San Martín Texmelucan.
Ojalá, ojalá que en lo que resta del año tengamos días en calma, los necesitamos.
En espera del acontecimiento que marcó el rumbo de la historia, hemos recorrido las cuatro semanas de Adviento. Colocados en la antesala de la Navidad, las posadas y aguinaldos nos atraen hacia la única razón de la variedad de luces, árboles, pesebres, regalos y buenos deseos de paz, armonía y felicidad: el nacimiento del Salvador. Dios no está lejos, ni encerrado en el impenetrable santuario de los tiempos antiguos, ni en el etéreo cosmos de las ideas y los pensamientos, ni en la fría crueldad de la indiferencia. Dios es cercano, siempre en la inconmensurable compasión de Padre nunca ajeno, sino siempre presente con las alturas y profundidades de la misericordia. Dios es Padre, como afirma el Papa “que nos sigue con cariño en el respeto de nuestra libertad: esto es motivo de una alegría profunda que las cambiantes vicisitudes cotidianas no pueden arañar”.
Dios no sólo está cerca, vive en nosotros, clavado como flecha expansiva en la dimensión de la alegría, de la felicidad que camina de la mano con el dolor y el sufrimiento como tarjeta de felicitación paradójica, incongruente e irrisoria. Sin embargo, la Navidad fascina por el giro de la lógica humana: el amor de Dios que se hace hombre, que inicia el camino en la inocencia de un niño que transpira alegría de amar y capacidad de ser amado (aún cuando la temporalidad de su carne terminará en la ignominiosa muerte de Cruz) entrecruza la alegría y el sufrimiento y los sigila con el efecto abrasivo del amor que nos hace comprensibles la serenidad en el martirio cotidiano de la vida y las sonrisas en medio de las pruebas de la existencia.
Fieles al anuncio del Evangelio, abracemos el reto de anunciar la paz en la tierra a los hombres y mujeres de buena voluntad, de actualizar la semántica de la solidaridad que no debe debilitarse frente a la discordia y el egoísmo de algunos grupos y personas, de permanecer unidos en esta coyuntura histórica que atraviesa el país como constructores del Reino de Dios y de una sociedad más justa y equitativa.
Si la alegría de la Navidad invadiera el ánimo de las instituciones responsables del bien común, incluida la Iglesia católica, la gran esperanza del pueblo mexicano no se verá frustrada por aquellos, que apostando al fracaso, engendran derrotismo y desesperanza.
La Buena Nueva anunciada en la noche de Belén, en la gloria de los ángeles, en el sueño de los pastores, en la estrella de los magos, reanime la cordura de quienes poseen en sus manos la fuerza para sacar a México de la automarginación, para alcanzar consensos que permitan la novedad de los tiempos actuales, para alejar la prioridad de los propios intereses y la tentación de un protagonismo egoísta, para hacer de esta Navidad, eso, una feliz Navidad.
Postre
Los últimos días de este mes han sido de gran consternación. Por un lado el reconocimiento público por sus logros en materia de derechos humanos a Isabel Miranda de Wallace y la profunda consternación por el asesinato de Maricela Escobedo, una mujer que solo reclamó justicia y que la impunidad y la corrupción abonaron el camino para cegar su vida. Qué decir de la liberación de Diego Fernández de Cevallos, alegró a toda la clase política pero duró poco el gusto tras conocerse el infierno que vivieron los habitantes de San Martín Texmelucan.
Ojalá, ojalá que en lo que resta del año tengamos días en calma, los necesitamos.
jueves, 16 de diciembre de 2010
Alfarería del barrio de La Luz, un oficio que se niega a morir
Qué será de nosotros si el centro deja de comprar, para quién fabricaremos lozas y barros si son los gustos del Centro los que determinan los gustos de la gente, se preguntaba Marta. No fue el jefe de departamento quien decidió reducir los pedidos a la mitad, la orden llegó de arriba, de los superiores, de alguien para quien es indiferente que haya un alfarero más o menos en el mundo. Lo que ha sucedido puede haber sido el primer paso; el segundo, será que dejen definitivamente de comprar, tendremos que estar preparados para ese desastre. Sí, preparados.
Fragmento del libro “La Caverna”, José Saramago
Un oficio y sus tradiciones religiosas se mantienen en la memoria, en las manos y en los pies de sus inquilinos más longevos. Aunque son mudos, esos mosaicos que sobreviven en los muros de casas y comercios ante el paso galopante de la modernidad urbana, hablan con la palabra impresa y sus nombres, posiblemente, no nos digan nada: la calle Torrecilla, la calle del Cuernito y la famosa calle Carrillo, antaño fueron el referente obligado para quienes debían adquirir algún producto de ese rincón poblano. Actualmente, el turista tiene más interés por conocer ese pasillo conformado por las tres calles mencionadas, mientras los poblanos sólo se limitan a observar con indiferencia cómo al paso de los años una tradición desaparece y contradictoriamente se niega a morir. Me refiero a la alfarería del Barrio de La Luz, uno de los íconos representativos de nuestra ciudad capital.
En voz de sus protagonistas
A buen paso llegamos a la calle Carrillo, actualmente Juan de Palafox entre la 14 y 16 sur. Varios establecimientos exhiben ollas, jarros, cazuelas, sahumerios, maceteros, alcancías, incluso inodoros de barro. ¡Sí!, inodoros de barro, raros para nuestra época, entre otros aparejos. Observo el número 1403 de la mencionada calle, la portada de un vecindario que alberga uno de los tres hornos que visité y que actualmente funcionan. Ramón López Álvarez resguarda la entrada del lugar que también es un taller. Abordo a la persona que me recibe amablemente e iniciamos una amena conversación.
“Mire joven, por principio de cuentas esta calle se llamó Carrillo en memoria del capitán Javier Carrillo de Aranda quien allá por el año 1689 instaló un obrador de loza en este barrio, de hecho era un bedoe, es decir, un inspector de calidad de loza blanca y vidriada. Esta industria cobró tal importancia que en su memoria esta vía recibió, a partir de 1780, el nombre de Calle Carrillo, actualmente, Juan de Palafox y hace poco más de un sexenio era conocida como Maximino Ávila Camacho”.
Don Ramón proclama con todo orgullo que la calle referida es la más socorrida, a pesar de sus dificultades. “Muchos alfareros somos viejos y necesitamos trabajar, no sabemos otra cosa más que moldear el barro y la arcilla. Hace muchos años había unos 20 hornos, ahora sólo quedan tres y nuestro oficio se ve amenazado porque la gente prefiere los utensilios de plástico y peltre que las cazuelas de barro”.
Nuestro amigo hace una pausa, me mira y expresa con resignación: “No podemos trabajar a gusto porque a los vecinos les molesta el humo cada vez que quemamos la loza, y tienen razón, sería más fácil si tuviéramos un horno con gas. Pero lo que más nos preocupa es que en cualquier momento seamos desalojados porque la casa donde tenemos este horno fue expropiada por el gobierno y vivimos con la incertidumbre de nuestro trabajo ¿A dónde nos vamos? No importa que nos reubiquen en las orillas de la ciudad, lo único que pedimos es que nos dejen trabajar y vender nuestros productos aquí”, dijo el alfarero con cierto dejo de tristeza.
Con unas gotas de optimismo apunta: “Ojalá el gobierno, alguna empresa o alguien nos apoye y de verdad se interese por nuestro trabajo, sería bueno para nosotros poseer un horno de gas y tener posibilidades de exportar nuestros productos. Estamos abiertos a mejorar nuestras técnicas de producción, empleando otros materiales como el esmalte, porque es un requisito para comerciar sin restricciones, y de esa manera, mejore nuestro nivel de vida porque quienes ganan son los vendedores que están aquí enfrente. No digo que nos vaya mal, pero vamos al día”.
“¿Considera que la alfarería de La Luz es un oficio que se niega a morir?”, cuestioné a mi interlocutor que me dio dos razones de peso. “Sí, muchacho, se niega a morir porque somos la huella viviente de los alfareros de otras épocas y mientras haya personas que quieran aprenderlo, jamás morirá”, afirma con una mirada llena de esperanza.
“Otra cosa ¿te imaginas el mole poblano cocinado en una cazuela que no sea de barro? Los alimentos saben mejor en objetos de barro. Tan solo los frijoles, el café de olla, el mole poblano, el agua, incluso las salsas que se preparan en molcajete a diferencia de lo que se cuece en la olla exprés o el peltre, es diferente”. En efecto, cuando he tenido oportunidad de pueblear, el sabor y los aromas de los alimentos son diferentes a los de la ciudad. Me interrumpe la formulación de la siguiente pregunta con una aclaración: “es un mito de que los alimentos cocidos en barro dañen la salud porque contienen plomo, la mayor parte de mi vida he comido en trastos de barro y nunca me he enfermado”. En parte tiene razón mi interlocutor, sin embargo, lo que debe saber es que sí existen efectos dañinos del metal sobre la salud de los alfareros (falta de oxígeno y calcio, alteración de la transmisión nerviosa al cerebro; en el caso de los niños, un nivel de inteligencia reducido, dificultad para concentrarse. Para las mujeres embarazadas el daño se refleja en el bajo peso del producto al nacer y deficiencias en el desarrollo neuroconductual, al emplear la greta, materia prima que contiene plomo.
Ya entrados en confianza don Ramón me muestra el horno y la casa, casi en ruinas, en la que trabajan. Para mi fortuna veo cómo algunos alfareros colocan con paciencia las piezas en el horno, que días más tarde trabajará, como lo ha hecho a lo largo de los años, en la cocción de las piezas.
“Aproximadamente ocupamos dos toneladas de madera. Esta materia prima son tarimas, las cuales nos cuesta 20 pesos la pieza para cocer unas 150 cazuelas de diferentes tamaños cada 20 días, y la arcilla la traen de Amozoc”, me explica mi anfitrión, mientras observo un pequeño horno que contiene cientos de bases para cirios y sahumerios que se ocupan en la festividad de Todos Santos.
¿Ustedes están asociados en algún gremio de artesanos? Le espeté para saber si contaban con algún tipo de apoyo y comenta mi convidado que no, solamente están afiliados a la Casa del Artesano Poblano y agrega que en Puebla se debe legislar a favor de los artesanos, como en el estado de Michoacán que cuenta con una Ley de Fomento Artesanal decretada el 13 de marzo de 2000, incluso hay un día dedicado para este gremio, el 20 de septiembre.
No todo es miel sobre hojuelas
Proseguimos nuestro recorrido por el barrio de la Luz y visitamos el segundo horno que se ubica en la antigua calle de Nazabal o Ayuntamiento, hoy avenida Juan de Palafox 1601, inmueble que se encuentra en condiciones deplorables y que alberga a cuatro familias. Ahí conocimos a Luis Rodríguez González, tornero, quien con gran satisfacción nos dijo que él representa la cuarta generación de alfareros cuya tradición familiar data del año 1885 iniciada por Francisco Rodríguez. Desde pequeño aprendió el oficio y de acuerdo a su parecer los alfareros de antaño fueron los mejores maestros, eran torneros y maneros, no como ahora que unos solamente se dedican a hacer cazuelas porque son más rentables (maneros) y otras personas fabrican diversos utensilios como jarros, ollas, platos y sahumerios (torneros).
Después de amasar la arcilla don Luis se dispone a trabajar en su torno que se sitúa en una habitación fría, con poca iluminación y entre estantes de madera bañados por el polvo y carcomidos por el comején. “¿Considera usted que la alfarería de La Luz es un oficio en extinción, que se niega a morir?”, pregunté, mientras el maestro alfarero daba forma al barro que se deslizaba entre sus dedos por el movimiento de la rueda. “Lamentablemente sí, los desalojos y la falta de apoyo y envidias entre compañeros hacen que este oficio muy pronto se acabe. Por si fuera poco, este fin de mes nos quieren dejar en la calle porque el dueño de esta casa ya nos corrió, pero como no ha habido demanda de desalojo, nos quedaremos ya que no tenemos a donde ir y aunque encontráramos un pedacito, cuánto nos va a costar, ni siquiera nos van a recibir con nuestras cosas. En el caso de que eso ocurriera, tan solo date cuenta cuánto tiempo nos tomaría desarmar los andamios y anaqueles. Mientras el dueño de este vecindario no soborne a la autoridad para que le facilite la orden del juzgado, nosotros permaneceremos aquí o veremos si conseguimos un amparo para que no proceda el desalojo”.
Don Luis me observa y una advertencia brota de sus labios: “La única manera que nos pueden sacar es por la fuerza y ya veremos de a cómo nos toca”. Con seguridad añade: “además a nadie conviene que nos desalojen porque todos necesitamos de todos, esto es una cadena. Los dueños de los hornos necesitan de nuestro trabajo para cocer la loza, los comerciantes de nosotros para vender y distribuir la producción, los que nos venden la arcilla para trabajar y así, sucesivamente. Aunque nuestra situación está al borde de la desesperación, no nos damos por vencidos”
El último horno se ubica en la 7 oriente 1418-A, en el barrio de Analco. Un niño me indica que puedo pasar a echar un vistazo y una bulliciosa actividad es la que me recibe. Pido permiso para sacar unas fotografías, pero me indican los trabajadores que lo debo consultar con el patrón quien me ve con desconfianza y como si fuera un ritual practicado con cada reportero y camarógrafo me da el visto bueno para obtener todas las imágenes que yo quiera. Hago mi trabajo y el jefe del taller me sigue a donde quiera que vaya, me incomoda, pero veo recompensado mi tozudez con uno de los trabajadores que se deja retratar. Ya no formulo preguntas ni averiguo más del tema, me doy cuenta de que este grupo de orfebres es más familiar que un gremio organizado que me ve con reticencia.
La versión oficial
En palabras de Enrique Pena Milán, jefe del departamento de promoción artesanal, cuya oficina se localiza en la Casa del Artesano Poblano, corrobora que no existe una ley que proteja a los artesanos de Puebla, únicamente se apegan al Diario Oficial de la Federación y a la Secretaría de Economía que se encarga de regular y apoyar la actividad artesanal. Ejemplo de ello es el Programa de Apoyo al Diseño Artesanal (PROADA) que plantea normas específicas para la producción, exportación y apoyo de los productos artesanales.
Con respecto al inmueble de la avenida Juan de Palafox 1403, el funcionario explicó que sí fue expropiado el predio al final de la administración municipal de Mario Marín, incluso el decreto existe. Lo que le extraña es que en la administración de Luis Paredes no se pusieron en marcha los programas para los cuales serían beneficiados los alfareros del Barrio de La Luz, tales como un museo y el centro expositor. La razón por la cual se expropió la vivienda se debe a que el Barrio de la Luz forma parte del conjunto arquitectónico del Centro Histórico de Puebla.
Enrique Pena está consciente de la dura situación que viven los alfareros del populoso barrio poblano. “Entiendo su situación, pero no es para que exageren las cosas. El problema que ellos padecen es el de los desalojos porque es de entender que los propietarios quieran cobrar las rentas postergadas y si stos no pagan, los arrendadores están en su derecho de exigir el desalojo, pero si los inquilinos dan un adelanto, de buena fe, el propietario puede cambiar de opinión. Mientras, la situación será como ha ocurrido en los últimos años”.
“Por otra parte estas personas, a pesar de las dificultades, subsisten en medio de un entorno urbano, a diferencia de Amozoc y San Miguel de las Ollas que tienen en promedio unos 20 mil alfareros que fácilmente comercian sus productos. Los de aquí son unos 40 y con grandes esfuerzos mercadean en los pueblos; en la ciudad ya es muy difícil. Es raro que aquí alguien quiera cocinar en cazuelas de barro. De que hay amas de casa que sigan con esa tradición, las hay, pero no podemos negar que el peltre y el aluminio ahorran los tiempos de preparación de los alimentos”, concluyó el funcionario.
Colofón
Ciertamente la alfarería del Barrio de La Luz es un oficio que se niega a morir, curiosamente hay 40 alfareros que personifican a Cipriano Algor, protagonista de la novela de José Saramago, La Caverna, quien lucha hasta el final para que su único medio de subsistencia no desaparezca, al menos eso es lo que constatamos en los tres talleres con sus respectivos hornos.
Intentamos presentar los dos rostros de este problema. Son historias contradictorias, si embargo, unidas por el mismo vínculo y si los del gremio no se organizan y alguna entidad gubernamental o privada de nuestro Estado no toman en serio este problema, entonces seremos mudos testigos de la muerte de una antiquísima tradición poblana.
Aún cuando no posee la denominación de origen, lujo que se precia la Talavera, máximo exponente de la alfarería poblana de alta calidad, lo cierto es que las ollas, las tazas, los sahumerios, las cazuelas y tantos objetos salidos del Barrio de La luz han acompañado por generaciones a quienes han hecho uso de ellos. No están en los estantes de los supermercados, pero estoy seguro de que en las cocinas de los hogares más sencillos de esta ciudad ocupan un lugar, incluso en el restaurante de lujo que incluye en su carta café y atole, bebidas que son servidas en jarritos, precisamente, fraguados en los talleres del antiquísimo barrio poblano.
Fragmento del libro “La Caverna”, José Saramago
Un oficio y sus tradiciones religiosas se mantienen en la memoria, en las manos y en los pies de sus inquilinos más longevos. Aunque son mudos, esos mosaicos que sobreviven en los muros de casas y comercios ante el paso galopante de la modernidad urbana, hablan con la palabra impresa y sus nombres, posiblemente, no nos digan nada: la calle Torrecilla, la calle del Cuernito y la famosa calle Carrillo, antaño fueron el referente obligado para quienes debían adquirir algún producto de ese rincón poblano. Actualmente, el turista tiene más interés por conocer ese pasillo conformado por las tres calles mencionadas, mientras los poblanos sólo se limitan a observar con indiferencia cómo al paso de los años una tradición desaparece y contradictoriamente se niega a morir. Me refiero a la alfarería del Barrio de La Luz, uno de los íconos representativos de nuestra ciudad capital.
En voz de sus protagonistas
A buen paso llegamos a la calle Carrillo, actualmente Juan de Palafox entre la 14 y 16 sur. Varios establecimientos exhiben ollas, jarros, cazuelas, sahumerios, maceteros, alcancías, incluso inodoros de barro. ¡Sí!, inodoros de barro, raros para nuestra época, entre otros aparejos. Observo el número 1403 de la mencionada calle, la portada de un vecindario que alberga uno de los tres hornos que visité y que actualmente funcionan. Ramón López Álvarez resguarda la entrada del lugar que también es un taller. Abordo a la persona que me recibe amablemente e iniciamos una amena conversación.
“Mire joven, por principio de cuentas esta calle se llamó Carrillo en memoria del capitán Javier Carrillo de Aranda quien allá por el año 1689 instaló un obrador de loza en este barrio, de hecho era un bedoe, es decir, un inspector de calidad de loza blanca y vidriada. Esta industria cobró tal importancia que en su memoria esta vía recibió, a partir de 1780, el nombre de Calle Carrillo, actualmente, Juan de Palafox y hace poco más de un sexenio era conocida como Maximino Ávila Camacho”.
Don Ramón proclama con todo orgullo que la calle referida es la más socorrida, a pesar de sus dificultades. “Muchos alfareros somos viejos y necesitamos trabajar, no sabemos otra cosa más que moldear el barro y la arcilla. Hace muchos años había unos 20 hornos, ahora sólo quedan tres y nuestro oficio se ve amenazado porque la gente prefiere los utensilios de plástico y peltre que las cazuelas de barro”.
Nuestro amigo hace una pausa, me mira y expresa con resignación: “No podemos trabajar a gusto porque a los vecinos les molesta el humo cada vez que quemamos la loza, y tienen razón, sería más fácil si tuviéramos un horno con gas. Pero lo que más nos preocupa es que en cualquier momento seamos desalojados porque la casa donde tenemos este horno fue expropiada por el gobierno y vivimos con la incertidumbre de nuestro trabajo ¿A dónde nos vamos? No importa que nos reubiquen en las orillas de la ciudad, lo único que pedimos es que nos dejen trabajar y vender nuestros productos aquí”, dijo el alfarero con cierto dejo de tristeza.
Con unas gotas de optimismo apunta: “Ojalá el gobierno, alguna empresa o alguien nos apoye y de verdad se interese por nuestro trabajo, sería bueno para nosotros poseer un horno de gas y tener posibilidades de exportar nuestros productos. Estamos abiertos a mejorar nuestras técnicas de producción, empleando otros materiales como el esmalte, porque es un requisito para comerciar sin restricciones, y de esa manera, mejore nuestro nivel de vida porque quienes ganan son los vendedores que están aquí enfrente. No digo que nos vaya mal, pero vamos al día”.
“¿Considera que la alfarería de La Luz es un oficio que se niega a morir?”, cuestioné a mi interlocutor que me dio dos razones de peso. “Sí, muchacho, se niega a morir porque somos la huella viviente de los alfareros de otras épocas y mientras haya personas que quieran aprenderlo, jamás morirá”, afirma con una mirada llena de esperanza.
“Otra cosa ¿te imaginas el mole poblano cocinado en una cazuela que no sea de barro? Los alimentos saben mejor en objetos de barro. Tan solo los frijoles, el café de olla, el mole poblano, el agua, incluso las salsas que se preparan en molcajete a diferencia de lo que se cuece en la olla exprés o el peltre, es diferente”. En efecto, cuando he tenido oportunidad de pueblear, el sabor y los aromas de los alimentos son diferentes a los de la ciudad. Me interrumpe la formulación de la siguiente pregunta con una aclaración: “es un mito de que los alimentos cocidos en barro dañen la salud porque contienen plomo, la mayor parte de mi vida he comido en trastos de barro y nunca me he enfermado”. En parte tiene razón mi interlocutor, sin embargo, lo que debe saber es que sí existen efectos dañinos del metal sobre la salud de los alfareros (falta de oxígeno y calcio, alteración de la transmisión nerviosa al cerebro; en el caso de los niños, un nivel de inteligencia reducido, dificultad para concentrarse. Para las mujeres embarazadas el daño se refleja en el bajo peso del producto al nacer y deficiencias en el desarrollo neuroconductual, al emplear la greta, materia prima que contiene plomo.
Ya entrados en confianza don Ramón me muestra el horno y la casa, casi en ruinas, en la que trabajan. Para mi fortuna veo cómo algunos alfareros colocan con paciencia las piezas en el horno, que días más tarde trabajará, como lo ha hecho a lo largo de los años, en la cocción de las piezas.
“Aproximadamente ocupamos dos toneladas de madera. Esta materia prima son tarimas, las cuales nos cuesta 20 pesos la pieza para cocer unas 150 cazuelas de diferentes tamaños cada 20 días, y la arcilla la traen de Amozoc”, me explica mi anfitrión, mientras observo un pequeño horno que contiene cientos de bases para cirios y sahumerios que se ocupan en la festividad de Todos Santos.
¿Ustedes están asociados en algún gremio de artesanos? Le espeté para saber si contaban con algún tipo de apoyo y comenta mi convidado que no, solamente están afiliados a la Casa del Artesano Poblano y agrega que en Puebla se debe legislar a favor de los artesanos, como en el estado de Michoacán que cuenta con una Ley de Fomento Artesanal decretada el 13 de marzo de 2000, incluso hay un día dedicado para este gremio, el 20 de septiembre.
No todo es miel sobre hojuelas
Proseguimos nuestro recorrido por el barrio de la Luz y visitamos el segundo horno que se ubica en la antigua calle de Nazabal o Ayuntamiento, hoy avenida Juan de Palafox 1601, inmueble que se encuentra en condiciones deplorables y que alberga a cuatro familias. Ahí conocimos a Luis Rodríguez González, tornero, quien con gran satisfacción nos dijo que él representa la cuarta generación de alfareros cuya tradición familiar data del año 1885 iniciada por Francisco Rodríguez. Desde pequeño aprendió el oficio y de acuerdo a su parecer los alfareros de antaño fueron los mejores maestros, eran torneros y maneros, no como ahora que unos solamente se dedican a hacer cazuelas porque son más rentables (maneros) y otras personas fabrican diversos utensilios como jarros, ollas, platos y sahumerios (torneros).
Después de amasar la arcilla don Luis se dispone a trabajar en su torno que se sitúa en una habitación fría, con poca iluminación y entre estantes de madera bañados por el polvo y carcomidos por el comején. “¿Considera usted que la alfarería de La Luz es un oficio en extinción, que se niega a morir?”, pregunté, mientras el maestro alfarero daba forma al barro que se deslizaba entre sus dedos por el movimiento de la rueda. “Lamentablemente sí, los desalojos y la falta de apoyo y envidias entre compañeros hacen que este oficio muy pronto se acabe. Por si fuera poco, este fin de mes nos quieren dejar en la calle porque el dueño de esta casa ya nos corrió, pero como no ha habido demanda de desalojo, nos quedaremos ya que no tenemos a donde ir y aunque encontráramos un pedacito, cuánto nos va a costar, ni siquiera nos van a recibir con nuestras cosas. En el caso de que eso ocurriera, tan solo date cuenta cuánto tiempo nos tomaría desarmar los andamios y anaqueles. Mientras el dueño de este vecindario no soborne a la autoridad para que le facilite la orden del juzgado, nosotros permaneceremos aquí o veremos si conseguimos un amparo para que no proceda el desalojo”.
Don Luis me observa y una advertencia brota de sus labios: “La única manera que nos pueden sacar es por la fuerza y ya veremos de a cómo nos toca”. Con seguridad añade: “además a nadie conviene que nos desalojen porque todos necesitamos de todos, esto es una cadena. Los dueños de los hornos necesitan de nuestro trabajo para cocer la loza, los comerciantes de nosotros para vender y distribuir la producción, los que nos venden la arcilla para trabajar y así, sucesivamente. Aunque nuestra situación está al borde de la desesperación, no nos damos por vencidos”
El último horno se ubica en la 7 oriente 1418-A, en el barrio de Analco. Un niño me indica que puedo pasar a echar un vistazo y una bulliciosa actividad es la que me recibe. Pido permiso para sacar unas fotografías, pero me indican los trabajadores que lo debo consultar con el patrón quien me ve con desconfianza y como si fuera un ritual practicado con cada reportero y camarógrafo me da el visto bueno para obtener todas las imágenes que yo quiera. Hago mi trabajo y el jefe del taller me sigue a donde quiera que vaya, me incomoda, pero veo recompensado mi tozudez con uno de los trabajadores que se deja retratar. Ya no formulo preguntas ni averiguo más del tema, me doy cuenta de que este grupo de orfebres es más familiar que un gremio organizado que me ve con reticencia.
La versión oficial
En palabras de Enrique Pena Milán, jefe del departamento de promoción artesanal, cuya oficina se localiza en la Casa del Artesano Poblano, corrobora que no existe una ley que proteja a los artesanos de Puebla, únicamente se apegan al Diario Oficial de la Federación y a la Secretaría de Economía que se encarga de regular y apoyar la actividad artesanal. Ejemplo de ello es el Programa de Apoyo al Diseño Artesanal (PROADA) que plantea normas específicas para la producción, exportación y apoyo de los productos artesanales.
Con respecto al inmueble de la avenida Juan de Palafox 1403, el funcionario explicó que sí fue expropiado el predio al final de la administración municipal de Mario Marín, incluso el decreto existe. Lo que le extraña es que en la administración de Luis Paredes no se pusieron en marcha los programas para los cuales serían beneficiados los alfareros del Barrio de La Luz, tales como un museo y el centro expositor. La razón por la cual se expropió la vivienda se debe a que el Barrio de la Luz forma parte del conjunto arquitectónico del Centro Histórico de Puebla.
Enrique Pena está consciente de la dura situación que viven los alfareros del populoso barrio poblano. “Entiendo su situación, pero no es para que exageren las cosas. El problema que ellos padecen es el de los desalojos porque es de entender que los propietarios quieran cobrar las rentas postergadas y si stos no pagan, los arrendadores están en su derecho de exigir el desalojo, pero si los inquilinos dan un adelanto, de buena fe, el propietario puede cambiar de opinión. Mientras, la situación será como ha ocurrido en los últimos años”.
“Por otra parte estas personas, a pesar de las dificultades, subsisten en medio de un entorno urbano, a diferencia de Amozoc y San Miguel de las Ollas que tienen en promedio unos 20 mil alfareros que fácilmente comercian sus productos. Los de aquí son unos 40 y con grandes esfuerzos mercadean en los pueblos; en la ciudad ya es muy difícil. Es raro que aquí alguien quiera cocinar en cazuelas de barro. De que hay amas de casa que sigan con esa tradición, las hay, pero no podemos negar que el peltre y el aluminio ahorran los tiempos de preparación de los alimentos”, concluyó el funcionario.
Colofón
Ciertamente la alfarería del Barrio de La Luz es un oficio que se niega a morir, curiosamente hay 40 alfareros que personifican a Cipriano Algor, protagonista de la novela de José Saramago, La Caverna, quien lucha hasta el final para que su único medio de subsistencia no desaparezca, al menos eso es lo que constatamos en los tres talleres con sus respectivos hornos.
Intentamos presentar los dos rostros de este problema. Son historias contradictorias, si embargo, unidas por el mismo vínculo y si los del gremio no se organizan y alguna entidad gubernamental o privada de nuestro Estado no toman en serio este problema, entonces seremos mudos testigos de la muerte de una antiquísima tradición poblana.
Aún cuando no posee la denominación de origen, lujo que se precia la Talavera, máximo exponente de la alfarería poblana de alta calidad, lo cierto es que las ollas, las tazas, los sahumerios, las cazuelas y tantos objetos salidos del Barrio de La luz han acompañado por generaciones a quienes han hecho uso de ellos. No están en los estantes de los supermercados, pero estoy seguro de que en las cocinas de los hogares más sencillos de esta ciudad ocupan un lugar, incluso en el restaurante de lujo que incluye en su carta café y atole, bebidas que son servidas en jarritos, precisamente, fraguados en los talleres del antiquísimo barrio poblano.
viernes, 10 de diciembre de 2010
Rumbo a la Navidad, el tradicional nacimiento
Alrededor del nacimiento se ha formado, con el paso de los siglos, una serie de costumbres folklóricas que han contribuido a crear un ambiente festivo en la intimidad de las familias, en las calles, en los centros educativos y de trabajo, caracterizados por el tono sensible e ingenuo que se refiere a los sentimientos de la Virgen y de los pastores ante la pobreza que Dios ha escogido al tomar un cuerpo humano.
Las tradiciones y costumbres son una manera de hacer presente lo que ocurrió o lo que se acostumbraba hacer en tiempos pasados. Son los hechos u obras que se transmiten de una generación a otra de forma oral o escrita.
La palabra tradición viene del latín traditio, del verbo tradere, que significa “entregar”. Se podría decir que tradición es lo que nuestros antepasados nos han entregado. En el caso de la Navidad, lo más importante de las tradiciones y costumbres no es sólo el aspecto exterior sino su significado interior. Se debe conocer por qué y para qué se llevan a cabo para vivirlas intensamente.
Existen muchas tradiciones y costumbres que nos ayudan a vivir el espíritu navideño; sin embargo, debemos recordar que este espíritu se encuentra en la meditación del misterio que se celebra. En el año 1223 San Francisco de Asís dio origen a los pesebres o nacimientos que actualmente conocemos. El nacimiento se hace con réplicas en miniatura, se colocan las imágenes de San José, María, el burro, el buey, las ovejas y los pastores. Un pesebre puede tener casas, animales, lagos, bosques y un lugar especial donde se coloca el establo donde nació Jesús. Y no puede faltar la estrella de Belén. Siempre se dispone de un lugar particular en casa para armarlo. Se usan cajas de cartón, papel, musgo, paja, etc. En él encontramos los elementos básicos de la teología de la fiesta de navidad porque ésta no es sólo un recuerdo de un suceso histórico: el hecho del nacimiento de Jesucristo está ordenado a la Redención, a la Pascua, a la Parusía. Por eso el nacimiento es una memoria cuyo centro es la muerte y resurrección de Jesucristo.
Alrededor del nacimiento se ha formado, con el paso de los siglos, una serie de costumbres folklóricas que han contribuido a crear un ambiente festivo en la intimidad de las familias, en las calles, en los centros educativos y de trabajo, caracterizados por el tono sensible e ingenuo que se refiere a los sentimientos de la Virgen y de los pastores ante la pobreza que Dios ha escogido al tomar un cuerpo humano. Para expresar visiblemente el significado de la “iluminación” obtenida por el nacimiento de Jesucristo, el pesebre se enciende con luces multicolores que en ocasiones se realiza de manera extraordinaria.
Al respecto el papa Ratzinger pronuncio en el ángelus del domingo 11 de diciembre de 2005 lo siguiente: “En muchas familias, continuando una bella y consolidada tradición, se empieza a preparar el belén, como si se quisiese revivir junto a María estos días plenos de trepidación que precedieron al nacimiento de Jesús.
“Hacer el belén en casa puede ser una forma sencilla pero eficaz de presentar la fe y transmitirla a los propios hijos. El pesebre nos ayuda a contemplar el misterio del amor de Dios que se ha revelado en la pobreza y en la sencillez de la gruta de Belén. El belén nos puede ayudar, de hecho, a comprender el secreto de la verdadera Navidad, porque habla de la humildad y de la bondad misericordiosa de Cristo, que ‘siendo rico, por vosotros se hizo pobre’ (2Cor 8, 9).
“Al preparar las celebraciones navideñas poniendo la figura del Niño Jesús en el Portal de Belén, os invito a todos a que lo acojáis también en vuestros corazones y en vuestros hogares”.
Las tradiciones y costumbres son una manera de hacer presente lo que ocurrió o lo que se acostumbraba hacer en tiempos pasados. Son los hechos u obras que se transmiten de una generación a otra de forma oral o escrita.
La palabra tradición viene del latín traditio, del verbo tradere, que significa “entregar”. Se podría decir que tradición es lo que nuestros antepasados nos han entregado. En el caso de la Navidad, lo más importante de las tradiciones y costumbres no es sólo el aspecto exterior sino su significado interior. Se debe conocer por qué y para qué se llevan a cabo para vivirlas intensamente.
Existen muchas tradiciones y costumbres que nos ayudan a vivir el espíritu navideño; sin embargo, debemos recordar que este espíritu se encuentra en la meditación del misterio que se celebra. En el año 1223 San Francisco de Asís dio origen a los pesebres o nacimientos que actualmente conocemos. El nacimiento se hace con réplicas en miniatura, se colocan las imágenes de San José, María, el burro, el buey, las ovejas y los pastores. Un pesebre puede tener casas, animales, lagos, bosques y un lugar especial donde se coloca el establo donde nació Jesús. Y no puede faltar la estrella de Belén. Siempre se dispone de un lugar particular en casa para armarlo. Se usan cajas de cartón, papel, musgo, paja, etc. En él encontramos los elementos básicos de la teología de la fiesta de navidad porque ésta no es sólo un recuerdo de un suceso histórico: el hecho del nacimiento de Jesucristo está ordenado a la Redención, a la Pascua, a la Parusía. Por eso el nacimiento es una memoria cuyo centro es la muerte y resurrección de Jesucristo.
Alrededor del nacimiento se ha formado, con el paso de los siglos, una serie de costumbres folklóricas que han contribuido a crear un ambiente festivo en la intimidad de las familias, en las calles, en los centros educativos y de trabajo, caracterizados por el tono sensible e ingenuo que se refiere a los sentimientos de la Virgen y de los pastores ante la pobreza que Dios ha escogido al tomar un cuerpo humano. Para expresar visiblemente el significado de la “iluminación” obtenida por el nacimiento de Jesucristo, el pesebre se enciende con luces multicolores que en ocasiones se realiza de manera extraordinaria.
Al respecto el papa Ratzinger pronuncio en el ángelus del domingo 11 de diciembre de 2005 lo siguiente: “En muchas familias, continuando una bella y consolidada tradición, se empieza a preparar el belén, como si se quisiese revivir junto a María estos días plenos de trepidación que precedieron al nacimiento de Jesús.
“Hacer el belén en casa puede ser una forma sencilla pero eficaz de presentar la fe y transmitirla a los propios hijos. El pesebre nos ayuda a contemplar el misterio del amor de Dios que se ha revelado en la pobreza y en la sencillez de la gruta de Belén. El belén nos puede ayudar, de hecho, a comprender el secreto de la verdadera Navidad, porque habla de la humildad y de la bondad misericordiosa de Cristo, que ‘siendo rico, por vosotros se hizo pobre’ (2Cor 8, 9).
“Al preparar las celebraciones navideñas poniendo la figura del Niño Jesús en el Portal de Belén, os invito a todos a que lo acojáis también en vuestros corazones y en vuestros hogares”.
sábado, 4 de diciembre de 2010
Rumbo a la Navidad, el motivo de la celebración
Descubrir que el espíritu de la Navidad no son nuestros buenos deseos de paz, ni las luces, ni los regalos y las fiestas, ni siquiera nuestros ánimos de vivir en armonía con los demás, esos principios son buenos y hay que disfrutarlos también, y mucho, pero no hacen la Navidad.
Para algunos apenas comienza, para otros poco después de la celebración de los difuntos, lo cierto es que la Navidad ya llegó. El ambiente se ha inundado de adornos, regalos y luces que nos señalan que la Navidad está aquí. Los anuncios comerciales tampoco han esperado: “compre, regale, demuestre cariño… ¡y hasta sin intereses o a crédito!”
Es asombroso ver cómo prácticamente toda la humanidad, aun los que no creen en el Señor Jesús, o los que creen pero sin que ello signifique nada en su vida, celebran estas fiestas.
La influencia cultural del cristianismo se aprecia en la celebración de la Navidad y son pocos los que pueden permanecer indiferentes ante este ambiente festivo. La fe impregna todas las dimensiones de la vida humana, aunque ésta no se tome en cuenta, es ahí donde nace la Navidad y desde donde parten los usos y costumbres, las expresiones artísticas, e incluso las manifestaciones festivas y hasta las culinarias propias de este tiempo.
Navidad significa recordar que en los símbolos que vemos, en los adornos de cara a las fiestas navideñas y que engalanan las calles de muchas de nuestras ciudades, en todos ellos se representan pinos, esferas, estrellas, ángeles y un sinfín de motivos que bien podrían anunciar unas simples fiestas de invierno o de exaltación espiritual, pero no, no sólo es eso, todos ellos a su manera determinan que el rumbo de la humanidad, de nuestra vida terrena, ha sido marcado desde poco más de dos mil años por el nacimiento de un niño. ¡Algo muy común!
El misterio del Nacimiento de Jesucristo, verdadero motivo de estas celebraciones, no puede ser olvidado por más que se busque hacerlo, está presente en los colores, olores y sabores, en las calles y oficinas, en los hogares y escuelas, y desde luego en el corazón. Por eso la Navidad es una época para disfrutar, para estar alegres, como seguramente estuvieron María y José a pesar de todos sus inconvenientes, su alegría perdura hasta hoy y ese es hoy nuestro reto: Descubrir que el espíritu de la Navidad no son nuestros buenos deseos de paz, ni las luces, ni los regalos y las fiestas, ni siquiera nuestros ánimos de vivir en armonía con los demás, esos principios son buenos y hay que disfrutarlos también, y mucho, pero no hacen la Navidad.
La Navidad es celebrar el nacimiento de nuestro Dios hecho hombre, el principio de nuestra redención, la ocasión más gozosa de toda la historia, el nacimiento de un Niño en quien han sido bendecidas todas las naciones. Si así lo entendemos recuperaremos el genuino sentido de la Navidad, viviremos en profundidad este misterio que hace posible las celebraciones litúrgicas y de piedad de estos días, y gozaremos de los regalos, las fiestas, los adornos, de todo, absolutamente de todo. Entonces podremos traducir nuestras expresiones externas en un compromiso concreto de mayor caridad o solidaridad con quienes más lo necesitan. Si la Navidad así entendida no nos hace felices entonces ¿Qué lo hará?
Postre
¿Por la pérdida del control en algunas zonas del país un superior militar sugiere aplicar el Estado de excepción? ¿Falta de coordinación o serias diferencias entre castrenses y marines mexicanos? ¿Felipe Calderón pidiendo ayuda a nuestro vecino del norte? ¿De verdad son “muy malos” los servicios de inteligencia mexicanos? Sinceramente nada revelador en las filtraciones dadas a conocer por WikiLeaks. De una u otra manera ya lo sabíamos, lo curioso del asunto es que fueron dadas a conocer cuando se cumple una década de que el PAN dirige los destinos de nuestro país.
Qué cómodo para los estadounidenses juzgar nuestras ineficiencias, lo menos que se puede esperar de ellos es que nos digan cómo va a bajar su consumo de estupefacientes, cómo controlará el tráfico de armas a México, de qué manera abatirá la corrupción que permite que la droga ingrese libremente por su territorio, cuántos dólares lavados sacará de su sistema financiero... Con hechos, no con palabras míster Sam.
Es asombroso ver cómo prácticamente toda la humanidad, aun los que no creen en el Señor Jesús, o los que creen pero sin que ello signifique nada en su vida, celebran estas fiestas.
La influencia cultural del cristianismo se aprecia en la celebración de la Navidad y son pocos los que pueden permanecer indiferentes ante este ambiente festivo. La fe impregna todas las dimensiones de la vida humana, aunque ésta no se tome en cuenta, es ahí donde nace la Navidad y desde donde parten los usos y costumbres, las expresiones artísticas, e incluso las manifestaciones festivas y hasta las culinarias propias de este tiempo.
Navidad significa recordar que en los símbolos que vemos, en los adornos de cara a las fiestas navideñas y que engalanan las calles de muchas de nuestras ciudades, en todos ellos se representan pinos, esferas, estrellas, ángeles y un sinfín de motivos que bien podrían anunciar unas simples fiestas de invierno o de exaltación espiritual, pero no, no sólo es eso, todos ellos a su manera determinan que el rumbo de la humanidad, de nuestra vida terrena, ha sido marcado desde poco más de dos mil años por el nacimiento de un niño. ¡Algo muy común!
El misterio del Nacimiento de Jesucristo, verdadero motivo de estas celebraciones, no puede ser olvidado por más que se busque hacerlo, está presente en los colores, olores y sabores, en las calles y oficinas, en los hogares y escuelas, y desde luego en el corazón. Por eso la Navidad es una época para disfrutar, para estar alegres, como seguramente estuvieron María y José a pesar de todos sus inconvenientes, su alegría perdura hasta hoy y ese es hoy nuestro reto: Descubrir que el espíritu de la Navidad no son nuestros buenos deseos de paz, ni las luces, ni los regalos y las fiestas, ni siquiera nuestros ánimos de vivir en armonía con los demás, esos principios son buenos y hay que disfrutarlos también, y mucho, pero no hacen la Navidad.
La Navidad es celebrar el nacimiento de nuestro Dios hecho hombre, el principio de nuestra redención, la ocasión más gozosa de toda la historia, el nacimiento de un Niño en quien han sido bendecidas todas las naciones. Si así lo entendemos recuperaremos el genuino sentido de la Navidad, viviremos en profundidad este misterio que hace posible las celebraciones litúrgicas y de piedad de estos días, y gozaremos de los regalos, las fiestas, los adornos, de todo, absolutamente de todo. Entonces podremos traducir nuestras expresiones externas en un compromiso concreto de mayor caridad o solidaridad con quienes más lo necesitan. Si la Navidad así entendida no nos hace felices entonces ¿Qué lo hará?
Postre
¿Por la pérdida del control en algunas zonas del país un superior militar sugiere aplicar el Estado de excepción? ¿Falta de coordinación o serias diferencias entre castrenses y marines mexicanos? ¿Felipe Calderón pidiendo ayuda a nuestro vecino del norte? ¿De verdad son “muy malos” los servicios de inteligencia mexicanos? Sinceramente nada revelador en las filtraciones dadas a conocer por WikiLeaks. De una u otra manera ya lo sabíamos, lo curioso del asunto es que fueron dadas a conocer cuando se cumple una década de que el PAN dirige los destinos de nuestro país.
Qué cómodo para los estadounidenses juzgar nuestras ineficiencias, lo menos que se puede esperar de ellos es que nos digan cómo va a bajar su consumo de estupefacientes, cómo controlará el tráfico de armas a México, de qué manera abatirá la corrupción que permite que la droga ingrese libremente por su territorio, cuántos dólares lavados sacará de su sistema financiero... Con hechos, no con palabras míster Sam.
martes, 30 de noviembre de 2010
¡Me curé de SIDA!
Si usted se pone, por un momento, en la perspectiva de la persona que se recuperó de leucemia y VIH, ¿cuál sería su proceder? ¿Retornaría a su antiguo modo de vivir, con excesos y libertinaje –al fin que ya existe una vacuna, de qué me preocupo— o replantearía su actitud ante la vida –es una valiosa oportunidad para rehacer mi existencia, jamás regresaré a ese infierno—?
Mañana 1 de diciembre, se cumplirán 22 años de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) instituyó esa fecha como el Día Internacional de la Lucha contra el SIDA, jornada en la que personas de todo el mundo suman esfuerzos y voluntades para generar mayor conciencia y mostrar solidaridad internacional ante la pandemia. En vísperas de la jornada, se dio a conocer, a mediados del mes de noviembre de 2008, la curación (¿?) de un hombre con SIDA. El suceso ocurrió en Alemania y el artífice del innovador tratamiento es el hematólogo Gero Hütter, quien trasplantó a un hombre enfermo de 42 años la médula de otro individuo inmune a gran parte de las cepas del VIH.
La operación se realizó en la clínica universitaria de La Charité en Berlín, capital alemana. Pese a todos los pronósticos, la operación fue un éxito, el convaleciente superó la leucemia y lleva casi dos años sin anticuerpos del VIH ni en la sangre ni en los órganos vitales, algo inédito en el campo de la medicina hasta ahora.
Al hombre, que vive en Berlín, se le diagnosticó el VIH hace más de 10 años y llevaba tres de tratamiento contra la leucemia cuando los médicos decidieron someterlo al trasplante de médula.
Aunque la operación fue un triunfo y encendió una luz de esperanza en la comunidad científica, los investigadores consideran que lo ocurrido puede ser causa de algo fortuito y falta mucho camino por recorrer para saber si de ese tratamiento se puede obtener una cura para el SIDA...
Si usted se pone, por un momento, en la perspectiva de la persona que se recuperó de leucemia y VIH, ¿cuál sería su proceder? ¿Retornaría a su antiguo modo de vivir, con excesos y libertinaje –al fin que ya existe una vacuna, de qué me preocupo— o replantearía su actitud ante la vida –es una valiosa oportunidad para rehacer mi existencia, jamás regresaré a ese infierno—?
Por lo pronto, las únicas vacunas disponibles para quedar protegidos de la enfermedad, aunque siga sonando anticuado, son: La información, la fidelidad, la abstinencia y la prevención. Pese a los bríos, los casos no disminuyen, por el contrario, siguen en aumento.
Postre
La semana pasada los medios de comunicación dieron amplia difusión a las declaraciones del Papa Ratzinger formuladas en el libro Luz del mundo donde expresa su opinión del preservativo en casos especiales. No sería nada raro que en las notas informativas y reportajes alusivos al día mundial del SIDA se retomen las palabras del Vicario de Cristo.
Mañana 1 de diciembre, se cumplirán 22 años de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) instituyó esa fecha como el Día Internacional de la Lucha contra el SIDA, jornada en la que personas de todo el mundo suman esfuerzos y voluntades para generar mayor conciencia y mostrar solidaridad internacional ante la pandemia. En vísperas de la jornada, se dio a conocer, a mediados del mes de noviembre de 2008, la curación (¿?) de un hombre con SIDA. El suceso ocurrió en Alemania y el artífice del innovador tratamiento es el hematólogo Gero Hütter, quien trasplantó a un hombre enfermo de 42 años la médula de otro individuo inmune a gran parte de las cepas del VIH.
La operación se realizó en la clínica universitaria de La Charité en Berlín, capital alemana. Pese a todos los pronósticos, la operación fue un éxito, el convaleciente superó la leucemia y lleva casi dos años sin anticuerpos del VIH ni en la sangre ni en los órganos vitales, algo inédito en el campo de la medicina hasta ahora.
Al hombre, que vive en Berlín, se le diagnosticó el VIH hace más de 10 años y llevaba tres de tratamiento contra la leucemia cuando los médicos decidieron someterlo al trasplante de médula.
Aunque la operación fue un triunfo y encendió una luz de esperanza en la comunidad científica, los investigadores consideran que lo ocurrido puede ser causa de algo fortuito y falta mucho camino por recorrer para saber si de ese tratamiento se puede obtener una cura para el SIDA...
Si usted se pone, por un momento, en la perspectiva de la persona que se recuperó de leucemia y VIH, ¿cuál sería su proceder? ¿Retornaría a su antiguo modo de vivir, con excesos y libertinaje –al fin que ya existe una vacuna, de qué me preocupo— o replantearía su actitud ante la vida –es una valiosa oportunidad para rehacer mi existencia, jamás regresaré a ese infierno—?
Por lo pronto, las únicas vacunas disponibles para quedar protegidos de la enfermedad, aunque siga sonando anticuado, son: La información, la fidelidad, la abstinencia y la prevención. Pese a los bríos, los casos no disminuyen, por el contrario, siguen en aumento.
Postre
La semana pasada los medios de comunicación dieron amplia difusión a las declaraciones del Papa Ratzinger formuladas en el libro Luz del mundo donde expresa su opinión del preservativo en casos especiales. No sería nada raro que en las notas informativas y reportajes alusivos al día mundial del SIDA se retomen las palabras del Vicario de Cristo.
miércoles, 24 de noviembre de 2010
Mujeres sin violencia
El avance social, intelectual, económico y político de la mujer irrita a algunos hombres que temen ser superados y desplazados, por lo que las agresiones emocionales y el acoso sexual son otras expresiones que se suman a la lista de arbitrariedades masculinas.
“Yo sé que está arrepentido, porque él me mandó flores hoy. Y no era el día de las madres o ningún otro día; anoche él me volvió a golpear, pero esta vez fue mucho peor.
“Si logro dejarlo, ¿qué voy a hacer? ¿Cómo podría yo sola sacar adelante a los niños? ¿Qué pasará si nos falta el dinero? ¡Le tengo mucho miedo! Pero dependo tanto de él que temo dejarlo.”
Ese fragmento de la reflexión “Él me mandó flores hoy”, retrata fielmente lo que viven muchas mujeres en todo el mundo, de las grandes urbes y de los pueblos más miserables: La violencia de género, problema que Kofi Annan, otrora Secretario General de las Naciones (1997-2006), definió como la más vergonzosa violación de los derechos humanos. El 17 de diciembre de 1999, la 54 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
El origen de esta fecha se remonta a 1960, año en el que las hermanas Mirabal (Patria, Minerva y María Teresa) fueron violentamente asesinadas en República Dominicana por su activismo político. Las hermanas, conocidas como las “mariposas inolvidables” se convirtieron en el referente de la crisis de violencia contra la mujer en América Latina.
El documento Violencia de género en las parejas mexicanas, publicado este año por el Instituto Nacional de las Mujeres revela algunos datos:
• Las prevalencias más altas de violencia física, emocional y económica se localizan entre las mujeres con estudios máximos de secundaria incompleta. La violencia física tiene la prevalencia más alta entre las mujeres con primaria incompleta.
• Las mayores prevalencias de la violencia física, emocional y económica se da entre las mujeres en unión libre; les siguen las mujeres casadas sólo por el civil, y luego las mujeres casadas sólo por la iglesia. Las mujeres casadas por ambos regímenes son las que tienen las menores prevalencias de estas tres formas de violencia.
• Las mujeres casadas sólo por la iglesia concentran la prevalencia más alta de violencia sexual.
• La mayor prevalencia de la violencia física, emocional y económica se encuentra entre las mujeres más jóvenes, y desciende sistemáticamente conforme aumenta la edad. La violencia sexual presenta su prevalencia más alta entre las mujeres de 35 a 53 años...
Cabe agregar que la violación, el ataque físico y el asesinato no son las únicas formas de violencia de género que padecen las mujeres mexicanas. El avance social, intelectual, económico y político de la mujer irrita a algunos hombres que temen ser superados y desplazados, por lo que las agresiones emocionales y el acoso sexual son otras expresiones que se suman a la lista de arbitrariedades masculinas.
La violencia de género no solo es una violación de los derechos humanos y un delito, es inaceptable para la sociedad y contrario a sus normas. Los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales (ONG´s), la sociedad civil y los organismos internacionales deben trabajar juntos para hacer frente a este problema de forma competente y para aportar la voluntad política, el compromiso y el valor para erradicar esta laceración de la vida humana. Sin embargo, el mayor logro será un cambio radical en la conducta masculina para mitigar estas aberrantes prácticas, incluido el mundo musulmán.
Postre
En la angelopolis políticos, funcionarios públicos y algunos despistados historiadores aseveran que, con o sin nombramiento, Puebla es cuna de la revolución, lo cual es falso. El sacerdote e historiador poblano, José Ignacio González Molina, indica lo contrario en un artículo publicado la semana pasada en Milenio que lleva por título “Hermanos Serdán medalla de plata” al enfatizar que Chihuahua se levantó antes que Puebla contra Porfirio Díaz, con los acontecimientos protagonizados por Toribio Ortega en Cuchillo Parado el 14 de noviembre de 1910. El Padre Nacho justifica el hecho de que los sucesos de Puebla que protagonizaron los hermanos Serdán, obtuvo una mayor relevancia por ser Puebla una ciudad de mayor tamaño e importancia que el pequeño poblado de Cuchillo Parado, así como su proximidad con la Ciudad de México, lo que permitió la rápida difusión de la noticia.
Por justicia histórica, Chihuahua debe ser declarada cuna de la revolución mexicana.
“Yo sé que está arrepentido, porque él me mandó flores hoy. Y no era el día de las madres o ningún otro día; anoche él me volvió a golpear, pero esta vez fue mucho peor.
“Si logro dejarlo, ¿qué voy a hacer? ¿Cómo podría yo sola sacar adelante a los niños? ¿Qué pasará si nos falta el dinero? ¡Le tengo mucho miedo! Pero dependo tanto de él que temo dejarlo.”
Ese fragmento de la reflexión “Él me mandó flores hoy”, retrata fielmente lo que viven muchas mujeres en todo el mundo, de las grandes urbes y de los pueblos más miserables: La violencia de género, problema que Kofi Annan, otrora Secretario General de las Naciones (1997-2006), definió como la más vergonzosa violación de los derechos humanos. El 17 de diciembre de 1999, la 54 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
El origen de esta fecha se remonta a 1960, año en el que las hermanas Mirabal (Patria, Minerva y María Teresa) fueron violentamente asesinadas en República Dominicana por su activismo político. Las hermanas, conocidas como las “mariposas inolvidables” se convirtieron en el referente de la crisis de violencia contra la mujer en América Latina.
El documento Violencia de género en las parejas mexicanas, publicado este año por el Instituto Nacional de las Mujeres revela algunos datos:
• Las prevalencias más altas de violencia física, emocional y económica se localizan entre las mujeres con estudios máximos de secundaria incompleta. La violencia física tiene la prevalencia más alta entre las mujeres con primaria incompleta.
• Las mayores prevalencias de la violencia física, emocional y económica se da entre las mujeres en unión libre; les siguen las mujeres casadas sólo por el civil, y luego las mujeres casadas sólo por la iglesia. Las mujeres casadas por ambos regímenes son las que tienen las menores prevalencias de estas tres formas de violencia.
• Las mujeres casadas sólo por la iglesia concentran la prevalencia más alta de violencia sexual.
• La mayor prevalencia de la violencia física, emocional y económica se encuentra entre las mujeres más jóvenes, y desciende sistemáticamente conforme aumenta la edad. La violencia sexual presenta su prevalencia más alta entre las mujeres de 35 a 53 años...
Cabe agregar que la violación, el ataque físico y el asesinato no son las únicas formas de violencia de género que padecen las mujeres mexicanas. El avance social, intelectual, económico y político de la mujer irrita a algunos hombres que temen ser superados y desplazados, por lo que las agresiones emocionales y el acoso sexual son otras expresiones que se suman a la lista de arbitrariedades masculinas.
La violencia de género no solo es una violación de los derechos humanos y un delito, es inaceptable para la sociedad y contrario a sus normas. Los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales (ONG´s), la sociedad civil y los organismos internacionales deben trabajar juntos para hacer frente a este problema de forma competente y para aportar la voluntad política, el compromiso y el valor para erradicar esta laceración de la vida humana. Sin embargo, el mayor logro será un cambio radical en la conducta masculina para mitigar estas aberrantes prácticas, incluido el mundo musulmán.
Postre
En la angelopolis políticos, funcionarios públicos y algunos despistados historiadores aseveran que, con o sin nombramiento, Puebla es cuna de la revolución, lo cual es falso. El sacerdote e historiador poblano, José Ignacio González Molina, indica lo contrario en un artículo publicado la semana pasada en Milenio que lleva por título “Hermanos Serdán medalla de plata” al enfatizar que Chihuahua se levantó antes que Puebla contra Porfirio Díaz, con los acontecimientos protagonizados por Toribio Ortega en Cuchillo Parado el 14 de noviembre de 1910. El Padre Nacho justifica el hecho de que los sucesos de Puebla que protagonizaron los hermanos Serdán, obtuvo una mayor relevancia por ser Puebla una ciudad de mayor tamaño e importancia que el pequeño poblado de Cuchillo Parado, así como su proximidad con la Ciudad de México, lo que permitió la rápida difusión de la noticia.
Por justicia histórica, Chihuahua debe ser declarada cuna de la revolución mexicana.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Lo que tenemos que hacer
Había una vez, como generalmente empiezan los cuentos, mitos y leyendas que pretenden explicar de algún modo lo que a la mente del hombre satisface la inquietud de ilusión y fantasía, y que a veces de la realidad no está tan distante, en fin, había una vez un campesino que lograba las mejores cosechas de su región, arrancaba la admiración de sus vecinos y uno que otro suspiro con aire de envidia y que ciertamente no era para menos puesto que en verdad lo que este humilde labrador conseguía lo hacía considerablemente feliz. Su trabajo y esfuerzo constante, sus largas horas de sacrificio por ganarse el pan honradamente, bien valían la satisfacción final de cada cosecha lograda en la tranquilidad de una conciencia guiada por un sencillo axioma: “sólo he hecho lo que tenía que hacer”. Tal vez algún día escuchó el Evangelio de san Lucas en el capítulo 17 versículo 10, al fin y al cabo es un cuento.
Al preguntarle sus coterráneos acerca del secreto que abría la puerta de sus éxitos, el campesino siempre respondía con la seguridad y confianza del hombre que sabe aprovechar las grandes oportunidades y momentos de la vida, del hombre que nunca claudica aunque el temporal esté cerca, del hombre previsible que construye en la paciencia sobre roca firme, del hombre que construye peldaños con las piedras que se encuentra en el camino, del hombre que ve hacia el futuro con las posibilidades reales del presente: “sólo he hecho lo que tenía que hacer”. Bien valga esta parábola para ilustrar la utopía (palabra de raíces griegas: “ou”, privativo que se traduce como “sin”, y “topos”, que significa “lugar”) de nuestro “sueño mexicano”.
¿Culpables? ¿Quién o mejor dicho quiénes? ¿Cercanía del temporal para el cultivo cotidiano del “sueño mexicano”? ¿Más piedras para tropezar o para ascender? Si bien algunas voces alientan a no desanimarse, otros con su ambición de poder, avaricia insípida, ufana e inmoral, no permiten el desarrollo del verdadero “sueño mexicano”: una nación rica en la calidad de su gente, de sus valores, costumbres y tradiciones, en recursos naturales sabiamente “explotados” y aprovechados, una nación a la que todos respeten por su afán de crecimiento, por su espíritu de sacrificio en aras del crecimiento y desarrollo y no en miras a satisfacer el “ego” de esos cuantos que no alcanzan a ver la posibilidad de que las piedras del camino se conviertan en peldaños, para ir siempre adelante, dejando al paso un porvenir menos difícil y más generoso.
“A que le tiras cuando sueñas mexicano” enarbolaba Chava Flores que no encontraba respuesta sino en la insensatez de aquellos que se escudan en el paraíso del “soñar no cuesta nada”. ¿Hasta cuándo cada corazón mexicano se volverá a encender con el “grito de guerra”? ¿Hasta cuándo seguiremos sentados aplaudiendo el paso de los triunfadores? ¿Hasta cuándo veremos cómo el destino de nuestra vida es señalado por los “dioses olímpicos” que se congratulan en vernos actuar en el teatro del destino, total “el que nace para maceta del corredor no pasa”?
“Hacer lo que tenemos que hacer”, he ahí la neurona de la vida, de nuestra vida, de la vida de aquellos que dependen del “sudor de nuestra frente”. Es lo más grande y noble que podemos hacer por nuestra nación, pero todos juntos aquellos y nosotros, cada uno, bien se lo merece esta “bendita tierra” que llamamos nuestra patria. Para alentarnos más “México lindo, Dios te bendiga” y también cada uno de los mexicanos en este centenario del inicio de la revolución mexicana.
Al preguntarle sus coterráneos acerca del secreto que abría la puerta de sus éxitos, el campesino siempre respondía con la seguridad y confianza del hombre que sabe aprovechar las grandes oportunidades y momentos de la vida, del hombre que nunca claudica aunque el temporal esté cerca, del hombre previsible que construye en la paciencia sobre roca firme, del hombre que construye peldaños con las piedras que se encuentra en el camino, del hombre que ve hacia el futuro con las posibilidades reales del presente: “sólo he hecho lo que tenía que hacer”. Bien valga esta parábola para ilustrar la utopía (palabra de raíces griegas: “ou”, privativo que se traduce como “sin”, y “topos”, que significa “lugar”) de nuestro “sueño mexicano”.
¿Culpables? ¿Quién o mejor dicho quiénes? ¿Cercanía del temporal para el cultivo cotidiano del “sueño mexicano”? ¿Más piedras para tropezar o para ascender? Si bien algunas voces alientan a no desanimarse, otros con su ambición de poder, avaricia insípida, ufana e inmoral, no permiten el desarrollo del verdadero “sueño mexicano”: una nación rica en la calidad de su gente, de sus valores, costumbres y tradiciones, en recursos naturales sabiamente “explotados” y aprovechados, una nación a la que todos respeten por su afán de crecimiento, por su espíritu de sacrificio en aras del crecimiento y desarrollo y no en miras a satisfacer el “ego” de esos cuantos que no alcanzan a ver la posibilidad de que las piedras del camino se conviertan en peldaños, para ir siempre adelante, dejando al paso un porvenir menos difícil y más generoso.
“A que le tiras cuando sueñas mexicano” enarbolaba Chava Flores que no encontraba respuesta sino en la insensatez de aquellos que se escudan en el paraíso del “soñar no cuesta nada”. ¿Hasta cuándo cada corazón mexicano se volverá a encender con el “grito de guerra”? ¿Hasta cuándo seguiremos sentados aplaudiendo el paso de los triunfadores? ¿Hasta cuándo veremos cómo el destino de nuestra vida es señalado por los “dioses olímpicos” que se congratulan en vernos actuar en el teatro del destino, total “el que nace para maceta del corredor no pasa”?
“Hacer lo que tenemos que hacer”, he ahí la neurona de la vida, de nuestra vida, de la vida de aquellos que dependen del “sudor de nuestra frente”. Es lo más grande y noble que podemos hacer por nuestra nación, pero todos juntos aquellos y nosotros, cada uno, bien se lo merece esta “bendita tierra” que llamamos nuestra patria. Para alentarnos más “México lindo, Dios te bendiga” y también cada uno de los mexicanos en este centenario del inicio de la revolución mexicana.
viernes, 12 de noviembre de 2010
Para salir de la pobreza
La pobreza es una brutal negación de los derechos humanos y no sólo carencia de bienestar social, educación, salud y empleo, factores que también se ven afectados y disminuidos acarreando con ello una nefasta problemática social. La pobreza es una forma de exclusión y discriminación: cultural, étnica, de género, etc. que generalmente se acompañan de privaciones socioeconómicas. La pobreza niega libertades, capacidades, derechos y oportunidades a las personas para tener una vida larga, creativa y sana, para adquirir conocimientos, tener libertad, dignidad y respeto por sí mismas.
Una sociedad sumergida en el desasosiego, la desesperanza y la inseguridad, es un factor que compromete seriamente la estabilidad social. Sin importar que sean ricos o pobres, existen disparidades dentro de los mismos países que se hacen visibles cuando se evalúa por separado el desarrollo humano de sus habitantes, puede haber todo y carecer de mucho.
La pobreza es una llamada de atención a la conciencia, permitirla significa falta de caridad, y faltar a la moral. Existe el paradigma que establece que sólo el dinero logra superar el medio y, con él, la suerte de las familias pobres. Esto tiene que ver sin duda, pero solo los valores morales o espirituales hacen salir realmente de la pobreza.
El dinero es sólo una chispa que encandila pero que a falta de valores y educación, se escurre de las manos como arena en los dedos. Dar dinero no es solucionar la pobreza, remediarla es permitir el contacto con otros y con las oportunidades. Existen personas capaces e inteligentes y que se destacan en su medio, sin embargo, permanecen en su situación por “no tener acceso” a las vías para salir de su condición. El problema no es el dinero solamente, hay quienes lo han ganado de manera fácil pero finalmente siguen siendo pobres.
Para salir de la pobreza se requiere un profundo cambio personal y privado, la voluntad por superarse, por aprender desde lo básico como la forma de hablar y comportarse hasta la búsqueda por obtener medios que le permitan acceder a la educación, a la información, al conocimiento y al asesoramiento. Siempre se ha pensado que los gobiernos y los organismos internacionales son los responsables directos para resolver estas circunstancias, sobre todo cuando se observa que actúan a través de favores o “actos de caridad” en beneficio temporal de los pobres.
La erradicación de la pobreza es una obligación ética basada en el amor al prójimo; requiere de un sentido de entrega desinteresada, requiere de respeto por la dignidad de personas que han tenido otra realidad. Cuando hablamos de gente pobre hablamos de personas humanas y no de conceptos. Los sistemas económicos centralizados, descentralizados, sociales o de mercado, no han logrado esta superación.
La pobreza se erradica cuando las personas se unen con el solo propósito solidario de ayudar por amor. Por amor dar educación gratuita, alimento y protección, un trabajo estable, una concepción religiosa, una mano que los conforte, oportunidades de superación.
Todo el rollo mareador, el discurso social y moral aquí planteado, tiene relación con la campaña Para que Puebla no tenga frío, cruzada que abandera la televisora local TV3 cuyo propósito es reunir cobertores y cobijas para entregarlas a la gente que vive en zonas marginadas de nuestro Estado y tengan un invierno más o menos agradable.
Así como los medios de comunicación son capaces de convocar a la sociedad para una noble causa, ojalá también puedan contribuir para alentar y convencer a los grandes empresarios en invertir sus dineritos en la generación empleos y se rompa el circulo vicioso de la pobreza, de otro modo, a lo largo del año seguiremos dando píldoras para aliviar temporalmente la inopia en sus diversos rostros, solo falta voluntad, buena disposición para hacerlo.
Una sociedad sumergida en el desasosiego, la desesperanza y la inseguridad, es un factor que compromete seriamente la estabilidad social. Sin importar que sean ricos o pobres, existen disparidades dentro de los mismos países que se hacen visibles cuando se evalúa por separado el desarrollo humano de sus habitantes, puede haber todo y carecer de mucho.
La pobreza es una llamada de atención a la conciencia, permitirla significa falta de caridad, y faltar a la moral. Existe el paradigma que establece que sólo el dinero logra superar el medio y, con él, la suerte de las familias pobres. Esto tiene que ver sin duda, pero solo los valores morales o espirituales hacen salir realmente de la pobreza.
El dinero es sólo una chispa que encandila pero que a falta de valores y educación, se escurre de las manos como arena en los dedos. Dar dinero no es solucionar la pobreza, remediarla es permitir el contacto con otros y con las oportunidades. Existen personas capaces e inteligentes y que se destacan en su medio, sin embargo, permanecen en su situación por “no tener acceso” a las vías para salir de su condición. El problema no es el dinero solamente, hay quienes lo han ganado de manera fácil pero finalmente siguen siendo pobres.
Para salir de la pobreza se requiere un profundo cambio personal y privado, la voluntad por superarse, por aprender desde lo básico como la forma de hablar y comportarse hasta la búsqueda por obtener medios que le permitan acceder a la educación, a la información, al conocimiento y al asesoramiento. Siempre se ha pensado que los gobiernos y los organismos internacionales son los responsables directos para resolver estas circunstancias, sobre todo cuando se observa que actúan a través de favores o “actos de caridad” en beneficio temporal de los pobres.
La erradicación de la pobreza es una obligación ética basada en el amor al prójimo; requiere de un sentido de entrega desinteresada, requiere de respeto por la dignidad de personas que han tenido otra realidad. Cuando hablamos de gente pobre hablamos de personas humanas y no de conceptos. Los sistemas económicos centralizados, descentralizados, sociales o de mercado, no han logrado esta superación.
La pobreza se erradica cuando las personas se unen con el solo propósito solidario de ayudar por amor. Por amor dar educación gratuita, alimento y protección, un trabajo estable, una concepción religiosa, una mano que los conforte, oportunidades de superación.
Todo el rollo mareador, el discurso social y moral aquí planteado, tiene relación con la campaña Para que Puebla no tenga frío, cruzada que abandera la televisora local TV3 cuyo propósito es reunir cobertores y cobijas para entregarlas a la gente que vive en zonas marginadas de nuestro Estado y tengan un invierno más o menos agradable.
Así como los medios de comunicación son capaces de convocar a la sociedad para una noble causa, ojalá también puedan contribuir para alentar y convencer a los grandes empresarios en invertir sus dineritos en la generación empleos y se rompa el circulo vicioso de la pobreza, de otro modo, a lo largo del año seguiremos dando píldoras para aliviar temporalmente la inopia en sus diversos rostros, solo falta voluntad, buena disposición para hacerlo.
viernes, 5 de noviembre de 2010
El factor educativo
No me imagino que en una universidad privada un grupo de maestros que salieron mal evaluados por sus alumnos al final del curso, se dediquen a bloquear calles, avenidas y carreteras para que no los despidan por su bajo desempeño. Los que cursan sus estudios en esas instituciones educativas no aceptarán recibir una deficiente preparación con profesores incompetentes y los institutos de educación superior no querrán arriesgar su prestigio académico. Para ello, renuevan periódicamente sus planes de estudio, poseen los mejores laboratorios, acreditan cada una de las licenciaturas, maestrías y doctorados que ofertan para contar con un respaldo colegial, buscan a los profesores mejor preparados, establecen intercambio estudiantil y académico en establecimientos extranjeros, ofrecen becas para estudiantes de recursos económicos limitados pero con alto nivel de aprovechamiento, crean vínculos con las industrias y fomentan el pensamiento empresarial. No desean conflictos laborales o institucionales con los docentes y el personal administrativo, para ello los dotan con un buen sueldo y prestaciones. Eso sí, nada de indeseables sindicatos que perturben la armonía y el buen funcionamiento del lugar para el que trabajan.
No negamos que en esos lugares de aprendizaje e investigación cuenten con niveles de exigencia al grado de rivalizar con las universidades públicas que en muchas ocasiones sobrepasan sus propias expectativas y trabajen mejor con menos recursos y mayor talento. Sin embargo, no opinamos lo mismo cuando se trata de la educación pública en sus niveles básicos ya que se encuentra en el marasmo, los planes para mejorarla han sido un fracaso sexenio tras sexenio y la Alianza por la calidad Educativa se presenta como un modelo que aspira a revertir esa situación, basta ver los vergonzosos resultados de las últimas evaluaciones aplicadas tanto al magisterio como al alumnado, demuestran que el proceso de enseñanza-aprendizaje del gobierno es deficiente.
Adela, una sencilla maestra egresada de una normal rural comenta que entre sus colegas no se han informado lo suficiente para opinar y definir los pros y contras de dicha alianza. “El tema de la educación me entristece grandemente pues en mis 16 años de servicio he descubierto que el gobierno, la secretaría, el sindicato y a los padres de familia no les interesa abatir el rezago educativo en que nos encontramos, por diversas razones ‘justificadas’ para cada quien. Peleamos intereses que no tienen que ver con nuestros alumnos, pero los hundimos cada ciclo escolar.”
Mejorar la educación pública en México implica, fundamentalmente, acabar con las viejas prácticas (venta de plazas, favores sexuales, nepotismo, cacicazgos y un párale de contar) para tener un lugar en el sistema educativo. Entonces y solo entonces podrá llevarse a la práctica los ejes que componen la Alianza por la calidad de la Educación de acuerdo a las necesidades de cada región.
No negamos que en esos lugares de aprendizaje e investigación cuenten con niveles de exigencia al grado de rivalizar con las universidades públicas que en muchas ocasiones sobrepasan sus propias expectativas y trabajen mejor con menos recursos y mayor talento. Sin embargo, no opinamos lo mismo cuando se trata de la educación pública en sus niveles básicos ya que se encuentra en el marasmo, los planes para mejorarla han sido un fracaso sexenio tras sexenio y la Alianza por la calidad Educativa se presenta como un modelo que aspira a revertir esa situación, basta ver los vergonzosos resultados de las últimas evaluaciones aplicadas tanto al magisterio como al alumnado, demuestran que el proceso de enseñanza-aprendizaje del gobierno es deficiente.
Adela, una sencilla maestra egresada de una normal rural comenta que entre sus colegas no se han informado lo suficiente para opinar y definir los pros y contras de dicha alianza. “El tema de la educación me entristece grandemente pues en mis 16 años de servicio he descubierto que el gobierno, la secretaría, el sindicato y a los padres de familia no les interesa abatir el rezago educativo en que nos encontramos, por diversas razones ‘justificadas’ para cada quien. Peleamos intereses que no tienen que ver con nuestros alumnos, pero los hundimos cada ciclo escolar.”
Mejorar la educación pública en México implica, fundamentalmente, acabar con las viejas prácticas (venta de plazas, favores sexuales, nepotismo, cacicazgos y un párale de contar) para tener un lugar en el sistema educativo. Entonces y solo entonces podrá llevarse a la práctica los ejes que componen la Alianza por la calidad de la Educación de acuerdo a las necesidades de cada región.
viernes, 29 de octubre de 2010
Pensar la vida, pensar la muerte
Día de muertos, día de los recuerdos vivos, se van aquellos a quienes amamos y que nos amaron; nunca se van en cambio las memorias de nuestro corazón. En él viven quienes por ser recordados no morirán jamás.
Luto y alegría, tragedia y diversión, sentimientos de temor ante la muerte reflejados en la burla, el juego, en la convivencia con ella. Día de muertos, día de reflexión y meditación, encuentro con la certeza de que algún día también nosotros tenemos que morir, reflejo seguro e inevitable que aceptamos y muchas veces preferimos.
Jugamos a vivir, sabiendo que tendremos que morir. Vivir es ir muriendo cada día, porque cuando nacemos nuestro reloj biológico comienza su marcha hacia el final. Le tenemos miedo a la muerte porque desconocemos qué misterio esconde detrás de su oscuro manto.
Cuando llegue el día del encuentro con la muerte cerrarán nuestro ataúd y el silencio abrazará nuestra alma. Cuando todo haya terminado, la única luz que alumbrará nuestra vida serán las obras que dejamos, el bien que en esta vida realizamos y los frutos que en nuestro entorno logramos plantar.
El 2 de noviembre recordamos que nadie muere del todo, sobre todo cuando dejamos ancladas en la tierra la amistad, el espíritu de servicio, la bondad, sonrisas y amor. Para quienes nos alegramos el día de muertos, la muerte nunca se alzará victoriosa pues le ganamos la partida al dejar lo mejor de nosotros en los seres que servimos, ayudamos y amamos.
Día de muertos, día de reflexión y meditación, para pensar en la muerte y poder disfrutar de la vida. El cristiano no le puede tener miedo a la oscuridad de la muerte, pues ha depositado su fe en Cristo, que es antorcha de amor y de esperanza la cual alumbrará nuestra vida hacia la eternidad. Y mientras llega ese momento continuemos nuestra convivencia con ella, manifestemos nuestra espera a través del arte y el folklore, sin freno de imaginación o respeto por el luto que debiera tenerse; juguemos con los “entierros”, figuritas de cartón vestidas de papel negro con cabeza de garbanzo que sostienen pequeños ataúdes y que nos recuerdan aquel refrán que dice: Sólo el que carga la caja, sabe lo que pesa el muerto. Gocemos con los geniales grabados del maestro José Guadalupe Posada, que reanima a la muerte interpretando los sentimientos populares y convirtiendo en “calavera” lo mismo al presidente que al torero o al catrín.
Día de muertos, día de los recuerdos vivos, se van aquellos a quienes amamos y que nos amaron; nunca se van en cambio las memorias de nuestro corazón. En él viven quienes por ser recordados no morirán jamás.
No dejemos que la tradición muera, sigamos celebrando nuestra conciencia común, continuemos preparando la mesa de la ofrenda donde lo sagrado y lo profano se conjugan y donde se alimenta la fe en la vida después de la muerte y en la comunión con los difuntos: aquellos a quienes un día amamos o que bien esperaron nuestro amor.
Postre
Angelus, el órgano oficial de la Arquidiócesis de Puebla, prescindió del connotado Padre Nacho González Molina. ¿Por qué? “Con motivo del año de Don Juan de Palafox, vamos a reestructurar el contenido del periódico, por lo que dispondremos del espacio en el que hasta la fecha con tanta generosidad usted colaborado”, justifica el sacerdote Sergio Valdivia, director de la publicación católica. Es una desafortunada decisión, sinceramente lo único valía la pena leer.
Luto y alegría, tragedia y diversión, sentimientos de temor ante la muerte reflejados en la burla, el juego, en la convivencia con ella. Día de muertos, día de reflexión y meditación, encuentro con la certeza de que algún día también nosotros tenemos que morir, reflejo seguro e inevitable que aceptamos y muchas veces preferimos.
Jugamos a vivir, sabiendo que tendremos que morir. Vivir es ir muriendo cada día, porque cuando nacemos nuestro reloj biológico comienza su marcha hacia el final. Le tenemos miedo a la muerte porque desconocemos qué misterio esconde detrás de su oscuro manto.
Cuando llegue el día del encuentro con la muerte cerrarán nuestro ataúd y el silencio abrazará nuestra alma. Cuando todo haya terminado, la única luz que alumbrará nuestra vida serán las obras que dejamos, el bien que en esta vida realizamos y los frutos que en nuestro entorno logramos plantar.
El 2 de noviembre recordamos que nadie muere del todo, sobre todo cuando dejamos ancladas en la tierra la amistad, el espíritu de servicio, la bondad, sonrisas y amor. Para quienes nos alegramos el día de muertos, la muerte nunca se alzará victoriosa pues le ganamos la partida al dejar lo mejor de nosotros en los seres que servimos, ayudamos y amamos.
Día de muertos, día de reflexión y meditación, para pensar en la muerte y poder disfrutar de la vida. El cristiano no le puede tener miedo a la oscuridad de la muerte, pues ha depositado su fe en Cristo, que es antorcha de amor y de esperanza la cual alumbrará nuestra vida hacia la eternidad. Y mientras llega ese momento continuemos nuestra convivencia con ella, manifestemos nuestra espera a través del arte y el folklore, sin freno de imaginación o respeto por el luto que debiera tenerse; juguemos con los “entierros”, figuritas de cartón vestidas de papel negro con cabeza de garbanzo que sostienen pequeños ataúdes y que nos recuerdan aquel refrán que dice: Sólo el que carga la caja, sabe lo que pesa el muerto. Gocemos con los geniales grabados del maestro José Guadalupe Posada, que reanima a la muerte interpretando los sentimientos populares y convirtiendo en “calavera” lo mismo al presidente que al torero o al catrín.
Día de muertos, día de los recuerdos vivos, se van aquellos a quienes amamos y que nos amaron; nunca se van en cambio las memorias de nuestro corazón. En él viven quienes por ser recordados no morirán jamás.
No dejemos que la tradición muera, sigamos celebrando nuestra conciencia común, continuemos preparando la mesa de la ofrenda donde lo sagrado y lo profano se conjugan y donde se alimenta la fe en la vida después de la muerte y en la comunión con los difuntos: aquellos a quienes un día amamos o que bien esperaron nuestro amor.
Postre
Angelus, el órgano oficial de la Arquidiócesis de Puebla, prescindió del connotado Padre Nacho González Molina. ¿Por qué? “Con motivo del año de Don Juan de Palafox, vamos a reestructurar el contenido del periódico, por lo que dispondremos del espacio en el que hasta la fecha con tanta generosidad usted colaborado”, justifica el sacerdote Sergio Valdivia, director de la publicación católica. Es una desafortunada decisión, sinceramente lo único valía la pena leer.
viernes, 22 de octubre de 2010
Un generoso servicio de amor
En el lenguaje tradicional se habla de las misiones, en plural, y de los misioneros que cumplen en ellas un mandato específico. Los misioneros iluminan el principio de que toda la Iglesia es misionera y lo encarnan personalmente. Según el Concilio, las misiones son “las iniciativas particulares con las que los heraldos del Evangelio, enviados por la Iglesia, yendo por todo el mundo, cumplen la tarea de predicar el Evangelio y de implantar la misma Iglesia entre los pueblos o grupos que todavía no creen en Cristo” (Ad Gentes 6).
Las misiones se abren en los territorios en los que la Iglesia “no ha arraigado todavía” y en los pueblos “cuya cultura no ha sido influenciada aún por el Evangelio” (Redemptoris Missio n. 34). Estas actividades no sólo contribuyen a establecer estructuras y una jerarquía eclesial, sino que además colaboran en la formación de comunidades de vida cristiana mediante el anuncio de la Palabra de Dios y la administración de los Sacramentos. Por desgracia, en tiempos recientes, no han faltado las incomprensiones sobre la actividad misionera y el valor de las misiones. Partiendo del vínculo que durante un período determinado, por motivos histórico contingentes, se estableció entre la actividad misionera y la colonización política, se ha querido deducir que la paulatina desaparición del fenómeno histórico de las colonias debía tener como consecuencia la desaparición simultánea de las misiones.
La actividad misionera específica sigue siendo irrenunciable y ha de llevarse a cabo en los territorios en los que la Iglesia no ha sido fundada aún o en aquellos en los que el número de cristianos en muy exiguo. Es por eso que en la relación entre la actividad misionera y la política colonizadora de algunos países, hay que analizar con seriedad y mirada limpia los datos del hecho, de los que se deduce que, si en algún caso la coincidencia pudo haber llevado a comportamientos reprobables por parte de misioneros en la referencia a las naciones de procedencia o en la colaboración con los poderes locales, de los que no siempre era fácil prescindir, sin embargo la actividad evangelizadora considerada en su conjunto se ha distinguido siempre por un objetivo muy diferente del de las potencias terrenas: promover la dignidad personal de los hombres evangelizados haciéndoles acceder a la filiación divina, que Cristo conquistó para cada uno de los hombres y que se comunica a los fieles en el bautismo. De hecho, esto ha favorecido el progreso de esos pueblos hacia la libertad y su desarrollo, incluso en el plano económico-social.
Hoy, como ayer, las misiones no responden a miras de poder e intereses humanos, ni se inspiran en el orgullo de una superioridad cultural y social. Por el contrario, es un servicio humilde de amor hacia quienes no han recibido la luz y la vida de Cristo en el ámbito de la Iglesia, que él puso para la salvación del mundo entero. Aun existen situaciones en las que la actividad misionera debe limitarse a una presencia discreta, porque no puede desarrollarse en estructuras visiblemente organizadas y operativas. Quizá, precisamente en esos casos, los misioneros representan aún más claramente los ideales del rabí de Galilea para predicar el Evangelio y constituir por doquier comunidades de salvación.
La misión porta el misterio de la cruz, que comporta a veces, como la historia ilustra ampliamente, la espera silenciosa y confiada de la luz de la Pascua.
Postre
Nos unimos al júbilo de los chilenos por los extraordinarios esfuerzos que se hicieron para rescatar a los 33 mineros atrapados, desde el 5 de agosto de este año, en el yacimiento de san José en el poblado de Copiapó y que vieron nuevamente la luz el pasado 14 de octubre. Me viene a la mente el desastre minero de Pasta de Conchos, Coahuila, ocurrida el 19 de febrero de 2006, tragedia del cual no se conocen con precisión las causas. Algunos se anticipan a señalar que ambos eventos no tienen punto de comparación, desde el punto de vista geológico. Sin embargo, los chilenos se dieron a la tarea de rescatar, a como diera lugar, a sus trabajadores... El gobierno de Vicente Fox, que le tocó vivir la referida contingencia, no atendió la recomendación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos para rescatar a los mineros, vivos o muertos.
Las misiones se abren en los territorios en los que la Iglesia “no ha arraigado todavía” y en los pueblos “cuya cultura no ha sido influenciada aún por el Evangelio” (Redemptoris Missio n. 34). Estas actividades no sólo contribuyen a establecer estructuras y una jerarquía eclesial, sino que además colaboran en la formación de comunidades de vida cristiana mediante el anuncio de la Palabra de Dios y la administración de los Sacramentos. Por desgracia, en tiempos recientes, no han faltado las incomprensiones sobre la actividad misionera y el valor de las misiones. Partiendo del vínculo que durante un período determinado, por motivos histórico contingentes, se estableció entre la actividad misionera y la colonización política, se ha querido deducir que la paulatina desaparición del fenómeno histórico de las colonias debía tener como consecuencia la desaparición simultánea de las misiones.
La actividad misionera específica sigue siendo irrenunciable y ha de llevarse a cabo en los territorios en los que la Iglesia no ha sido fundada aún o en aquellos en los que el número de cristianos en muy exiguo. Es por eso que en la relación entre la actividad misionera y la política colonizadora de algunos países, hay que analizar con seriedad y mirada limpia los datos del hecho, de los que se deduce que, si en algún caso la coincidencia pudo haber llevado a comportamientos reprobables por parte de misioneros en la referencia a las naciones de procedencia o en la colaboración con los poderes locales, de los que no siempre era fácil prescindir, sin embargo la actividad evangelizadora considerada en su conjunto se ha distinguido siempre por un objetivo muy diferente del de las potencias terrenas: promover la dignidad personal de los hombres evangelizados haciéndoles acceder a la filiación divina, que Cristo conquistó para cada uno de los hombres y que se comunica a los fieles en el bautismo. De hecho, esto ha favorecido el progreso de esos pueblos hacia la libertad y su desarrollo, incluso en el plano económico-social.
Hoy, como ayer, las misiones no responden a miras de poder e intereses humanos, ni se inspiran en el orgullo de una superioridad cultural y social. Por el contrario, es un servicio humilde de amor hacia quienes no han recibido la luz y la vida de Cristo en el ámbito de la Iglesia, que él puso para la salvación del mundo entero. Aun existen situaciones en las que la actividad misionera debe limitarse a una presencia discreta, porque no puede desarrollarse en estructuras visiblemente organizadas y operativas. Quizá, precisamente en esos casos, los misioneros representan aún más claramente los ideales del rabí de Galilea para predicar el Evangelio y constituir por doquier comunidades de salvación.
La misión porta el misterio de la cruz, que comporta a veces, como la historia ilustra ampliamente, la espera silenciosa y confiada de la luz de la Pascua.
Postre
Nos unimos al júbilo de los chilenos por los extraordinarios esfuerzos que se hicieron para rescatar a los 33 mineros atrapados, desde el 5 de agosto de este año, en el yacimiento de san José en el poblado de Copiapó y que vieron nuevamente la luz el pasado 14 de octubre. Me viene a la mente el desastre minero de Pasta de Conchos, Coahuila, ocurrida el 19 de febrero de 2006, tragedia del cual no se conocen con precisión las causas. Algunos se anticipan a señalar que ambos eventos no tienen punto de comparación, desde el punto de vista geológico. Sin embargo, los chilenos se dieron a la tarea de rescatar, a como diera lugar, a sus trabajadores... El gobierno de Vicente Fox, que le tocó vivir la referida contingencia, no atendió la recomendación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos para rescatar a los mineros, vivos o muertos.
viernes, 15 de octubre de 2010
De Amozoc, los frenos y las espuelas americanas
El artesano de mañana
va al taller a trabajar
sus espuelas a forjar.
Lo primero que se oye del yunque
es el sonoro golpeteo
cuando el hierro al rojo vivo,
el forjador lo acompaña
de tupido martilleo.
Un pintor dibujó unas espuelas de su imaginación,
porque las más bonitas
son las hechas en Amozoc.
Fragmento del Himno a Amozoc. Félix Serrano
La velocidad del tren disminuía a medida que se aproximaba a la estación, el largo viaje emprendido por Les García desde su natal Nevada en 1945 estaba llegando a su destino final. Por la ventana del vagón el norteamericano escudriñaba la bóveda celeste, faltaban algunas horas para que las estrellas cubrieran el firmamento y las nubes empezaban a teñirse de ocre. También observaba los llanos y las singulares casitas de tejas y adobes, el paisaje rural Amozoc, un pueblo reconocido por sus alfareros y metalisteros.
El ferrocarril se detiene, un comité de bienvenida integrado por vendedores de tacos, tortas, tamales y enchiladas; mercaderes de aguas frescas, golosinas y cigarros; artesanos que ofertan alcancías, jarritos y maceteros de barro reciben a los pasajeros recién llegados. El pasajero extranjero desciende del carro, avanza unos cuantos metros y un grupo le ofrece una gama de hebillas, ganchos, frenos y espuelas, los revisa con detenimiento mientras repasa en su mente las imágenes que días antes viera en la ciudad de México. Pregunta por el paradero de Roberto Aldaco, uno de los connotados maestros herreros cuya vida y la de nueve hombres daría un giro inesperado.
Tras recorrer algunas calles del pueblo Les encuentra la casa-taller del maestro Roberto, el anfitrión, además de recibir merecidos elogios por su trabajo, una atractiva oferta de trabajo legal en Estados Unidos lo sorprende, además la invitación es abierta para un grupo deseoso de aprender la manufactura de frenos y espuelas texanas.
Con la promesa de encontrarse nuevamente en el taller de Les García, en aquel entonces ubicado en Salinas, California, éste regresa con el cometido cumplido, en tanto Roberto busca a los candidatos idóneos y tramita los documentos para el viaje. Finalmente constituye un grupo de nueve personas integradas por el mismo Roberto y su hermano Francisco, sus hijos Gonzalo y Rubén, los hermanos Austreberto y Neftalí Castañeda Bonilla, además Joaquín Rojas, Ignacio Rojas y Rubén Flores.
Tras un viaje largo e incómodo los maestros metalisteros llegaron a California, sin mayores dificultades aprendieron a fabricar frenos y espuelas texanas. Este trabajo, aunque es similar al mexicano, es diferente tanto en su elaboración como en el material que se ocupa: acero inoxidable.
Cumplido el tiempo de estancia [1], el grupo regresó a su tierra natal para manufacturar las piezas en un taller creado por Les García bajo la supervisión del maestro Neftalí Castañeda. Sin embargo, no todos los que retornaron de California aceptaron afanarse con el lozano perito, muchos de ellos decidieron trabajar por su cuenta. Quienes ingresaron a la factoría, no solo se beneficiaron con aprender el novel oficio, también tuvieron la oportunidad de viajar, no solo a California, a Reno, en el estado de Nevada para instruirse en lo referente al control de calidad.
Medio siglo después
A lo largo de la carretera federal Puebla-Tehuacán, en lo que corresponde a la zona urbana de Amozoc, compiten muchos comercios que expenden artículos para la charrería, las vitrinas tratan de llamar la atención del cliente conocedor de estos artefactos: tejas para fustes y chapetones para las cabalgaduras, espuelas y botonaduras para los trajes charros, arneses, hebillas para cinturón, cuchillos, cachas para pistolas, plegaderas, estribos e incluso pequeños objetos de adorno femenino como arracadas, pulseras, broches, prendedores y aretes en forma de espuelas.
Sí, estos productos, delicada y celosamente fabricados, son los que le han dado fama a este municipio de nuestro estado, sin embargo, llamó mi atención que al catálogo de artesanías se sumara la elaboración de frenos y espuelas texanas por lo que visité el taller de Felicidad Castañeda Anaya, hija de Neftalí Castañeda Bonilla.
Llego a la casa-taller de la familia Castañeda unos minutos después de las cinco de la tarde, un grupo de cuatro maestros entregan sus piezas terminadas a Jesús Castañeda Moreno, uno de los administradores del negocio familiar “Spur & Art”. Esperanza Moreno, hija del cronista amozoquense Dagoberto Moreno López me recibe y comenta que para la elaboración de los frenos y las espuelas americanas no hay forjado, el sistema de elaboración es diferente al mexicano [2]. Me muestra con orgullo algunas piezas y aclara que no se venden en México, su mercado meta es netamente norteamericano.
Tras recibirme me muestra el taller, uno de los trabajadores se afana en la elaboración de un freno. Quedo sorprendido porque el área de trabajo no requiere mayores dimensiones, tan solo una sólida base para el torno y la habilidad del maestro para tallar, cortar, pulir y soldar la pieza.
Mi anfitriona me explica que para fabricar una espuela se corta la lámina bajo un modelo que el cliente solicite ya sea por catálogo o envía por fax un modelo nuevo diseñado por él mismo, con este referente el maestro elabora la pieza. “Se afina la forma y se prepara el taladro en donde va el castillejo; se mete el brocador para formar la caja de la espuela, se coloca el castillejo que se remacha y se solda, después las rebabas se pulen con un esmeril y se agregan las grapas para los botones, posteriormente se blanquea con estaño para soldar la placa con plata. Para quitar las impurezas se aplica pulidor. Enseguida se hace el grabado, de acuerdo al dibujo solicitado por el usuario. Finalmente se remachan chapetas, botones y pasador de rodaja con lo que queda terminada la espuela.”
Concluida la explicación mi anfitriona nuevamente me pide que la acompañe a su casa para presentarme a su prima Felicidad Castañeda Anaya, quien además de lo ya referido, añade que en frenos y espuelas americanas hay muchos modelos, dependiendo de cada cliente. “Los ganaderos americanos prefieren que las piezas se fabriquen en acero, aunque también se fabrican en hierro. Los que se elaboran en acero llevan la plata soldada, los de hierro se fabrican de manera tradicional, con la plata incrustada y pavón azul, verde y café. En un tiempo se utilizó el acero ‘monet’, por su elevado costo se experimentó con acero ‘inconet’ que era más económico, solo que resultó muy duro, después se probó con otros materiales hasta llegar al acero inoxidable, materia prima que se ocupa a la fecha.”
Felicidad Castañeda con satisfacción comparte que no sólo se dedican a fabricar estos productos, también elaboran trofeos para los torneos americanos de rodeo, además reparan frenos y espuelas, generalmente piezas que se elaboraron en su propio taller. Incluso me mostró uno de tantos frenos que están en espera de ser compuestos. “Con observarlas nos damos cuenta del ritmo de trabajo de los granjeros norteamericanos. Ellos compran muchas piezas, no para tenerlas de colección o recuerdo, allá son muy útiles y al ganado lo tratan muy bien, tanto en la alimentación como en el equipamiento de espuelas y frenos, es su fuente de ingresos y lo cuidan con esmero. En México no se le da tanta importancia porque los ganaderos del país son pocos, la charrería es lo que más predomina, por eso Amozoc es famoso, fabrica tanto para el mercado nacional, el americano y sé que otros talleres exportan a España, Argentina y Australia, naciones de tradición ganadera, esporádicamente a Japón, Italia y Alemania.”
La hija de Neftalí refiere que los chinos sorprendentemente han incursionado en la fabricación y exportación de frenos y espuelas. “En un principio sus piezas eran de mala calidad y como buenos ‘copiantes’ ahora compiten en calidad y precio, sin embargo, difícilmente contenderán contra una histórica tradición, difícilmente este arte desaparecerá si lo preservamos.”
Antes de concluir la plática Felicidad me muestra algunas piezas de su colección particular de espuelas, desde lo singular hasta raras. Le pregunto por el origen, algunas son de Argentina, España y México, las que tuve oportunidad de apreciar, la mayoría inspiran una época completamente diferente a la nuestra. Incluso guarda una espuela que confeccionó para El Zorro, personaje de la película que se rodó en Tlaxcala y los productores de la película le solicitaron algunas piezas. En aquel instante puedo tocar y observar los vestigios sin una vitrina de por medio ya que mi anfitriona tiene la intención de montar un museo en Amozoc, una iniciativa muy interesante y una muestra del esplendor artesanal de este municipio.
[1] Dagoberto Sosa en su libro “Amozoc, leyenda, arte y tradición” menciona que los maestros que se embarcaron a California permanecieron aproximadamente un año. Felicidad Castañeda mencionó durante la conversación que la estancia del grupo encabezado por Roberto Aldaco duró 5 años.
[2] La elaboración de la espuela mexicana inicia con un proceso de fundición o forja, y se continúa limándolas y lijándolas finamente. Luego se realiza el dibujo con un rayador, diseño que será excavado o vaciado a cincel y cuyo hueco será embutido por una delgada laminilla de oro o de plata o de ambos metales, que se ajusta perfectamente a la cavidad. Para que la laminilla se fije en su lugar se van golpeando los bordes de la cavidad, que se irán cerrando sujetando la laminilla. Complementan la obra los grabados a buril que irán contrastando con el brillo del azul pavonado característico de estas piezas.
va al taller a trabajar
sus espuelas a forjar.
Lo primero que se oye del yunque
es el sonoro golpeteo
cuando el hierro al rojo vivo,
el forjador lo acompaña
de tupido martilleo.
Un pintor dibujó unas espuelas de su imaginación,
porque las más bonitas
son las hechas en Amozoc.
Fragmento del Himno a Amozoc. Félix Serrano
La velocidad del tren disminuía a medida que se aproximaba a la estación, el largo viaje emprendido por Les García desde su natal Nevada en 1945 estaba llegando a su destino final. Por la ventana del vagón el norteamericano escudriñaba la bóveda celeste, faltaban algunas horas para que las estrellas cubrieran el firmamento y las nubes empezaban a teñirse de ocre. También observaba los llanos y las singulares casitas de tejas y adobes, el paisaje rural Amozoc, un pueblo reconocido por sus alfareros y metalisteros.
El ferrocarril se detiene, un comité de bienvenida integrado por vendedores de tacos, tortas, tamales y enchiladas; mercaderes de aguas frescas, golosinas y cigarros; artesanos que ofertan alcancías, jarritos y maceteros de barro reciben a los pasajeros recién llegados. El pasajero extranjero desciende del carro, avanza unos cuantos metros y un grupo le ofrece una gama de hebillas, ganchos, frenos y espuelas, los revisa con detenimiento mientras repasa en su mente las imágenes que días antes viera en la ciudad de México. Pregunta por el paradero de Roberto Aldaco, uno de los connotados maestros herreros cuya vida y la de nueve hombres daría un giro inesperado.
Tras recorrer algunas calles del pueblo Les encuentra la casa-taller del maestro Roberto, el anfitrión, además de recibir merecidos elogios por su trabajo, una atractiva oferta de trabajo legal en Estados Unidos lo sorprende, además la invitación es abierta para un grupo deseoso de aprender la manufactura de frenos y espuelas texanas.
Con la promesa de encontrarse nuevamente en el taller de Les García, en aquel entonces ubicado en Salinas, California, éste regresa con el cometido cumplido, en tanto Roberto busca a los candidatos idóneos y tramita los documentos para el viaje. Finalmente constituye un grupo de nueve personas integradas por el mismo Roberto y su hermano Francisco, sus hijos Gonzalo y Rubén, los hermanos Austreberto y Neftalí Castañeda Bonilla, además Joaquín Rojas, Ignacio Rojas y Rubén Flores.
Tras un viaje largo e incómodo los maestros metalisteros llegaron a California, sin mayores dificultades aprendieron a fabricar frenos y espuelas texanas. Este trabajo, aunque es similar al mexicano, es diferente tanto en su elaboración como en el material que se ocupa: acero inoxidable.
Cumplido el tiempo de estancia [1], el grupo regresó a su tierra natal para manufacturar las piezas en un taller creado por Les García bajo la supervisión del maestro Neftalí Castañeda. Sin embargo, no todos los que retornaron de California aceptaron afanarse con el lozano perito, muchos de ellos decidieron trabajar por su cuenta. Quienes ingresaron a la factoría, no solo se beneficiaron con aprender el novel oficio, también tuvieron la oportunidad de viajar, no solo a California, a Reno, en el estado de Nevada para instruirse en lo referente al control de calidad.
Medio siglo después
A lo largo de la carretera federal Puebla-Tehuacán, en lo que corresponde a la zona urbana de Amozoc, compiten muchos comercios que expenden artículos para la charrería, las vitrinas tratan de llamar la atención del cliente conocedor de estos artefactos: tejas para fustes y chapetones para las cabalgaduras, espuelas y botonaduras para los trajes charros, arneses, hebillas para cinturón, cuchillos, cachas para pistolas, plegaderas, estribos e incluso pequeños objetos de adorno femenino como arracadas, pulseras, broches, prendedores y aretes en forma de espuelas.
Sí, estos productos, delicada y celosamente fabricados, son los que le han dado fama a este municipio de nuestro estado, sin embargo, llamó mi atención que al catálogo de artesanías se sumara la elaboración de frenos y espuelas texanas por lo que visité el taller de Felicidad Castañeda Anaya, hija de Neftalí Castañeda Bonilla.
Llego a la casa-taller de la familia Castañeda unos minutos después de las cinco de la tarde, un grupo de cuatro maestros entregan sus piezas terminadas a Jesús Castañeda Moreno, uno de los administradores del negocio familiar “Spur & Art”. Esperanza Moreno, hija del cronista amozoquense Dagoberto Moreno López me recibe y comenta que para la elaboración de los frenos y las espuelas americanas no hay forjado, el sistema de elaboración es diferente al mexicano [2]. Me muestra con orgullo algunas piezas y aclara que no se venden en México, su mercado meta es netamente norteamericano.
Tras recibirme me muestra el taller, uno de los trabajadores se afana en la elaboración de un freno. Quedo sorprendido porque el área de trabajo no requiere mayores dimensiones, tan solo una sólida base para el torno y la habilidad del maestro para tallar, cortar, pulir y soldar la pieza.
Mi anfitriona me explica que para fabricar una espuela se corta la lámina bajo un modelo que el cliente solicite ya sea por catálogo o envía por fax un modelo nuevo diseñado por él mismo, con este referente el maestro elabora la pieza. “Se afina la forma y se prepara el taladro en donde va el castillejo; se mete el brocador para formar la caja de la espuela, se coloca el castillejo que se remacha y se solda, después las rebabas se pulen con un esmeril y se agregan las grapas para los botones, posteriormente se blanquea con estaño para soldar la placa con plata. Para quitar las impurezas se aplica pulidor. Enseguida se hace el grabado, de acuerdo al dibujo solicitado por el usuario. Finalmente se remachan chapetas, botones y pasador de rodaja con lo que queda terminada la espuela.”
Concluida la explicación mi anfitriona nuevamente me pide que la acompañe a su casa para presentarme a su prima Felicidad Castañeda Anaya, quien además de lo ya referido, añade que en frenos y espuelas americanas hay muchos modelos, dependiendo de cada cliente. “Los ganaderos americanos prefieren que las piezas se fabriquen en acero, aunque también se fabrican en hierro. Los que se elaboran en acero llevan la plata soldada, los de hierro se fabrican de manera tradicional, con la plata incrustada y pavón azul, verde y café. En un tiempo se utilizó el acero ‘monet’, por su elevado costo se experimentó con acero ‘inconet’ que era más económico, solo que resultó muy duro, después se probó con otros materiales hasta llegar al acero inoxidable, materia prima que se ocupa a la fecha.”
Felicidad Castañeda con satisfacción comparte que no sólo se dedican a fabricar estos productos, también elaboran trofeos para los torneos americanos de rodeo, además reparan frenos y espuelas, generalmente piezas que se elaboraron en su propio taller. Incluso me mostró uno de tantos frenos que están en espera de ser compuestos. “Con observarlas nos damos cuenta del ritmo de trabajo de los granjeros norteamericanos. Ellos compran muchas piezas, no para tenerlas de colección o recuerdo, allá son muy útiles y al ganado lo tratan muy bien, tanto en la alimentación como en el equipamiento de espuelas y frenos, es su fuente de ingresos y lo cuidan con esmero. En México no se le da tanta importancia porque los ganaderos del país son pocos, la charrería es lo que más predomina, por eso Amozoc es famoso, fabrica tanto para el mercado nacional, el americano y sé que otros talleres exportan a España, Argentina y Australia, naciones de tradición ganadera, esporádicamente a Japón, Italia y Alemania.”
La hija de Neftalí refiere que los chinos sorprendentemente han incursionado en la fabricación y exportación de frenos y espuelas. “En un principio sus piezas eran de mala calidad y como buenos ‘copiantes’ ahora compiten en calidad y precio, sin embargo, difícilmente contenderán contra una histórica tradición, difícilmente este arte desaparecerá si lo preservamos.”
Antes de concluir la plática Felicidad me muestra algunas piezas de su colección particular de espuelas, desde lo singular hasta raras. Le pregunto por el origen, algunas son de Argentina, España y México, las que tuve oportunidad de apreciar, la mayoría inspiran una época completamente diferente a la nuestra. Incluso guarda una espuela que confeccionó para El Zorro, personaje de la película que se rodó en Tlaxcala y los productores de la película le solicitaron algunas piezas. En aquel instante puedo tocar y observar los vestigios sin una vitrina de por medio ya que mi anfitriona tiene la intención de montar un museo en Amozoc, una iniciativa muy interesante y una muestra del esplendor artesanal de este municipio.
[1] Dagoberto Sosa en su libro “Amozoc, leyenda, arte y tradición” menciona que los maestros que se embarcaron a California permanecieron aproximadamente un año. Felicidad Castañeda mencionó durante la conversación que la estancia del grupo encabezado por Roberto Aldaco duró 5 años.
[2] La elaboración de la espuela mexicana inicia con un proceso de fundición o forja, y se continúa limándolas y lijándolas finamente. Luego se realiza el dibujo con un rayador, diseño que será excavado o vaciado a cincel y cuyo hueco será embutido por una delgada laminilla de oro o de plata o de ambos metales, que se ajusta perfectamente a la cavidad. Para que la laminilla se fije en su lugar se van golpeando los bordes de la cavidad, que se irán cerrando sujetando la laminilla. Complementan la obra los grabados a buril que irán contrastando con el brillo del azul pavonado característico de estas piezas.
lunes, 11 de octubre de 2010
Revivir el campo
Sin temor a equivocarme cualquiera de los partidos que estuviera en el poder habría hecho lo mismo que nuestro presidente para afrontar la crisis alimentaria: Un plan emergente para garantizar el abasto de alimentos (a lo mucho un par de años). Y es que no es posible que a estas alturas del partido seamos tan necios para no aprender las duras lecciones que nos dejaron las medidas populacheras de antaño y que nuevamente se vuelven a aplicar: subsidios, financiamientos y el rígido control de precios.
Recientemente la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) propuso a los países emergentes implementar algunas políticas públicas para contrarrestar la crisis alimentaria, entre ellas, relanzar la agricultura como una de las actividades productivas.
Reactivar el campo y modernizarlo no se limita a ofrecer créditos para adquirir tractores, trilladoras, goteros para riego o fertilizantes, tampoco conseguir gravámenes para los combustibles. Es darle un mejor tratamiento al agua y a la tierra (reforestar para que no muera a causa de la erosión y la basura) para conseguir buenas cosechas con el cultivo de varios productos y no depender de uno solo. Modernizar al campo también significa restaurar las instituciones que ofrecen apoyo técnico y social, más no mantener el esquema de dar dádivas cada mes que en nada resuelve la situación, lo aconsejable es enseñarles a trabajar a los agricultores más pobres para que sean autosuficientes con otro tipo de recursos, no necesariamente los monetarios con los cuales están mal acostumbrados.
Si no se apuesta por esta u otras alternativas, en el corto plazo nos convertiremos en un país importador de alimentos, incapaz de crecer en ingresos per cápita y en niveles de vida. Incluso con el riesgo de perder la soberanía alimentaria y la capacidad de alimentar a la población de acuerdo con los estándares nutrimentales. El peligro es real y la escasez ya la padecen más de 50 millones de mexicanos.
Recientemente la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) propuso a los países emergentes implementar algunas políticas públicas para contrarrestar la crisis alimentaria, entre ellas, relanzar la agricultura como una de las actividades productivas.
Reactivar el campo y modernizarlo no se limita a ofrecer créditos para adquirir tractores, trilladoras, goteros para riego o fertilizantes, tampoco conseguir gravámenes para los combustibles. Es darle un mejor tratamiento al agua y a la tierra (reforestar para que no muera a causa de la erosión y la basura) para conseguir buenas cosechas con el cultivo de varios productos y no depender de uno solo. Modernizar al campo también significa restaurar las instituciones que ofrecen apoyo técnico y social, más no mantener el esquema de dar dádivas cada mes que en nada resuelve la situación, lo aconsejable es enseñarles a trabajar a los agricultores más pobres para que sean autosuficientes con otro tipo de recursos, no necesariamente los monetarios con los cuales están mal acostumbrados.
Si no se apuesta por esta u otras alternativas, en el corto plazo nos convertiremos en un país importador de alimentos, incapaz de crecer en ingresos per cápita y en niveles de vida. Incluso con el riesgo de perder la soberanía alimentaria y la capacidad de alimentar a la población de acuerdo con los estándares nutrimentales. El peligro es real y la escasez ya la padecen más de 50 millones de mexicanos.
lunes, 4 de octubre de 2010
Réquiem al cántico de las criaturas
Conocemos la forma y el fondo del problema, sabemos qué debemos hacer para revertir los daños ocasionados a la naturaleza, contamos con los medios para heredar un mundo mejor a nuestros hijos. Sin embargo, no alcanzo a entender actitudes de escepticismo e indiferencia para rescatar y preservar, al menos, el espacio que nos corresponde tanto en la urbe como en el entorno rural.
De qué sirve destinar costosas campañas de concientización si de todos modos vivimos rodeados por ríos pestilentes, barrancas llenas de escombros y desperdicios, áreas verdes en deplorables condiciones, arterias viales bloqueadas de basura visual y chimeneas rodantes.
De qué sirven las promesas de campaña para crear parques, jardines y bosques si se privilegia la construcción de fraccionamientos y centros comerciales porque son más redituables o para justificar el crecimiento voraz de la metrópoli.
De qué sirven las convocatorias para reforestar si los ciudadanos apenas responden al llamado y la milicia, en el mejor de los casos, hace ese trabajo.
De qué sirve colocar contenedores para separar la basura si la seguimos mezclando a diestra y siniestra.
¿Qué hace falta para que los esfuerzos destinados a rescatar, cuidar y crear nuevas áreas verdes sean tarea permanente y no flor de un día? Los ciudadanos están mal acostumbrados a que papá gobierno les haga todo el trabajo y las organizaciones ambientalistas sean las únicas que se afanen con la ecología. Ganamos todos si se promueven descuentos en ciertos impuestos u otorgan incentivos a comercios, unidades habitacionales, industrias y escuelas para mantener sus calles limpias y arboladas todos los días, por mantener índices bajos en el consumo de agua y energía eléctrica cada bimestre, por cuidar y crear espacios abiertos anualmente, por incluir en los programas de estudio desde el nivel básico hasta el universitario la materia de Ecología... Para que ésta y otras propuestas funcionen hace falta una férrea voluntad de cambio, sobre todo, que estén libres de posiciones políticas. ¿Acaso será muy difícil?
De seguir este estado de cosas, no habrá más cántico del Hermano Sol y sí un réquiem por la Creación que versaría más o menos de esta manera:
Alabada seas hermana basura porque, además de deteriorar el paisaje, tus emulsiones degradan el aire y marchitan la tierra.
Alabado seas hermano smog porque envenenas el aire que respiramos y contribuyes al efecto invernadero.
Alabada seas hermana agua sucia porque aniquilas los ríos y los mares limpios así como a los seres que viven en ella.
Alabado seas hermano cemento y hermano asfalto porque impiden que el agua de lluvia se filtre al subsuelo y renueve los mantos acuíferos.
Alabado seas hermano poste y hermano cable porque las aves se posan en ti y nunca más se refugian en las arboladas.
Alabada seas hermana indiferencia, porque destruyes lo que Dios hizo en siete días.
De qué sirve destinar costosas campañas de concientización si de todos modos vivimos rodeados por ríos pestilentes, barrancas llenas de escombros y desperdicios, áreas verdes en deplorables condiciones, arterias viales bloqueadas de basura visual y chimeneas rodantes.
De qué sirven las promesas de campaña para crear parques, jardines y bosques si se privilegia la construcción de fraccionamientos y centros comerciales porque son más redituables o para justificar el crecimiento voraz de la metrópoli.
De qué sirven las convocatorias para reforestar si los ciudadanos apenas responden al llamado y la milicia, en el mejor de los casos, hace ese trabajo.
De qué sirve colocar contenedores para separar la basura si la seguimos mezclando a diestra y siniestra.
¿Qué hace falta para que los esfuerzos destinados a rescatar, cuidar y crear nuevas áreas verdes sean tarea permanente y no flor de un día? Los ciudadanos están mal acostumbrados a que papá gobierno les haga todo el trabajo y las organizaciones ambientalistas sean las únicas que se afanen con la ecología. Ganamos todos si se promueven descuentos en ciertos impuestos u otorgan incentivos a comercios, unidades habitacionales, industrias y escuelas para mantener sus calles limpias y arboladas todos los días, por mantener índices bajos en el consumo de agua y energía eléctrica cada bimestre, por cuidar y crear espacios abiertos anualmente, por incluir en los programas de estudio desde el nivel básico hasta el universitario la materia de Ecología... Para que ésta y otras propuestas funcionen hace falta una férrea voluntad de cambio, sobre todo, que estén libres de posiciones políticas. ¿Acaso será muy difícil?
De seguir este estado de cosas, no habrá más cántico del Hermano Sol y sí un réquiem por la Creación que versaría más o menos de esta manera:
Alabada seas hermana basura porque, además de deteriorar el paisaje, tus emulsiones degradan el aire y marchitan la tierra.
Alabado seas hermano smog porque envenenas el aire que respiramos y contribuyes al efecto invernadero.
Alabada seas hermana agua sucia porque aniquilas los ríos y los mares limpios así como a los seres que viven en ella.
Alabado seas hermano cemento y hermano asfalto porque impiden que el agua de lluvia se filtre al subsuelo y renueve los mantos acuíferos.
Alabado seas hermano poste y hermano cable porque las aves se posan en ti y nunca más se refugian en las arboladas.
Alabada seas hermana indiferencia, porque destruyes lo que Dios hizo en siete días.
sábado, 2 de octubre de 2010
El huipil de Cuetzalan, una prenda de orgullo y dignidad indígena
La verdadera importancia del 4 de octubre, en la tierra de los Quetzales, no radica en los puestos de una exposición ganadera, agrícola o industrial que no existe, mucho menos en los juegos mecánicos o de video que constituyen meramente en entretenimientos infantiles. Lo valioso de la feria es la remembranza tradicional, el bello recuerdo de una raza que las injusticias y el tiempo no han podido extinguir.
Casa de la Cultura de Cuetzalan.
Casa de la Cultura de Cuetzalan.
Cuetzalan ha dejado de ser un municipio más de la serranía poblana, es uno de los 36 pueblos mágicos de nuestro país, indiscutiblemente un sitio de interés tanto para el turismo nacional como extranjero por la oferta de sus atractivos. Mi curiosidad va más allá del convite de las actividades ecoturísticas y los pabellones de ropa y guisos de la región estratégicamente emplazados para complacer el gusto de los visitantes en vísperas de las fiestas del 4 de octubre. Una docena de mujeres, que si bien se mira, forman parte del comité de bienvenida, ofrecen sus artículos a los recién llegados: blusas y camisas bordadas, morralitos, pulseras, aretes, collares y huipiles. Este último artículo llama mi atención porque esta prenda, que generalmente la conocemos como un vestido fresco y varía su confección de acuerdo a la región geográfica de nuestro país, es una blusa triangular bordada desde las más sencillas hasta las más complejas figuras, tanto en hilo como en seda y en la gama de colores.
De Cuetzalan para el mundo
“Esta prenda es única de la región, solo se confecciona en estas tierras”, señala categórico Alejandro Huerta Carrillo, funcionario de la Casa de la Cultura de Cuetzalan, y quien mejor para explicarme sobre el huipil que Francisca Rivera Pérez, experta en la elaboración de este atuendo. “Ella es la mejor, ha estado en Londres, Toronto y París en diversas exposiciones y conferencias, también en la Ciudad de México colaborando para el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART). Muchos medios de comunicación la han buscado para entrevistarla y realizar reportajes sobre la elaboración del huipil”, comenta con entusiasmo mi anfitrión.
Imaginaba llegar a la casa de doña Francisca observándola trabajar en su telar, sin embargo, Alejandro Huerta me condujo al mercado de artesanías, que se ubica a un par de calles de la plaza principal y frente al recinto cultural cuetzalteco. El tianguis es un sencillo conjunto de locales donde los artesanos trabajan y venden sus productos, en uno de ellos está mi anfitriona atendiendo a unos clientes quienes para mi regocijo adquirieron algunos artículos.
Tras la presentación, doña Francisca me invita a sentarme en un banquito para iniciar una sabrosa plática. Antes, observo su modesto local que expone algunas camisas, blusas, rebozos, morralitos y, escondido entre esos artículos, un hermoso huipil de seda blanco que me muestra con singular alegría. Lo extiende entre sus brazos y observo con detenimiento cada uno de los remates de las figuras creadas, palpo la textura, el peso y mentalmente calculo el tiempo para su elaboración. “Aproximadamente se lleva un mes elaborarlo”, responde mi anfitriona quien arma su sencillo telar para avanzar en la confección de una prenda mientras conversamos.
“Esta es la manera en la que se trabaja, en un telar de cintura, a los 10 años ya sabía telar a mano, mi abuela fue quien me enseñó y lo he transmitido tanto a mis hijos como a mis nietos”, expresa doña Francisca con satisfacción y muy quitada de la pena dice que además ha aprendido otras cosas por necesidad. “No sé leer ni escribir, ni siquiera sabía el español y lo aprendí porque no me entendía a la gente cuando ofrecía mi mercancía. Yo habló el náhuatl, sé hacer el huipil y otras cositas que me han ayudado a subsistir, tanto que hasta he viajado a Londres, a Toronto, a París para presentar mi trabajo, ahí sí lo valoran, no le hacen el feo”, refiere Francisca haciendo énfasis en lo concerniente a la apreciación de sus confecciones.
Para que la cuña apriete Francisca se ha dado el lujo de tener aprendices extranjeras. “Dos muchachas de Francia vinieron para que les enseñara, estuvieron aquí tres meses, eso me llena de satisfacción y enojo. Satisfacción porque es un privilegio compartir parte de nuestra cultura a quien sinceramente lo aprecia y tiene verdadero interés; un enojo, porque mucha gente lo menosprecia diciendo que no debemos vestirnos así, que nos vemos anticuadas, que esa ropa ya pasó de moda. ¡De ninguna manera!, es un orgullo, un símbolo de belleza y dignidad portar esta indumentaria”, acota Francisca y reconozco que la vestimenta masculina no tuvo la misma suerte.
Con cierta inquietud le cuestioné si dentro de algún tiempo desaparecerá este “arte” (así, entre comillas) y mi anfitriona con toda seguridad señaló que difícilmente eso ocurriría. “No joven, además de mi familia, hay muchas personas que saben telar a mano, la mayoría son de San Andrés Tzicuilan, pero hacen cosas muy sencillas, si les encargan trabajos más elaborados les cuesta, no lo hacen”. La interrumpí con un dato que me llevó a sospechar sobre la importancia de esta sorprendente mujer. “Por eso usted es muy solicitada, tanto que le han pedido diseñar el atuendo para la ganadora de la reina del Huipil, ¿cierto?”. Sin pecar de vanidad y con sencillez lo confirmó, eso dio pauta para que me explicara una exquisita usanza de Cuetzalan: la elección de la reina del Huipil y las fiestas de octubre.
Una reina autóctona
¿Qué importancia tiene para ustedes la feria de Cuetzalan y de qué manera se relaciona con el Huipil? Pregunté a Francisca quien didácticamente dio respuesta a mi curiosidad. “Es muy importante para nosotros porque el pueblo indígena manifiesta su verdadero rostro, su verdadero sentir, principalmente con las danzas en el atrio del templo. Preservamos nuestras costumbres al elegir a la reina del huipil que le piden muchas cosas. Las que participan hablan, tanto en español como en náhuatl, explican cómo se fabrica su traje y tienen que demostrarlo enfrente del jurado, además detallar su significado. Deben estar muy apegadas a las tradiciones, es decir, respetar a sus padres y desempeñar las labores propias de la casa como echar tortillas y cocinar. Eso sí, nada de maquillaje u otros adornos como las que concursan para ser reina del café”, remata mi anfitriona quien con destreza no cesa de entrelazar los hilos para la prenda que estaba elaborando ayudado por unas enormes saetas de madera. “Gana el concurso aquella muchacha que demuestra su belleza autóctona, la riqueza en su vestuario y como se presenta ante el público”, abundó.
El auxiliar de la Casa de la Cultura de Cuetzalan me informó que a doña Francisca le encomendaron la tarea de confeccionar el atuendo para la ganadora del certamen del Huipil. “Veremos si me alcanza el tiempo porque es muy laborioso, necesito que me ayuden unas 4 ó 5 personas porque es bastante y lo quieren en dos semanas”.
Con inquietud
No todo es miel sobre hojuelas para Francisca Rivera y los cientos de manos mágicas que confeccionan todo tipo de prendas y elaboran artesanías, los que ganan, como despectivamente los indígenas les llaman, son los mestizos quienes adquieren los productos directo de los talleres a muy bajos costos y los venden a precios más altos. “Disculpa que sea mal hablada, pero a mi me encoleriza (originalmente fue otra palabra con la que se expresó) que la gente malbarate su trabajo y los que se llevan la mayor ganancia son otros. De qué sirve tanto tiempo de trabajo por unos cuantos pesos que no alcanzan para nada. Por eso vendo directamente mis productos al precio real, sin regateos, porque mi esfuerzo vale”, relata en voz alta esta sencilla y férrea mujer, una voz que, como ella me confesó, se mantuvo en el silencio mucho tiempo soportando injusticias y malos tratos. “Yo, ya no soy la misma, ya desperté y veo las cosas de otra manera, no me puedo callar las cosas que no me parecen”.
Con inquietud observo que Cuetzalan, a pesar de contar con un lugar para que los artesanos trabajen y vendan sus productos sin intermediarios, tiene carencias y son pocos los lugares ocupados, es escaso el flujo de visitantes, lo percibo como un lugar construido a base de puras promesas que los aspirantes a algún cargo público cumplen a medias tal y como lo ratifica Francisca. “Nos sentimos inseguros y temerosos con el techo de teja ya que en época de lluvias se cuela el agua y con la humedad puede maltratar nuestros productos, por eso hemos puesto plásticos para atajar los agujeros. Ojalá techaran con cemento para que el lugar sea más seguro, ya después si le quieren poner las tejas como adorno, está bien, pero que la autoridad nos haga caso porque cuando les conviene lo hacen a cambio de nuestro voto, no se vale que nos quieran chantajear. También, un servicio que nos hace mucha falta es la luz, no tenemos la electricidad y es necesario porque los locales no tienen ventanas”.
Las fiestas del 4 de octubre
Además de la fiesta patronal (San Francisco), la feria del huipil es la celebración más importante de Cuetzalan que se realiza cada 4 de octubre desde 1963, fecha en que Agustín Marquez Sánchez la instituyó con el propósito de rescatar los valores tradicionales de la comunidad indígena.
Color, flores, incienso, devoción, música y danzas inundan el atrio y el templo de San Francisco, ahí converge la riqueza cultural y religiosa del lugar “donde abundan los quetzales”.
Tras la coronación de la reina del huipil, en una ceremonia sencilla y emotiva, inicia una pléyade de danzas (Voladores, Negritos, Quetzales, Migueles, Santiagos y Toreadores) a lo largo del día, para honrar al santo patrono. Casi al filo del medio día las campanas repican, la mayordomía y los fiscales se presentan en las puertas del templo y el párroco los recibe para dar inicio la misa en honor al pobrecillo de Asís.
Corona la fiesta religiosa la procesión con la imagen de San Francisco en las principales calles de la ciudad, las danzas continúan hasta entrada la noche para dar paso a otras actividades (la feria del café) que se suman a la semana de festejos en el más mágico de los pueblos mágicos de México: Cuetzalan.
Checa el dato
* Desde 1870 Cuetzalan ha sido una región cafetalera, actividad preponderante y la más importante económicamente; y debido a esto se realiza la primera feria del Café en el año de 1949. En un principio, esta fiesta era una marcada celebración al grano, donde los cuetzaltecos se reunían a convivir en torno a su Reina, la del Café.
Con el fin de rescatar la tradición indígena, en 1963, surge un grupo altruista que funda en ese mismo año la Feria del Huipil. Se tomó el nombre de “Huipil” por ser la primera prenda prehispánica que las mujeres de esas culturas precolombinas usaron para cubrirse el dorso, además en Cuetzalan usan esta prenda para colocarla sobre el “Maxtahual”, tocado de listones de lana.
* Algunas veces, en homenaje a personalidades políticas, se trastoca el sentido profundo de esta celebración. Con ocasión de la “feria”, se elige y corona, en medio de un gran baile popular, a la Reina del café, contrastando así lo mestizo e indígena.
De Cuetzalan para el mundo
“Esta prenda es única de la región, solo se confecciona en estas tierras”, señala categórico Alejandro Huerta Carrillo, funcionario de la Casa de la Cultura de Cuetzalan, y quien mejor para explicarme sobre el huipil que Francisca Rivera Pérez, experta en la elaboración de este atuendo. “Ella es la mejor, ha estado en Londres, Toronto y París en diversas exposiciones y conferencias, también en la Ciudad de México colaborando para el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART). Muchos medios de comunicación la han buscado para entrevistarla y realizar reportajes sobre la elaboración del huipil”, comenta con entusiasmo mi anfitrión.
Imaginaba llegar a la casa de doña Francisca observándola trabajar en su telar, sin embargo, Alejandro Huerta me condujo al mercado de artesanías, que se ubica a un par de calles de la plaza principal y frente al recinto cultural cuetzalteco. El tianguis es un sencillo conjunto de locales donde los artesanos trabajan y venden sus productos, en uno de ellos está mi anfitriona atendiendo a unos clientes quienes para mi regocijo adquirieron algunos artículos.
Tras la presentación, doña Francisca me invita a sentarme en un banquito para iniciar una sabrosa plática. Antes, observo su modesto local que expone algunas camisas, blusas, rebozos, morralitos y, escondido entre esos artículos, un hermoso huipil de seda blanco que me muestra con singular alegría. Lo extiende entre sus brazos y observo con detenimiento cada uno de los remates de las figuras creadas, palpo la textura, el peso y mentalmente calculo el tiempo para su elaboración. “Aproximadamente se lleva un mes elaborarlo”, responde mi anfitriona quien arma su sencillo telar para avanzar en la confección de una prenda mientras conversamos.
“Esta es la manera en la que se trabaja, en un telar de cintura, a los 10 años ya sabía telar a mano, mi abuela fue quien me enseñó y lo he transmitido tanto a mis hijos como a mis nietos”, expresa doña Francisca con satisfacción y muy quitada de la pena dice que además ha aprendido otras cosas por necesidad. “No sé leer ni escribir, ni siquiera sabía el español y lo aprendí porque no me entendía a la gente cuando ofrecía mi mercancía. Yo habló el náhuatl, sé hacer el huipil y otras cositas que me han ayudado a subsistir, tanto que hasta he viajado a Londres, a Toronto, a París para presentar mi trabajo, ahí sí lo valoran, no le hacen el feo”, refiere Francisca haciendo énfasis en lo concerniente a la apreciación de sus confecciones.
Para que la cuña apriete Francisca se ha dado el lujo de tener aprendices extranjeras. “Dos muchachas de Francia vinieron para que les enseñara, estuvieron aquí tres meses, eso me llena de satisfacción y enojo. Satisfacción porque es un privilegio compartir parte de nuestra cultura a quien sinceramente lo aprecia y tiene verdadero interés; un enojo, porque mucha gente lo menosprecia diciendo que no debemos vestirnos así, que nos vemos anticuadas, que esa ropa ya pasó de moda. ¡De ninguna manera!, es un orgullo, un símbolo de belleza y dignidad portar esta indumentaria”, acota Francisca y reconozco que la vestimenta masculina no tuvo la misma suerte.
Con cierta inquietud le cuestioné si dentro de algún tiempo desaparecerá este “arte” (así, entre comillas) y mi anfitriona con toda seguridad señaló que difícilmente eso ocurriría. “No joven, además de mi familia, hay muchas personas que saben telar a mano, la mayoría son de San Andrés Tzicuilan, pero hacen cosas muy sencillas, si les encargan trabajos más elaborados les cuesta, no lo hacen”. La interrumpí con un dato que me llevó a sospechar sobre la importancia de esta sorprendente mujer. “Por eso usted es muy solicitada, tanto que le han pedido diseñar el atuendo para la ganadora de la reina del Huipil, ¿cierto?”. Sin pecar de vanidad y con sencillez lo confirmó, eso dio pauta para que me explicara una exquisita usanza de Cuetzalan: la elección de la reina del Huipil y las fiestas de octubre.
Una reina autóctona
¿Qué importancia tiene para ustedes la feria de Cuetzalan y de qué manera se relaciona con el Huipil? Pregunté a Francisca quien didácticamente dio respuesta a mi curiosidad. “Es muy importante para nosotros porque el pueblo indígena manifiesta su verdadero rostro, su verdadero sentir, principalmente con las danzas en el atrio del templo. Preservamos nuestras costumbres al elegir a la reina del huipil que le piden muchas cosas. Las que participan hablan, tanto en español como en náhuatl, explican cómo se fabrica su traje y tienen que demostrarlo enfrente del jurado, además detallar su significado. Deben estar muy apegadas a las tradiciones, es decir, respetar a sus padres y desempeñar las labores propias de la casa como echar tortillas y cocinar. Eso sí, nada de maquillaje u otros adornos como las que concursan para ser reina del café”, remata mi anfitriona quien con destreza no cesa de entrelazar los hilos para la prenda que estaba elaborando ayudado por unas enormes saetas de madera. “Gana el concurso aquella muchacha que demuestra su belleza autóctona, la riqueza en su vestuario y como se presenta ante el público”, abundó.
El auxiliar de la Casa de la Cultura de Cuetzalan me informó que a doña Francisca le encomendaron la tarea de confeccionar el atuendo para la ganadora del certamen del Huipil. “Veremos si me alcanza el tiempo porque es muy laborioso, necesito que me ayuden unas 4 ó 5 personas porque es bastante y lo quieren en dos semanas”.
Con inquietud
No todo es miel sobre hojuelas para Francisca Rivera y los cientos de manos mágicas que confeccionan todo tipo de prendas y elaboran artesanías, los que ganan, como despectivamente los indígenas les llaman, son los mestizos quienes adquieren los productos directo de los talleres a muy bajos costos y los venden a precios más altos. “Disculpa que sea mal hablada, pero a mi me encoleriza (originalmente fue otra palabra con la que se expresó) que la gente malbarate su trabajo y los que se llevan la mayor ganancia son otros. De qué sirve tanto tiempo de trabajo por unos cuantos pesos que no alcanzan para nada. Por eso vendo directamente mis productos al precio real, sin regateos, porque mi esfuerzo vale”, relata en voz alta esta sencilla y férrea mujer, una voz que, como ella me confesó, se mantuvo en el silencio mucho tiempo soportando injusticias y malos tratos. “Yo, ya no soy la misma, ya desperté y veo las cosas de otra manera, no me puedo callar las cosas que no me parecen”.
Con inquietud observo que Cuetzalan, a pesar de contar con un lugar para que los artesanos trabajen y vendan sus productos sin intermediarios, tiene carencias y son pocos los lugares ocupados, es escaso el flujo de visitantes, lo percibo como un lugar construido a base de puras promesas que los aspirantes a algún cargo público cumplen a medias tal y como lo ratifica Francisca. “Nos sentimos inseguros y temerosos con el techo de teja ya que en época de lluvias se cuela el agua y con la humedad puede maltratar nuestros productos, por eso hemos puesto plásticos para atajar los agujeros. Ojalá techaran con cemento para que el lugar sea más seguro, ya después si le quieren poner las tejas como adorno, está bien, pero que la autoridad nos haga caso porque cuando les conviene lo hacen a cambio de nuestro voto, no se vale que nos quieran chantajear. También, un servicio que nos hace mucha falta es la luz, no tenemos la electricidad y es necesario porque los locales no tienen ventanas”.
Las fiestas del 4 de octubre
Además de la fiesta patronal (San Francisco), la feria del huipil es la celebración más importante de Cuetzalan que se realiza cada 4 de octubre desde 1963, fecha en que Agustín Marquez Sánchez la instituyó con el propósito de rescatar los valores tradicionales de la comunidad indígena.
Color, flores, incienso, devoción, música y danzas inundan el atrio y el templo de San Francisco, ahí converge la riqueza cultural y religiosa del lugar “donde abundan los quetzales”.
Tras la coronación de la reina del huipil, en una ceremonia sencilla y emotiva, inicia una pléyade de danzas (Voladores, Negritos, Quetzales, Migueles, Santiagos y Toreadores) a lo largo del día, para honrar al santo patrono. Casi al filo del medio día las campanas repican, la mayordomía y los fiscales se presentan en las puertas del templo y el párroco los recibe para dar inicio la misa en honor al pobrecillo de Asís.
Corona la fiesta religiosa la procesión con la imagen de San Francisco en las principales calles de la ciudad, las danzas continúan hasta entrada la noche para dar paso a otras actividades (la feria del café) que se suman a la semana de festejos en el más mágico de los pueblos mágicos de México: Cuetzalan.
Checa el dato
* Desde 1870 Cuetzalan ha sido una región cafetalera, actividad preponderante y la más importante económicamente; y debido a esto se realiza la primera feria del Café en el año de 1949. En un principio, esta fiesta era una marcada celebración al grano, donde los cuetzaltecos se reunían a convivir en torno a su Reina, la del Café.
Con el fin de rescatar la tradición indígena, en 1963, surge un grupo altruista que funda en ese mismo año la Feria del Huipil. Se tomó el nombre de “Huipil” por ser la primera prenda prehispánica que las mujeres de esas culturas precolombinas usaron para cubrirse el dorso, además en Cuetzalan usan esta prenda para colocarla sobre el “Maxtahual”, tocado de listones de lana.
* Algunas veces, en homenaje a personalidades políticas, se trastoca el sentido profundo de esta celebración. Con ocasión de la “feria”, se elige y corona, en medio de un gran baile popular, a la Reina del café, contrastando así lo mestizo e indígena.
lunes, 27 de septiembre de 2010
189 años de la consumación de la Independencia de México
Las Fiestas Patrias son la celebración de la independencia de México, de su nacimiento como Estado soberano en el concierto internacional de los pueblos. Es el cumpleaños de México. Aunque realmente nuestra independencia se consumó el 27 de septiembre, el 16 fue el inicio, el arranque de la decisión de un grupo de mexicanos que se lanzaron a la empresa, pero siguieron mandando las autoridades españolas. No éramos aún independientes.
El día 27 de septiembre fue la consumación, la efectividad de la independencia: el virrey O'Donojú reconoció el hecho y firmó el acta de independencia cesando en su ejercicio a las autoridades españolas. Celebremos ambas fechas: del inicio y de la gloriosa terminación ¡Ambas son en septiembre!
Cuando felicitamos a una persona por su cumpleaños le deseamos muchos días de éstos y muchas felicidades. Lo mismo hemos de desear a México: muchos años como Estado soberano y en medio de una conveniente prosperidad.
Desear para nuestra Patria “muchas felicidades” debe comprometernos a esfuerzos muy serios y sostenidos para fomentar nuestra personalidad, nuestra identidad nacional y para contribuir a crear la prosperidad que dé a la patria la felicidad que le deseamos, y que consiste en dar bienestar a todos sus hijos. El primer obligado en esta tarea son los responsables del gobierno en la nación, ellos son los depositarios inmediatos de la gestión del bien común nacional; su tarea es irremplazable. Ni con la mayor buena voluntad del mundo podríamos los particulares sustituirlo, se necesita la organización gubernamental. Pero aunado a las obligaciones y derechos de los gobernantes, cada mexicano debe en la medida de sus posibilidades, contribuir al bien común. No se trata de contribuir sólo con aportaciones económicas que se hacen mediante el pago de impuestos -que han de ser leales-, sino de las actividades y servicios propios de nuestra profesión y empleo que deben -por patriotismo- realizarse con diligencia, entusiasmo y perfección. Se trata de superar al “ahí se va”, el “a mí qué”, el “me vale”, tan característicos del temperamento mexicano y que hacen mediocre la vida nacional; se trata de inflamar el sentido de responsabilidad, de cooperación al bien social, de auténtico “patriotismo” que eleve a la patria a mayores alturas hasta colocarla entre las grandes.
Las felicidades que deseamos a México en su cumpleaños, consisten en eso: trabajo esforzado, sostenido, calificado, que genere empleos a todos los mexicanos, justo pago por su trabajo, excelencia en la producción de bienes y servicios para un decoroso nivel de vida interno, una mejor calidad de existencia, libertad y seguridad.
Felicidades a México y a cada uno de los mexicanos.
El día 27 de septiembre fue la consumación, la efectividad de la independencia: el virrey O'Donojú reconoció el hecho y firmó el acta de independencia cesando en su ejercicio a las autoridades españolas. Celebremos ambas fechas: del inicio y de la gloriosa terminación ¡Ambas son en septiembre!
Cuando felicitamos a una persona por su cumpleaños le deseamos muchos días de éstos y muchas felicidades. Lo mismo hemos de desear a México: muchos años como Estado soberano y en medio de una conveniente prosperidad.
Desear para nuestra Patria “muchas felicidades” debe comprometernos a esfuerzos muy serios y sostenidos para fomentar nuestra personalidad, nuestra identidad nacional y para contribuir a crear la prosperidad que dé a la patria la felicidad que le deseamos, y que consiste en dar bienestar a todos sus hijos. El primer obligado en esta tarea son los responsables del gobierno en la nación, ellos son los depositarios inmediatos de la gestión del bien común nacional; su tarea es irremplazable. Ni con la mayor buena voluntad del mundo podríamos los particulares sustituirlo, se necesita la organización gubernamental. Pero aunado a las obligaciones y derechos de los gobernantes, cada mexicano debe en la medida de sus posibilidades, contribuir al bien común. No se trata de contribuir sólo con aportaciones económicas que se hacen mediante el pago de impuestos -que han de ser leales-, sino de las actividades y servicios propios de nuestra profesión y empleo que deben -por patriotismo- realizarse con diligencia, entusiasmo y perfección. Se trata de superar al “ahí se va”, el “a mí qué”, el “me vale”, tan característicos del temperamento mexicano y que hacen mediocre la vida nacional; se trata de inflamar el sentido de responsabilidad, de cooperación al bien social, de auténtico “patriotismo” que eleve a la patria a mayores alturas hasta colocarla entre las grandes.
Las felicidades que deseamos a México en su cumpleaños, consisten en eso: trabajo esforzado, sostenido, calificado, que genere empleos a todos los mexicanos, justo pago por su trabajo, excelencia en la producción de bienes y servicios para un decoroso nivel de vida interno, una mejor calidad de existencia, libertad y seguridad.
Felicidades a México y a cada uno de los mexicanos.
viernes, 24 de septiembre de 2010
¿Silencio o muerte en la prensa mexicana?
“...por favor, no investiguen (al narcotráfico y al crimen organizado). Dejen que lo haga la policía, es su trabajo. Ustedes publiquen hechos, boletines confirmados como información oficial. Vivimos en un país en donde el Estado no responde por sus ciudadanos, vivimos sin garantías. ¿Vale la pena arriesgarse? Por supuesto que no. ¿Esto es autocensura? Si quieres, sí. Pero el término me parece poco elegante y fantasioso. Esto es sobrevivencia.”
Marco Lara Klahr. México: el más mortífero para la prensa. El asesinato de periodistas y cinco puntos de debate, p. 12.
Antes de que silenciaran a Manuel Buendía (30 de Mayo de 1984), le recomendó a Jesús Blancornelas, director del Semanario Zeta de Tijuana, no escribir tan directo sobre el tejemaneje del narcotráfico y el crimen organizado ya que “al paso que vamos tendremos que usar chaleco antibalas”. La perspicacia del periodista avecindado en Baja California obligó al narcotráfico atentar contra su vida el 27 de noviembre 1997. Aunque la agresión le arrebató su vida normal, la pluma no le fue despojada. Desde su casa ejerció el periodismo crítico hasta el 23 de noviembre de 2006 cuando murió de cáncer. Blancornelas jamás fue derrotado por sus enemigos, sobrevivió para contarlo y... después del atentado, adondequiera que iba, usaba su chaleco antibalas y lo protegía una escolta fuertemente pertrechada. Otros no han corrido con la misma suerte ya que en los últimos meses las mafias se han ensañado con los medios de comunicación independientes del país, éste es un asunto que preocupa a entidades como Reporteros sin Fronteras (RFS), la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y la Red Mexicana de Protección a Periodistas y Medios de Comunicación cuyos reportes concluyen que México actualmente es el país más peligroso en el mundo para ejercer el periodismo.
“Históricamente la libertad de expresión en nuestro país es limitada”, destaca Horacio Chavira (articulista del sitio web Tintero, proyecto periodístico de la facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM) y acota que México se ha caracterizado desde su independencia “por un periodismo que tiende al oficialismo, que recibe apoyo estatal y se dedica a halagar las acciones, buenas o malas del grupo político que detenta el poder. Es verdad que en cada periodo han existido hombres valientes que se atreven a ser la voz disidente; sin embargo, sufren diversos atropellos que van en el menor de los casos, desde la censura, el decomiso del equipo técnico o del material impreso, hasta llegar a las persecuciones y los asesinatos”. Por eso, la mayoría de las empresas periodísticas optan por callar, si no es el poder político es el poder de las mafias quienes silencian o amedrentan a periodistas incómodos y para muestra un botón: El 22 de septiembre el Diario de Ciudad Juárez, en su primera plana, solicita una tregua a los cárteles del narcotráfico debido al asesinato de uno de sus reporteros: “¿Qué quieren de nosotros?” Preguntan los editores y añaden. “Ustedes son, en estos momentos, las autoridades de facto en esta ciudad... Indíquenos, por tanto, qué esperan de nosotros como medio”. El gobierno federal en respuesta al escrito publicado lo censuró para hacer menos evidente su incapacidad para establecer la ley y el orden. Y es que ningún medio de comunicación ya no quiere más muertos, ¡nadie en este país!
El informe Silencio o muerte en la prensa mexicana, publicado este mes por el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), aborda los crímenes de 22 periodistas y tres trabajadores de medios, así como la desaparición de siete, desde que el presidente Felipe Calderón ordenó a los militares involucrarse en la lucha antidrogas, en diciembre de 2006. Esa decisión dio pie a una espiral de violencia que ha provocado 28 mil muertes. “Por culpa del miedo, los medios no sólo están abandonando el periodismo de investigación, sino la cobertura básica del crimen y la corrupción”, así lo dejó en claro el documento y Joel Simon, director ejecutivo del CPJ, agrega que “no es posible ganar la guerra contra las drogas si el país cede el control de la información pública a los narcotraficantes”.
Como ejemplo del silencio que se está imponiendo en las regiones de nuestro país más afectadas por la violencia, el CPJ menciona a la ciudad de Reynosa, Tamaulipas, escenario de una cruenta disputa del cartel del Golfo y el grupo de Los Zetas. En las últimas semanas, esa violencia se expresó con la matanza de 72 migrantes, la explosión de dos coches bomba, así como tiroteos en carreteras y en calles. “Pero eso no se lee en la prensa local: el cartel también controla los medios de comunicación”, denuncia el documento.
Frente a este panorama no podemos quedarnos cruzados de brazos y atestiguar cómo el terror gana terreno y nos obliga a permanecer en silencio para sobrevivir. Un testimonio valiente fue la información que generó una estudiante a través de su cuenta Twitter por el tiroteo entre sicarios y militares en Tecnológico de Monterrey donde murieron dos alumnos en marzo pasado, posteriormente la muchacha compartió su experiencia en su blog, convirtiéndose en fuente de información para numerosos medios locales y que a la postre evidenció el abuso o falta de táctica de la milicia.
Los ideales y valores que nos inculcaron en las escuelas de comunicación y periodismo no deben quedar sepultados por los temores y la autocensura. Al respecto Rafael Loret de Mola señala que somos dignos de la libertad de expresión cuando la forjamos. “Es demasiado hermosa como para entregarse a quienes bajan la cabeza ante el poder, tímidos y cohibidos por la fuerza represora. La libertad es solamente para aquellos luchadores que jamás se atemorizan. Es el mayor galardón de los verdaderos periodistas”. ¿Acaso es un romántico ideal imposible de lograr? Al paso que vamos será.
Marco Lara Klahr. México: el más mortífero para la prensa. El asesinato de periodistas y cinco puntos de debate, p. 12.
Antes de que silenciaran a Manuel Buendía (30 de Mayo de 1984), le recomendó a Jesús Blancornelas, director del Semanario Zeta de Tijuana, no escribir tan directo sobre el tejemaneje del narcotráfico y el crimen organizado ya que “al paso que vamos tendremos que usar chaleco antibalas”. La perspicacia del periodista avecindado en Baja California obligó al narcotráfico atentar contra su vida el 27 de noviembre 1997. Aunque la agresión le arrebató su vida normal, la pluma no le fue despojada. Desde su casa ejerció el periodismo crítico hasta el 23 de noviembre de 2006 cuando murió de cáncer. Blancornelas jamás fue derrotado por sus enemigos, sobrevivió para contarlo y... después del atentado, adondequiera que iba, usaba su chaleco antibalas y lo protegía una escolta fuertemente pertrechada. Otros no han corrido con la misma suerte ya que en los últimos meses las mafias se han ensañado con los medios de comunicación independientes del país, éste es un asunto que preocupa a entidades como Reporteros sin Fronteras (RFS), la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y la Red Mexicana de Protección a Periodistas y Medios de Comunicación cuyos reportes concluyen que México actualmente es el país más peligroso en el mundo para ejercer el periodismo.
“Históricamente la libertad de expresión en nuestro país es limitada”, destaca Horacio Chavira (articulista del sitio web Tintero, proyecto periodístico de la facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM) y acota que México se ha caracterizado desde su independencia “por un periodismo que tiende al oficialismo, que recibe apoyo estatal y se dedica a halagar las acciones, buenas o malas del grupo político que detenta el poder. Es verdad que en cada periodo han existido hombres valientes que se atreven a ser la voz disidente; sin embargo, sufren diversos atropellos que van en el menor de los casos, desde la censura, el decomiso del equipo técnico o del material impreso, hasta llegar a las persecuciones y los asesinatos”. Por eso, la mayoría de las empresas periodísticas optan por callar, si no es el poder político es el poder de las mafias quienes silencian o amedrentan a periodistas incómodos y para muestra un botón: El 22 de septiembre el Diario de Ciudad Juárez, en su primera plana, solicita una tregua a los cárteles del narcotráfico debido al asesinato de uno de sus reporteros: “¿Qué quieren de nosotros?” Preguntan los editores y añaden. “Ustedes son, en estos momentos, las autoridades de facto en esta ciudad... Indíquenos, por tanto, qué esperan de nosotros como medio”. El gobierno federal en respuesta al escrito publicado lo censuró para hacer menos evidente su incapacidad para establecer la ley y el orden. Y es que ningún medio de comunicación ya no quiere más muertos, ¡nadie en este país!
El informe Silencio o muerte en la prensa mexicana, publicado este mes por el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), aborda los crímenes de 22 periodistas y tres trabajadores de medios, así como la desaparición de siete, desde que el presidente Felipe Calderón ordenó a los militares involucrarse en la lucha antidrogas, en diciembre de 2006. Esa decisión dio pie a una espiral de violencia que ha provocado 28 mil muertes. “Por culpa del miedo, los medios no sólo están abandonando el periodismo de investigación, sino la cobertura básica del crimen y la corrupción”, así lo dejó en claro el documento y Joel Simon, director ejecutivo del CPJ, agrega que “no es posible ganar la guerra contra las drogas si el país cede el control de la información pública a los narcotraficantes”.
Como ejemplo del silencio que se está imponiendo en las regiones de nuestro país más afectadas por la violencia, el CPJ menciona a la ciudad de Reynosa, Tamaulipas, escenario de una cruenta disputa del cartel del Golfo y el grupo de Los Zetas. En las últimas semanas, esa violencia se expresó con la matanza de 72 migrantes, la explosión de dos coches bomba, así como tiroteos en carreteras y en calles. “Pero eso no se lee en la prensa local: el cartel también controla los medios de comunicación”, denuncia el documento.
Frente a este panorama no podemos quedarnos cruzados de brazos y atestiguar cómo el terror gana terreno y nos obliga a permanecer en silencio para sobrevivir. Un testimonio valiente fue la información que generó una estudiante a través de su cuenta Twitter por el tiroteo entre sicarios y militares en Tecnológico de Monterrey donde murieron dos alumnos en marzo pasado, posteriormente la muchacha compartió su experiencia en su blog, convirtiéndose en fuente de información para numerosos medios locales y que a la postre evidenció el abuso o falta de táctica de la milicia.
Los ideales y valores que nos inculcaron en las escuelas de comunicación y periodismo no deben quedar sepultados por los temores y la autocensura. Al respecto Rafael Loret de Mola señala que somos dignos de la libertad de expresión cuando la forjamos. “Es demasiado hermosa como para entregarse a quienes bajan la cabeza ante el poder, tímidos y cohibidos por la fuerza represora. La libertad es solamente para aquellos luchadores que jamás se atemorizan. Es el mayor galardón de los verdaderos periodistas”. ¿Acaso es un romántico ideal imposible de lograr? Al paso que vamos será.
Huey Atlixcáyotl, la gran fiesta de Atlixco
...no es un concurso o festival folclórico, ni siquiera un baile como muchos creen, es danza, indígena, de conciencia prehispánica, digno de admirarse y conservarse...
El último domingo del mes de septiembre el Netotiloaya (lugar de danza), que se ubica a un costado del cerro de San Miguel, alberga un colorido abanico humano para apreciar y disfrutar el canto y la música, la danza ritual y pintoresca, dulce y conmovedora de las once regiones étnicas del estado de Puebla (del centro, de los Volcanes, de la Tierra Caliente, Popoloca, Mixteca Poblana, Cañada Poblana, Región de la Montaña, Sierra de Tehuacán, de los Llanos, Costera, Sierra Norte de la Huasteca). Este arcoíris en movimiento es mejor conocido como Huey Atlixcáyotl, alguna vez llamado “la gran fiesta del estado de Puebla”, es una celebración en honor a Xochipilli, deidad de la música y las flores, y del dios Quetzalcóatl, que se identifica con el culto al santo patrón de Atlixco, el arcángel san Miguel.
La gran fiesta de Atlixco nació en 1965 gracias a Raymond Estage Noel, mejor conocido en la región como “Cayuqui”, principal investigador de estas tradiciones y creador del primer festival que tuvo como escenario el sitio que se conoce como “la escalera ancha”. El segundo y decisivo Atlixcáyotl tomó su lugar en el cerro de San Miguel el 2 de abril de 1966 en el lugar que a la fecha se conoce. El 29 de julio de 1996 fue declarado Patrimonio Cultural del Estado de Puebla.
Un día antes del también llamado “Encuentro de las etnias”, en el zócalo de Atlixco desfilan los participantes de las distintas comunidades e interpretan su danza. También allí se realiza la elección de la Xochicíhuatl (mujer flor, reina de la fiesta). Gana quien mejor porta su indumentaria tradicional y explica, tanto en su lengua (náhuatl, otomí o popoloca) como en español, sus actividades cotidianas y tradiciones. Ya entrada la noche los explosivos toritos cierran el primer día de actividades.
Al día siguiente y a temprana hora, turistas nacionales y extranjeros, familias que viven en Puebla, Atlixco y municipios aledaños, toman su lugar en las renovadas gradas. El pueblo vecino de San Jerónimo Coyula hace “La llamada”, que con los ritmos prehispánicos de la chirimía y el huehuétl, convoca a la gran fiesta, según la costumbre antigua. La apertura continúa con la entrega del topilli o bastón de mando de la fiesta a la autoridad gubernamental presente y posteriormente se corona con flores a la Xochicíhuatl, quien preside el encuentro acompañada de las Xochipilme (Florecitas), muchachas que obtuvieron el segundo y el tercer lugar en la elección. Son ellas, junto con la presidente de la Asociación Cultural Atlixcáyotl, quienes cortan el listón inaugural del arco enflorado por donde brota la cascada de danzas.
Cada delegación, al finalizar su danza o presentación, se acerca al público para lanzarle la fruta, flores y productos de su región, como en la Guelaguetza, el acto supremo de compartir.
Cabe señalar que el Huey Atlixcáyotl no es un concurso o festival folclórico, ni siquiera un baile como muchos creen, es danza, indígena, de conciencia prehispánica, digno de admirarse y conservarse.
El último domingo del mes de septiembre el Netotiloaya (lugar de danza), que se ubica a un costado del cerro de San Miguel, alberga un colorido abanico humano para apreciar y disfrutar el canto y la música, la danza ritual y pintoresca, dulce y conmovedora de las once regiones étnicas del estado de Puebla (del centro, de los Volcanes, de la Tierra Caliente, Popoloca, Mixteca Poblana, Cañada Poblana, Región de la Montaña, Sierra de Tehuacán, de los Llanos, Costera, Sierra Norte de la Huasteca). Este arcoíris en movimiento es mejor conocido como Huey Atlixcáyotl, alguna vez llamado “la gran fiesta del estado de Puebla”, es una celebración en honor a Xochipilli, deidad de la música y las flores, y del dios Quetzalcóatl, que se identifica con el culto al santo patrón de Atlixco, el arcángel san Miguel.
La gran fiesta de Atlixco nació en 1965 gracias a Raymond Estage Noel, mejor conocido en la región como “Cayuqui”, principal investigador de estas tradiciones y creador del primer festival que tuvo como escenario el sitio que se conoce como “la escalera ancha”. El segundo y decisivo Atlixcáyotl tomó su lugar en el cerro de San Miguel el 2 de abril de 1966 en el lugar que a la fecha se conoce. El 29 de julio de 1996 fue declarado Patrimonio Cultural del Estado de Puebla.
Un día antes del también llamado “Encuentro de las etnias”, en el zócalo de Atlixco desfilan los participantes de las distintas comunidades e interpretan su danza. También allí se realiza la elección de la Xochicíhuatl (mujer flor, reina de la fiesta). Gana quien mejor porta su indumentaria tradicional y explica, tanto en su lengua (náhuatl, otomí o popoloca) como en español, sus actividades cotidianas y tradiciones. Ya entrada la noche los explosivos toritos cierran el primer día de actividades.
Al día siguiente y a temprana hora, turistas nacionales y extranjeros, familias que viven en Puebla, Atlixco y municipios aledaños, toman su lugar en las renovadas gradas. El pueblo vecino de San Jerónimo Coyula hace “La llamada”, que con los ritmos prehispánicos de la chirimía y el huehuétl, convoca a la gran fiesta, según la costumbre antigua. La apertura continúa con la entrega del topilli o bastón de mando de la fiesta a la autoridad gubernamental presente y posteriormente se corona con flores a la Xochicíhuatl, quien preside el encuentro acompañada de las Xochipilme (Florecitas), muchachas que obtuvieron el segundo y el tercer lugar en la elección. Son ellas, junto con la presidente de la Asociación Cultural Atlixcáyotl, quienes cortan el listón inaugural del arco enflorado por donde brota la cascada de danzas.
Cada delegación, al finalizar su danza o presentación, se acerca al público para lanzarle la fruta, flores y productos de su región, como en la Guelaguetza, el acto supremo de compartir.
Cabe señalar que el Huey Atlixcáyotl no es un concurso o festival folclórico, ni siquiera un baile como muchos creen, es danza, indígena, de conciencia prehispánica, digno de admirarse y conservarse.
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